Bueno, hermanos, vamos a empezar nuestra plática de esta noche. Ruego a todos poner la atención debida...
En todo caso, el sentido de la plática de
esta noche, significa que nosotros no debemos dejarnos llevar de las
apariencias, debemos no dejarnos fascinar por las distintas escenas de la vida.
La vida es como una película; es una película
compuesta, como es natural, por muchos cuadros y escenas. NO conviene, en modo
alguno, IDENTIFICARNOS con ninguna escena, con ningún cuadro, con ninguna
apariencia, porque TODO PASA: Pasan las personas, pasan las cosas, pasan las
ideas; todo en el mundo es ilusorio, cualquier escena de la vida, por muy fuerte
que ella sea, pasa y queda atrás en el tiempo.
Lo que nos debe interesar a nosotros, es eso
que se llama el “SER”, la “CONCIENCIA”. He ahí lo fundamental, porque el Ser no
pasa; “el Ser es el Ser y la razón de ser del Ser, es el mismo Ser”...
Cuando nosotros nos identificamos con las
distintas comedias, dramas y tragedias de la vida, es obvio que caemos en la
fascinación y en la inconsciencia del sueño psicológico.
He ahí el motivo por el cual no debemos
identificarnos con ninguna comedia, drama o tragedia de la vida, porque por muy
grave que sea, pasa. Hay un dicho vulgar que reza así: “No hay mal que dure
cien años ni cuerpo que lo resista”... Así que todo es ilusorio, pasajero...
Uno a veces, en la vida, se encuentra con
algunos problemas difíciles. Sucede que a veces no encuentra uno en la vida,
dijéramos, la salida, la solución al problema, y éste se vuelve enorme, monstruoso,
gigantesco ante nuestra Mente.
Entonces sucumbe uno entre las
preocupaciones, dice: “¿Cómo haré, qué haré?” No le encuentra escapatoria, y el
problema, a medida que se analiza, se vuelve más y más monstruoso, enorme y
gigantesco.
Pero llega el día en que si nosotros
afrontamos el problema, tal cual es, es decir, si “agarramos el toro por los
cuernos”, como se dice, vemos que el problema queda en nada (se destruye por sí
mismo), es de naturaleza ilusoria.
Mas suele cualquier problema tomar tales
proporciones, su realismo se vuelve tan crudo ante nuestra Mente, que en verdad
no se le encuentra salida por ninguna parte; siente uno que sucumbe ante el
mismo, que en modo alguno se vuelve soluble. Pero si uno se le enfrenta al
problema, verá que es ilusorio y que pasa, como todo tiene que pasar, y al fin
queda en nada.
Si uno procede en esta forma (no
identificándose jamás con ninguna situación, con ningún evento), logrará estar
siempre ALERTA Y VIGILANTE, como el vigía en época de guerra, y es en ese Estado
de Alerta donde uno descubre sus defectos psicológicos. Defecto descubierto,
debe ser comprendido y después eliminado.
La Mente, por sí misma, no puede alterar
ningún defectos psicológico; la Mente sólo puede rotularlos, cambiar cualquier
defecto, pasándolo de un nivel a otro, más jamás alterarlo radicalmente.
Se necesita de un poder que sea superior a la
Mente y ese poder existe en nosotros. Quiero referirme, en forma enfática, a la
DIVINA MADRE KUNDALINI.
Si uno ha comprendido que tiene tal o cual
defecto, si lo ha entendido íntegramente, y en todos los Niveles de la Mente,
entonces puede concentrarse en Devi-Kundalini Shakti, y mediante ella podemos
eliminar cualquier defecto de tipo psicológico.
Kundalini es la Divina Madre Cósmica. En las
religiones se le ha representado como María o como Tonantzin, Marah, Rea,
Cibeles, Adonia, Insoberta, etc., la Madre Cósmica, la Madre Divina; ella en sí
misma, es una parte de nuestro propio Ser, pero derivado.
Quiero decir con esto que la Madre Cósmica
está dentro de nosotros mismos, aquí y ahora; y si nosotros imploramos a ese
Poder, si pedimos a la Madre Divina elimine de nuestra psiquis cualquier
defecto de tipo psicológico, ella así lo hará. Es obvio que por tal motivo, se
desintegrará el defecto en cuestión.
Mediante la Divina Madre Cósmica, podemos
eliminar todos nuestros defectos psicológicos.
Como quiera que la Conciencia está
embotellada entre los defectos, eliminados éstos la Conciencia despertará
radicalmente, y entonces podremos ver, oír, tocar y palpar las grandes
realidades de los Mundos Superiores.
Pero es indispensable no identificarnos con
ninguna circunstancia de la vida. Cuando no nos identificamos con tal o cual
problema, cuando permanecemos alertas, descubrimos en el problema nuestros
propios defectos psicológicos.
Normalmente se ha visto que los problemas
obedecen al miedo, el Yo del temor mantiene los problemas vivos. Se le teme a
la vida, se le teme a la muerte, se le teme al “qué dirán”, al “dice que se
dice”, a la miseria, al hambre, a la desnudez, a la cárcel (a todo se le teme),
y debido a esto, los problemas se hacen cada vez más insolubles, más fuertes.
En un problema económico, ¿qué tememos? La
ruina, o que tengamos que pagar determinada deuda, porque si no pagamos, nos
meten en la cárcel, etc., etc.
En un problema de familia, ¿qué tememos? El
“dice que se dice”, la lengua viperina, el escándalo, los intereses creados,
etc., etc., etc.; pero si se elimina el Yo del temor, ¿en qué queda el problema?
¡Todo se esfuma, se vuelve nada!...
Tenemos que pagar el alquiler de una casa y
tememos que nos lancen a la calle; hasta pasamos noches desvelados, pensando en
que el... ...ha de llegar y
sacarnos a la calle, más al fin llega el día y resulta que el problema se
solucionó, quizás por donde menos lo esperábamos, entonces, ¿en que quedó el
problema?
Y si no se solucionó la cuestión, si nos
echaron a la calle con todos los muebles, etc., ¿qué pasó? ¡En la calle no se
quedarán los muebles, alguien tendrá que recogerlos! En fin, por ahí no faltará
(dando vueltas), un lugar donde meternos...
¿Y si los muebles se pierden? ¡Se perdieron!,
¿y qué? ¡Más se perdió en el Diluvio! ¿Por qué nos vamos a apegar a unos
muebles? Después, pasó el problema, por allí quedamos viviendo, en algún lugar,
y el problema quedó atrás en el tiempo. ¿Qué se hizo del problema?
No olviden ustedes que todo pasa: Pasan las
ideas, pasan las personas, pasan las cosas; todo en este mundo es fugaz e
ilusorio. No podemos y no debemos identificarnos con las apariencias, porque
las apariencias engañan (eso es obvio). Pensemos en los Estados de Conciencia,
y eso es Superlativo...
Hay una tendencia general, de todos, a JUZGAR
EQUIVOCADAMENTE a todos, y eso es lamentable. Pero, ¿por qué todos juzgan a
todos, y equivocadamente? ¿Cuál es el motivo?
Sencillamente uno, y muy fácil de comprender:
Sucede que cada cual PROYECTA SUS PROPIOS DEFECTOS Psicológicos SOBRE LOS
DEMÁS, cada cual ve en el prójimo sus propios defectos.
Los defectos que a otros endilgamos, los
tenemos muy sobrados nosotros; juzgamos a otros como nosotros somos.
¿Han oído ustedes hablar de la ANTIPATÍA
MECÁNICA? ¿Qué de pronto alguien siente antipatía por alguien, sin haber motivo
alguno, y entonces decimos: “¿Esta persona me cayó gorda”, frase muy típica que
usamos?
Pero, ¿por qué, si nunca la hemos visto, si
hasta ahora nos la acaban de presentar? ¿Qué sucedió? ¿Por qué nos ha “caído
tan gorda” esa persona, si ni la conocemos? ¿Porque que le vimos la apariencia:
Es alta o es baja, es gorda o es delgada, tiene la nariz aguileña o la tiene
achatada, y ése es motivo ya, como para decir que “nos cayó gorda”? ¿Qué ha
sucedido?
Sencillamente, porque hemos proyectado sobre
nuestra víctima, nuestros mismísimos defectos psicológicos. Posiblemente hemos
visto, en esa persona, el defecto más grave que tenemos y a nadie le gusta
verse así, dijéramos, tan escarnecido.
La cruda realidad de los hechos es que tal
persona se ha convertido en el ESPEJO donde nosotros nos vemos a sí mismos, tal
cual somos.
Si estamos alertas, si no nos identificamos
con el evento, con la persona aquélla que “nos cae tan gorda”; si en vez de
estarla criticando nos AUTOCRITICAMOS, nos AUTOOBSERVAMOS a ver
qué es lo que está pasando, descubriremos que un defecto nuestro (nacido de ayer, o de anteayer, o de quién sabe de qué tiempo atrás, o tal vez de otras existencias), se ha reflejado en aquélla persona y por eso “nos cae tan gorda”. He ahí lo que es la Antipatía Mecánica: Absurda en un ciento por ciento.
Nosotros necesitamos aprender a VIVIR
POLÍTICAMENTE. El ser humano, ante todo, es unente político, un “animal
político”, y el mismo hombre es un “hombre político”.
Si uno no sabe vivir políticamente, se crea
problemas en la vida. Uno tiene que aprender a vivir políticamente y en vez de
sentir Antipatías Mecánicas, vale la pena que nos investiguemos a sí mismos.
Sí, en verdad que proyectamos nuestros
propios defectos psicológicos sobre los demás. ¿Por qué juzgamos
equivocadamente al prójimo? ¿Por qué todos tenemos tendencia a ver, en el
prójimo, toda clase de defectos?
Sencillamente, porque proyectamos en el
prójimo nuestros propios defectos; los juzgamos equivocadamente: Suponemos que
fulano es “así” o “asao”, y resulta que ni es “así” ni es “asao”: Es completamente
diferente, y nuestro juicio resulta equivocado, falso.
Vemos los hechos ajenos y tenemos la intensa
tendencia a interpretarlos erróneamente; nunca somos capaces de ver los hechos
ajenos con ecuanimidad, con serenidad; siempre los calificamos equivocadamente.
Recuerden ustedes que “hay mucha virtud en los malvados y que hay mucha maldad
en los virtuosos”...
Los defectos que cargamos en nuestro
interior, nos vuelven injustos para con el prójimo.
Nosotros nos amargamos (a sí mismos) la vida
con nuestros propios defectos, y lo más grave, se la amargamos a los demás.
El defecto de los celos, por ejemplo, ¡cuánto
daño ha hecho! Existen celos políticos, existen celos de tipo religioso, celos
de tipo profesional, celos pasionarios o vulgares (del hombre por la mujer, de
la mujer por el hombre), etc., etc., etc. Ése es un Yo, el Yo de los celos; y
es ciego, no sabe de lógica, no sabe de razonamientos, no entiende nada de
ciencia ni escucha razones...
¿Cuántos casos de muerte se ven por los
celos? Los celos profesionales, ¿cuánto daño hacen?
Algunos curanderos magníficos, que sabían sanar
de nuestras enfermedades al prójimo (magníficos botánicos), muchas veces fueron
a dar a la cárcel. ¿Quién los metió en prisión, si no estaban haciendo mal a
nadie, si sólo sanaban al prójimo? ¡Los celos profesionales! ¿De quién? De sus
colegas titulados.
En el campo profesionista, los celos parecen
multiplicarse espantosamente, en círculos y círculos: Círculo artístico,
círculo político, círculo religioso, pero en cada círculo hay terribles celos, espantosos...
Sufren los celosos y hacen sufrir (también) a
sus semejantes; los celos han causado mucho daño, gravísimo. Y si eso decimos
de los celos, ¿qué diremos nosotros de todos los otros defectos que tenemos?
Ahora, las apariencias engañan. Muchas veces
juzgamos un acto ajeno en forma equivocada, de acuerdo con nuestros Egos, y el
resultado viene a ser precisamente eso: La calumnia. Y todos calumnian a todos
(¡eso está ya demostrado!)
Hay tendencia, siempre, a dejarnos llevar de
las apariencias. Determinado acto puede ser juzgado en una forma, y la realidad
(correspondiente al mismo) es otra. Un hecho cualquiera podría ser juzgado en
determinada forma y de cierto modo, y no coincidir el juicio con el hecho, porque
resulta que el hecho tiene otro sentido diferente al juicio, entonces el juicio
sale equivocado.
Al haber juicio equivocado, se ofende al
prójimo, y quien emite el juicio equivocado también se ofende a sí mismo, se
causa dolor.
SABER VIVIR es muy difícil, porque vivimos en
un mundo de apariencias, ilusorio, y tenemos la tendencia siempre a identificarnos
con las apariencias, olvidando lo esencial, que es el SER; ¡he ahí lo grave!
En nosotros, dentro de nosotros, existen
factores psicológicos espantosos que ignoramos y que jamás admitiríamos tener.
Ante todo deben recordar ustedes que el Yo no es algo, dijéramos, perenne; que
el Yo es una suma y también una resta, una multiplicación y una división de
elementos inhumanos (cada “elemento” de esos, es un Yo).
Así, pues, no tenemos un solo Yo, tenemos
muchos Yoes. Nuestro Yo es pluralizado, no singularizado, y eso es algo que
ustedes deben comprender, porque existe el YO TEMO, el YO AMO, el YO ODIO, el
YO ENVIDIO, el YO TENGO CELOS, el YO TENGO CORAJE, etc., etc., etc.
Cada uno de esos Yoes tiene TRES CEREBROS: El
Intelectual, ubicado en la cabeza; el Emocional, en el corazón, y el
Motor-Instintivo-Sexual en la espina dorsal (cada uno de esos Yoes, es una
persona diferente).
Así, pues, tenemos muchas personas viviendo
dentro de nuestra persona. Lo más grave es que la CONCIENCIA (lo más digno, lo
más decente que hay en nosotros) está EMBOTELLADA entre todas esas PERSONAS
INTERNAS que cargamos.
Y se procesa la Conciencia de esa forma, de
modo Subconsciente, en virtud de su propio condicionamiento; es decir, está
dormida, y he ahí lo grave. Si tenemos la Conciencia dormida, ¿cómo podríamos,
en verdad, conocernos a sí mismos?
Ahora, ¿creen ustedes acaso, qué alguien que
no se conoce a sí mismo, puede conocer a los demás? Si a sí mismos no nos
conocemos, ¿cómo podríamos afirmar, nosotros, que conocemos a los demás, que
conocemos a nuestros amigos, que conocemos a las gentes?
Si queremos conocer a los demás, debemos de
empezar por CONOCERNOS A SÍ MISMOS.
Más somos necios, no conociéndonos a sí
mismos, creemos que conocemos a los demás (¡cuán necios somos!, ¡cuán
absurdos!) Si nos conociéramos a sí mismos, todo sería distinto.
Desgraciadamente, no nos conocemos a sí mismos.
Si un hombre no se conoce a sí mismo, si no
conoce sus propios Mundos Internos, ¿cómo podría conocer los Mundos Internos
del planeta Tierra, o cómo podría conocer los Mundos Internos del Sistema
Solar, o de la Galaxia en que vivimos?
Si alguien quiere conocer los Mundos Internos
de la Tierra, o del Sistema Solar o de la Galaxia, o de las Galaxias, debe
empezar por conocer sus propios Mundos Internos, empezar por conocerse a sí
mismo.
Más, ¿cómo podríamos conocernos a sí mismos,
si no dirigimos jamás la Conciencia, la Inteligencia hacia adentro, hacia el
interior; si no nos acordamos nunca de nosotros mismos, debido a
que estamos identificados, precisamente con
las apariencias de la vida?
¿Cómo podríamos conocernos a sí mismos, si
jamás dirigimos la Inteligencia hacia adentro, debido a que estamos fascinados
por los distintos eventos, sucesos o acontecimientos que llegan a nosotros?
¿Cómo podríamos conocernos a sí mismos, si
nunca dirigimos la Conciencia hacia adentro, debido a que los múltiples
problemas de la existencia nos tienen atrapados, los vemos insolubles, creemos
que son eternos, no nos damos cuenta de que tienen un principio y de que tienen
un fin?
Nosotros estamos atrapados por lo que es
inestable, por lo que no tiene verdadera realidad; estamos metidos dentro de
una máquina que gira incesantemente.
Juzgamos a los demás de acuerdo a cómo somos
(¡he ahí tantos y tantos errores!), y no coinciden nuestros juicios con los
eventos que mal interpretamos, sean éstos propios o ajenos.
Obviamente, estamos metidos dentro de una
máquina que gira incesantemente, pero andamos sonámbulos, inconscientes,
dormidos; nada sabemos sobre sí mismos, porque nunca nos acordamos de sí
mismos, de nuestro propio Ser; tenemos la Mente demasiado ocupada en las cosas ilusorias,
en lo que es pasajero...
Nosotros debemos buscar la Autorrealización
Íntima del Ser, no vivir más como autómatas, no; vivir en Estado de Alerta
Percepción, Alerta Novedad...
¡Estamos en un “estado de coma” espantoso!
Reflexionen en esto:
– No nos conocemos a sí mismos, primero.
– Segundo, proyectamos nuestros defectos
psicológicos sobre los demás, y vemos en los demás nuestros propios defectos.
– Tercero, juzgamos equivocadamente las
acciones de los demás.
– Cuarto, tales acciones no coinciden con el
juicio que nosotros emitimos.
– Quinto, el juicio que nosotros emitimos, es
en verdad el propio defecto Psicológico que sobre el prójimo hemos proyectado.
Conclusión: El prójimo nos está SIRVIENDO DE
ESPEJO, pero nosotros no nos damos cuenta, en nuestra inconsciencia, de que el
prójimo está únicamente reflejando nuestros propios defectos, nuestro propio Yo
psicológico.
El prójimo es un espejo donde nosotros nos
reflejamos, más no comprendemos que el reflejo (que hay en el espejo) es
nuestro propio reflejo; ni siquiera nos damos cuenta de que nos estamos reflejando
en el prójimo.
Antes bien, estamos tan identificados con el
evento, con el suceso, con las circunstancia, o circunstancias, que ni
remotamente se nos ocurre reflexionar en todas estas cuestiones, y vivimos en
un estado de fascinación, de inconsciencia y de sueño psicológico.
Si en estos asuntos de la vida práctica
(diríamos, terrenales), andamos tan inconscientes, ¿qué podríamos decir
nosotros con respecto a las cosas celestiales?
En verdad que podríamos mal interpretar todos
los postulados de la Ciencia Hermética; podríamos mal interpretar, debido a
nuestros juicios erróneos, las actitudes de los otros Iniciados, la vida de los
Adeptos, etc. Podríamos mal interpretar, debido a nuestro Estado de Inconsciencia,
hasta el mismo Drama Cósmico; y obviamente el Drama Cósmico, tal como está
estipulado en los Cuatro Evangelios, ha sido mal interpretado.
¿Por qué podríamos interpretar erróneamente
la vida de los Adeptos de la Blanca Hermandad, o por qué podríamos mal
interpretar el Drama Cósmico, o por qué podríamos mal interpretar los
postulados de la Sabiduría Hermética, etc.?
Por un solo motivo: Que nuestro juicio no es libre, es un juicio condicionado por nuestros propios defectos. Nuestro juicio es el resultado del embotellamiento psicológico en que nos hallamos; nuestro juicio es, dijéramos, la proyección de nuestros propios defectos.
Proyectamos nuestros defectos sobre los
Cuatro Evangelios, proyectamos sobre los postulados de la Ciencia Hermética, como
proyectamos sobre los actos de los Iniciados, sobre la vida de los Adeptos,
etc. Así es que también para las cosas celestiales no estamos preparados.
Proyectamos, y una Mente que proyecta sus
propios errores, no es una MENTE LIBRE, no es una Mente que pueda aprehender,
capturar la realidad de las cosas, la realidad de los fenómenos, de los hechos,
de las circunstancias que por todas partes nos rodean.
Una Mente así, si no sirve para comprender
las cosas terrenales, ¿cómo serviría para entender la vida de los Grandes
Iniciados, las cosas celestiales? Incuestionablemente fallaría, porque si lo terrenal
no se puede entender, mucho menos lo celestial.
Así pues, creo yo que lo vital en la vida es
no dejarnos llevar por las apariencias, no dejarnos capturar por los eventos,
por las circunstancias. Antes bien, estar alertas para descubrir, en tales eventos,
nuestros propios defectos de tipo psicológico.
Cada circunstancia de la vida (sea ésta en la
casa, en la calle, en donde sea), nos brinda maravillosas oportunidades, y si
estamos alertas y vigilantes, como el vigía en época de guerra, logramos
aprehender nuestros propios defectos, que se proyectan sobre el prójimo.
El prójimo es el espejo donde podemos ver
nuestros mismos defectos: Si vamos por la calle y vemos a un ebrio, a un
borrachito ¿qué haremos? No burlarnos del borrachito. Antes bien, decir:
“¡Ahí voy yo! ¡Vea, ese borracho soy yo; ¡vea
como hago de pantomimas, cuán cómico estoy! ¡Ése soy yo, ahí voy!...”
Debemos aprender a vernos en los demás: Si
descubrimos allá un individuo que truena y relampaguea, que rasga sus
vestiduras como Caifás, debemos decir: “¡He ahí, ahí estoy yo! Sí, cuán iracundo
soy, cómo rasgo mis vestiduras y cómo blasfemo, ése soy yo”...
En verdad, estamos reflejándonos sobre los demás,
en el prójimo nos estamos reflejando...
Claro, podrían ustedes decirme, en forma
enfática, o tal vez objetarme: “¡No, yo no soy ladrón, yo no soy un asaltador
de casas; yo no me subiría jamás a la azotea a meterme a una casa ajena, para
robarme los dineros o las joyas”... Eso dirían, ¿verdad?
Juzgaríamos al ladrón diciendo: “¡Ladrón es,
y que a la cárcel lo metan!...” Mas sucede que, dentro de nosotros, también
existe el Yo-Ladrón. No lo conocemos, no lo hemos descubierto, pero existen.
Ahí sí, como dijo Galileo: “Eppur si muove,
si muove” (“pero se mueve, se mueve”). Cuando a Galileo le preguntaron:
– “¿Jura usted que la Tierra no es redonda y
no se mueve?”. Entonces dijo:– “¡Juro, eppur si muove, si muove!”. (Es decir:
“Lo juro, pero se mueve, se mueve”). Así dijo Galileo, y se evitó que lo
quemaran vivo en la hoguera de la Inquisición.
Así, ¿cómo podemos decir nosotros que no
tenemos el Yo del robo? Habrá, entre ustedes, personas tan honradas que sean
incapaces de quitarle “un quinto” a nadie, y sin embargo tienen el Yo del robo.
Increíble, pero cierto; algún día lo descubrirán...
¿Quién podría pensar que, por ejemplo, una dama virtuosa, magnífica esposa, tenga, por ejemplo, un Yo de prostitución? Imposible. O no vamos tan allá: Pensemos en una niña pequeña, que es todavía más escandaloso... ¿Qué una niña de doce años (inocente, bien criada religiosamente), tenga el Yo del prostíbulo? ¡Es algo que causa asco!, ¿no? Dirán ustedes: “¡Imposible, absurdo!” Más, sí puede ser...
Recuerden también, ustedes, que así como hay una Luna allá arriba brillando entre el firmamento, que tiene DOS CARAS (una, para iluminar la noche, y hay otra escondida, oculta, que nunca se ve), así también hay una LUNA PSICOLÓGICA (dentro de cada uno de nosotros) con dos caras: La que se ve y la que no se ve, la manifiesta y la oculta.
En la cara manifiesta de esa Luna
Psicológica, tenemos los defectos que a simple vista resaltan: Ira, codicia,
lujuria, envidia, orgullo, pereza, gula, etc., etc., etc., y otras tantas
hierbas.
Pero detrás de esa Luna Psicológica, tras de
esa cara que siempre se ve, que a simple vista se ve, en nuestra Luna
Psicológica existe la parte oculta, la que no se ve.
Allí tenemos defectos que ignoramos, allí todos
resultamos Magos Negros, allí todos resultamos hechiceros, brujos, allí
resultamos ladrones, allí las damas (más aristocráticas) resultan prostitutas, etc.,
etc., etc.
En esa cara oculta de la Luna (que no se ve),
de la Luna Psicológica, hay Yoes de prostitución, hay Yoes de adulterio, hay
Yoes de asesinato, hay Yoes de robo, etc., etc. Yoes que normalmente ignoramos,
porque si alguien nos dijera que nosotros tenemos tal o cual Yo de esos, nos
ofendería, no lo aceptaría de ninguna manera, más sí los tenemos.
Si a un SANTO DEL NIRVANA se le dijese que él
tiene todavía Yoes del asesinato, de la prostitución o del robo, se le
ofendería terriblemente. El Santo nos bendeciría diciendo: “¡Que Dios te
perdone, hijo mío; estás perdonado, no guardo rencor contra ti, pero sé, hijo
mío, que yo no tengo nada de eso!” Diría aquel Santo del Nirvana. ¿Por qué?
Porque no es más que un Santo.
En esa forma, aquel Santo detiene su avance
hacia el Eterno Padre Cósmico Común. Y muchos son los Santos que así están
detenidos en su avance; en verdad, aunque sean del Nirvana, en la cara oculta
de la Luna (que no se ve), en esa cara oculta de la Luna Psicológica, cargan
todos esos Yoes, y esto es lo que no entienden muchos. Esto es, en verdad, lo
grave. Todos tenemos la tendencia a justificarnos, a dejarnos llevar por las
apariencias.
En cuanto a lo que a mí se refiere, ni soy
Santo ni me interesa ser Santo. ¿Por qué no me interesa ser Santo? Porque me
detendría, en mis progresos esotéricos. Sé muy bien que en la parte oculta de
mi Luna Psicológica, tienen que existir (e indubitablemente que existen) Yoes
de tiempos antiguos, escondidos entre las tinieblas.
Eso lo sé; y sé también que sólo penetrando
heroicamente (con la Espada en la mano) en esa zona de nuestra Luna
Psicológica, podremos, en realidad de verdad, eliminar tales defectos, mas esto
es muy avanzado.
Normalmente, las gentes pueden eliminar los
defectos de esa parte de la Luna Psicológica, esos defectos que resaltan, que a
simple vista se ven.
Ya, cuando se trata de penetrar en la parte
oculta de la Luna Psicológica, en la parte escondida, pues se requiere de un
esfuerzo mayor. Eso pertenece ya a la INICIACIÓN DE JUDAS, corresponde a la
PASIÓN POR EL SEÑOR. Nadie podría penetrar en esas zonas, si no empuñara la
Lanza en la Forja de los Cíclopes, es decir, en la Novena Esfera ¿Misterios?
¡Sí, y muy grandes!...
El Santo no llega tan lejos: Se contenta con
eliminar los Yoes-Defectos que posee en la cara visible de su Luna Psicológica.
Luego se beatifica y de ahí no pasa, y entonces se estanca.
He ahí el motivo por el cual yo no soy Santo,
ni quiero ser Santo. Únicamente amo la Comprensión, y eso es lo fundamental: LA
COMPRENSIÓN de sí mismos.
En realidad, de verdad, el Adepto está más
allá de los Santos. Cuando alguien dijo: “Los Santos Maestros”..., ese alguien
estaba equivocado, porque los Maestros están más allá de los Santos. Primero
está el PROFANO, luego el SANTO y después el MAESTRO. El Maestro está más allá
de la Esfera de los Santos; en el Maestro está la Sapiencia.
Más, es posible juzgar equivocadamente a los
Maestros, a los Adeptos. Tenemos siempre la tendencia a proyectar, hasta sobre
los Adeptos, nuestros propios defectos de tipo psicológico.
Si juzgamos equivocadamente a los Adeptos,
sobre ellos también lanzamos nuestros juicios equivocados, porque si no es
posible juzgar rectamente los actos del prójimo común y corriente, mucho menos
es posible juzgar los actos de los Adeptos en forma correcta.
Normalmente, tenemos la tendencia a tirar
lodo contra los Adeptos. Así como tiramos lodo contra nuestro prójimo, también
tiramos lodo contra los Adeptos de la Blanca Hermandad. Por eso, éstos han sido
crucificados, envenenados, metidos en prisiones, apuñalados, perseguidos...
Es muy difícil juzgar a un Adepto. Si es casi
imposible juzgar al prójimo, mucho menos podríamos juzgar a un Adepto.
Así que los invito esta noche a la reflexión,
a no dejarse llevar jamás de las apariencias, porque las apariencias engañan; a
no endilgar nuestros defectos a nadie.
Y hasta aquí mis palabras. ¡Paz Inverencial!
SAMAEL AUN WEOR
No hay comentarios:
Publicar un comentario