Pregunta de un Estudiante.- ...En alguna ocasión,
la desintegración de un defecto, bajo sus procesos de comprensión
principalmente, porque ese es el punto que más nos tiene a nosotros
"atajados"... Y es lógico que aquí, ya aparte de esa cuestión, nos
anima un anhelo terrible a esta juventud de la República Dominicana, por
luchar, por propagar la Gnosis por los cuatro costados de nuestro país, e
inclusive estamos haciendo esfuerzos terribles para llevar a nuestro hermano
gnóstico, misionero internacional, E.V.Q., a España, y si es posible enviar
otro misionero, o él mismo si es posible también, a países más lejanos, y
nosotros le costeamos el viaje y su manutención por allá. De todos modos, le
voy a dejar entonces el micrófono al Venerable Maestro Samael, para que nos de
respuesta en eso que se llama la comprensión absoluta del "Ego", eso
que no entendemos cuando se dice: "Aprehender el hondo significado de un
defecto", que es ahí donde estamos "agarrados". Venerable
Maestro lo dejo...
Respuesta del Maestro.- Bueno, hemos escuchado la
palabra de nuestro hermano dominicano, y francamente sí, me ha sorprendido la
pregunta, tremendamente. Me ha sorprendido por el hecho mismo de qué ya escribí
tres libros sobre lo mismo. El primero, pues: El Misterio del Áureo Florecer;
el segundo, con una didáctica exacta sobre la disolución del "Ego":
Tratado de Psicología Revolucionaria; y el tercero, el que acaba de salir: La
Gran Rebelión.
Así pues, que al escuchar esta pregunta no pude
menos de sorprenderme, ¿no? ¿O es que tal vez, los hermanos de la República de
Puerto Rico, no han conocido estas tres obras? ¿Sí las han conocido?
Estudiante.- Venerable Maestro: las obras las hemos
estudiado, e inclusive sé que muchos de nosotros estamos llevándolas a la
práctica, pero hay cuestiones, hay todavía unos hilitos, unos puntos, que no
logramos captar claramente; ese es el gran problema. Porque por ejemplo, yo sé
-hablando, digo, en nombre de todos-, hemos trabajado en ciertos defectos, los
estudiamos, mejor dicho, los captamos, tratamos de estudiarlos, tratamos de
aprehender el hondo significado, y luego, los que somos casados, los trabajamos
con el Arcano A.Z.F. Pero aún queda dentro de nosotros cierta inquietud,
cierta, vamos a decir, inseguridad de si estamos trabajando bien o mal esos
defectos que ya, más o menos, hemos estudiado. Queremos que usted nos ilustre
con un ejemplo especifico, no importa cual sea, de la desintegración de
cualquier defecto...
Respuesta del Maestro.- ¡Claro!, y ahora mismo voy
a acabar de ilustrarlos. Hoy cité parte de una experiencia vivida, pero ahora
quiero comentarla o narrarla, en forma completa.
Hace muchísimos años atrás, en verdad -voy a
repetir narración y ampliación de lo que ya narré en la reunión que tuvimos
aquí, hace un rato-, fracasaba en todas las pruebas en relación con la
castidad. Sucedía que en el mundo físico había logrado completo control de los
sentidos y de la mente, en forma tan educada que nunca leía, por ejemplo, una
revista pornográfica, jamás observaba un cuadro pornográfico; aprendí a mirar
al sexo opuesto de la cintura hacia arriba, sin detenerme jamás a observar la
forma de las pantorrillas o cosas por estilo que les encanta mirar a los
varones tan detenidamente -y para ser más franco: tan perversamente-. Así que
mis sentidos estaban absolutamente educados, pues si ustedes observan la forma
como manejo yo la vista, se darán cuenta que está educada. Naturalmente que en
estas condiciones, pues la castidad era absoluta en cuanto al mundo físico se
refiere. Eduqué también la palabra en forma extraordinaria; no dejaba fluir en
el verbo ninguna palabra lujuriosa o de doble sentido, etc. Así todo era
correcto, pero en los Mundos Superiores de conciencia cósmica, la cuestión estaba
¡muy grave!, ¡gravísima! Me sometieron a pruebas rigurosas de castidad, ¡y
fallaba! A pesar de todos mis sistemas de controles psicológicos, a pesar de
todos mis judos psicológicos, a pesar de todas mis técnicas, bastaba con que me
pusieran por ahí una escoba vestida con faldas, para que inmediatamente
"le caminara"; ya podía ser una pobre vieja bien horrible, ¡no
importaba!; lo importante era que tuviera faldas. ¡Estaba grave la cosa! Me
sentí muy triste.
Apelé al sistema aquel de Krishnamurti, de comprensión
integral y discernimiento. El sistema de meditación era profundo, trataba de
discernir el proceso de la lujuria, el proceso del deseo; quería comprender
para poder eliminar, mas todo resultaba inútil. Después de un día de terrible
trabajo sobre mí mismo, volví a fallar en las pruebas de la castidad. Por
tanto, digo, sufría espantosamente. Les digo que hasta me disciplinaba
rigurosamente... Llegó el punto de hasta llegar a azotarme. Sí, agarrar un
látigo y darme yo, á mí mismo, castigando a la bestia. Pero aquella pobre
bestia resultó más fuerte que el látigo, y ni el látigo valía. Así que no me
quedó más remedio que sufrir.
¡Bueno! Un día de esos tantos, estaba acostado en
el suelo, en decúbito dorsal, con la cabeza hacia el Norte, sumergido en
profunda meditación, con la intención de poder discernir el proceso de la
lujuria en todos los niveles de la mente; un sistema completamente
krishnamurtiano, -es claro, con el sistema aquél, terrible también, de
monasterio, de llegar hasta a azotarme, me volví flaco y horrible; no tenía
relación sexual de ninguna especie, de manera que la abstención era absoluta.;
en tales condiciones, era como para haber salido victorioso en todas las
pruebas de castidad, mas ¡todo era inútil!-. Acostado como estaba, repito, en decúbito
dorsal, con la cabeza hacia el Norte, en profunda meditación, hubo de acaecerme
algo insólito. ¡Fue terrible, aquello! La concentración se hizo demasiado
profunda y entonces abandoné el cuerpo físico. Ya fuera de la forma densa, me
vi en un elegante apartamento; ¡no en un templo, precisamente!, ¡ni en algún
monasterio, con viejos clérigos flacos y asépticos! ¡Nada de eso!; en un
elegante apartamento, adorando a una dama, abrazándola ardientemente y
cincuenta mil cosas por el estilo. ¡Todo sucedió en segundos!
Cuando regresé al cuerpo físico, me sentí
totalmente defraudado; y que me dispense el señor Krishnamurti, que tenga la
bondad de dispensarme -porque es un Maestro, y yo no estoy en contra de ningún
Maestro-, pero, francamente, me sentí defraudado con su sistema; no me dio
resultado. Quedé en un estado de confusión -tal vez en el estado en que tú
estás ahora en relación con la disolución del "Ego"-, ¡Así quedé yo!
¡Ni para adelante ni para atrás! Total: cero. ¿Qué hacer? La cosa fue grave.
(¡No hallaba que hacer!) Sencillamente, estaba defraudado; todos los sistemas
me habían fallado. Afortunadamente fui asistido:
Al llegar al Templo encontré a un Guardián de la
Esfinge; allí estaba, ante la puerta... Me alegré mucho, porque lo conozco, es
un viejo amigo mío... Mirándome fijamente, dijo:
-"De todos los hermanes..., -o digo, repito-,
de entre un grupo de hermanos que trabajaron en la Novena Esfera, y que después
de haber trabajado en la Novena Esfera se presentaron en este Templo, tú eres
el más adelantado, pero ahora estáis estancado".
¡Claro!, semejantes palabras me llenaron de pavor.
¡Yo luchando por progresar y me sale el Guardián con esas! ¡Válgame Dios y
Santa María! Y todo por culpa de las pobres viejas... Entonces, le contesté:
-"Bueno, pero por favor, dígame por qué motivo
estoy ahora estancado..."
-"Porque te falta amor"-continuó-.
Mi sorpresa llegó ya al colmo, pues yo consideraba
que estaba amando a la humanidad, y así se lo dije:
-"He escrito libros, trabajo por la humanidad,
¿cómo es eso de que me falta amor? ¿Si no es acaso por amor que estoy
trabajando...?".
-"Te habéis olvidado de tu madre. Eres un hijo
ingrato, y el hijo ingrato no progresa en estos estudios".
Esto fue peor todavía; ¿yo, un hijo ingrato? ¿yo,
que quería tanto a mi pobre madrecita y ahora resulto ingrato? ¡Para colmo de
los colmos! ¿Y que me haya olvidado de ella? No, yo no me he olvidado; lo que
pasó fue que se desencarnó... ¿Y cómo le hago ahora para encontrarla en el
mundo físico? Todas esas cosas se me vinieron a la mente. Sin embargo, entré al
Templo y él no me cerró el paso. Ya dentro del Templo, continuó:
-"Te estoy diciendo esto para tu bien.
¡Compréndelo! ¡Debes buscar a tu madre!".
-"Bueno -le dije-, pero si ya se murió. ¿Dónde
la voy yo a buscar? ¿Dónde está mi madre?".
-"¿No té habéis dado cuenta de lo que te estoy
diciendo? -continuó el Guardián- ¿No quieres comprenderlo? ¿Cómo es eso que me
preguntas dónde está tu madre? ¿No sabes, acaso, dónde está tu madre? ¿Es
posible que un hijo no sepa dónde está su madre?"
-"Pues, francamente no; no sé".
-"Se lo digo para su bien"- respondió-.
-"Bueno, voy a tratar de comprender qué es lo
que tú me quieres decir..."
Me despedí del Guardián... Pasaron algunos días y
yo no acertaba a entender esto. ¿Cómo es eso que yo busque a mi mamá? ¡Pero si
ya se murió! ¿Dónde la voy a buscar? ¡Bueno!, cincuenta mil conjeturas tenía en
mi pobre cerebro, hasta que al fin, un día de esos tantos, se me encendió por
aquí un foquito y entonces comprendí: "¡Áaaaahhh!... -dije-. Se refiere el
Guardián del Templo a mi Divina Madre, Kundalini, la Serpiente Ígnea de
nuestros mágicos poderes... ¿Ya lo sé!... Voy a concentrarme en Ella".
Me acosté otra vez en decúbito dorsal, con la
cabeza hacia el Norte, el cuerpo relajado, en profunda meditación interior...,
pero orando a mi Divina Madre Kundalini... Yo oraba, pero de cuando en cuando
me surgía la preocupación aquella: "¡Como no vaya a resultar en otro
apartamento!... ¡Válgame Dios!". Así estaba con la preocupación. Y la
concentración era cada vez más tremenda. De pronto, Ella, Devi Kundalini
Shakti, me sacó de entre el cuerpo físico y me llevó a Europa, a París. Una vez
en esa ciudad, me condujo ante un gran Palacio del Karma. El salón de
audiencias estaba lleno de gentes. Algunos policías me acompañaban; Señores de
la Ley. Dije: "¡Vaya, vaya, vaya, en las que me metí yo, por estar en
estas cosas!".
Y aquella policía avanzó conmigo por el centro del
salón, hasta la mesa donde estaban los Jueces. Uno de ellos, el que estaba en
el centro de la mesa, abrió un gran libro y me leyó algunas diabluras que yo
había hecho en mis épocas de bodhisattva caído, por allá en la Edad Media, en
las épocas en que la Inquisición católica quemaba viva a la gente en las
hogueras. Ya no me acordaba de semejantes diabluras; diabluras de don Juan
Tenorio y sus secuaces... ¡Bien! Leyó el libro aquel hombre, leyó el Karma
-ciertas malas acciones románticas, por cierto; sí- y entonces... ¡Me condenó a
pena de muerte!... "Uuuuú...,¡la cosa está peor! -dije- ¡Ahora, sí, de
nada me valió haber trabajado por los hermanitos allá en el mundo físico! ¡Vea,
vea, vea, a las que he venido a parar!".
Aguardé a ver qué más pasaba... ¡Llama a un
verdugo! -de la Ley; de esos Verdugos Cósmicos sé que habían dos en el antiguo
Egipto de los faraones-; llama a uno y le dice, le da la orden de que me
ejecute inmediatamente. Yo, ¡pobre tonto!, parado ahí, ante semejantes Señores
tan terribles, ¿qué podía hacer? El Verdugo desenvaina la espada flamígera -el
Verdugo Cósmico; porque hay Verdugos Cósmicos-, y avanza hacia mí con la espada
desenvainada. ¡Bueno!, ese fue un momento en que, francamente, me sentí
totalmente defraudado. En cuestión de milésimas de segundo pensé tantas cosas.
Me dije a mí mismo: "¡Tanto como he sufrido en la vida, luchando por la
humanidad, luchando por mí mismo, escribiendo libros, dictando conferencias!, y
ahora, y éste es el resultado? ¡Qué dolor! -dije- ¡Vaya, vaya, vaya, en lo que
he venido a parar! ¿De nada me sirvió entonces haber luchado tanto por la
humanidad?". Me sentí completamente ¡de-frau-da-do!
El Verdugo aquel avanzaba despacio y con la espada
desenvainada; un hombre corpulento, fuerte. Cuando ya me iba a atravesar con la
espada, siento de pronto algo que se mueve dentro de mí mismo. "¿Qué será?
-pensé-. Y en ese momento vi que una criatura monstruosa salía de mí por las
treinta y tres puertas de la espina dorsal. La observé detalladamente: era un
"Yo", el "Yo" de la lujuria, un agregado psíquico que yo
mismo había creado por un error de tipo romántico y sexual, por allá en la Edad
Media, y ahora me encontraba cara a cara con mi propia creación.
El monstruo aquel tomó la forma de una bestia, de
un caballo; pero algo insólito acaece, sucede: el Verdugo en vez de seguir
apuntando contra mí su espada, la dirige ahora hacia el caballo ese, hacia la
bestia esa. Entonces vi con asombro cómo aquella bestia, de cabeza, se lanzaba
al Tartarus, a los mundos infiernos; el Guardián (el Verdugo), la había pasado
al Reino de Plutón, para que allí se desintegrara. ¡Claro!, quedé libre de
semejante agregado psíquico infernal, y cuando se me sometió a nuevas pruebas
en materia de castidad, salía victorioso, y seguí saliendo victorioso y nunca
volví a fallar; desde entonces logré la completa castidad.
¡Bien!, como quiera que me dio resultado formidable
el trabajo con la Divina Madre Kundalini, dije: Este es el sistema para
desintegrar los "yoes". Seguí trabajando entonces con la Divina Madre
Kundalini sobre distintos "yoes", es decir, sobre distintos agregados
psíquicos, y pude verificar por mí mismo, mediante el sentido de la
auto-observación psicológica, cómo Ella los trabajaba, y cómo iba desintegrando
tan extraordinariamente los distintos elementos inhumanos que en nuestro
interior cargamos. Así que, el camino para lograr la desintegración del
"Ego" se logra con la Divina Madre Kundalini Shakti.
Más tarde en el tiempo, llegué a la conclusión de
que dentro de nosotros existe una Luna psicológica con dos caras: la visible, y
la oculta. Tal como en el firmamento hay una Luna con dos caras, también la hay
dentro de nosotros mismos, en el sentido psicológico. La cara visible de la
Luna psicológica se relaciona con los agregados psíquicos, o defectos, que a
simple vista resaltan; mas hay defectos psicológicos que no salen a la
superficie y que uno mismo ignora, y que están -dijéramos- colocados o ubicados
en la parte oculta de la Luna psicológica. Trabajando con la Madre Divina
Kundalini, sin contacto sexual, conseguí desintegrar los defectos de la cara
visible de la Luna psicológica. Después, tuve que encontrarme cara a cara con
la Iniciación de Judas: la Pasión por el Señor. Al llegar a esas alturas
descubrí que hay defectos psicológicos, agregados psíquicos tan antiguos, tan
imposibles de poder desintegrar, que se necesita apelar a la Novena Esfera,
bajar a la Fragua Encendida de Vulcano.
Así lo hice; bajé a la Novena Esfera a trabajar, y
logré mediante la electricidad sexual transcendente, sabiamente dirigida por la
Divina Madre Kundalini, desintegrar muchísimos agregados psíquicos que ignoraba;
que los tenía, pero que jamás creía que los tenía; que si alguien me hubiera
dicho: "Tú tienes tal defecto", pues francamente, yo no se lo hubiera
aceptado. Así que en verdad, conocí todo eso. Como resultado de estos estudios,
de estos trabajos, escribí la obra titulada: El Misterio del Áureo Florecer;
después escribí: Psicología Revolucionaria; luego: La Gran Rebelión...
Todo lo que se necesita es, dijéramos, observarnos
a sí mismos de instante en instante. Las gentes aceptan fácilmente que tienen un
cuerpo físico, porque lo pueden tocar, porque lo pueden ver físicamente, mas
son muchos los que no quieren entender que tienen una psicología particular,
individual. Cuando uno acepta que tiene una psicología, de hecho comienza a
auto-observarse; cuando uno comienza a auto-observarse, incuestionablemente se
convierte, por tal motivo, en una persona completamente diferente.
Mediante la auto-observación psicológica, de
instante en instante, de momento en momento, descubre uno sus propios defectos
psicológicos; éstos afloran espontáneamente durante la interrelación. Si
estamos alertas y vigilantes como el vigía en época de guerra, entonces los
vemos. Defecto descubierto debe ser comprendido íntegramente en todos los
niveles de la mente.
Uno comprende un defecto a través de la técnica de
la meditación; ahora, llegar a la honda significación de tal defecto, no es
cuestión de principiantes, eso es para gentes que ya están trabajando con la
parte oculta de la Luna psicológica. Conténtense ustedes con comprenderlo, y
eso es todo. Ya comprendido, entonces pueden invocar a Devi Kundalini, su
Divina Madre Cósmica, para que Ella lo desintegre. Varias sesiones de trabajo
serán necesarias para la desintegración de tal o cual defecto psicológico; a
veces gasta uno unos días, otras veces meses para poder llegar a desintegrar un
defecto.
Ahora bien, se hace más fácil la desintegración
cuando el trabajo se realiza en la Novena Esfera, porque el poder de Devi
Kundalini es reforzado con la electricidad sexual transcendente; así, un
defecto que hubiera uno podido desintegrar en seis meses o un año de trabajo,
puede desintegrarlo en un mes o en quince días, o en una semana, en la Novena
Esfera. Ahí hay que clamar a Devi Kundalini para que Ella pulverice tal o cual
error.
Les estoy a ustedes hablando sobre la base de la
experiencia psicológica; yo sufrí mucho durante treinta años desintegrando, por
ejemplo, los defectos psicológicos de la parte visible de la Luna psicológica,
y mucho sufrí también trabajando con la parte oculta de la Luna psicológica,
pero lo logré; en nombre de la verdad no poseo ya los agregados psíquicos
inhumanos, ahora habla aquí, ante ustedes, el Ser y nada más que el Ser, mis
pensamientos no brotan pues del fondo de ningún "Yo", porque no tengo
"yoes"; habla para ustedes directamente el Ser, y eso es todo...
Que sigan las preguntas, pues, porque debemos
responder a todos; y me perdonan tanto el "pues", porque resulta que
aquí estamos en la tierra del "pues": Guadalajara, Jalisco...
Pregunta de un Estudiante.- Desde hace veintiséis
años, exactamente desde el día treinta de mayo de mil novecientos cincuenta,
comenzó una crisis en mi mente. Cada vez que me acostaba, el cerebro me quedaba
como en una pesadilla, pero yo podía ver en el mosquitero arañas peludas, ¿verdad?,
y aves con pico largo que venían como a herirme. Hace dos noches exactamente,
ya eso se puso un poco mayor; me sucedió la misma cosa, aquí en el hotel, y
pude ver que salió un señor, que trataba de echarme una cosa por ese oído -yo
estaba luchando con él, eso era en sueños-. Pedí auxilio a un amigo que estaba
en una cama próxima a la mía, y vi a un señor que salió, un mono negro. ¿Podría
usted explicarme a qué se debe eso?
Respuesta del Maestro.- Bueno, hermano, con el
mayor gusto vamos a responder esta pregunta, aunque es de carácter individual.
Espero que las próximas preguntas se relacionen con las organizaciones y forma
de la Gnosis en los países de Estados Unidos, Puerto Rico y Santo Domingo.
Pero, como una excepción, en este caso vamos a dar una respuesta.
Esas arañas son agregados psíquicos que
personifican al escepticismo, al materialismo; nos indican con claridad que en
una pasada existencia fuiste muy escéptico, muy incrédulo; y en esta misma
existencia no has sido tan creyente, que se diga. Como secuencia o corolario,
existen esas horribles arañas en tu mente, creadas por tí mismo. En cuanto a
los pajarracos esos de tan mal agüero, son creaciones también de tu propia
mente, "yoes" del escepticismo, del materialismo. En la presente existencia
que tienes, debes desintegrar esas arañas y esas aves del materialismo mental.
Para el efecto tienes que trabajar muchísimo sobre tí mismo, dedicarte a
trabajar con la Divina Madre Kundalini, rogarle vaya desintegrando esas arañas
y esas aves de tan mal agüero. Tú mismo has hecho esas creaciones; ese es el
resultado del escepticismo y del materialismo.
La fe surgirá en tí cuando destruyas esas horribles
arañas y esos espantosos pajarracos...
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