(Texto copto de Nag Hammadi)
Visión de Pablo
18 [...] en el camino. Y [se
dirigió a él], diciendo: ¿Qué camino [tomaré] para subir a [Jerusalén]? El niño
[contestó diciendo]: Di tu nombre, a fin de que te [muestre] el camino. Sabía
[quién era Pablo]. Quiso mostrarse afable con él por medio de sus palabras a
fin de hallar excusa para conversar con él. El niño tomó la palabra y dijo: Sé quién
eres, Pablo, que tú eres el que fue bendecido desde el vientre de su madre.
Ahora bien, yo [he venido] a ti a fin de que [subas a Jerusalén] hacia tus colegas
[apóstoles]. Por esto [has sido llamado]. Yo soy [el Espíritu que hace camino]
contigo. [Alerta] tu mente, Pablo [...] 19 Pues [...] todo que [...] en los
principados y estas potestades y arcángeles y poderes y toda clase de demonios
[...] aquél que pone al descubierto cuerpos para ser desparramados entre almas.
Una vez hubo terminado esta
alocución siguió hablando y me dijo: Alerta tu mente, Pablo, y percátate de que
la montaña sobre la que estás es la montaña de Jericó, a fin de que conozcas
las cosas ocultas que yacen bajo las cosas manifiestas. Sí, irás a los doce
apóstoles, pues son espíritus elegidos, y te recibirán con un saludo.
(Pablo) levantó la vista y vio
cómo lo saludaban. Entonces, el [Espíritu] Santo, que conversaba con él, lo
arrebató hacia lo alto, hasta el tercer cielo. Luego pasó hasta el cuarto
[cielo]. El Espíritu [Santo] se dirigió a él diciendo: Mira y ve tu semejanza
sobre la tierra.
Él [miró] hacia abajo y vio
las cosas que estaban sobre la tierra. Observó [y vio] las cosas que estaban
sobre [...] 20 Fijó la mirada [hacia abajo] y vio a los doce apóstoles a su
derecha y a su izquierda en la creación, y el Espíritu les precedía en el
camino.
Visión de juicio de las almas
Ahora bien, en el cuarto cielo
yo vi las cosas según sus clases. Vi, en efecto, a los ángeles que se
asemejaban a dioses, a los ángeles que transfieren almas de la tierra de los
muertos. La depositaron en la puerta del cuarto cielo, y los ángeles la
azotaban. El alma levantó la voz diciendo: ¿Qué pecado he cometido en el mundo?
El guardián que reside en el cuarto cielo le respondió diciendo: No era
conveniente cometer todas aquellas transgresiones a la ley que se dan en el
mundo de los muertos. El alma respondió diciendo: Aporta testigos y que
[muestren] en qué cuerpo cometí transgresión. [¿Quieres] traer un libro [y leer
en] él? Y acudieron tres testigos. El primero tomó la palabra y dijo: [¿Acaso]
no estuve yo en el cuerpo en la segunda hora? [...] Me levanté contra ti 21
hasta que [te sumiste] en ira, en enojo y en envidia. El segundo habló y dijo:
¿Acaso no estaba yo en el cosmos?
Entré en la hora quinta y te
vi y te deseé. Y he aquí que ahora te acuso de los crímenes que cometiste.
El tercero habló diciendo:
¿Acaso no me llegué a ti en la hora duodécima del día a la puesta del sol? Te di
tinieblas hasta que remataras tus pecados.
Cuando el alma oyó todo esto
bajó los ojos con tristeza. Luego miró hacia arriba y se precipitó hacia abajo.
El alma que fue precipitada hacia abajo [accedió] a un cuerpo que había sido
preparado [para ella]. Y he aquí que se terminaron sus testigos.
Ascensión a través de los
cielos [Yo, entonces, miré] hacia arriba y vi al Espíritu que me decía: Pablo,
ven, acércate a mí. Y cuando yo [avanzaba], se abrió la puerta y entré en el
quinto [cielo]. Y vi a mis colegas apóstoles [que me acompañaban] 22 mientras
el Espíritu venía con nosotros. Y en el quinto cielo vi un gran ángel que enarbolaba
en su mano una vara de hierro. Con él estaban otros tres ángeles y yo levanté
la vista hacia ellos. Pero peleaban entre ellos enarbolando látigos, empujando
a las almas hacia el juicio. Yo, por mi parte, avanzaba con el Espíritu y la
puerta se me abrió. Entonces ascendimos al sexto cielo y vi a mis colegas
apóstoles que me acompañaban, y el Espíritu Santo me conducía ante ellos.
Levanté la mirada y vi una gran luz que resplandecía sobre el sexto cielo.
Hablé y dije al guardián que estaba en el sexto
cielo: [Abre] para mí y para
el Espíritu [Santo] que me precede. Entonces me abrió y [ascendimos] al séptimo
[cielo. Vi] un anciano [...] de luz cuya vestidura era blanca. [Su trono], que
se halla en el séptimo cielo, resplandecía más que el sol, [siete] veces más.
23 El anciano tomó la palabra y me dijo:
¿A dónde vas, Pablo, el
bendecido, el que fue separado desde el vientre de su madre?. Ahora bien, yo miraba
al Espíritu, y él movía la cabeza diciéndome: Habla con él. Yo hablé y dije al
anciano: Regreso al lugar del cual procedí. El anciano me contestó: ¿De dónde
procedes? Yo le respondí diciendo:
Desciendo al mundo de los
muertos para llevar cautiva a la cautividad que fue cautivada en la
cautividad de Babilonia. El
anciano me contestó diciendo: ¿De qué manera podrás apartarte de mí?
Mira y ve a los principados y
a las potestades. El Espíritu intervino diciendo: Entrégale la señal que está
en tu mano, y te abrirá. Entonces yo le di la señal. Él volvió el rostro hacia
abajo, hacia su creación y los que son sus potestades. Entonces se abrió [el
séptimo] cielo y ascendimos a la 24 Ogdóada. Y vi a los doce apóstoles. Me
saludaron y ascendimos al noveno cielo. Yo saludé a todos los que se hallaban en
el noveno cielo, y ascendimos al décimo cielo. Y yo saludé a mis espíritus
compañeros.
La revelación de Pablo.
Nota: la numeración
corresponde a las páginas del manuscrito.
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