CAPÍTULO 8
LOS OCHO ESCAÑOS
1. INTI, SENDA DE LA LUZ
a) El Rayo Inka
El primer paso del Óctuple Sendero se orienta inequívocamente al intento de alcanzar íntimamente los beneficios de la Luz, la cual se encuentra en cada Uno de Nos en forma latente y que debemos aprender a despertar diariamente para que se exprese por medio de la Humana Naturaleza, situación que se convierte en realidad cuando se llega a conocer al Dios INTI, mismo que constituye verazmente la Energía dispuesta en todos los Ordenes de la inconmensurable manifestación de la materia, y que palpita en los dilatados Universos como diversidad multiplicada del Cristo Cósmico, o lo que viene siendo la Unidad impersonal del Ser Increado, tomando diversas formas desde su fuente original, al presentarse permanentemente en toda la Creación como el Rayo del Amor y de la Misericordia, siendo de esta manera la extensión de IN (La Energía) realizada en el KA (El Ser constituido plenamente con sus 48 disposiciones de exteriorización cósmica).
La expresión del Rayo Inka no puede ni debe ser comprendida como perteneciente en exclusividad de algún país, esfera, sistema o galaxia, pues es el Octavo Gran Rayo que tiene la función de sintetizar armoniosamente a los otros Siete que existen y se propagan en las inmensidades del espacio infinito, y mediante los cuales la Esencia Magística de Cristo se manifiesta por doquier, como máxima condensación del Ejército de la Voz constituida por los Aelohim, y cuya actividad recreadora se procesa incesantemente en los Aeones, despertando y realizando por doquier a los Hijos del Día y de la Luz, independientemente de la cultura, raza o procedencia, para que iluminen con su presencia todos los espacios y los tiempos como Seres formados de ultra materia o Esencia Divinal.
Debo añadir que el Rayo Inka más allá de su expresión filológica o semántica, es una realidad ontológica, a la vez manifiesta y tangible, de esa Energía que posibilita la exteriorización en la materia de todas las formas de Vida, sea cual fuere, constituyendo el átomo primigenio mediante el cual se procesan en su movimiento perpetuo todas las sustancias existentes, sean éstas infinitamente pequeñas o inmensamente gigantes, y cuya conceptualización se debe encontrar en la filosofía de la dualidad Gnóstica, que armoniza por igual lo caliente y lo frío, alto y bajo, blanco y negro, positivo y negativo, Divino y Humano, Luz y tinieblas, diástole y sístole, flujo y reflujo, etc., aportando elementos valiosos para la comprensión real de los principios electrónicos que contiene toda la Naturaleza y que operan mediante las Leyes de un Magnetismo Superior.
Sin embargo la ciencia oficial, debido a la distorsión en los presupuestos epistemológicos se sustenta tan sólo en una inconsistente como infantil hipótesis respecto a la evolución humana, dejándose llevar los estudiosos especialistas de una infundada antropogenética, más por el orgullo y la vanidad de sus erróneas conceptualizaciones, para no aceptar el equilibrio de la Real Verdad, que armoniza tanto la evolución como la Creación Divina, aunque sin desconocer la contrapartida involucionante que nuestros Sabios de Taowanaku conocían a la perfección y que recién nuestros científicos terrestres comienzan a entrever, para encontrar luego el meollo de la cuestión que dará total claridad a ese fundamental enigma irresuelto del eslabón perdido. Así se tiene que las visibles organizaciones tridimensionalizadas de electrones, neutrones, protones, neutrinos y otras esencias ultérrimas de la materia, vienen a constituir las bases mismas formativas de ese fluido intangible que se ha denominado en el lenguaje terrestre como Electricidad, y que es propiamente el Efluvio Heliónico proveniente de la Luz Increada y que genera la extensión de una Potencia vibratoria, cuyos prolegómenos empieza a advertir la ciencia de los Hombres en la Tierra, y que hoy se cataloga como Agujeros Negros, más allá de Pulsares y Quásares de las condensaciones energéticas de origen semi-etérico, siendo el punto de fusión inadvertible en el mundo físico, del Protocosmos con el Macrocosmos, mediante el Rayo Okidanok, la Energía Kristhus o el Rayo Inka.
Las enseñanzas contenidas en este breve manual del Óctuple Sendero, mismo que rescata su procedencia de las originales Fuentes Andinas para hacerlas públicas y beneficiar de este modo a la Humanidad, son las portentosas Claves de Ñoke, el Iluminado Manú Vaibaswata, con cuyas Luces se nos permitirá comprender, teoría y prácticas de por medio, el significado oculto de las Energías que sustentan a toda la Creación, logrando levantar en el Microcosmos Hombre la fuerza íntima del Rayo Inka, que de este modo particularizado nos llevará a la comunión con el Supremo Arquitecto y Hacedor de los Universos
b) El Cristo Cósmico y el Sol Central
INTI es el Sol, la Luz, la Energía, la irradiación del calor, el resorte secreto de todo movimiento, la condensación prismática de la infinita variedad policroma; es la emanación de radiaciones maravillosas, mediante las cuales Sirio, que es el Sol Central de nuestra Galaxia, recibe la emanación de los Soles del Ayocosmos, mismos que constituyen en realidad la fuerza primigenia del Ejército de la Voz, del Cristo Cósmico, la primera manifestación materializada del Original Verbo, mediante el cual lo Divino encarna y se hace materia, haciéndose manifiesta la Creación.
Siguiendo la escala ascendente del Astro que corresponde a nuestro Sistema Solar de ORS y que es donde se desenvuelve nuestra esfera y la actual existencia sobre la faz de la Tierra, voy a buscar interpretar en términos aproximadamente inteligibles lo que es la composición de los Universos, partiendo del origen mismo que es el Protocosmos, y al referirme a su contextura, es menester decir que escapa a una conceptualización racional, pues es inmanifestada propiamente dicha, y al desdoblarse para hacerse presente en la tridimensionalidad espacial de los infinitos Cosmos, surge transmitiendo su fuerza y vigor a la Energía del Ayocosmos, que es la Fuente y Esencia de donde deviene el Cristo Cósmico, siendo éste el que anima el equilibrio, la Energía, la imantación, el calor, en fin, la fuerza del movimiento y magnetismo que se procesa en las Galaxias y Mega-galaxias que existen poblando todo el Universo, el gran infinito Macrocosmos, siendo el Cristo Cósmico con sus emanaciones Heliónicas quien alimenta al Sol Central de nuestra Vía Láctea cuya capital es Sirio, y es a partir de allí que llega la gran Energía del Prana o Aliento Universal de Vida, o sea la fuerza anímica que contiene el oxígeno más allá de su composición propiamente físico - química, debiendo entenderse que su contextura metafísica posee una fuerza electrónica cuyos alcances son prácticamente inconcebibles para la concepción exclusivamente racional o intelectual.
V.M.K. A.Z.F. EL TAWA MANÚ