miércoles, 24 de noviembre de 2021

LA LLAVE MAESTRA


En todo caso, decía yo que para poder llegar a la autorrealización, no solamente se necesitan esfuerzos. Los esfuerzos, naturalmente, son útiles y maravillosos, pero no son suficientes; se necesitan super esfuerzos íntimos realizados dentro de nosotros mismos, aquí y ahora.

Por ejemplo un caso de esfuerzos: pongamos que tú haces un viaje a la cumbre de una alta montaña, que vas a pie, que estando allá, en la cumbre, te llueve. Regresas a pie, es de noche cuando llegas a tu casa; te aguardan (en tu hogar, pues) con el pan, con la cena, con el abrigo, con una deliciosa cama para descansar, etc. Pero si tú resuelves, por ejemplo, regresarte a la cumbre de la montaña, allí hay super ­esfuerzos. Si en el primer caso hubo esfuerzos, pues ya, al regresarse y volver otra vez a la cumbre de la montaña, allí hay super es­fuerzos. De manera que no son esfuerzos los que se necesitan para llegar a la autorrealización íntima del Ser, sino terribles super esfuer­zos íntimos, repito, que hay que realizar en uno mismo y dentro de uno mismo, aquí y ahora.
Porque si analizamos a esta especie humana, o mejor dicho, esta especie de humanoides, es realmente lamentable, porque estos huma­noides únicamente son mamíferos raciona­les, ¡parece increíble, pero así es!

Qué es lo que se entiende por mamíferos? Pues todas las criaturas que se alimentan con las mamarias, ¿no? Las vacas (vemos los terneros, cómo se alimentan con la ubre, beben el precioso líquido: la leche), y en fin, todos los cuadrúpedos, todo lo que sea mamífero. Y en cuanto a los bípedos tricentrados, o tricerebrados, equivocadamente llamados hombres, son únicamente mamíferos intelectuales, o mamíferos racionales. Es una verdad muy cruda, ¿no?, pero es la verdad. Sí negáramos que somos mamíferos intelectuales, cometeríamos un gravísimo error, por­que resulta que todos nosotros nos hemos formado dentro de un vientre materno y nos hemos alimentado con los pechos de nuestra madre, ¿no es así? Es decir, hemos necesitado mamar, y por lo tanto somos mamíferos. Eso es obvio y negarlo sería absurdo.

Convertirnos en hombres, eso es diferente. Desgraciadamente (y eso es lo más grave), pues las gentes están convencidas de que pertenecen al reino humano, de que ya son hombres, hombres de verdad y he ahí la gran equivocación. Eso de ser hombres, es una palabra muy grande, ese es un sombrero que le queda muy grande a los humanoides, porque, para ser hombre, se necesita poseer los Cuerpos Existenciales Superiores del Ser. Todo el mundo cree que los posee y no los posee.

Si miramos, por ejemplo, el estado en que se encuentran los humanoides, nos damos cuenta que tienen, primero que todo, un cuerpo planetario (yo entiendo, por cuerpo pla­netario, el cuerpo físico, el cuerpo que usa­mos para vivir en el planeta Tierra). Tal cuerpo, indudablemente, posee un asiento vital, un fondo vital, el Lingam Sarira de que nos hablan los indostanes. Más allá del cuerpo físico, con su asiento vital, ¿qué es lo que encontramos? Un gru­po de agregados psíquicos, controlando a la máquina orgánica.

Bueno, ¿qué se entiende por agregados psíquicos? ¡Los Yoes psicológicos! La gente cree que tenemos solamente un Yo, y muchos teosofistas y pseudorosacrucistas y yoguistas, presuponen que tienen un Yo único, unitotal, y hasta lo divinizan. Pero no hay tal: lo que se posee es un enjambre de peque­ños Yoes, pendencieros y gritones. Ellos personifican (en sí mismos, cada uno) a nuestros errores psicológicos. Algunos de ellos personificarán a la ira, por ejemplo, otros podrán personificar a la codicia, otros a la lujuria, otros a la envidia, o al orgullo, o a la pereza, o a la gula, etc., etc., etc., y "otras tantas hierbas mas". Pero la cruda realidad de los hechos, es que esos Yoes, pendencieros y gritones, que controlan a la máquina orgánica, son los mismos agregados psíquicos de los cuales nos hablan los tibetanos. Estos agregados o Yoes, son criaturas verdaderamente diabólicas, demoníacas; se for­man, dijéramos, de nuestros propios errores, creados por nosotros mismos. Y lo más grave es que, dentro de esos agregados, está em­butida la Conciencia. Obviamente, ésta en sí misma se encuentra dormida, dijéramos, con­dicionada por sus propios funcionalismos de tipo tenebroso (cada uno de esos agregados tiene funcionalismos diferentes, psíquicos, y la Conciencia, allí embotellada, está condiciona­da por ese tipo de funcionalismos).

Llega la hora de la muerte: ¿qué es lo que continúa? ¡Un montón de diablos; eso es to­do! ¿Que mas tarde regresa ese enjambre de diabólicas criaturas? ¡Eso es un hecho: re­gresan para reincorporarse en un nuevo organismo! Sin embargo, no todos esos agregados psíquicos logran regresar. Algunos de esos agregados se pierden: se adhieren a determinados lugares, o involucio­nan en el reino mineral sumergido, o se rein­corporan en organismos animales inferiores, etc. Una parte pues, del montón, regresan con el propósito de proyectarse en el futuro, a tra­vés del callejón del presente. Ese es el crudo realismo, pues, de lo que todos estos humanoides llevan dentro.

¡Es triste decirlo, pero lo más grave es que regresan para repetir sus mismos errores, sus mismas tragedias, sus mismos dramas, sus mismas escenas, todo igual, más las correspondien­tes consecuencias de sus actos! No es nada agradable regresar, ¿no? ¡Desgraciadamente, así es!

Bueno, ese es (exactamente) el estado en que nos encontramos, y no es muy agradable. Ahora, lo importante es salir de ese estado. Es lo que hay que ver, eso es lo que hay que estudiar.

Indudablemente, existe una "llave" (Maestra, por cierto), que es "La Llave del Arca de la Ciencia". ¿Cómo llegó a nosotros? A través de los Misterios, la tenemos. ¿Cual es esa "llave"? El Gran Arcano, el magno secreto de la Alquimia y de la Cábala.

Ahora, con esa llave podemos abrir la "Caja de Pandora", la caja de los grandes secretos, podemos realizar prodigios y maravillas. Afortunadamente, la tenemos: el Maithuna, el Gran Arcano. Más es necesario saber que en el esperma sagrado hay un hidrógeno maravilloso, con el que podemos realizar la Gran Obra. Ese es el Hidrógeno Sexual SI-12.

Ese esperma es extraordinario. Antiguamente, a principios de la Lemuria, la gente no gozaba pues, en extraer del organismo el san­to esperma no, no gozaba la humanidad con eso. Desgraciadamente, conforme la humanidad fue degenerando, empezó a sentir placer en sacar, o en extraer de su organismo, dijéramos, el esperma sagrado, y a medida que ese vicio se fue propagando, se volvió cada vez más perversa.

Ahora, fabricar los Cuerpos Existenciales Superiores del hombre, es necesario para poder tener una individualidad sagrada. Mediante la transmutación de ese esperma sa­grado, podemos elaborar el Cuerpo Astral y llegar a tener un Cuerpo Astral (no todo el mundo lo tiene, pero podemos llegar a tenerlo). Mediante la transmutación del esperma sagrado, llega el momento, en que el Hidró­geno Sexual SI-12 cristaliza en la forma del Cuerpo Astral. Mediante la transformación de ese esperma en energía, llega el instante en que el Hidró­geno Sexual SI-12 cristaliza en la forma del Cuerpo de la Mente. Mediante la transmuta­ción de ese esperma sagrado en energía, llega el momento en que el Hidrógeno Sexual SI-12 cristaliza en la forma del Cuerpo de la Volun­tad Consciente.

Cuando uno ya posee tales cuerpos, enton­ces puede encarnar el Alma y convertirse en hombre verdadero, en hombre auténtico, legítimo. Un hombre así, al desencarnar se lo en­cuentra uno (con su personalidad muy viva) en el Mundo Astral. También se lo encuentra, uno, en el Mundo Mental, con el Cuerpo Mental, o en el Causal (es un hombre de verdad, un hombre inmortal).

Pero (y allí es donde está el "pero" más grande) si uno fabrica esos cuerpos y se convierte en un hombre verdadero, pero no elimina los agregados psíquicos (de que estaba hablando hace un instante), es decir, si uno no tiene, la paciencia de eliminar sus propios defectos psicológicos, sus propios errores; si no se resuelve a desintegrar, ciertamente, esos agregados inhumanos, eso que hace de no­sotros simples mamíferos racionales, pues entonces fracasa en la Gran Obra del Padre, se convierte en Hanasmussen con doble centro de gravedad, en un aborto de la Madre Cósmica.

Eliminar esos agregados, es pues indis­pensable. No basta con crear los Cuerpos Exis­tenciales Superiores del Ser; hay que eliminar también, los agregados psíquicos, es decir, nuestros propios defectos, nuestros propios errores.

¿Cómo elimina uno esos agregados psíqui­cos? Pues apelando a la misma energía crea­dora, porque así como la energía sexual sirve para crear, también sirve para destruir. Con esa energía podemos destruir, desintegrar completamente, los defectos psicológicos.

¿En qué forma podríamos hacerlo, o cómo haríamos? ¿Cuál sería la técnica, la didáctica? Pues, durante el Maithuna ruega uno, a la Di­vina Madre Kundalini, que elimine tal o cual error que uno ya comprendió a fondo (claro, primero debe comprenderlo, an­tes de eliminarlo). Se hace necesario que, cuando uno descubre que tiene tal o cual error, tal o cual defecto, medite profundamente en el defecto, hasta entenderlo de verdad, hasta hacerse consciente de su origen: de dónde vie­ne, cómo fue que consiguió ese defecto, etc., y ya que uno lo ha comprendido, elimínelo.

Repito: la eliminación puede hacerse, claramente, en la Forja de los Cíclopes. Durante el Sahaja Maithuna se ruega, en tales instan­tes, a la Divina Madre Kundalini, que elimine, que desintegre el error que ya hemos comprendido y ella así lo hará. Y conforme vaya pasan­do el tiempo, uno va eliminando sus errores, pero debe hacerlo a voluntad esto solamente es posible a base de trabajos conscientes y padecimientos voluntarios.

En la vida practica, en la lucha por el pan de cada día, en relación con nuestros amigos, en la casa, con nuestros familiares, etc., pues llega un momento en que descubrimos tal o cual error, es decir, en relación con la gente, los defectos que llevamos escondidos afloran, y si estamos alertas y vigilantes, como el vigía en época de guerra, entonces los vemos. Defecto descubierto, debe ser estudiado a fondo, profundamente, en todos los niveles de la mente (eso es claro). Una vez que lo ha descubierto uno, hay que trabajarlo: meditar para entenderlo, para comprenderlo. Y des­pués viene lo mejor: La eliminación. Primero, comprender y luego eliminar, y así va uno muriendo de instante en instante.

De manera, pues, que son tres trabajitos que hay que hacer: por un lado, hay que crear los Cuerpos Existenciales Superiores del Ser, para volverse hombre, para entrar en el reino de los seres humanos, para dejar de ser un simple mamífero intelectual. Lo segundo, hay que eliminar lo que tenemos de animal: todos nuestros errores, todos nuestros defectos, todas nuestras barbaridades, y tercero, nos toca levantar la antorcha bien en alto, para enseñarle el camino a otros, sacrificándonos por los demás. Tenemos que aprender a amar a nuestros semejantes, porque si solamente nos preocupamos por nosotros mismos y no hacemos nada en favor de nuestros semejantes, egoístas seríamos y el egoísta avanza en una forma exageradamente lenta. Si queremos precipitar el avance, no debemos ser egoístas, debemos lanzarnos a luchar por nuestros semejantes, trabajar pues, ya en lo espiritual, ya en lo social, ya en lo económico, etc. Trabajar, pues, es básico, indispensable urgente, inaplazable. Por eso fue que dijo El Cristo: "El que quiera venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame"..."Negarse a sí mismo" implica la muerte del Yo; "tomar la cruz" es trabajar en la Forja de los Cíclopes, para lograr la autorrealización íntima, para fabri­car los Vehículos Existenciales Superiores del Ser, etc., y sacrificarse por la humanidad (seguir al Cristo) es amor. Esos son los tres factores de la Revolución de la Conciencia.

Así pues, para llegar a gozar de una com­pleta iluminación, de una absoluta ilumina­ción, se necesita haber erradicado (de nuestra naturaleza interna) todos los elementos inhu­manos que cargamos dentro, todo eso que per­tenece al mamífero racional. Mientras uno tenga esos defectos inhumanos, no es posible que sea un verdadero iluminado.

Por ese camino que les estoy indicando a ustedes, se alcanza la Maestría, pero una cosa es alcanzar la Maestría y otra cosa es haber llegado a la Perfección en la Maes­tría (eso es diferente).

No se le puede exigir a un Maestro im­perfecto, que tenga las perfecciones de un Maestro perfecto. Es decir, cuando uno ya se convierte en hombre (que es cuando ha fabricado los Cuerpos Existenciales Supe­riores del Ser), de hecho también se convierte en Maestro, pero de allí a la Perfección en la Maestría, hay nueve grados, muy difíciles y mas amargos que la hiel.

Ahora, llegar uno a Gran Elegido y Maestro Perfecto, es la aspiración máxima. El Maestro Perfecto, ya de por sí es extraordinario, pero Gran ele­gido es solamente el que ya logró la crista­lización absoluta de todas las tres fuerzas pri­marias de la naturaleza (dentro de sí mismo, en su propio realismo). Ese es el Gran Elegido.

Bueno, ahora pregunten, pregunten...

P.- Venerable Maestro: ¿podría explicar­nos un poco más lo que es un Hanasmussen?

R.- Bueno, indudablemente, un individuo que se ha dado el lujo de crearse los Cuerpos Existenciales del Ser, es necesario que elimine lo que no pertenece al hombre. Si uno no eli­mina, realmente, aquellos elementos inhuma­nos que carga adentro, aquellos elementos de los mamíferos racionales, pues es claro que se convertirá en un aborto de la Madre Cósmica, en un Hanasmussen con doble centro de gravedad, y de esta clase de Hanasmussen hay cuatro tipos, es decir, los Hanasmussen se dividen en cuatro "familias". La primera, la llamaríamos la de los Hanasmussen que son mortales: individuos que sólo poseen el cuerpo planetario, o cuerpo físico; no han creado los Cuerpos Existenciales Superio­res del Ser, pero se han dedicado a la magia negra, al mal, y al fin vienen a dar forma (den­tro de su organismo) a un "algo fatal" y tene­broso que hace de ellos verdaderos Hanasmussen. Afortunadamente con la muerte, ese "algo fatal" se disipa y sólo continúan los agregados psíquicos inhumanos que pueden retornar, más tarde, en un nuevo organismo, o deben involucionar en los mundos infiernos.

Existe también una segunda clase de Hanasmussen: corresponde a aquellos sujetos que fabricaron el Cuerpo Astral, que poseen ese vehículo, pero no eliminaron los elementos inhumanos, y al no eliminar tales elementos inhumanos, tales elementos subjetivos, entonces se convierten en Hanasmussen, porque el Ego, dentro del Astral, viene a elaborar ese "algo fatal" que caracteriza a los Hanasmussen. Esta segunda clase de Hanasmussen puede eliminar lo que tienen de Hanasmussen voluntariamente, si así se lo proponen, mas si no se lo proponen, en forma voluntaria, entonces la Gran Ley puede hacerlos retornar, o regresar, o reincorporarse, dijéramos, en organismos animales (no solamente bicerebrados, sino hasta unicerebrados) y así, mediante ese sistema de reincorporaciones en organismos inferiores, logran eliminar lo que tienen de Hanasmussen.

Hay una tercera clase de Hanasmussen: sujetos que crearon los Cuerpos Existenciales Superiores del Ser, que se convirtieron en hombres, que poseen un Cuerpo Astral (autentico, legítimo), un Vehículo Mental verdadero, y además el Cuerpo Causal o Cuerpo de la Vo­luntad Consciente. Bueno, si ellos no eliminan los elementos inhumanos, no sólo no logran entonces la perfecta iluminación, la real sabiduría, sino que para colmo de colmos, se convierten en Hanas­mussen, porque el Ego, los elementos inhumanos, vienen a crear (en su interior) ese "algo fatal" que caracteriza a los Hanasmussen. No les queda más salida, a esta clase de gen­tes, sino trabajar sobre sí mismos, y a base de trabajos (dijéramos) conscientes, deliberados y de sufrimientos voluntarios, eliminar lo que tienen de Hanasmussen. De lo contrario, no les quedaría más remedio que descender a la involución sumergida de los mundos infiernos: bajar por los escalones, dijéramos, animálicos, vegetaloides y mineraloides, hasta lograr la Muerte Segunda. Lograda, entonces la Esencia saldrá a la luz del Sol, a la superficie, para reiniciar una nueva evolución que habrá de empezar desde el mineral en adelante, hacia arriba. Bien, ese es, desgraciadamente, el caso de ese tercer tipo de Hanasmussen.

Hay una cuarta clase, o sea, Hanasmussen que no solamente se convirtieron en hombres, sino aún más: sujetos que llegaron al estado de Angeles, de Arcángeles, de Dioses y que se cayeron. El Ego viene a formar, dentro de sus vehículos, ese "algo fatal" de los Hanasmussen, y si no se resuelven a eliminar lo que tienen de Hanasmussen, la Ley también los castigará a ellos: serán precipitados en la involución sumergida de los mundos infiernos, hasta que logren la Muerte Segunda. Conseguida ésta, entonces la Conciencia, lo que tienen de Alma (la Esencia, dijéramos), volverá otra vez a evolucionar desde el mineral, pasando por el vegetal, el animal, hasta recon­quistar el estado de humanos que otrora perdieran (ese es el caso de la cuarta clase de Hanasmussen).

Así pues, una de dos: o eliminamos los elementos inhumanos que llevamos dentro, o nos convertimos en Hanasmussen. No basta, solamente, crearse los Cuerpos Existenciales Superiores del Ser; se hace necesario eliminar lo que tenemos de inhumanos.

P.- Venerable Maestro: quisiera que nos aclare un concepto que ha surgido en Venezue­la. Siempre nosotros hemos visto que el "cierre" se hace de izquierda a derecha, pero aho­ra trajeron una nueva modalidad de lo que se llama el "cierre", y entonces ya no lo hacen como siempre lo hemos hecho, sino que lo ha­cen al revés, y como yo vi que en la pasada reunión que tuvimos, usted hizo el "cierre" como comúnmente lo hemos hecho siempre, quisiera, pues, que nos aclarara esto.

R.- Bueno, ante todo, mi estimable herma­no, no se por qué le han dado, los hermanos gnósticos, el nombre de "cierre" a la cruz dentro del circulo; "no se de dónde han sacado eso de cierre, si esto no es para "cerrar" a nadie, con esto no se cierra a nadie. El símbolo de la cruz dentro del círcu­lo, es un símbolo perfectamente esotérico que nada tiene que ver con el "cierre". La cruz, con sus dos palos: uno vertical y otro horizontal, nos está hablando de algo com­pletamente sexual. Ya sabemos que el palo vertical es masculino, que el palo horizontal es femenino, y que en el cruce de ambos se halla la clave de todo poder (el Maithuna, claro está).

Ahora bien, el círculo alrededor de la cruz nos indica que estos dos vástagos eter­nos vienen, realmente, de toda eternidad, vie­nen del Espíritu Universal de Vida, y que toda la creación se fundamenta en esos poderes: masculino-femenino. Ahora comprenderán us­tedes, por ejemplo, por qué en todas las teo­gonías se habla de una deidad masculina y otra deidad femenina: José y María, Isis-Osiris, etc. Los dos se enfatizan, ya muy seriamente en la cuestión del Lingam-Yoni (falo-útero).

¿Que el Tercer Logos crea así? Sí, él hace sus creaciones combinando sus elementos mas­culinos-femeninos, y las criaturas se reproducen mediante el sexo (hasta las flores tienen que usar los poderes masculino y femenino para la reproducción).

Nosotros, mediante la santa cruz, es decir, mediante el Lingam-Yoni podemos lograr, perfectamente, la creación de nuestros Cuerpos Existenciales Superiores del Ser. He ahí el poder de la cruz, todo dentro del circulo de la eternidad. Pero esto no es un "cierre", es un símbolo y lo mismo puede hacer uno girar la mano de derecha a izquierda, que de izquierda a derecha. No se por qué los hermanos le han dado tanta importancia a eso de mover la mano de derecha a izquierda, o de izquierda a derecha. ¡Que cada cual lo haga como quiera, como le provoque hacerlo, porque no es un "cierre", es un símbolo nada más! ¿Entendido?

P.- Sí, hemos entendido. Lo que pasa es que esa palabra de "cierre" viene precisamen­te de su libro "Logos Mantram Teur­gia", donde usted recomendaba eso: una for­ma de "cierre" que se hace de izquierda a derecha, y terminaba dejando una parte, como para que entraran las fuerzas, hacia la persona.

R.- Entonces ustedes no entendieron bien lo que yo escribí en ese libro. Yo jamás dije "cierre" (dijéramos específicamente), en la forma que todos los hermanos le han dado: como de un "cierre mágico", o algo así por el estilo. Jamás quise decir eso. Yo, cuando dije "cierre", me refería a la forma de cerrar el círculo, eso es todo. Yo entiendo por "cie­rre" verdadero, por ejemplo cuando uno hace un circulo en el suelo, para invocar a cualquier entidad, a cualquier Maestro del Astral. Entonces uno hace un círculo completo, solamente interrumpido por el Sello de Salomón. Ese es un "cierre" magnífico, para evitar que las entidades tenebrosas ataquen (pero eso es en esos casos). No quise llamar "cierre" a la cruz dentro del círculo, porque eso sería ab­surdo, eso no es más que un símbolo. Sólo qui­se decir "cierre", porque uno hace girar la mano y cierra el círculo. De manera que los hermanos no han sabido interpretar, ¿no?, y le han dado pues, a esto, un sentido que no tiene. ¡Que cada cual haga la cruz dentro del círculo como quiera: que gire la mano derecha a izquierda, o de izquier­da a derecha! Eso no tiene importancia; lo que importa es que quede la cruz en el círculo, como símbolo sagrado, dijéramos, del cruce sexual masculino-femenino, que es el que nos ha de llevar a la autorrealización íntima.

P.- Con respecto a lo mismo, Venerable Maestro, hay otro problema que se ha susci­tado, y es que usted nos ha enseñado que hay que hacer girar los chacras de izquierda a derecha, utilizando la imaginación. Ahora pa­rece que hay que girarlos de derecha a izquierda. Entonces, en este caso, ¿el problema de los chacras seria igual al de la cruz dentro del círculo?




R.- Nada tiene que ver el movimiento de los chacras con el símbolo aquel de la cruz dentro del circulo de la eternidad, absolutamente nada. No hay que ligar, ahí, una cosa con la otra. Realmente, los chacras deben ha­cerse girar en forma positiva: de izquierda a derecha, como las manecillas de un reloj, vis­to el reloj de frente.

P.- Por ejemplo, Maestro: el reloj está allí; yo lo estoy viendo de frente. Entonces, ¿cómo tengo que hacer girar los chacras?

R.- En la misma forma como tú ves que gira la aguja... Allí tienes un reloj de pared: ¿cómo ves que giran las manecillas del reloj? Así debes hacer girar los chacras. No lo con­fundas, mira bien las manecillas del reloj. Eso no tiene nada de difícil, pero desafortuna­damente, algunos hermanitos se han venido confundiendo espantosamente. En todos esos detallitos se enredan y eso es lamentable, muy lamentable.

Ahora, lo que sí les digo a ustedes es que hay que trabajar con el fuego sagrado y la Divina Madre Kundalini Shakti, se encargará de desarrollar esos chacras en forma positiva como debe ser. Hay que dejarle esos chacras a la Divina Madre; ella sabe lo que hace. Ustedes conténtense con vocalizar, hacer lo que hace el jardinero: que riega diariamente su jardín, hasta que broten las flores por sí mismas (porque la Madre Naturaleza las hace brotar, la Madre Naturaleza abre las rosas, etc.). Así ustedes, rieguen su jardín diariamente, cultiven su "rosal", transmuten sus energías creadoras, que ella, la Bendita Diosa Madre, sabrá cómo hacer girar los chacras. Es obvio que es izquierda a derecha, pero es trabajo de ella, no de ustedes. Ustedes lo único que tie­nen que hacer es transmutar, vocalizar, orar y meditar (intensamente) en la Divina Madre.

P.- En relación con las plantas, Maestro, también allí hay cierta confusión. ¿Debe hacerse un circulo? Algunos opinan que debe hacerse de derecha a izquierda, y otros que de izquierda a derecha. ¿Es necesario hacer el circulo, o sólo bendecir la planta?

R.- Se puede hacer el circulo perfectamente, alrededor de la planta y bendecirla, y que cada cual lo haga de izquierda a derecha, o de derecha a izquierda, como quiera, pero que haga el círculo, que no se enrede en eso, en esos detallitos. Por enredarse en eso, pierden lo mejor. Yo no se por qué los hermanos, sobre todo los de Suramérica, se enredan tanto en eso. Lo que importa es trabajar con el fue­go, que ya la Madre Divina se encargará de poner orden en todo el organismo y orden en los chacras. ¡Eso es lo importante!

P.- También se ha dicho, en Suramérica, que el trabajo con el fuego, o sea, las Cinco Grandes Iniciaciones, ahora que han estudiado su libro "Las Tres Montañas", las toman como "Misterios Menores" y los demás grados de la Maestría como "Misterios Mayores". ¿Qué opina usted de eso?

R.- Yo, en mi libro "Las Tres Montañas", no hablé sobre los Misterios Menores: hablé sobre las Tres Montañas (la Primera Montaña es la de la Iniciación). Yo hablé de Iniciacio­nes de Misterios Mayores, porque las Nueve Iniciaciones de Misterios Menores son el kinder, pertenecen a los discípulos a prue­ba y como las Tres Montañas son fundamenta­les, hablé, pues, de los discípulos acep­tados.

Ahora, la Segunda Montaña pertenece a la Resurrección; allí están los nueve grados que conducen a la Perfección en la Maestría. Es obvio que en la Pri­mera Montaña se alcanza la Maestría, cuando uno llega a la cumbre, a la cima. En la Segunda Montaña se alcanza la Perfección en la Maestría y en la Tercera se alcanza el grado de Gran Elegido. Gran Ele­gido y Maestro Perfecto, es pues la máxima aspiración de todo adepto. ¿Qué más me ibas a decir?

P.- Quedó bien aclarado el punto, Maestro y nosotros lo habíamos entendido como usted dice. Usted habla de las Nueve Grandes Iniciaciones de Misterios Mayores y luego de todo el proceso especial, ¿no es cierto?

R.- Pues en eso sí te equivocas, porque las Iniciaciones de Misterios Mayores no son nueve, son ocho. De manera pues que, téngase en cuenta lo que son las Ocho Grandes Iniciaciones de Misterios Mayores.

En la Segunda Montaña hay que recorrer nueve grados, para llegar a la Perfección en la Maestría. Y repito: en la tercera se alcanza el grado de Gran Ele­gido y Maestro Perfecto.

P.- Venerable Maestro: antes habíamos leído, en sus libros, que existían cinco Iniciaciones de Misterios Mayores, más dos que son la Corona del Padre. Ahora usted nos dice que son ocho. ¿Cómo podríamos entender eso?

R.- En tiempos en que empezamos a escribir las obras, por equivocación dijimos que habían nueve Iniciaciones de Misterios Mayores, pero ahora hemos rectificado ese error, en nuestro libro titulado "Las Tres Montañas". De manera que no son nueve, son ocho.

Esto me viene a recordar en este momento, una fiesta que se hacía aquí, en el México Náhuatl y Azteca, una fiesta maravillosa, cada ocho años, en honor de Venus (recordemos a la Iniciación Venusta y a los ocho grados). Resulta, pues, que esas tribus conocían el esoterismo de toda esta cuestión.

Es claro que esas Cinco Iniciación que habíamos hablado antes, son las del Fuego. Después viene la Iniciación Venusta, que tiene ocho grados. La Primera Iniciación Venusta no es mas que la octava superior de la Primera Iniciación del Fuego. La Segunda Iniciación Venusta es la octava superior de la Segunda Iniciación del Fuego. La Tercera Iniciación Venusta es la octava superior de la Tercera Iniciación del Fuego. La Cuarta Iniciación Venusta es la octava superior de la Cuarta Iniciación del Fuego. La Quinta Iniciación Venusta es, pues la Quinta octava superior de la Quinta Iniciación del Fuego; mas a ella siguen tres Iniciaciones (por todo, ocho), que corresponden a la Primera Montaña (son la Primera Montaña).­ En la Segunda Montaña tiene uno que hacer el trabajo con la Luna, con Mercurio, con Ve­nus, con el Sol, Marte, Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno, hasta alcanzar la Perfección en la Maestría (es la Montaña de la Resurrección) y la Tercera Montaña es la de la Ascensión, hasta hacer cristalizar (en uno) al Segundo y Primer Logos y recibir hasta la estrella atómica interior que siempre nos ha sonreído. Total que, quien alcanza la cumbre de la Tercera Montaña, pues ya no es solamente Maestro Perfecto, sino Gran Elegido.

P.- Venerable Maestro: antes, usted había dicho que había que eliminar a los Tres Traidores de Hiram Abiff. Ahora dice usted, en su libro "Las Tres Montañas" que tenemos que eliminar a las "Tres Fu­rias" y que esto es únicamente para Maes­tros. Mi pregunta es: el trabajo de eliminar las Tres Furias o a los Tres Traidores, ¿es sólo para Maestros, o se refiere también a todo el estudiantado gnóstico?

R.- Bueno, eso de las Tres Furias, o de los Tres Traidores, es lo mismo. Son distintas palabras para decir lo mismo: el Demonio del Deseo, el Demonio de la Mente y el Demonio de la Mala Voluntad. En cuanto al Demonio del Deseo, pues es el Judas íntimo, interno, que cada uno carga adentro. El Demo­nio de la Mente es el Pilato particular, de cada cual, que siempre "se lava las manos", que siempre se justifica, que nunca tiene la culpa, que busca evasivas, que se siente "justo", etc. Y en cuanto al tercer traidor, indudablemente es el de la Mala Voluntad (Caifás). Estos tres traidores (Judas, Pilato y Cai­fás), están representados por las Tres Fu­rias del clasicismo antiguo. Claro que estos tres traidores de Hiram Abiff, hay que desin­tegrarlos en la Esfera Lunar. Quienes quieran alcanzar el estado angélico, deben desintegrarlos en los mundos infiernos de la Esfera Lunar.

Entiendo que los discípulos, los aspirantes, los principiantes, pues realmente todavía están muy lejos de poder desintegrar a los tres trai­dores. Eso es para gente que ya alcanzó la Maestría; así lo he entendido siempre. Por lo menos, así lo he vivido, y yo no puedo afirmar algo que no haya vivido, afirmo lo que he experimentado por mí mismo; eso es todo.

SAMAEL AUN WEOR

No hay comentarios: