sábado, 12 de septiembre de 2015

LA GRAN REBELIÓN cap xxi y cap xxii

CAPÍTULO XXI    MEDITACIÓN
En la vida lo único importante es el cambio radical, total y definitivo; lo demás francamente no tiene la menor importancia.

La meditación resulta fundamental cuando sinceramente queremos nosotros tal cambio.

En modo alguno deseamos la meditación intrascendente, superficial y vana.

Necesitamos volvernos serios y dejar a un lado tantas tonterías que abundan por allí en el seudo-esoterismo y seudo-ocultismo barato.

Hay que saber ser serios, hay que saber cambiar si es que en realidad de verdad no queremos fracasar en el trabajo esotérico.

Quien no sabe meditar, el superficial, el intonso, jamás podrá disolver el Ego; será siempre un leño impotente entre el furioso mar de la vida.

Defecto descubierto en el terreno de la vida práctica, debe ser comprendido profundamente a través de la técnica de la meditación.

El material didáctico para la meditación se encuentra precisamente en los distintos eventos o circunstancias diarias de la vida práctica, esto es incontrovertible.

Las gentes siempre protestan contra los eventos desagradables, nunca saben ver la utilidad de tales eventos.

Nosotros en vez de protestar contra las circunstancias desagradables, debemos extraer de las mismas, mediante la meditación, los elementos útiles para nuestro crecimiento anímico.

La meditación de fondo sobre tal o cual circunstancia agradable o desagradable, nos permite sentir en sí mismos el sabor, el resultado.

Es necesario hacer una plena diferenciación psicológica entre lo que es el sabor trabajo y el sabor vida.

En todo caso, para sentir en sí mismos el sabor trabajo, se requiere inversión total de la actitud con que normalmente se toman las circunstancias de la existencia.

Nadie podría gustar del sabor trabajo en tanto cometiera el error de identificarse con los diversos eventos.

Ciertamente la identificación impide la debida apreciación psicológica de los eventos.

Cuando uno se identifica con tal o cual acontecimiento, en modo alguno logra extraer del mismo los elementos útiles para el auto-descubrimiento y crecimiento interior de la conciencia.

El trabajador Esoterista que regresa a la identificación después de haber perdido la guardia, vuelve a sentir el sabor vida en vez del sabor trabajo.

Esto indica que la actitud psicológica invertida antes, ha vuelto a su estado de identificación.

Cualquier circunstancia desagradable debe ser reconstruida por medio de la imaginación consciente a través de la técnica de la meditación.

La reconstrucción de cualquier escena nos permite verificar por sí mismos y en forma directa la intervención de varios yoes participantes en la misma.

Ejemplos: Una escena de celos amorosos; en ella intervienen yoes de ira, celos y hasta odio.

Comprender cada uno de estos yoes, cada uno de estos factores, implica de hecho profunda reflexión, concentración, meditación.

La marcada tendencia a culpar a otros es óbice, obstáculo para la comprensión de nuestros propios errores.

Desgraciadamente resulta tarea muy difícil destruir en nosotros la tendencia a culpar a otros.

En nombre de la verdad hemos de decir que nosotros somos los únicos culpables de las diversas circunstancias desagradables de la vida.

Los distintos eventos agradables o desagradables existen con nosotros o sin nosotros y se repiten mecánicamente en forma continua.

Partiendo de este principio, ningún problema puede tener una solución final.

Los problemas son de la vida y si hubiese una solución final la vida no sería vida sino muerte.

Entonces puede haber modificación de las circunstancias y de los problemas, mas nunca dejarán de repetirse y jamás tendrán una solución final.

La vida es una rueda que gira mecánicamente con todas las circunstancias agradables y desagradables, siempre recurrente.

No podemos detener la rueda, las circunstancias buenas o malas se procesan siempre mecánicamente, únicamente podemos cambiar nuestra actitud ante los eventos de la vida.

Conforme nosotros aprendamos a extraer el material para la meditación de entre las mismas circunstancias de la existencia, nos iremos auto-descubriendo.

En cualquier circunstancia agradable o desagradable existen diversos yoes que deben ser comprendidos íntegramente con la técnica de la meditación.

Esto significa que cualquier grupo de yoes interviniendo en tal o cual drama, comedia o tragedia de la vida práctica, después de haber sido comprendido integralmente deberá ser eliminado mediante el poder de la Divina Madre Kundalini.

A medida que hagamos uso del sentido de la observación psicológica, este último se irá también desarrollando maravillosamente. Entonces podremos percibir interiormente no solamente a los yoes antes de haber sido trabajados, sino también durante todo el trabajo.

Cuando estos yoes son decapitados y desintegrados, sentimos un gran alivio, una gran dicha.


CAPÍTULO XXII  RETORNO Y RECURRENCIA

Un hombre es lo que su vida: si un hombre no trabaja su propia vida, está perdiendo el tiempo miserablemente.

Solo eliminando los elementos indeseables que en nuestro interior cargamos, podemos hacer de nuestra vida una obra maestra.

La muerte es el regreso al principio de la vida, con la posibilidad de repetirla nuevamente en el escenario de una nueva existencia.

Las diversas escuelas de tipo pseudo-esoterista y pseudo-ocultista sostienen la teoría eterna de las vidas sucesivas, tal concepto está equivocado.

La vida es una película; concluida la proyección, enrollamos la cinta en su carrete y nos la llevamos para la eternidad.

El reingreso existe, el retorno existe; al volver a este mundo proyectamos sobre el tapete de la existencia la misma película, la misma vida.

Podemos sentar la tesis de existencias sucesivas; más no de vidas sucesivas porque la película es la misma.

El ser humano tiene un tres por ciento de esencia libre y un noventa y siete por ciento de esencia embotellada entre los yoes.

Al retornar el tres por ciento de esencia libre impregna totalmente al huevo fecundado; incuestionablemente continuamos en la semilla de nuestros descendientes.

Personalidad es diferente; no existe ningún mañana para la personalidad del muerto; esta última se va disolviendo lentamente en el panteón o cementerio.

En el recién nacido solo se haya reincorporado el pequeño porcentaje de esencia libre; esto da a la criatura auto-conciencia y belleza interior.

Los diversos yoes que retornan dan vueltas alrededor del recién nacido, van y vienen libremente por doquiera, quisieran meterse dentro de la maquina orgánica más esto no es posible en tanto no se haya creado una nueva personalidad.

Conviene saber que la personalidad es energética y que se forma con la experiencia a través del tiempo.

Escrito está que la personalidad ha de crearse durante los primeros siete años de la infancia y que posteriormente se robustece y fortifica con práctica.

Los yoes empiezan a intervenir dentro de la máquina orgánica poco a poco a medida que la nueva personalidad se va creando.

La muerte es una resta de quebrados, terminada la operación matemática lo único que continúa son los valores (esto es los yoes buenos y malos, útiles e inútiles, positivos y negativos).

Los valores en la luz astral se atraen y repelen entre sí de acuerdo con las leyes de la imantación universal.

Nosotros somos puntos matemáticos en el espacio que servimos de vehículos a determinadas sumas de valores.

Dentro de la humana personalidad de cada uno de nosotros existen siempre estos valores que sirven de basamento a la ley de Recurrencia.

Todo vuelve a ocurrir tal como sucedió mas el resultado o consecuencia de nuestras acciones precedentes.

Como quiera que dentro de cada uno de nosotros existen muchos yoes de vidas precedentes, podemos afirmar en forma enfática que cada uno de aquellos es una persona distinta.

Esto nos invita a comprender que dentro de cada uno de nosotros viven muchísimas personas con distintos compromisos.

Dentro de la personalidad de un ladrón existe una verdadera cueva de ladrones; dentro de la personalidad de un homicida existe todo un club de asesinos; dentro de la personalidad de un lujurioso existe una casa de citas; dentro de la personalidad de cualquier prostituta existe todo un prostíbulo.

Cada una de esas personas que dentro de nuestra propia personalidad cargamos, tiene sus problemas y sus compromisos.

Gente viviendo dentro de la gente, personas viviendo dentro las personas; esto es irrefutable, irrebatible.

Lo grave de todo esto es que cada una de esas personas o yoes que dentro de nosotros vive, viene de antiguas existencias y tiene determinados compromisos.

El yo que en la pasada existencia tuvo una aventura amorosa a la edad de los treinta años, en la nueva existencia aguardará tal edad para manifestarse y llegado el momento buscará a la persona de sus ensueños, se pondrá en contacto telepático con la misma y al fin vendrá el reencuentro y la repetición de la escena.

El yo que a la edad de cuarenta años tuvo un pleito por bienes materiales, en la nueva existencia aguardará tal edad para repetir la misma comidilla.

El yo que a la edad de veinticinco años se peleó con otro hombre en la cantina o en el bar, aguardara en la nueva existencia la nueva edad de veinticinco años para buscar a su adversario y repetir la tragedia.

Se buscan entre sí los yoes de uno y otro sujeto mediante ondas telepáticas y luego se reencuentran para repetir mecánicamente lo mismo.

Esta es realmente la mecánica de la Ley de Recurrencia, esta es la tragedia de la vida.

A través de millares de años los diversos personajes se reencuentran para revivir los mismos dramas, comedias y tragedias.

La humana persona no es más qué una máquina al servicio de estos yoes con tantos compromisos.

Lo peor de toda esta cuestión es que todos estos compromisos de la gente que llevamos en nuestro interior se cumplen sin que nuestro entendimiento tenga previamente alguna información.

Nuestra personalidad humana en este sentido parece un carro arrastrado por múltiples caballos.

Hay vidas de exactísima repetición, recurrentes existencias que nunca se modifican.

En modo alguno podrían repetirse las comedias, dramas y tragedias de la vida sobre la pantalla de la existencia, sino existiesen actores.

Los actores de todas estas escenas son los yoes que en nuestro interior cargamos y que vienen de antiguas existencias.

Si nosotros desintegramos a los yoes de la ira, las escenas trágicas de la violencia concluyen inevitablemente.

Si nosotros reducimos a polvareda cósmica a los agentes secretos de la codicia, los problemas de la misma finalizarán totalmente.

Si nosotros aniquilamos a los yoes de la lujuria, las escenas del prostíbulo y de la morbosidad finalizan.

Si nosotros reducimos a cenizas a los personajes secretos de la envidia, los eventos de la misma concluirán radicalmente.

Si nosotros matamos a los yoes del orgullo, de la vanidad, del engreimiento, de la auto-importancia, las escenas ridículas de estos defectos finalizarán por falta de actores.

Si nosotros eliminamos de nuestra psiquis los factores de la pereza, de la inercia y de la flojera, las horripilantes escenas de esta clase de defectos no podrán repetirse por falta de actores.

Si nosotros pulverizamos los yoes asqueantes de la gula, de la glotonería, finalizarán los banquetes, las borracheras, etc. por falta de actores.

Como quiera que estos múltiples yoes se procesan lamentablemente en los distintos niveles del ser, se hace necesario conocer sus causas, su origen y los procedimientos Crísticos que finalmente habrán de conducirnos a la muerte del mí mismo y a la liberación final.

Estudiar al Cristo íntimo, estudiar el esoterismo Crístico es básico cuando se trata de provocar en nosotros un cambio radical y definitivo; esto es lo que estudiaremos en próximos capítulos.

 V.M. SAMAEL AUN WEOR.

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