CAPITULO XXVII LAS NINFAS
En el
fondo cavernario del Misterio, exótico se contempla el almenaje fatal de las
vetustas murallas, en las que se apoyan lateralmente los salientes extraños del
edificio milenario del castillo de KLINGSOR y sus espléndidas terrazas de
arabesco estilo...
Entre el
terror sagrado de esas extrañas almenas del enigma, surge como por encanto el
PARSIFAL Wagneriano contemplando arrobado los jardines hechiceros...
Las
bellezas femeninas de la Santa predestinación, pervertidas desgraciadamente por
el espíritu del mal, aparecen por doquiera.
De todas
partes, así de los jardines como del magnífico palacio, surgen como por arte de
magia, muchas jóvenes Ninfas peligrosamente bellas.
Vienen
unas en tropel, otras aisladas, en número siempre creciente, semi-desnudas,
hermosas, espantosamente provocativas.
Ellas que
dormían dichosas con sus amantes -los infortunados caballeros del Grial caídos
entre sus redes amorosas-, como despertando de un sueño erótico, abandonan
ahora su lecho de placeres...
Es la hora
de la tentación y ellas han vuelto a sus antiguas andanzas en busca de una
nueva víctima...
Por todos
los senderos de la noche han venido: ¡Vedlas ahí! Hay cabezas doradas al sol,
como maduras. Hay cabezas como tocadas de sombra y de misterio. Cabezas
coronadas de laureles.
Cabezas
que quisieran descansar en el cielo. Algunas que no alcanzan a oler la
primavera y muchas otras que trascienden a las flores de invierno.
¡Qué afán
tan terrible el que agita a las entrañas de toda Ninfa viendo partir la nave
que borda sobre el agua su fugitiva estela!...
¡Ellas,
las deliciosas beldades femeninas, intentan ahora seducir con sus encantos al
mancebo WAGNERIANO, pero éste las aparta indignado con su brazo Hercúleo!...
"Único
amor, ya tan mío, que irá sazonando el tiempo. ¿Por qué me desprecias?"
Grita una desesperada...
"Mis
manos te han olvidado, pero mis ojos te vieron, y cuando es amargo el mundo
para mirarte los cierro". Exclama otra...
"No
quiero encontrarte nunca, que estás conmigo y no quiero que despedace tu vida
lo que fabrica mi sueño". Así dice una soñadora.
"Como
un día me la diste, viva tu imagen poseo, que a diario lavan mis ojos con
lágrimas tu recuerdo". Susurra así al oído del muchacho, la más
provocativa...
Las
Ninfas, féminas, mudables de todos los tiempos preocupadas ahora... sufriendo
por
PARSIFAL,
haciendo hasta lo imposible...
El pasaje
musical que subraya toda esta escena miliunanochesca ha fascinado totalmente a
los públicos más exigentes del mundo entero...
En este
pasaje ígneo del coloso, existe color, amor, perfume, hechizos indecibles, todo
cuanto puede en verdad seducir a los sentidos humanos.
Empero, es
obvio que el Héroe no sucumbe en la batalla de las tentaciones...
Sin
embargo, esto no es todo, falta lo más terrible, el encuentro con KUNDRY, la
mujer por antonomasia, la mujer-símbolo, la Eva maravillosa de la Mitología
Hebráica.
CAPITULO XXVIII LA DIABLESA ORIGINARIA
De entre
el ensueño encantador de unas flores hechiceras, surge la mágica voz de KUNDRY,
la diablesa originaria, el prototipo de la perdición y de la caída, a la que ni
el propio Amfortas, el rey maravilloso del Santo Grial, pudo antaño resistir.
Clama
apasionada la fémina misteriosa llamando al héroe por su propio nombre. Aquél
con el cual en otros tiempos le llamara tiernamente su madre amorosa.
"¡PARSIFAL,
detente! -le grita la dulce voz-. A un tiempo te invitan el placer y la
dicha...
¡Apartaos
de él, vulgares mujeres, enamoradas y frívolas niñas, flores fascinantes de
unas cuantas horas que muy pronto os marchitáis!".
Ante
aquellas palabras, las Ninfas volubles, variables y versátiles, quedan
profundamente contristadas.
Escrito
está -y eso lo saben muchas gentes-, que aquellas bellezas malignas después se
alejaron riendo de regreso al castillo tenebroso de KLINGSOR.
PARSIFAL
dirige una mirada temerosa hacia ese lugar de amores donde la voz había
surgido...
Y entonces
contempla la visión aquella de juvenil y espléndida hermosura; la provocativa
KUNDRY
tendida en un macizo de exquisitas flores y exornada con el más fantástico y tentador
ropaje que el refinamiento árabe pudo jamás soñar.
"¿Acaso
fuiste tú, sublime beldad femenina, aquella que me llamara? ¿A mí quien jamás
tuviera nombre?".
"¿También
¡Oh Dioses!, crecisteis y os desprendísteis de la floresta perfumada?".
"Sí",
responde KUNDRY, aquella rubia borrascosa que llamaban Herodías, y sus palabras
tan tiernas resuenan con acentos conmovedores de dulcísima lira...
"A tí
inocente y puro, llamé FAL-PARSI..."
"Moribundo
en la exótica tierra de KALIFAS y SULTANES, así nombró y saludó gozoso tu valeroso
Padre GAMURET al hijo que había engendrado. Precisamente para revelártelo
esperaba
yo aquí".
"Ciertamente
yo no nací de entre este jardín de maravillas como las otras beldades..."
"Muy
lejos de todos estos encantos miliunanochescos está mi querida Patria; tan sólo
estaba en este rincón de dichas pasionales para que me encontrases".
De tierras
muy lejanas llegué y muchas cosas extraordinarias he visto; espero que me escuches..."
"Es
bueno que tú sepas que tuve la inmensa dicha de conocer a tu madre
HERZELEIDE..."
"Sólo
llorar sabía aquella excepcional mujer rindiéndose al dolor por el amor y la
muerte de tu padre, de cuya misma desventura quiso preservarte, cifrando en
ello sus más altos e imperiosos deberes, apartándote del ejercicio de las armas
para guardarte y salvarte de la saña de los hombres".
"Madrecita
linda, madrecita buena, que tuviste un día labios de granada, dientes de
marfil, bucles que rodaban como una cascada sobre esa tu espalda tibia y
perfumada, en ese tu cuerpo tallado a buril..."
"Madrecita
santa que tuviste un día, todos los encantos de una bella hurí; madrecita
tierna, blanca y perfumada como una azucena que al abrir su cáliz convirtióse
en cuna para mecerte a tí".
"Tan
sólo hubo para ella sombras y temores, que nunca tú, habías de conocer. ¿No
escuchas acaso sus llamadas de angustia, las mismas de cuando lejos
andabas?".
"Madrecita
linda, madrecita buena, que en aquellas noches de la Luna llena, ponías el
columpio en el gran árbol de tu jardín..."
"Ya
allí te llevaba el dulce y la cena olorosa a musgo, clavel y verbena y a rosas,
durazno y jazmín..."
"Más
tú nunca supiste sus penas, ni jamás el delirio de sus sufrimientos, un día te
fuiste para jamás volver..."
"Ansiosa
te esperó muchos días, hasta que la hicieron enmudecer sus propios lamentos y murió..."
CAPITULO XXIX
EL BESO TERRIBLE
Tremendamente interesado con el maravilloso
relato de KUNDRY, la diablesa originaria, cae PARSIFAL a los pies de la
hermosa, sobrecogido y abrumado por el más acerbo dolor."Desconocido te
fue hasta ahora el dolor -añade-, ni hasta ahora sentir pudiste en el corazón
las dulzuras del placer -le dice KUNDRY-. ¡Aplaca ahora en los consuelos, que
son el natural botín del amor, la pena y la angustia de tu llanto!..."
"El
saber tornará en conocimiento la inconsciencia. Procura conocer, pues, ese amor
que abrazó un día el corazón de GAMURET cuando le inundó la ardiente pasión de
HERZELEIDE; ese amor que un día te dió cuerpo y vida; ese amor, que ahuyentará
a la muerte; que ahuyentará tu torpeza, y que hoy ha de ofrecerte... como
último saludo y bendición de tu madre... el primer beso de la pasión".
Mientras
parla tan deliciosamente y con ese lenguaje tan conmovedor, KUNDRY, la beldad más
terrible, ha reclinado completamente su cabeza de encantos sobre la de
PARSIFAL, uniendo al fin sus labios de púrpura maldita con los de él en un
largo y ardiente beso...
Sin
embargo, para todo hay un momento; el ígneo contacto de tan espantosa pasión
sexual, origina en el héroe de la Dramática Wagneriana, intensivo terror...
Desgarrado
por la angustia grita con todas las fuerzas de su alma "¡AMFORTAS! ¡La
herida! ¡La herida!..."
"¡En
mi corazón arde ya! ¡Sus lamentos desgarran mi alma! ¡Yo vi sangrar esa
herida..., que ahora sangra dentro de mí... aquí, aquí mismo..."
"¡No,
no! ¡No es la herida! ¡Aún ha de correr esa sangre a torrentes! ¡Es el incendio
aquí, aquí, en mi cuerpo!".
"¡Es
el ansia horrible, que me agarra y sujeta con violencia los sentidos! ¡Oh
suplico del amor!..."
"Todo
mi ser palpita, arde y tiembla y se estremece en pecaminosos anhelos!"
Después
viene lo mejor: el héroe evoca el recuerdo del Vaso Sagrado y de la sangre
Divina que derramó el pecado, rechaza heroico a KUNDRY, la Magdala Wagneriana
que espantosamente se revuelca entre su lecho de flores agitada por la más
tremenda lujuria...
En vano
recurre entonces KUNDRY a todos los encantos, engaños y artificios que le
sugiere su astucia. El Héroe se le escapa...
La
pecadora, exasperada y vencida, pero sin querer renunciar a la que creía su
fácil presa, llama en su socorro al mago, que aparece en la muralla blandiendo
la lanza del Señor...
Lanza que
arroja contra PARSIFAL con ánimo de herirle como a AMFORTAS; pero el héroe está
puro, y resulta, por tanto, invulnerable, la lanza queda suspendida sobre la
cabeza de éste, quien la coge, y, en ademán extático, hace con ella la señal de
la cruz...
Bajo
semejante conjuro, el castillo tenebroso de KLINGSOR cae al horrible precipicio
convertido en polvareda cósmica...
El jardín
de las delicias queda reducido a un simple yermo de penitente y las
mujeres-flores se marchitan y ruedan por el suelo arrastradas por temibles
huracanes...
Momento
terrible es aquél en que KUNDRY, la belleza maligna, lanza un grito y se
desploma como herida de muerte...
PARSIFAL
victorioso se aleja y desaparece...
SAMAEL AUN WEOR
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