Es
necesario que las gentes entiendan lo que es la palabra sánscrita
"Karma".
Amigos
míos, existe una Ley que se llama Karma, no esta demás aseverar que tal palabra
significa en sí misma, ley de acción y consecuencia. Obviamente no existe causa
sin efecto, ni efecto sin causa.
La
Ley de la Balanza, la Ley terrible del Karma, gobierna todo lo creado. Toda
causa se convierte en efecto y todo efecto se trasforma en causa.
Vosotros
debéis comprender lo que es la ley de la compensación. Todo lo que se hace hay
que pagarlo, pues no existe causa sin efecto, ni efecto sin causa.
Se
nos ha dado libertad, libre albedrío y podemos hacer lo que queramos, pero es
claro que tenemos que responder ante Dios por todos nuestros actos. Cualquier
acto de nuestra vida, bueno o malo tiene sus consecuencias. La ley de acción y
consecuencia gobierna el curso de nuestras variadas existencias y cada vida es
el resultado de la anterior.
Comprender
íntegramente las bases y "Modus Operandi" de la ley del Karma es
indispensable para orientar el navío de nuestra vida en forma positiva y
edificante, a través de las diversas escalas de la vida.
Karma
es ley de compensación, no de venganza. Hay quienes confunden esta ley Cósmica
con el determinismo y aún con el fatalismo, al creer que todo lo que le ocurre
al hombre en la vida esta determinado inexorablemente de antemano. Es verdad
que los actos del hombre los determina la herencia, la educación y el medio.
Pero también es verdad que el hombre tiene libre albedrío y puede modificar sus
actos: educar su carácter, formar hábitos superiores, combatir debilidades,
fortalecer virtudes, etc..
El
Karma es una medicina que se nos aplica para nuestro propio bien; desgraciadamente
las gentes en vez de inclinarse reverentes ante el eterno Dios viviente,
protestan, blasfeman, se justifican a sí mismos, se disculpan neciamente y se
lavan las manos como Pilatos. Con tales protestas no se modifica el Karma, al
contrario se torna mas duro y severo.
Cuando
uno viene a este mundo trae su propio destino; unos nacen en colchón de plumas
y otros en la desgracia. Si en nuestra pasada existencia matamos, ahora nos
matan, si herimos, ahora nos hieren, si robamos, ahora nos roban, y "con
la vara que a otros medimos seremos medidos".
Reclamamos
fidelidad del cónyuge cuando nosotros mismos hemos sido adúlteros en esta o en
vidas precedentes. Pedimos amor cuando hemos sido despiadados y crueles.
Solicitamos comprensión cuando jamás hemos sabido comprender a nadie; cuando
jamás hemos aprendido a ver el punto de vista ajeno.
Anhelamos
dichas inmensas cuando hemos sido siempre el origen de muchas desdichas.
Hubiéramos querido nacer en un hogar muy hermoso y con muchas comodidades,
cuando no supimos en pasadas existencias, brindarles a nuestros hijos hogar y
belleza.
Protestamos
contra los insultadores cuando siempre hemos insultado a todos los que nos
rodean. Queremos que nuestros hijos nos obedezcan cuando jamás supimos obedecer
a nuestros padres. Nos molesta terriblemente la calumnia cuando nosotros
siempre fuimos calumniadores y llenamos al mundo de dolor. Nos fastidia la
chismografía, no queremos que nadie murmure de nosotros, sin embargo, siempre
anduvimos en chismes y murmuraciones, hablando mal del prójimo, mortificándole
la vida a los demás. Es decir, siempre reclamamos lo que no hemos dado; en
todas nuestras vidas anteriores fuimos salvados y merecemos lo peor, pero
nosotros suponemos que se nos debe dar lo mejor.
Afortunadamente
mis caros amigos, la Justicia y la Misericordia son las dos columnas torales de
la Fraternidad Universal Blanca.
La
Justicia sin Misericordia es tiranía; la Misericordia sin Justicia es
tolerancia, complacencia con el delito. El Karma es negociable, y esto es algo
que puede sorprender muchísimo a los secuaces de diversas escuelas ortodoxas.
Ciertamente
algunos seudo-esoteristas y seudo-ocultistas se han tornado demasiado
pesimistas en relación con la ley de acción y consecuencia; suponen
equivocadamente que esta se desenvuelve en forma mecánica, automática y cruel.
Los eruditos creen que nos es posible alterar tal ley; lamento muy sinceramente
tener que disentir con esa forma de pensar.
Si
la ley de acción y consecuencia, si el némesis de la existencia, no fuera
negociable, entonces donde quedaría la misericordia divina. Francamente yo no
puedo aceptar crueldad en la divinidad. Lo real, aquello que es todo
perfección, eso que tiene diversos nombres como Tao, Aum, Inri, Alá, Brahma,
Dios, o mejor dijera Dioses, etc. , etc. , etc. , en modo alguno podría ser
algo sin misericordia, cruel, tiránico, etc. Por todo ello repito en forma
enfática, que el Karma es negociable.
Es
posible modificar nuestro propio destino, porque "Cuando una ley inferior
es trascendida por una ley superior, la ley superior lava a la ley
inferior."
Modificando
la Causa se modifica el Efecto. "Al león de la ley se le combate con la
balanza". Si en un platillo de la Balanza ponemos nuestras buenas obras y
en el otro ponemos las malas, ambos platillos pesarán iguales o habrá algún
desequilibrio. Si el platillo de las malas acciones pesa más, debemos poner
buenas obras en el platillo de las buenas acciones con el propósito de inclinar
la balanza a nuestro favor, así cancelamos Karma, haced buenas acciones para
que paguéis vuestras deudas ; recordad que no solamente se paga con dolor,
también se puede pagar haciendo bien.
Ahora
comprenderán ustedes, mis buenos amigos, lo maravilloso que es hacer el bien;
no hay duda que el Recto pensar, el Recto sentir y el Recto obrar son el mejor
de los negocios.
Nunca
debemos protestar contra el Karma, lo importante es saberlo negociar.
Desgraciadamente a las gentes lo único que se les ocurre cuando se hallan en
una gran amargura es lavarse las manos como Pilatos, decir que no han hecho
nada malo, que no son culpables, que son almas justas, etc. , etc. , etc..
Yo
les digo a los que están en la miseria que revisen su conducta, que se juzguen
a si mismos, que se sienten a si mismos aunque sea por un instante en el banquillo
de los acusados , que después de un somero análisis de si mismos modifiquen su
conducta. Si esos que están sin trabajo se tornasen castos, infinitamente
caritativos, apacibles, serviciales en un cien por ciento, es obvio que
alterarían radicalmente la causa de su desgracia, modificándose en
consecuencia, el efecto.
No
es posible alterar un efecto si antes no se ha modificado radicalmente la causa
que lo produjo, pues como ya dijimos no existe efecto sin causa ni causa sin
efecto.
Se
debe trabajar siempre desinteresadamente con infinito amor por la humanidad,
asi alteramos aquellas malas causas que originaron los malos efectos.
No
hay duda de que la miseria tiene sus causas en las borracheras, asqueante
lujuria, en la violencia, en los adulterios, en el despilfarro y en la
avaricia, etc., etc..
¿Quieres
sanar?, sanad a otros . ¿Algunos de vuestros parientes están en la cárcel?,
trabajad por la libertad de otros. ¿Teneís hambre ?, compartid el pan con los
que están peor que tú, et..
Muchas
personas que sufren solo se acuerdan de sus amarguras, deseando remediarlas,
mas no se acuerdan de los sufrimientos ajenos, ni remotamente piensan en
remediar los sufrimientos del prójimo. Este estado egoísta de su existencia no
sirve para nada; así lo único que consiguen realmente es agravar sus
sufrimientos.
Si
tales personas pensaran en los demás, en servir a sus semejantes, en dar de
comer al hambriento, en dar de beber al sediento, en vestir al desnudo, en
enseñar al que no sabe, etc, es claro que pondrían buenas acciones en el
platillo de la balanza cósmica para inclinarla a su favor; así alterarían su
destino y vendría la suerte a su favor. Es decir quedarían remediadas todas sus
necesidades, mas la gente es muy egoísta y por eso sufre , nadie se acuerda de
Dios ni de sus semejantes, sino cuando están en la desesperación y esto es algo
que todo el mundo ha podido comprobar por si mismo, así es la humanidad.
Desgraciadamente
, mis queridos amigos , ese ego que cada cual lleva adentro, hace exactamente
lo contrario de lo que aquí estamos diciendo; por tal motivo considero urgente,
inaplazable, impostergable, reducir al mi mismo a polvareda cósmica.
Pensemos
por un momento en las muchedumbres humanoides que pueblan la faz de la tierra.
Sufren lo indecible víctimas de sus propios errores; sin el ego no tendrían
esos errores, ni tampoco sufrirían las consecuencias de los mismos.
Lo
único que se requiere para tener derecho a la verdadera felicidad, es ante
todo, no tener ego. Ciertamente, cuando no existen dentro de nosostros los
agregados psiquicos, los elementos inhumanos que nos vuelven tan horribles y
malvados. No hay Karma por pagar y el resultado es la felicidad.
Es
bueno saber también que cuando hemos eliminado radicalmente el ego, la
posibilidad de delinquir queda aniquilada y en consecuencia el Karma puede ser
perdonado.
La
Ley del Karma, la Ley de la Balanza Cósmica no es una Ley ciega; también se
puede solicitar Crédito a los Maestros del Karma y esto es algo que muchos
ignoran. Empero es urgente saber que todo crédito hay que pagarlo con buenas
obras y si no se paga, entonces la Ley cobra con supremo dolor.
Necesitamos
hacernos conscientes de nuestro propio Karma y eso solo es posible mediante el
estado de alerta novedad. Todo efecto de la vida, todo acontecimiento, tiene su
causa en una vida anterior, pero necesitamos hacernos conscientes de eso.
Todo
momento de alegría o dolor debe ser continuado en meditación con mente quieta y
en profundo silencio. El resultado viene a ser la experimentación del mismo
suceso en una vida anterior. Entonces hacemos conciencia de la Causa del hecho,
ya sea este agradable o desagradable.
Quien
despierta conciencia ,puede viajar en sus Cuerpos internos fuera del cuerpo
físico, a Plena voluntad consciente y estudiar en el Templo de Anubis y sus
Cuarenta y dos jueces, su propio libro del destino.
El
jefe de los sacerdotes del tribunal del Karma es el Gran Maestro Anubis. El
Templo de Anubis, el Supremo Regente del Karma, se encuentra en el mundo
molecular , llamado por muchas gentes el Mundo Astral. En ese tribunal solo
reina el terror de amor y justicia. En el existe un libro con su debe y haber
para cada hombre, en el que anota minuciosamente a diario sus buenas y malas
acciones. Las buenas las representan raras monedas que los Maestros acumulan en
beneficios de los hombres y mujeres que las ejecutan. En ese tribunal también
se encuentran abogados defensores.
Pero
todo se paga. Nada se consigue regalado. El que tiene buenas obras paga y sale
bien librado en los negocios. Los créditos solicitados se pagan con trabajos
desinteresados e inspirados en amor hacia los que sufren.
Los
Maestros del Karma son Jueces de Conciencia que viven en estado de Jinas.
Tenemos que hacer constantemente buenas obras para que tengamos con que pagar
nuestras deudas de esta y de vidas pasadas . Todos los actos del hombre están
regidos por leyes, superiores unas, inferiores otras. En el amor se resumen todas
las leyes superiores. Un acto de amor anula actos pretéritos inspirados en
leyes inferiores. Por eso, hablando del amor, dice el Maestro Pablo: "El
amor es sufrido, bueno; no envidia, no se ensancha, no injuria, no busca lo
suyo; no se irrita, no se huelga de la injusticia, mas se huelga de la verdad;
todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta."
Cuando
ofician como jueces, los Maestros del Karma usan la máscara sagrada en forma de
cabeza de chacal o lobo emplumado y con ella se presentan a los iniciados en
los mundos internos. Esa es la crueldad de la ley del amor.
Negociar
con los Señores de la Ley es posible a través de la meditación: Orad, Meditad y
concentraos en Anubis, el regente más exaltado de la buena Ley.
Para
el indigno todas las puertas están cerradas menos una: la del arrepentimiento,
pedid y se os dará , golpead y se os abrirá.
Tomado
del capítulo 27 del libro Tarot y Kábala de Samael Aun Weor
Samael
Aun Weor
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