INTRODUCCIÓN:
RETORNO Y RECURRENCIA son dos
leyes mecánicas que se desenvuelven en el círculo del tiempo y en las cuales
estamos atrapados los seres humanos, mientras no hayamos eliminado de nuestra
psiquis el yo Psicológico.
RETORNO:
El incesante retorno de todas las cosas
es una ley de la vida, y lo podemos verificar de instante en instante y de
momento en momento. Retorna la tierra a su punto de partida cada año; retornan
todos los astros a su punto original; retornan los átomos dentro de su molécula
a su punto original; retornan los días y las noches; retornan las cuatro
estaciones: primavera, verano, otoño e invierno. Es pues la Ley del Eterno retorno, algo indiscutible,
irrefutable.
Eso que continúa después de la
muerte, que no es destruido con el cuerpo físico es esa cantidad de agregados
psíquicos, los defectos. Lo único decente que existe en el fondo de todas esas
entidades negativas que constituyen el ego, es la Esencia. Al regresar a un
nuevo vehículo físico, entra en acción la LEY DEL KARMA, pues no existe EFECTO
SIN CAUSA, ni CAUSA SIN EFECTO.
Es completamente absurdo
afirmar que uno escoge en forma voluntaria el lugar en donde debe nacer. La
realidad es muy diferente; son precisamente los Señores de la Ley, los agentes
del Karma, quienes seleccionan para nosotros el sitio exacto, hogar, familia,
nación, etc., donde debemos reincorporarnos, retornamos. Si el ego pudiera
escoger el sitio, lugar o familia, etc., para su nueva reincorporación,
entonces los ambiciosos, orgullosos, avaros, codiciosos, buscarían los
palacios, las casas de los millonarios, las ricas mansiones, os lechos de rosas
y de plumas, y el mundo todo riqueza y suntuosidad, no habría pobres, no
existiría el dolor y la amargura, nadie pagaría Karma, todos podríamos cometer
los peores delitos sin que la justicia celestial nos alcanzara, etc. La cruda
realidad de los hechos es que el ego no tiene derecho para escoger el lugar o
la familia donde debe nacer; cada uno de nosotros tiene que pagar lo que debe;
escrito está que el que siembra rayos cosecha tempestades. LEY es LEY y la LEY
SE CUMPLE.
RECURRENCIA:
Al retornar el ego, al
reincorporarnos, todo vuelve a ocurrir tal como sucedió más las consecuencias
buenas o malas. Indubitablemente existen variadas formas de la Gran Ley de, nos
Recurrencia nos proponemos estudiar esas variadas formas. Se repiten diversas
escenas de nuestras vidas anteriores, ya en espiras más elevadas, ya en espiras
más bajas, la espiral es la curva de la vida y está simbolizada por el caracol.
Obviamente nos desenvolvemos, evolucionamos e involucionamos en la línea
espiral de la existencia.
Al reincorporarnos, al
regresar, al retornar, repetimos detalladamente todos los acontecimientos de
nuestra pasada y pasadas existencias. Existen sujetos de rigurosa repetición,
casos concretos de egos que retornan durante muchos siglos en el seno de una
misma familia, ciudad y nación. Esos son los que debido a la incesante
repetición, puede predecir con absoluta claridad lo que les aguarda en el
futuro. Esos son los que pueden decir por ejemplo, casarse a los 30 años,
tendré una mujer de tal color, de tal estatura, tantos hijos, mi padre morirá a
tal edad, mi madre o tal otra, mi negocio fructificara o fracasara, etc., y es
claro que todo esto se viene después a suceder con exactitud asombrosa. Son
personas que se saben su papel a fuerza de tanto repetirlo, que no lo ignoran,
y eso es todo. Entran en este asunto también los niños prodigio que tanto
asombran a la gente de su época; por lo común se trata de egos que se saben ya
su oficio de memoria y que al retornar lo hacen a la maravilla desde los
primeros años de su infancia.
Es asombrosa la Ley de
Recurrencia. Las personas normales comunes y corrientes repiten siempre sus
mismos dramas, los cómicos una y otra vez en cada una de sus vidas sucesivas
repiten sus mismas payasadas. Los perversos se reincorporan continuamente para
repetir incesantemente las mismas tragedias. Todos esos eventos propios de las
existencias repetidas, son acompañados siempre de las buenas o malas
consecuencias, de acuerdo con la Ley de Causa y Efecto.
Volverá el asesino a verse en
la horripilante ocasión de asesinar, más será asesinado; volverá el ladrón a
verse en la misma oportunidad de robar, pero será metido en la cárcel; sentirá
el bandido el mismo deseo de correr, de usar sus piernas para el delito, pero
no tendrá piernas, nacerá invalido o las perderá en cualquier tragedia. Querrá
el ciego de nacimiento ver las cosas de la vida, aquellas que posiblemente lo
condujeron a la crueldad, pero no podrá ver;
amará la mujer al mismo marido de
su vida anterior, aquel que posiblemente abandonó en el lecho de la enfermedad
para irse con cualquier otro sujeto, más ahora el drama se repetirá la inversa
y el sujeto de sus amores partirá con otra mujer dejándola abandonada; volverá
el salteador de caminos a sentir el deseo de correr, de huir, clamara posiblemente
en estado de delirio mental, revestido de un nuevo cuerpo de naturaleza
posiblemente femenina, tendrá delirios extrañas, no podrá huir de sí mismo,
enloquecerá, será un enfermo mental, etc.
CONCLUSIÓN
Para desligarnos de estas dos
Leyes es necesario trabajar equilibradamente en LOS TRES FACTORES DE LA
REVOLUCIÓN DE LA CONCIENCIA (Morir en defectos, nacer en Virtudes y sacrificio
de la Humanidad). Para eliminar completamente nuestras agregados psíquicos,
disolviendo así los compromisos psicológicos que se desarrollan en estados
Leyes a lo largo de nuestras existencias.
SAMAEL AUN WEOR
RETORNO - RECURRENCIA –
REENCARNACIÓN
"Todo fluye y refluye, va
y viene, sube y baja, en todo existe un sístole y una diástole. Los astros en
el firmamento y los átomos en la molécula retornan siempre al punto de partida.
Las leyes de Retorno,
Recurrencia y Ritmo gobiernan inteligentemente la vida y la muerte, el flujo y
el reflujo, y los incesantes cambios y movimientos de la Naturaleza.
La gran maquinaria de la
Naturaleza está gobernada por Leyes Inteligentes...
De acuerdo con las leyes del
Ritmo todo tiene que retornar al punto de partida.
De acuerdo con las leyes de la
Recurrencia todo vuelve a ocurrir tal como ocurrió.
Las leyes del Ritmo son
matemáticas y las leyes de Retorno y Recurrencia son también matemáticas.
Todo en la Naturaleza funciona
de acuerdo con las leyes de Número, Medida y Peso. El acaso no existe.
Los astrónomos pueden calcular
matemáticamente el retorno de los soles y de los planetas. Sabemos con
exactitud que cada tres meses cambian las estaciones; tres meses para la
primavera, tres para el verano, tres para el otoño y tres para el invierno.
En forma rítmica todo se
repite, todo vuelve a ocurrir tal como ya ocurrió. Recordemos que el reloj es
redondo, recordemos que el tiempo es redondo, y que las horas van y vienen
repitiéndose siempre rítmicamente, retornando las manecillas siempre a los
mismos números del horario.
Si realmente queremos conocer
las conexiones mutuas de todos los organismos y de todas las cosas en su forma
realmente substancial y no únicamente accidental, necesitamos estudiar las
leyes del Ritmo, Retorno y Recurrencia.
El hombre, -o para hablar con
más exactitud- el animal intelectual en última síntesis es energía, y esto no
lo puede negar la física nuclear.
Ya está totalmente demostrada
la conservación de la energía, realmente la energía se transforma, pero no se
destruye.
El animal intelectual perece,
es perecedero; pero el "yo" energético, por el hecho mismo de ser una
suma de valores energéticos de la Naturaleza, no puede perecer con la muerte
del cuerpo físico y continúa en el tiempo.
Si todo retorna, el
"yo" también retorna y si todo se repite, es claro que el
"yo" vuelve a repetir el drama de la existencia. Esta es la Ley de
Recurrencia: todo vuelve a ocurrir tal como sucedió más los resultados.
Desde el átomo hasta el Sol, y
desde el protozoo hasta el hombre, toda suma de valores energéticos está
sometida a las leyes del Retorno, Recurrencia y Ritmo.
Es imposible conocer realmente
la mutua conexión intrínseca de todos los seres y de todos los pueblos en su
entronque verdadero y concatenación auténtica, si jamás hemos estudiado las
leyes del Ritmo, Retorno y Recurrencia.
Es imposible establecer un
orden social perfecto si no comprendemos profundamente las Leyes de la
Naturaleza".
Simplicio, citado por
Ouspensky, escribió: "Los pitagóricos dijeron que las mismas cosas se
repiten una y otra vez".
En conexión con esto es
interesante observar las palabras de Eudemo, discípulo de Aristóteles (en el
libro tercero de la Física). El dice:
"Algunas personas aceptan
y algunas otras personas niegan que el tiempo se repite. La repetición se
entiende en diversos sentidos. Una clase de repetición puede suceder en el
orden natural de las cosas, como la repetición de los veranos, de los inviernos
y otras estaciones, en que una nueva viene después que otra ha desaparecido; a
este orden de cosas pertenecen los movimientos de los cuerpos celestes y los
fenómenos producidos por ellos, tales como los solsticios y los equinoccios,
que son producidos por el movimiento del Sol.
Pero si debemos creer a los
pitagóricos, existe otra clase de repetición. Eso quiere decir que yo os
hablaré y me sentaré exactamente así y tendré en mi mano el mismo palo, y todo
será igual que ahora; y el tiempo, como es de suponer, será el mismo, porque si
los movimientos de los cuerpos celestes y de muchas otras cosas son los mismos,
lo que ocurrió antes y lo que ocurrirá después es también lo mismo. Esto se
aplica también a la repetición, que es siempre la misma. Todo es lo mismo".
Un análisis a fondo sobre el
Budismo, nos lleva a la conclusión de que el Buda enseñó la Ley de Recurrencia
en su doctrina sobre las existencias sucesivas. A la Ley de la Recurrencia
expuesta magníficamente por Eudemo en los precedente párrafos, nosotros sólo
tenemos que añadirle la espiral que según Pitágoras es la curva de la vida.
El tiempo es redondo, cíclico,
y todo se repite ya en espiras más elevadas, ya en espiras más bajas. Resulta
interesante y doloroso al mismo tiempo, la repetición incesante de los mismos
dramas, de las mismas escenas, de los mismos acontecimientos en cada una de las
existencias que por Ley Cósmica se asignan a las Esencias humanas.
Un hombre es lo que es su
vida. Si un hombre no modifica nada dentro de sí mismo, si no transforma
radicalmente su vida, si no trabaja sobre sí mismo, está perdiendo el tiempo
miserablemente .
Un hombre muere y los
angustiosos momentos de su agonía, sus últimos instantes y realizaciones, sus
últimas sensaciones y sus últimas penas, se encuentran íntimamente asociadas a
los goces del amor que originan el nuevo nacimiento. La nueva existencia
comienza exactamente en las mismas condiciones que la anterior y es claro que
no puede comenzar en ninguna otra condición.
La muerte es el regreso al
comienzo mismo de su vida con la posibilidad de repetirla nuevamente. Al
renacer en este valle de lágrimas, el pasado se convierte en futuro de acuerdo
a la Ley de Recurrencia. La vida de cada uno de nosotros, con todos sus
tiempos, es siempre la misma -de existencia en existencia a través de los
innumerables siglos-.
La vida de cada uno de
nosotros en particular es la película viviente que al morir nos llevamos a la
eternidad. Cada uno de nosotros se lleva su película y la vuelve a traer para
proyectarla otra vez en la pantalla de una nueva existencia. La repetición de
dramas, comedias y tragedias, es un axioma fundamental de la Ley de
Recurrencia.
En cada nueva existencia se
repiten las mismas circunstancias. Los actores de tales escenas siempre
repetidas son las gentes que viven en nuestro interior, los "yoes
psicológicos". Si desintegramos esos actores, esos "yoes" que
originan las repetidas escenas de nuestra vida, entonces la repetición de tales
circunstancias se haría algo más que imposible. Obviamente sin actores no
pueden haber escenas, esto es algo irrebatible, irrefutable.
Reflexionemos seriamente sobre
la Ley de Recurrencia o repetición de escenas en cada retorno; descubriremos
por Auto-observación intima los resortes secretos de esta cuestión. Si en la
pasada existencia a la edad de 25 años tuvimos una aventura amorosa es indudable
que el "yo" de tal compromiso buscará a la dama de sus ensueños a los
25 años de la nueva existencia. Si la dama en cuestión entonces solo tenía 15
años, el "yo" de tal aventura buscará a su amado en la nueva
existencia a la misma edad justa. Resulta claro comprender que los dos
"yoes", tanto el de él como el de ella, se buscarán telepáticamente y
se reencontrarán nuevamente para repetir la misma aventura amorosa de la pasada
existencia.
Dos enemigos que a muerte
pelearon en la pasada existencia, se buscarán otra vez en la nueva existencia
para repetir su tragedia a la edad correspondiente. Si dos personas tuvieron un
pleito de bienes raíces a la edad de 40 años en la pasada existencia, a la
misma edad se buscarán telepáticamente en la nueva existencia para repetir lo
mismo.
Dentro de cada uno de nosotros
viven muchas gentes ("yoes") llenas de compromisos, eso es
irrefutable. Un ladrón carga en su interior una cueva de ladrones con diversos
compromisos delictuosos. El asesino lleva dentro de sí mismo un club de
asesinos y el lujurioso porta en su psiquis una casa de citas. Lo grave de todo
esto es que el intelecto ignora la existencia de tales gentes o
"yoes" dentro de sí mismo y tales compromisos que fatalmente se van
cumpliendo. Todos estos compromisos de los "yoes" que dentro de
nosotros moran, se suceden por debajo de nuestra razón.
Son hechos que ignoramos,
cosas que nos suceden, acontecimientos que se procesan en el subconsciente e
inconsciente. El animal intelectual, equivocadamente llamado hombre, no puede
cambiar las circunstancias, todo le sucede, como cuando llueve, o como cuando
truena; tiene la ilusión de que hace, pero no tiene poder para hacer, todo se
sucede a través de él, todo es fatal, mecánico. Sólo el Ser puede hacer, sólo
el Ser puede originar nuevas circunstancias, sólo el Ser puede cambiar todo
este orden de cosas, pero el animal intelectual no tiene encarnado al Ser.
Nuestra personalidad es tan solo el instrumento de distintas gentes
("yoes"), mediante el cual cada una de esas gentes cumple sus
compromisos.
En este valle de amarguras
existen hombres máquinas de repetición absoluta, tipos mecanicistas ciento por
ciento, sujetos que repiten hasta los más insignificantes detalles de sus
existencias precedente, casos concretos de Egos que retornan durante muchos
siglos en el seno de una misma familia, ciudad y nación. Esos son los que
debido a la incesante repetición de lo mismo pueden decir, por ejemplo: me
casaré a los 30 años, tendré una mujer de tal color, de tal estatura, tantos
hijos, mi padre morirá a tal edad, mi madre a tal otra edad, mi negocio
fructificará o fracasará, etc., y es claro que todo viene a suceder con
exactitud asombrosa. Son personas que se saben su papel a fuerza de tanto
repetirlo, que no lo ignoran, y eso es todo.
Entran en este asunto también
los "niños prodigio" que tanto asombran a las gentes de su época; por
lo común, se trata de Egos que ya saben su oficio de memoria y que al retornar
lo hacen de maravilla desde los primeros años de su infancia.
En esta tierra del Samsara
(mundo fenoménico) se reincorporan constantemente sujetos de repetición
variada, que reviven sus existencias precedentes ya en espiras más elevadas, ya
en espiras más bajas. Existe también en nuestro interesantísimo mundo cierto
tipo de gentes con tendencia creciente a la degeneración, que marchan
resueltamente por el espiral descendente; estos son los borrachos, los
suicidas, los homosexuales, las prostitutas, los drogadictos, los asesinos,
etc. Esta clase de gentes repiten en forma más y más descendente en cada
existencia sus mismos delitos, hasta que al fin entran a los Mundos Infiernos.
En aparente y brillante
contraste con ese tipo de vía de descenso o fracaso, pero en posición
igualmente abominable, se encuentran los caballeros del alto mundo, los grandes
triunfadores que adoran a la Gran Ramera, los multimillonarios, los científicos
perversos que inventan armas destructivas, los tenebrosos secuaces de la dialéctica
materialista que le quitan a la humanidad sus valores eternos, los fanáticos
del deporte, los vanidosos batidores de récords, los cómicos que juegan con el
monstruo de las mil caras (el público), las famosas estrellas de cine, que
justifican todos sus adulterios con innumerables matrimonios y divorcios, los
artistas degenerados de la nueva ola, los bailarines de rock, los fundadores de
sectas perjudiciales, los escritores de libros pornográficos, los escépticos de
todo tipo, etc., etc., etc.
El tipo de triunfador está
hipnotizado por el éxito y ese es precisamente su mayor peligro, ignoran que
están bajando por la espiral descendente y entran a los Mundos Infiernos
embriagados por el triunfo. El tipo de triunfador sabe con exactitud lo que tiene
que hacer cada vez que retorna a este escenario del mundo y repite siempre sus
mismas aventuras.
Es asombrosa la Ley de
Recurrencia. Las personas normales, comunes y corrientes, repiten siempre sus
mismos dramas, los cómicos una y otra vez en cada una de sus existencias
sucesivas repiten sus mismas payasadas, los perversos se reincorporan
continuamente para repetir incesantemente las mismas tragedias. Todos estos
eventos propios de las existencias repetidas van siempre acompañados de las
buenas o malas consecuencias, de acuerdo con la Ley de Causa y Efecto. Cada
existencia es una repetición de la pasada más sus consecuencias kármicas buenas
o malas, agradables o desagradables.
Volverá el asesino a verse en
la horripilante ocasión de asesinar, mas será asesinado; volverá el ladrón a
verse con la misma oportunidad de robar, pero será metido en la cárcel; sentirá
el bandido el mismo deseo de correr, de usar sus piernas para el delito, pero
no tendrá piernas, nacerá inválido o las perderá en cualquier tragedia; querrá
el ciego de nacimiento ver las cosas de la vida, aquellas que posiblemente le
condujeron a la crueldad, etc., pero no podrá ver; amará la mujer al mismo
marido de la existencia anterior, a aquel que posiblemente abandonó en el lecho
de enfermedad para irse con cualquier otro sujeto, mas ahora el drama se
repetirá a la inversa y el sujeto de sus amores partirá con otra mujer,
dejándola abandonada. Así amigos, así trabaja la Ley de Recurrencia
incesantemente.
Por debajo de nuestra
capacidad cognoscitiva suceden muchas cosas. Desgraciadamente, ignoramos lo que
por debajo de nuestra pobre razón sucede.
Salir de esta desgracia, de
esta inconsciencia, del estado tan lamentable en que nos encontramos, sólo es
posible muriendo en sí mismos.
Así pues, la Ley del Eterno
Retorno de todas las cosas se combina siempre con la Ley de Recurrencia. Los
egos retornan incesantemente para repetir dramas, escenas, sucesos, aquí y
ahora. El pasado se proyecta hacia el futuro a través del callejón del presente.
Reencarnación es muy
diferente. La doctrina del Gran Avatara Krisna enseña que sólo los dioses,
semidioses, reyes divinos, Titanes y Devas se reencarnan.
La palabra Reencarnación es
muy exigente; no se debe usar de cualquier manera: nadie podría
reencarnificarse sin haber antes eliminado el Ego, sin tener de verdad una
Individualidad Sagrada. Reencarnación es una palabra muy venerable; significa
de hecho la reincorporación de lo divinal en un hombre, una nueva manifestación
de lo divino...
De ninguna manera exageramos
conceptos al enfatizar la idea trascendental de que la Reencarnación solo es
posible para aquellos que ya lograron en cualquier ciclo de manifestación la
unión gloriosa con la Super Alma.
Absurdo sería confundir la
Reencarnación con el Retorno. Sería caer en un desatino de la peor clase
afirmar que el Ego -legión de yoes tenebrosos, siniestros e izquierdos- pueda
reencarnarse.
P.- Maestro, un país que fue
afectado por la violencia tanto tiempo ¿se debe a la Ley de Recurrencia?
R.- Obviamente, la violencia
de las multitudes en ese país fue la repetición de violencias similares
ocurridas en un pasado caótico; piénsese en las guerras civiles ocurridas en
épocas anteriores a la sucedida violencia, guerras de partidos políticos de
derecha e izquierda repitiéndose en el presente como resultado del pasado. He
ahí la Ley de Recurrencia.
P.- Maestro, si una persona ha
sido correcta, se ha comportado como todo un ciudadano en el cumplimiento de
sus deberes, ¿cómo operaría en él la Ley de Recurrencia en el próximo retorno?
R.- Amigos, amigos, no me
digan ustedes que ese fulano haya sido un dechado de virtudes, un pozo de
santidad. Por magnífico ciudadano que haya sido, tuvo sus muy humanos errores,
sus escenas, sus dramas, etc., y es claro que de todo estoy hay repetición en
su nueva existencia, mas las consecuencias. Así es como opera la Ley de
Recurrencia.
P.- Venerable Maestro, hay
cierta confusión en cuanto a la relación entre la Ley del Karma y la Ley de
Recurrencia, porque tengo el concepto de que con la terminación del Karma se
terminaría la Ley de Recurrencia. ¿Quisiera aclararme ese punto?
R.- Amigos, en modo alguno
puede existir confusión entre las Leyes del Karma y Recurrencia, puesto que
ambas son lo mismo con diferentes nombres. Indudablemente, el Karma trabaja
sobre bases firmes, no es sino un efecto de la causa que nosotros mismos sembramos;
por lo tanto, tiene que repetirse el hecho en sí mismo más los resultados
buenos o malos.
P.- Maestro, personas que
aparentemente no han hecho mal a nadie sufren de carencias económicas. ¿Tiene
esto que ver con la Ley de Recurrencia?
R.- Distinguidos amigos,
señores y señoras, el Padre que está en secreto puede estar cerca de nosotros o
lejos. Cuando el hijo anda mal, el Padre se aleja y entonces aquel cae en
desgracia, sufre por falta de dinero, pasa terribles necesidades, no se explica
por sí mismo el motivo de su miseria. Ostensiblemente, tales personas creen no
haber hecho mal a nadie; si estos recordaran sus existencias anteriores podrían
evidenciar por sí mismos el hecho concreto de que anduvieron por pasos
perdidos, posiblemente se entregaron al alcohol, a la lujuria, al adulterio,
etc.
El Padre que está en secreto,
nuestro propio Espíritu Divino, puede darnos o quitarnos. El sabe muy bien lo
que merecemos, y si no tenemos actualmente dinero es porque El no quiere
dárnoslo, nos castiga para nuestro bien. "Bienaventurado el hombre a quien
Dios castiga". El Padre que quiere a su hijo le castiga siempre para su
bien. En el caso concreto de esta pregunta, la víctima de los sufrimientos,
repetirá las escenas del pasado más las consecuencias: pobreza, dolor, etc.,
etc.
P.- Maestro, ¿cuáles son los
que están libres de la Ley de Recurrencia?
R.- Mirad la Ley de
Recurrencia en sus aspectos superiores e inferiores de la Gran Vida. Podemos
aseverar solemnemente que sólo quedan libres de la Ley de Recurrencia aquellos
que logran cristalizar en su naturaleza íntima las Tres Fuerzas Primarias del
Universo. El Sagrado Sol Absoluto quiere cristalizar en cada uno de nosotros
esas Tres Fuerzas Primarias, colaboremos con El y sus santos designios y quedaremos
para siempre libres de la Ley de Recurrencia.
Samael Aun Weor
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