lunes, 22 de octubre de 2012

LA VIRGEN DEL MUNDO


PARTE II
Oh mi ilustre hijo, si quieres saber algo más, pregunta. Y Horus dijo, Revere<!->nda Madre, me complacería saber cómo nacen las almas reales. E Isis contestó: Aquí, mi hijo Horus, se encuentra el carácter distintivo de las almas reales. En el Universo hay cuatro regiones, gobernadas por una ley fija e inmutable: el cielo, el éter, el aire, y la tierra más sagrada. Arriba, en el cielo, habitan los Dioses, gobernados como lo está todo el resto, por el Creador del universo; en el éter están las estrellas, gobernadas por el gran cielo, el sol; en el aire están las almas de los genios, gobernadas por la luna; en la tierra están los hombres y otros animales gobernados por el alma que, durante ese tiempo, es su rey. Porque los Dioses mismos engendran a aquellos que serán reyes de acuerdo con la raza terrestre. Las princesas son la descendencia de los reyes, y aquel que es más digno de ser rey, es un rey mayor que el resto24. El sol, que está más cerca de Dios que la luna, es mayor y más fuerte que ella, y ella está sujeta a él tanto en rango como en poder. 

El reyes el último de los Dioses y el primero de los hombres. Mientras dure su estancia en la tierra, su parte divina está escondida, pero posee algo que lo distingue de los otros hombres y lo aproxima a Dios. El alma que hay en él procede de una región más elevada que aquella de la que provienen las almas de los hombres comunes. Las almas destinadas a reinar sobre la tierra descienden allí por dos motivos. Hay aquellas que en vidas anteriores han vivido sin tacha, y que merecen la apoteosis; para ellos esta realeza es una preparación para el estado divino. De nuevo, hay almas sagradas que, por algún leve incumplimiento de la ley interior y divina, reciben con la realeza una penitencia donde el sufrimiento y la pena de la encarnación están mitigados. La condición de estos es tomar un cuerpo que no se parece al de los otros; son tan bendecidas como cuando eran libres25.
Respecto a las características de estos reyes, la variedad no está en sus almas, porque todas son reales, sino que se debe a la naturaleza de los ángeles y de los genios que los asisten. Porque las almas destinadas a estos cargos no están sin ministerio y compañía. La justicia celestial, incluso cuando los ha exiliado de la morada de los Bendecidos, los trata como corresponde a su naturaleza. Cuando, entonces, Oh hijo mío Horus, los ángeles del Señor y los genios designados son belicosos, el alma a su cargo toma este carácter, olvidándose del suyo propio, o más bien dejándolo aparte hasta un futuro cambio de condición. Si los ángeles de la guardia son de un orden noble, entonces el alma sigue sus pasos en paz; si son amigos de juzgar, entonces el alma juzga; si son músicos, entonces el alma canta; si aman de verdad, entonces el alma es filósofa. Así pues las almas siguen por fuerza las enseñanzas de sus guardianes; cayendo en cuerpos humanos predicen su estado real, y mientras están exiliados de él se aproximan alas inteligencias por las que han sido encarnadas.
Tu explicación es completa, madre mía, dijo Horus, pero no me has informado todavía sobre de qué manera nacen las almas nobles.
Hay en la tierra, Oh hijo mío, diferentes cargos. Lo mismo sucede entre las almas; ocupan diferentes puestos, y el alma que surge de una esfera más elevada es más noble que el resto, incluso como el que es libre entre los hombres, es más noble que el esclavo. Las almas elevadas y reales son necesariamente los maestros de los hombres.
¿Cómo nacen las almas, hombres o mujeres? Las almas, hijo mío Horus, son todas iguales en naturaleza, ya que vienen de una región donde el Creador las ha formado. No hay entre ellos ni hombres ni mujeres; esta distinción existe sólo en los cuerpos, y no entre los seres incorpóreos. Pero algunas son más energéticas, otras más suaves; y estas pertenecen al aire en que se forman todas las cosas. Porque un cuerpo etéreo envuelve el alma; en él están los elementos de la tierra, el agua, el aire y el fuego. Entre las mujeres esta combinación contiene más de frío y humedad que de sequedad y calor, y el alma que está envuelta allí es acuosa y está predispuesta a la blandura. Lo contrario sucede entre los hombres; su envoltura contiene más de sequedad y calor, menos de frío y humedad; así en cuerpos tan formados las almas manifiestan más vivacidad y energía.
¿Y cómo, Oh madre mía, nacen las almas de los sabios?
E Isis contestó: El órgano de la visión está envuelto en túnicas. Cuando estas túnicas son gruesas y densas, la vista es opaca; cuando son buenas y sutiles, la vista es penetrante. Lo mismo sucede con el alma; ella también tiene sus coberturas, incorpóreas como ella misma. Estas coberturas son los aires interiores; cuando son sutiles, claras, y transparentes, entonces el alma es perspicua; cuando, por el contrario, son densas, gruesas y ampulosas, entonces ella no puede ver lejos, y sólo discierne, como en tiempo nublado, aquello que está justo delante de sus pasos.
Y Horus dijo: ¿Por qué razón, madre mía, son las almas de los hombres que no son de nuestro país sagrado menos abiertas que las almas de los que pertenecen allí?
E Isis contestó26: La tierra está situada en medio del universo como un hombre estirado sobre su espalda y contemplando el cielo, y las varias regiones de la tierra corresponden a los diferentes miembros de los hombres. La tierra vuelve su mirada hacia el cielo como hacia su padre, siguiendo en sus cambios los cambios de los cielos. Su cabeza permanece al sur, su hombro derecho al este, el izquierdo está vuelto hacia el viento de Libia, sus pies están bajo la constelación del Oso, el derecho bajo la cola, y el izquierdo bajo la cabeza del Oso; su lomo está bajo las regiones del cielo más cercanas al Oso; la mitad de su cuerpo está bajo el centro del cielo. Contempla como prueba de estas cosas, como aquellos que habitan en el Sur tienen un semblante hermoso y pelo abundante; mientras que los orientales tienen manos fuertes en el conflicto y preparadas para el arco, pues son diestros; los occidentales son fuertes y luchan con la mano izquierda, atribuyendo al lado izquierdo las funciones que pertenecen en otros al derecho; aquellos que habitan bajo el Oso se distinguen por los atributos de sus pies, y la belleza de sus piernas; aquellos que habitan más allá del Oso en el clima de Italia y de Grecia destacan por la belleza de sus lomos, y de ahí su tendencia a preferir machos. Esta parte del cuerpo como también es más blanca que el resto, produce hombres de color más blanco. La región santificada de nuestros ancestros está en medio de la tierra, y como la mitad del cuerpo humano es el asiento del corazón, y el corazón del alma, este es el motivo, hijo mío, por el que el hombre de esta tierra, además de todas las cualidades que posee en común, también tiene una inteligencia y sabiduría superior, porque el corazón de la tierra le conduce y le nutre.
Además, hijo mío, el Sur es el almacén de las nubes; es allí donde se reúnen, y allí, según se dice, fluye nuestro río (el Nilo), cuando el frío es abundante. Ahora, donde las nubes descienden, el aire se convierte en más grueso y se llena de vapores que se expanden como un velo no sólo sobre la vista, sino también sobre la inteligencia. El Este, hijo mío Horus, está continuamente perturbado y brillando bajo el amanecer, como lo está el oeste por el anochecer; entonces, aquellos que habitan en estas regiones pueden difícilmente preservar una percepción clara. El Norte, mediante su temperatura glacial, espesa la mente igual que lo hace con el cuerpo.
Sólo la tierra central, clara y serena, está favorecida al igual que aquellos que la habitan. Da a luz en perpetua tranquilidad, adorna y completa a sus crías, lucha sola contra todos los otros, triunfa, y como un gobernador valioso comparte con los vencidos los frutos de la victoria.
Explícame más, mi augusta Madre, que es lo que causa en los hombres vivos durante largas enfermedades, una alteración del discernimiento, de la razón, incluso del alma misma.
E Isis contestó: Entre los animales hay aquellos que tienen afinidad con el fuego, otros con el agua, otros con la tierra, otros con el aire, otros otra vez con dos o tres elementos, o con los cuatro. O, de forma inversa, algunos sienten antipatía por el fuego, otros por el agua, otros por la tierra, otros por el aire, o de nuevo, por dos, tres o los cuatro elementos. Así, la langosta y toda clase de insectos huyen del fuego; el águila, el halcón, y otros pájaros de vuelo temen el agua; los peces tienen terror del aire y la tierra; la serpiente aborrece el aire abierto, y como todas las criaturas que se arrastran adoran el suelo; todos los peces se deleitan en lo profundo, los pájaros en el aire donde pasan su vida; aquellos que vuelan más alto se deleitan en el fuego (o el sol) y viven en sus inmediaciones. Hay incluso ciertas criaturas que se retozan en el fuego, como las salamandra s que tienen su morada en él. Los elementos envuelven el cuerpo, y cada alma que habita un cuerpo está abrumada y encadenada por los cuatro elementos; entonces, es natural que el alma tenga afinidad con ciertos elementos y aversión por otros, por lo que no puede gozar de una perfecta felicidad. Sin embargo, como el alma es de origen divino, lucha y medita incluso bajo esta cobertura corporal; pero sus pensamientos no son lo que serían si estuvieran libre del cuerpo. Y si el cuerpo estuviera perturbado y molestado por la enfermedad o el terror, el alma misma se agitaría como un hombre en medio de tempestuosas olas.