"Todo fluye y refluye, va y viene, sube y baja, en todo
existe un sístole y una diástole. Los astros en el firmamento y los átomos en
la molécula retornan siempre al punto de partida.
Las leyes de Retorno, Recurrencia y Ritmo gobiernan
inteligentemente la vida y la muerte, el flujo y el reflujo, y los incesantes
cambios y movimientos de la Naturaleza.
La gran maquinaria de la Naturaleza está gobernada por Leyes
Inteligentes...
De acuerdo con las leyes del Ritmo todo tiene que retornar al
punto de partida.
De acuerdo con las leyes de la Recurrencia todo vuelve a ocurrir
tal como ocurrió.
Las leyes del Ritmo son matemáticas y las leyes de Retorno y
Recurrencia son también matemáticas.
Todo en la Naturaleza funciona de acuerdo con las leyes de Número,
Medida y Peso. El acaso no existe.
Los astrónomos pueden calcular matemáticamente el retorno de los
soles y de los planetas. Sabemos con exactitud que cada tres meses cambian las
estaciones; tres meses para la primavera, tres para el verano, tres para el
otoño y tres para el invierno.
En forma rítmica todo se repite, todo vuelve a ocurrir tal como ya
ocurrió. Recordemos que el reloj es redondo, recordemos que el tiempo es
redondo, y que las horas van y vienen repitiéndose siempre rítmicamente,
retornando las manecillas siempre a los mismos números del horario.
Si realmente queremos conocer las conexiones mutuas de todos los
organismos y de todas las cosas en su forma realmente substancial y no
únicamente accidental, necesitamos estudiar las leyes del Ritmo, Retorno y Recurrencia.
El hombre, -o para hablar con más exactitud- el animal intelectual
en última síntesis es energía, y esto no lo puede negar la física nuclear.
Ya está totalmente demostrada la conservación de la energía, realmente
la energía se transforma, pero no se destruye.
El animal intelectual perece, es perecedero; pero el
"yo" energético, por el hecho mismo de ser una suma de valores
energéticos de la Naturaleza, no puede perecer con la muerte del cuerpo físico
y continúa en el tiempo.
Si todo retorna, el "yo" también retorna y si todo se
repite, es claro que el "yo" vuelve a repetir el drama de la
existencia. Esta es la Ley de Recurrencia: todo vuelve a ocurrir tal como
sucedió más los resultados.
Desde el átomo hasta el Sol, y desde el protozoo hasta el hombre,
toda suma de valores energéticos está sometida a las leyes del Retorno,
Recurrencia y Ritmo.
Es imposible conocer realmente la mutua conexión intrínseca de
todos los seres y de todos los pueblos en su entronque verdadero y
concatenación auténtica, si jamás hemos estudiado las leyes del Ritmo, Retorno
y Recurrencia.
Es imposible establecer un orden social perfecto si no
comprendemos profundamente las Leyes de la Naturaleza".
Simplicio, citado por Ouspensky, escribió: "Los pitagóricos
dijeron que las mismas cosas se repiten una y otra vez".
En conexión con esto es interesante observar las palabras de
Eudemo, discípulo de Aristóteles (en el libro tercero de la Física). El dice:
"Algunas personas aceptan y algunas otras personas niegan que
el tiempo se repite. La repetición se entiende en diversos sentidos. Una clase
de repetición puede suceder en el orden natural de las cosas, como la
repetición de los veranos, de los inviernos y otras estaciones, en que una
nueva viene después que otra ha desaparecido; a este orden de cosas pertenecen
los movimientos de los cuerpos celestes y los fenómenos producidos por ellos,
tales como los solsticios y los equinoccios, que son producidos por el
movimiento del Sol.
Pero si debemos creer a los pitagóricos, existe otra clase de
repetición. Eso quiere decir que yo os hablaré y me sentaré exactamente así y
tendré en mi mano el mismo palo, y todo será igual que ahora; y el tiempo, como
es de suponer, será el mismo, porque si los movimientos de los cuerpos celestes
y de muchas otras cosas son los mismos, lo que ocurrió antes y lo que ocurrirá
después es también lo mismo. Esto se aplica también a la repetición, que es
siempre la misma. Todo es lo mismo".
Un análisis a fondo sobre el Budismo, nos lleva a la conclusión de
que el Buda enseñó la Ley de Recurrencia en su doctrina sobre las existencias
sucesivas. A la Ley de la Recurrencia expuesta magníficamente por Eudemo en los
precedente párrafos, nosotros sólo tenemos que añadirle la espiral que según
Pitágoras es la curva de la vida.
El tiempo es redondo, cíclico, y todo se repite ya en espiras más
elevadas, ya en espiras más bajas. Resulta interesante y doloroso al mismo
tiempo, la repetición incesante de los mismos dramas, de las mismas escenas, de
los mismos acontecimientos en cada una de las existencias que por Ley Cósmica
se asignan a las Esencias humanas.
Un hombre es lo que es su vida. Si un hombre no modifica nada
dentro de sí mismo, si no transforma radicalmente su vida, si no trabaja sobre
sí mismo, está perdiendo el tiempo miserablemente .
Un hombre muere y los angustiosos momentos de su agonía, sus
últimos instantes y realizaciones, sus últimas sensaciones y sus últimas penas,
se encuentran íntimamente asociadas a los goces del amor que originan el nuevo
nacimiento. La nueva existencia comienza exactamente en las mismas condiciones
que la anterior y es claro que no puede comenzar en ninguna otra condición.
La muerte es el regreso al comienzo mismo de su vida con la
posibilidad de repetirla nuevamente. Al renacer en este valle de lágrimas, el
pasado se convierte en futuro de acuerdo a la Ley de Recurrencia. La vida de
cada uno de nosotros, con todos sus tiempos, es siempre la misma -de existencia
en existencia a través de los innumerables siglos-.
La vida de cada uno de nosotros en particular es la película
viviente que al morir nos llevamos a la eternidad. Cada uno de nosotros se
lleva su película y la vuelve a traer para proyectarla otra vez en la pantalla
de una nueva existencia. La repetición de dramas, comedias y tragedias, es un
axioma fundamental de la Ley de Recurrencia.
En cada nueva existencia se repiten las mismas circunstancias. Los
actores de tales escenas siempre repetidas son las gentes que viven en nuestro
interior, los "yoes psicológicos". Si desintegramos esos actores,
esos "yoes" que originan las repetidas escenas de nuestra vida,
entonces la repetición de tales circunstancias se haría algo más que imposible.
Obviamente sin actores no pueden haber escenas, esto es algo irrebatible,
irrefutable.
Reflexionemos seriamente sobre la Ley de Recurrencia o repetición
de escenas en cada retorno; descubriremos por Auto-observación intima los
resortes secretos de esta cuestión. Si en la pasada existencia a la edad de 25
años tuvimos una aventura amorosa es indudable que el "yo" de tal
compromiso buscará a la dama de sus ensueños a los 25 años de la nueva
existencia. Si la dama en cuestión entonces solo tenía 15 años, el
"yo" de tal aventura buscará a su amado en la nueva existencia a la
misma edad justa. Resulta claro comprender que los dos "yoes", tanto
el de él como el de ella, se buscarán telepáticamente y se reencontrarán
nuevamente para repetir la misma aventura amorosa de la pasada existencia.
Dos enemigos que a muerte pelearon en la pasada existencia, se
buscarán otra vez en la nueva existencia para repetir su tragedia a la edad
correspondiente. Si dos personas tuvieron un pleito de bienes raíces a la edad
de 40 años en la pasada existencia, a la misma edad se buscarán telepáticamente
en la nueva existencia para repetir lo mismo.
Dentro de cada uno de nosotros viven muchas gentes
("yoes") llenas de compromisos, eso es irrefutable. Un ladrón carga
en su interior una cueva de ladrones con diversos compromisos delictuosos. El
asesino lleva dentro de sí mismo un club de asesinos y el lujurioso porta en su
psiquis una casa de citas. Lo grave de todo esto es que el intelecto ignora la
existencia de tales gentes o "yoes" dentro de sí mismo y tales compromisos
que fatalmente se van cumpliendo. Todos estos compromisos de los
"yoes" que dentro de nosotros moran, se suceden por debajo de nuestra
razón.
Son hechos que ignoramos, cosas que nos suceden, acontecimientos
que se procesan en el subconsciente e inconsciente. El animal intelectual,
equivocadamente llamado hombre, no puede cambiar las circunstancias, todo le
sucede, como cuando llueve, o como cuando truena; tiene la ilusión de que hace,
pero no tiene poder para hacer, todo se sucede a través de él, todo es fatal,
mecánico. Sólo el Ser puede hacer, sólo el Ser puede originar nuevas
circunstancias, sólo el Ser puede cambiar todo este orden de cosas, pero el
animal intelectual no tiene encarnado al Ser. Nuestra personalidad es tan solo
el instrumento de distintas gentes ("yoes"), mediante el cual cada
una de esas gentes cumple sus compromisos.
En este valle de amarguras existen hombres máquinas de repetición
absoluta, tipos mecanicistas ciento por ciento, sujetos que repiten hasta los
más insignificantes detalles de sus existencias precedente, casos concretos de
Egos que retornan durante muchos siglos en el seno de una misma familia, ciudad
y nación. Esos son los que debido a la incesante repetición de lo mismo pueden
decir, por ejemplo: me casaré a los 30 años, tendré una mujer de tal color, de
tal estatura, tantos hijos, mi padre morirá a tal edad, mi madre a tal otra
edad, mi negocio fructificará o fracasará, etc., y es claro que todo viene a
suceder con exactitud asombrosa. Son personas que se saben su papel a fuerza de
tanto repetirlo, que no lo ignoran, y eso es todo.
Entran en este asunto también los "niños prodigio" que
tanto asombran a las gentes de su época; por lo común, se trata de Egos que ya
saben su oficio de memoria y que al retornar lo hacen de maravilla desde los
primeros años de su infancia.
En esta tierra del Samsara (mundo fenoménico) se reincorporan
constantemente sujetos de repetición variada, que reviven sus existencias
precedentes ya en espiras más elevadas, ya en espiras más bajas. Existe también
en nuestro interesantísimo mundo cierto tipo de gentes con tendencia creciente
a la degeneración, que marchan resueltamente por el espiral descendente; estos
son los borrachos, los suicidas, los homosexuales, las prostitutas, los drogadictos,
los asesinos, etc. Esta clase de gentes repiten en forma más y más descendente
en cada existencia sus mismos delitos, hasta que al fin entran a los Mundos
Infiernos.
En aparente y brillante contraste con ese tipo de vía de descenso
o fracaso, pero en posición igualmente abominable, se encuentran los caballeros
del alto mundo, los grandes triunfadores que adoran a la Gran Ramera, los
multimillonarios, los científicos perversos que inventan armas destructivas,
los tenebrosos secuaces de la dialéctica materialista que le quitan a la
humanidad sus valores eternos, los fanáticos del deporte, los vanidosos
batidores de récords, los cómicos que juegan con el monstruo de las mil caras
(el público), las famosas estrellas de cine, que justifican todos sus adulterios
con innumerables matrimonios y divorcios, los artistas degenerados de la nueva
ola, los bailarines de rock, los fundadores de sectas perjudiciales, los
escritores de libros pornográficos, los escépticos de todo tipo, etc., etc.,
etc.
El tipo de triunfador está hipnotizado por el éxito y ese es
precisamente su mayor peligro, ignoran que están bajando por la espiral
descendente y entran a los Mundos Infiernos embriagados por el triunfo. El tipo
de triunfador sabe con exactitud lo que tiene que hacer cada vez que retorna a
este escenario del mundo y repite siempre sus mismas aventuras.
Es asombrosa la Ley de Recurrencia. Las personas normales, comunes
y corrientes, repiten siempre sus mismos dramas, los cómicos una y otra vez en
cada una de sus existencias sucesivas repiten sus mismas payasadas, los
perversos se reincorporan continuamente para repetir incesantemente las mismas
tragedias. Todos estos eventos propios de las existencias repetidas van siempre
acompañados de las buenas o malas consecuencias, de acuerdo con la Ley de Causa
y Efecto. Cada existencia es una repetición de la pasada más sus consecuencias
kármicas buenas o malas, agradables o desagradables.
Volverá el asesino a verse en la horripilante ocasión de asesinar,
mas será asesinado; volverá el ladrón a verse con la misma oportunidad de
robar, pero será metido en la cárcel; sentirá el bandido el mismo deseo de
correr, de usar sus piernas para el delito, pero no tendrá piernas, nacerá
inválido o las perderá en cualquier tragedia; querrá el ciego de nacimiento ver
las cosas de la vida, aquellas que posiblemente le condujeron a la crueldad,
etc., pero no podrá ver; amará la mujer al mismo marido de la existencia
anterior, a aquel que posiblemente abandonó en el lecho de enfermedad para irse
con cualquier otro sujeto, mas ahora el drama se repetirá a la inversa y el
sujeto de sus amores partirá con otra mujer, dejándola abandonada. Así amigos,
así trabaja la Ley de Recurrencia incesantemente.
Por debajo de nuestra capacidad cognoscitiva suceden muchas cosas.
Desgraciadamente, ignoramos lo que por debajo de nuestra pobre razón sucede.
Salir de esta desgracia, de esta inconsciencia, del estado tan
lamentable en que nos encontramos, sólo es posible muriendo en sí mismos.
Así pues, la Ley del Eterno Retorno de todas las cosas se combina
siempre con la Ley de Recurrencia. Los egos retornan incesantemente para
repetir dramas, escenas, sucesos, aquí y ahora. El pasado se proyecta hacia el
futuro a través del callejón del presente.
Reencarnación es muy diferente. La doctrina del Gran Avatara
Krisna enseña que sólo los dioses, semidioses, reyes divinos, Titanes y Devas
se reencarnan.
La palabra Reencarnación es muy exigente; no se debe usar de
cualquier manera: nadie podría reencarnificarse sin haber antes eliminado el
Ego, sin tener de verdad una Individualidad Sagrada. Reencarnación es una
palabra muy venerable; significa de hecho la reincorporación de lo divinal en
un hombre, una nueva manifestación de lo divino...
De ninguna manera exageramos conceptos al enfatizar la idea
trascendental de que la Reencarnación solo es posible para aquellos que ya
lograron en cualquier ciclo de manifestación la unión gloriosa con la Super
Alma.
Absurdo sería confundir la Reencarnación con el Retorno. Sería
caer en un desatino de la peor clase afirmar que el Ego -legión de yoes
tenebrosos, siniestros e izquierdos- pueda reencarnarse.
P.- Maestro, un país que fue afectado por la violencia tanto
tiempo ¿se debe a la Ley de Recurrencia?
R.- Obviamente, la violencia de las multitudes en ese país fue la
repetición de violencias similares ocurridas en un pasado caótico; piénsese en
las guerras civiles ocurridas en épocas anteriores a la sucedida violencia,
guerras de partidos políticos de derecha e izquierda repitiéndose en el
presente como resultado del pasado. He ahí la Ley de Recurrencia.
P.- Maestro, si una persona ha sido correcta, se ha comportado
como todo un ciudadano en el cumplimiento de sus deberes, ¿cómo operaría en él
la Ley de Recurrencia en el próximo retorno?
R.- Amigos, amigos, no me digan ustedes que ese fulano haya sido
un dechado de virtudes, un pozo de santidad. Por magnífico ciudadano que haya
sido, tuvo sus muy humanos errores, sus escenas, sus dramas, etc., y es claro
que de todo estoy hay repetición en su nueva existencia, mas las consecuencias.
Así es como opera la Ley de Recurrencia.
P.- Venerable Maestro, hay cierta confusión en cuanto a la
relación entre la Ley del Karma y la Ley de Recurrencia, porque tengo el
concepto de que con la terminación del Karma se terminaría la Ley de
Recurrencia. ¿Quisiera aclararme ese punto?
R.- Amigos, en modo alguno puede existir confusión entre las Leyes
del Karma y Recurrencia, puesto que ambas son lo mismo con diferentes nombres.
Indudablemente, el Karma trabaja sobre bases firmes, no es sino un efecto de la
causa que nosotros mismos sembramos; por lo tanto, tiene que repetirse el hecho
en sí mismo más los resultados buenos o malos.
P.- Maestro, personas que aparentemente no han hecho mal a nadie
sufren de carencias económicas. ¿Tiene esto que ver con la Ley de Recurrencia?
R.- Distinguidos amigos, señores y señoras, el Padre que está en
secreto puede estar cerca de nosotros o lejos. Cuando el hijo anda mal, el
Padre se aleja y entonces aquel cae en desgracia, sufre por falta de dinero,
pasa terribles necesidades, no se explica por sí mismo el motivo de su miseria.
Ostensiblemente, tales personas creen no haber hecho mal a nadie; si estos
recordaran sus existencias anteriores podrían evidenciar por sí mismos el hecho
concreto de que anduvieron por pasos perdidos, posiblemente se entregaron al
alcohol, a la lujuria, al adulterio, etc.
El Padre que está en secreto, nuestro propio Espíritu Divino,
puede darnos o quitarnos. El sabe muy bien lo que merecemos, y si no tenemos
actualmente dinero es porque El no quiere dárnoslo, nos castiga para nuestro
bien. "Bienaventurado el hombre a quien Dios castiga". El Padre que
quiere a su hijo le castiga siempre para su bien. En el caso concreto de esta
pregunta, la víctima de los sufrimientos, repetirá las escenas del pasado más
las consecuencias: pobreza, dolor, etc., etc.
P.- Maestro, ¿cuáles son los que están libres de la Ley de
Recurrencia?
R.- Mirad la Ley de Recurrencia en sus aspectos superiores e
inferiores de la Gran Vida. Podemos aseverar solemnemente que sólo quedan
libres de la Ley de Recurrencia aquellos que logran cristalizar en su
naturaleza íntima las Tres Fuerzas Primarias del Universo. El Sagrado Sol
Absoluto quiere cristalizar en cada uno de nosotros esas Tres Fuerzas
Primarias, colaboremos con El y sus santos designios y quedaremos para siempre
libres de la Ley de Recurrencia.
Samael Aun Weor
COMPLEMENTO
COINCIDENCIAS LINCOLN-KENNEDY
1.- Como primera "coincidencia" señalaremos el hecho, ya
evidente, de que ambos, Lincoln y Kennedy, fueron presidentes de los E.U.A.
2.- Tanto Lincoln como Kennedy murieron asesinados: el presidente
Lincoln fue asesinado en un viernes, y en un viernes fue también asesinado el
presidente Kennedy.
3.- Todos hemos leído que el presidente Lincoln se hallaba
disfrutando de una representación teatral acompañado de su esposa, en presencia
de la cual fue asesinado. El presidente Kennedy estaba visitando Dallas, Texas
y se hallaba en un automóvil con su esposa. El también disfrutaba de una
representación, por escenario las calles de la ciudad, que era la aclamación
del público.
4.- El presidente Lincoln fue herido de bala por la espalda
mientras estaba sentado en un palco del teatro. El presidente Kennedy fue
herido de bala por la espalda mientras estaba sentado en un automóvil.
5.- Un hombre llamado Johnson sucedió al presidente Lincoln.
Johnson fue presidente después del presidente Lincoln; y en Texas, el
presidente Kennedy fue asesinado y el vicepresidente Johnson juró como
presidente de los E.U.A., a bordo de un avión que trasladaba de vuelta a la
capital el cuerpo del presidente muerto y el del nuevo presidente vivo.
Johnson, pues, es el nombre de ambos sucesores.
6.- El Johnson que sucedió al presidente Lincoln era demócrata del
sur de los E.U.A., y Lindon Johnson, que sucedió al presidente Kennedy, también
era demócrata del sur de Texas.
7.- Pero sigamos en esta lista de "coincidencias" con
los Johnson. Ambos habían sido también miembros del Senado antes de ser
presidentes.
8.- Lincoln fue elegido para desempeñar su cargo de presidente el
año 1860. Eso puede también ser fácilmente comprobado en los libros de
historia. Así Lincoln fue presidente en 1860, y he aquí otra
"coincidencia": Kennedy fue presidente en 1960, cien años después.
9.- El sucesor de Lincoln fue Andrew Johnson. Andrew Johnson nació
en 1808, y el Johnson que sucedió al presidente Kennedy nació en 1908.
10.- Lincoln fue asesinado por un individuo bastante extraño, un
total resentido si hemos de creer las noticias que ahora son historia; y ese
asesino de Lincoln fue John Wilkes Booth, nacido en 1839. Lee Harvey Oswald
que, según afirmó, asesinó al presidente Kennedy, parece haber sido también un
tipo de persona totalmente insatisfecha, un resentido, que frecuentemente se
hallaba en dificultades. Nació en 1939.
11.- Booth fue asesinado antes de que pudiera comparecer ante un
tribunal, lo mismo que Oswald, asesinado también mientras era conducido por la
policía y antes de que pudiera comparecer ante el tribunal.
12.- Estas coincidencias que hemos visto se extienden no solo a
los presidentes y a sus asesinos, sino también a sus esposas porque la señora
de Lincoln, esposa del presidente Lincoln perdió un hijo durante su residencia
en la Casa Blanca, y la señora de Kennedy, esposa del presidente Kennedy,
perdió un hijo también durante su residencia en la Casa Blanca.
13.- Lincoln tenía un secretario, y ese secretario se llamaba
Kennedy. El secretario Kennedy advirtió vivamente al presidente Lincoln que no
fuera al teatro donde fue asesinado. El presidente Kennedy también tenía un
secretario, y este se llamaba Lincoln. El secretario Lincoln advirtió al
presidente Kennedy que no fuera a Dallas.
14.- John Wilkes Booth tiró contra el presidente Lincoln por la
espalda mientras el presidente asistía a una representación de teatro y corrió
a esconderse en un depósito. Lee Harvey Oswald tiró contra el presidente
Kennedy desde un depósito y corrió a esconderse en un teatro. Si se lee cuidadosamente
esto de nuevo se apreciará lo extraño que es: un asesino tira desde un teatro y
se esconde en depósito; el otro, tira desde un depósito y se esconde en un
teatro.
15.- L.I.N.C.O.L.N., son siete letras. si contamos K.E.N.N.E.D.Y.,
encontramos que también son siete letras.
16.- Si hacemos lo mismo con JOHN WILKES BOOTH hallaremos que son
quince letras. Contando LEE HARVEY OSWALD tenemos también quince letras.
17.- Se cree que Oswald mató a Kennedy y que tenía cómplices. Nada
de esto fue en realidad fehacientemente probado; es un asunto de evidencia, de
indicios también que Booth mató a Lincoln, ya que nadie pudo probarlo. Lo mismo
que con Oswald se afirmó que tenía cómplices, pero nadie probó de manera
concluyente que Oswald matara a Kennedy y que tuviese cómplices. Encaremos esto
lisa y llanamente: una evidencia de indicios señala tanto a Booth como a
Oswald, pero ¿cuánto de lo que pudimos leer en la prensa era verdad y hasta qué
punto se estaba prejuzgando y condenando a un hombre? En ninguno de los dos
casos lo sabemos, y esa es otra de las coincidencias.
18.- Fue un individuo llamado Ruby, que era un tanto fanático, el
que mató a Oswald frente a las cámaras de televisión: se adelantó bruscamente a
la policía, apuntó con un revólver y apretó el gatillo. Boston Corbett también
era un tanto fanático; él también creía que estaba haciendo lo justo cuando
mató a John Wilkes Booth. En ambos casos estos dos hombres mataron al hombre
sospechoso y acusado del asesinato de un presidente. Es, sin duda alguna, otra
de las coincidencias de esta larga lista, el que en ambos casos el segundo
asesino, Corbett y Ruby, obraran así respondiendo a excesiva lealtad para con
sus respectivos presidentes, pero en realidad en ningún caso se estableció el
motivo real.
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