Hermanos del Movimiento
Gnóstico salvadoreño, hermanos de Honduras, hermanos guatemaltecos y hermanos
de nuestra tierra mexicana: ¡Paz Inverencial!
Hermanos: ustedes están aquí para
escucharme y yo me encuentro aquí, listo para hablarles; entre ustedes y yo
debe haber un intercambio mutuo, entre ustedes y yo debe existir comprensión
creadora, sólo así podremos realmente entender el sentido práctico de la
reunión de esta noche.
¿Cuál es el objeto real de nuestra
existencia? ¿Para qué estamos aquí, por qué? Esto es algo que debemos dilucidar
con claridad meridiana, esto es algo que debemos sopesar, analizar, enjuiciar
serenamente.
Vivimos en el mundo: ¿con qué
objeto? Sufrimos lo indecible: ¿para qué? Luchamos por conseguir eso que se
llama pan, abrigo y refugio, y después de todo ¿qué?, ¿en qué quedan todos
nuestros esfuerzos? Vivir por vivir, trabajar para vivir y luego morir, ¿es
acaso algo maravilloso? En verdad hermanos que se hace necesario comprender el
sentido de nuestra existencia, el sentido del vivir.
Hay dos líneas en la vida, la una
podríamos llamarla "horizontal", la otra "vertical", y
forman cruz dentro de nosotros mismos, aquí y ahora, ni un segundo más
adelante, ni un segundo más atrás. Necesitamos objetivizar un poco estas dos
líneas.
La horizontal comienza con el
nacimiento y termina con la muerte; ante cada cuna existe la perspectiva de un
sepulcro, todo lo que nace debe morir. En la horizontal están todos los procesos
del nacer, crecer, reproducirse, envejecer y luego morir; en la horizontal
están los vanos placeres de la vida, licores, fornicaciones, adulterios, etc.;
en la horizontal está la lucha por el pan de cada día, la lucha por no morir,
por existir bajo la luz del Sol; en la horizontal están todos esos sufrimientos
íntimos de la vida práctica, del hogar, de la calle, de la oficina, etc. Nada
maravilloso puede ofrecernos la línea horizontal.
Más existe otra línea totalmente
diferente: quiero referirme, en forma enfática, a la vertical (antes, como ya
dije, horizontal y vertical forman cruz). Pero esta vertical es interesante, en
esta vertical están los distintos Niveles del Ser, están los poderes
trascendentales y trascendentes del Intimo, en esta vertical están los poderes
esotéricos, los poderes que divinizan, la revolución de la Conciencia, etc. Con
las fuerzas de la vertical podemos nosotros fluir decididamente sobre los
aspectos horizontales de la vida práctica, podemos cambiar totalmente nuestro
propio destino, hacer de nuestra vida algo diferente, algo distinto, pasar a
ser algo totalmente distinto a lo que hemos sido, a lo que somos, a lo que
hemos conocido en esta amarga existencia. Es pues, la vertical, maravillosa,
revolucionaria por naturaleza, pero se necesita tener un poquito de
inquietudes.
Ante todo, me pregunto y pregunto a
todos los aquí presentes: ¿estamos acaso contentos con lo que somos?, ¿quién de
ustedes se siente feliz, en el sentido más completo de la palabra?, ¿quién de
ustedes se siente dichoso? Debemos ser sinceros: ninguno de nosotros puede
decir que se halla en un oasis de bienaventuranza; tenemos inquietudes
terribles, sinsabores, ansiedades, amarguras, sufrimos mucho y nuestro corazón
palpita con intensidad tremenda. Necesitamos salir de este fango en que nos encontramos,
necesitamos de verdad cambiar radicalmente, y esto solamente sería posible si
nosotros apelamos a los poderes trascendentales y trascendentes de la vertical.
Cuando uno, que marcha por la
horizontal, se acuerda de sí mismo, de su propio Ser, cuando se pregunta:
¿quién soy, de donde vengo, para dónde voy, cuál es el objeto de la
existencia?, indubitablemente entra por la vertical, que es la senda de la
revolución, la senda que conduce al Superhombre.
Ha llegado la hora del Superhombre;
el animal intelectual, realmente, no es más que un puente tendido entre el
animal inferior y el Superhombre. Nosotros necesitamos convertirnos en
verdaderos reyes de la creación, en los amos de sí mismos, en señores de todo
lo que es, de todo lo que ha sido, de todo lo que será. Urge un cambio, una
transformación total, surge salir cuanto antes de éste breñal, de este caos en
que nos encontramos, en que nos debatimos miserablemente.
Las leyes
de la Tierra jamás podrían brindarnos a
nosotros la paz; las leyes de la Tierra nunca podrían brindarnos la auténtica
felicidad que transforma radicalmente; las leyes de la Tierra no podrían
brindarnos nunca la libertad. Así pues, es urgente meternos por el camino
vertical que llevamos dentro de nosotros mismos, aquí y ahora. Ha llegado la
hora de la gran revolución, de la revolución psicológica, de la revolución en
marcha, de la revolución que ha de conducirnos hacia el Superhombre.
Hermanos gnósticos aquí reunidos:
los invito a reflexionar sobre el Superhombre, los invito a entrar por esa
senda vertical revolucionaria que los conducirá inevitablemente hacia la
liberación final.
No son ustedes felices, lo sé, y no
serán felices nunca si no recorren con firmeza la senda vertical, no serán
felices mientras no lleguen a la altura del Superhombre, no serán felices en
tanto no liberen la Conciencia del fango doloroso de este mundo, no serán
felices en tanto no experimenten eso que es lo real, eso que no es del tiempo,
eso que es la verdad. Así pues, hermanos que esta noche estáis reunidos, os
invito a la reflexión.
En la senda vertical está la
revolución de la Conciencia: cuando uno admite que tiene una psicología propia,
indubitablemente, comienza a trabajar sobre sí mismo; entonces es obvio que
entra por la senda vertical.
Somos un verdadero enigma para
nosotros mismos, un enigma que hay que descifrar, un enigma que hay que
resolver, un enigma que hay que quebrantar. No nos conocemos, lamentablemente,
aunque creemos que sí nos conocemos; necesitamos ser sinceros consigo mismos,
necesitamos hacerle la disección al mí mismo, al sí mismo, al yo mismo.
Fácilmente se admite que tenemos un
cuerpo físico, provisto de órganos, un organismo, más pocos comprenden de
verdad que tenemos una psicología particular. Cuando uno entiende que tiene una
psicología, comienza a trabajar sobre sí mismo, aquí y ahora; cuando uno
comprende que tiene una psicología, empieza con el proceso de la
autoobservación psicológica. Quien empieza a observarse a sí mismo, se
convierte de hecho en un individuo diferente, distinto a todos, completamente
distinto. Más las gentes tienen tendencia a admitir solamente la cuestión
física, lo tridimensional, el cuerpo denso, porque lo pueden ver, oír, tocar y
palpar; pocos en verdad son aquéllos que sinceramente aceptan tener una
psicología de tipo bien particular. Cuando alguien lo acepta, de hecho comienza
a observarse y esto lo vuelve algo diferente a sus prójimos. Observarse para
conocerse, es lo mejor de lo mejor.
Alguien me decía el otro día, o
hace algún tiempo para ser más claro, que sí se conocía a sí mismo. Entonces no
tuve inconveniente alguno en decirle: "si usted se conoce a sí mismo
dígame, ¿cuántos átomos tiene un pelo de su bigote?" El hombre dijo:
"Bueno, eso si no lo se yo". "Ah -le dije-, si no conoce un pelo
de su bigote, si no sabe cuántos átomos tiene, mucho menos va a conocer la
totalidad de sí mismo. Incuestionablemente, aquél hombre no tuvo más que
aceptar mi afirmación.
Cuando uno se conoce a sí mismo
profundamente, conoce el universo y a los Dioses; en la senda vertical nos
proponemos ante todo conocernos a sí mismos, porque sólo conociéndonos a sí
mismos podemos conocer a los demás. En la senda vertical, mis queridos
hermanos, tenemos que hacer un inventario psicológico de sí mismos, para saber cuánto
tenemos y cuanto nos falta.
Hay mucho que debemos eliminar,
mucho adminúsculo en nuestro interior, y también hay mucho en nosotros que
debemos conquistar, que nos falta (nos sobra mucho, nos falta mucho). En la
senda vertical hacemos un inventario de sí mismos para saber quiénes somos, de
dónde venimos, para dónde vamos, cuál es el objeto de la existencia.
Aquí, reunidos nosotros en esta
sala, debemos tratar de inquirir un poco, debemos tratar de autoconocernos,
debemos en verdad plantear el tema de sí mismos, ponerlo sobre el tapete de la
mesa, si es que en realidad estamos dispuestos a trabajar para cambiar
totalmente.
En la senda vertical están los distintos
Niveles del Ser; cuando uno comienza a trabajar sobre sí mismo para eliminar
tal o cual defecto psicológico, indubitablemente, entra de hecho y por derecho
propio en un Nivel Superior del Ser. Se nos ha dicho, y con gran verdad, que el
Nivel del Ser de cada cual atrae su propia vida (un hombre es lo que es su
vida). Observen ustedes una vaca, al pie del establo: su propio Nivel del Ser
atrae su propia vida. Si a una vaca la sacamos nosotros del establo y la
llevamos a nuestra recámara, si le ponemos allí un ayudante de cámara, la
peinamos muy bien, la llenamos de talco, la perfumamos, no por ello dejaría de
ser vaca; ella continuará con sus costumbres de vaca, ella hará entonces de
nuestra hermosa recámara un establo; no cambiará, porque el Nivel del Ser de
cada cual atrae su propia vida.
Si sacamos de entre las multitudes
a un mendigo harapiento y lo llevamos al Palacio de Buckingham, para que viva
allí al lado de la Reina Isabel, en principio será atendido por muchos criados,
se le considerará un gran señor, pero su Nivel del Ser atraerá su propia vida,
pronto los criados de aquél palacio encontrarán en el mendigo costumbres muy
distintas a las del palacio, verán que es avaro, verán que guarda los dineros
en forma terrible, que no gastará jamás un céntimo, ni para ayudar a un amigo,
se darán cuenta de su irritabilidad, se darán cuenta de su inescrupulosidad, se
darán cuenta de su chismografía, se vengará de enemigos, del "dicen que se
dice", etc., y llegará por último el momento en que él se verá a sí mismo
solo, en pleno Palacio de Buckingham; tendrá que rogarle a los criados que le
lleven siquiera el plato para comer, porque ellos ya no querrán atenderlo, lo
abandonarán, y dentro del mismo Palacio de Buckingham, aunque se vista lo mejor
posible, continuará siendo lo que es: un mendigo. El Nivel del Ser de cada cual
atrae su propia vida; un hombre es lo que es su vida.
Muchos se preocupan por tener
enormes cantidades de dinero; dicen: "Si yo me sacara la Lotería, cuán
distinta sería mi vida; con una "Extraordinaria" de Navidad,
cambiaría radicalmente". Más eso es falso, completamente falso, porque el
Nivel del Ser atrae su propia vida (un hombre es lo que es su vida). Conviene
que nosotros reflexionemos en todas estas cuestiones; no es consiguiendo
enormes cantidades de dinero como vamos nosotros a cambiar nuestra misma
existencia no, lo que necesitamos es pasar a un Nivel Superior del Ser.
Coloquémonos por un momento en uno
de esos lugares extraños de la ciudad, en una de esas ciudades perdidas, en uno
de esos terrenos donde los "paracaidistas", asociados, forman
existencias, dijéramos, colectivas, infrahumanas, para que veamos mejor la
cuestión del Nivel del Ser. Recuerdo haber contemplado a un grupo de gentes
"paracaidistas" viviendo en un terreno de esos: se peleaban entre sí
diariamente, se emborrachaban, se herían, se mataban, y aquella Colonia, que
otrora viviera tranquila, tuvo que pasar por sorpresas inauditas. Diariamente
las Patrullas de Policía hacían resonar por allí sus sirenas, se oían gritos de
dolor, de odio, de ira, etc., y aquéllas infelices gentes continuaban como
siempre, sufriendo terriblemente (obviamente, su Nivel de Ser atraía su propia
vida).
Si por un momento alguien, uno de
esos hubiera reflexionado, aunque fuera por un instante, si se hubiera
propuesto estudiarse a sí mismo, si hubiera descubierto sus defectos
psicológicos, y osado, se metiera por la senda vertical, revolucionaria de la
Psicología, obviamente habría podido eliminar algunos defectos, tal vez la ira,
posiblemente el odio, el egoísmo, la chismografía, etc. Conclusión: cambiaría
de Nivel del Ser, y cambiando de Nivel del Ser, se refinarían sus costumbres.
Indubitablemente, entonces ya no podría entenderse con aquellas gentes que le
rodeaban, esas gentes tampoco se entenderían con él; precisado se vería a hacer
nuevas amistades y por ley, sencillamente de Afinidades Psicológicas,
contraería nuevas amistades. Total: al cambiar de Nivel del Ser cambiaría su
vida, posiblemente esas nuevas amistades le brindarían nuevas oportunidades;
mediante la interrelación cambiaría el aspecto económico de su propia
existencia, conseguiría un trabajo diferente, mejoraría notablemente. Así pues
que, el Nivel del Ser de cada cual atrae su propia vida y que un hombre es lo
que es su vida.
En la senda vertical tenemos la
posibilidad de cambiar nuestro propio Nivel del Ser; si eliminamos de sí mismos
los defectos psicológicos, el resultado será extraordinario, porque al cambiar
nuestro propio Nivel del Ser cambiará también toda nuestra vida; cuando uno
cambia radicalmente, cambia también todo lo que le rodea.
Las circunstancias éstas molestosas
de la existencia, las circunstancias nada agradables de la vida, no son sino
meras proyecciones de lo que en nuestro interior sucede. Si en nuestro interior
nosotros cambiamos, las circunstancias externas cambiarán también, pero si
interiormente no cambiamos, las circunstancias externas tampoco cambiarán. Ya
Don Emmanuel Kant, el filósofo de Königsberg, dijo: "Lo exterior es lo
interior". En otras palabras aclararemos diciendo: "Lo exterior no es
más que el reflejo de lo que interiormente somos". Si somos personas
iracundas, si odiamos, si somos celosos, envidiosos, perversos, las
circunstancias que nos rodearán serán perversas, fatales, siniestras, podrán
ser anotadas hasta en la prensa roja. Y si somos nosotros personas decentes, si
vivimos en armonía con el Infinito, si respiramos paz, si irradiamos amor,
dicha, contento, las circunstancias que emanarán de sí mismos serán hermosas,
tendremos relaciones bellísimas, habrá armonía con todos los que nos rodean.
Son muchos los que me escriben
contándome sus problemas: que (dice la mujer) "mi marido se fue con
otra"; que (el marido) "mi mujer ya no quiere vivir con él porque se
fue con otro hombre", que "cómo le hace", que "cómo va a
resolver el problema"; que (dice uno) "no le quieren pagar", que
"le formaron un pleito y ahora cómo lo va a resolver", que "le
ayude a resolver el pleito", etc., etc., etc.; cada caso por lo común
resulta complicado, difícil, todos quieren que se les resuelvan sus problemas:
todos anhelan vivir en paz, tener una armonía extraordinaria entre la
felicidad, sin problemas. Pero no quieren darse cuenta, los que así me
escriben, de que la raíz de todos los problemas la llevan en su interior, de
que esos problemas no son más que las proyecciones de su interior, que de su
interior están saliendo los problemas, porque un hombre es lo que es su vida y
nada más que eso; lo que es su vida. Si no cambia su propio Nivel del Ser, si
no cambia su vida interior, no cambiará nada; lo exterior no es más que la
proyección de lo interior.
Ha llegado la hora de entender
esto. Quieren felicidad, pero ¿de dónde la van a sacar? No quieren pues admitir
que los errores, o las causas mejor dijéramos, de todo lo que les está
acaeciendo las llevan dentro de sí mismos. Sí: cada cual lleva las causas de
sus sufrimientos dentro de sí mismo, y mientras las causas no se disuelvan, los
sufrimientos tampoco se disolverán; todo efecto tiene su causa, toda causa
provoca su efecto.
Así pues, que los que nos metemos a
andar la senda vertical, ante todo nos proponemos el autodescubrimiento,
conocer nuestros propios errores para extirparlos, para sacarlos de sí mismos,
porque sólo así podremos cambiar fundamentalmente. Un hombre es lo que es su
vida, si un hombre no trabaja su propia vida, indudablemente está perdiendo el
tiempo miserablemente.
La vida es como una película que
concluye aparentemente con la muerte. La muerte es el regreso al punto de
partida original, con la posibilidad de volver a proyectar sobre el tapete del
mundo la misma vida. En el budismo se nos habla de las "vidas
sucesivas", más yo digo en verdad que no hay "vidas sucesivas",
lo que hay, lo que realmente existe son "existencias sucesivas",
porque la vida es la misma. Cuando llega la hora de la muerte, termina la
película, la enrollamos, y no las llevamos para la Eternidad; allí la revivimos
en forma retrospectiva. No olviden ustedes que así como hay un espacio
tridimensional, visible y tangible, así también existe un espacio psicológico,
y éste es innegable, incuestionable, axiomático.
En el espacio psicológico continúa
nuestra propia vida, allí la revivimos, digo, en forma retrospectiva; más tarde
retornamos, regresamos en el tiempo, nos reincorporamos en un nuevo organismo
(esa es la Ley del Eterno Retorno de todas las cosas), y regresamos para volver
a proyectar nuestra mismísima vida, para proyectarla otra vez sobre el tapete
de este mundo.
Así pues, no son "vidas
sucesivas" lo que existe; realmente lo que hay son "existencias
sucesivas" (distíngase entre "vidas sucesivas" y
"existencias sucesivas"). Vida no hay sino una: la que nos llevamos,
la que nos traemos, la que nos volvemos a llevar y la que nos volvemos atraer
(siempre la misma). Existencias sí: a cada Alma se le asignan ciento ocho
existencias.
Estoy haciendo estas afirmaciones
porque estoy ante un Auditorio muy especial: estoy ante un Auditorio formado
por gentes del Movimiento Gnóstico Internacional, por gentes revolucionarias,
rebeldes, dispuestas en verdad a seguir por la senda vertical, por la senda de
las transformaciones, por el camino que nos ha de conducir al Superhombre.
Ha llegado el instante de que
reflexionemos en lo que es nuestra propia vida. Si no cambiamos esa
"película" de la vida (esa que nos llevamos, esa que volvemos a
traer), si no la modificamos, continuará siempre repitiéndose y se repetirá a
través de ciento ocho existencias, y si a pesar de todo no la cambiamos,
tendremos que ir, como dice el dicho por ahí, "con la música a otra
parte", tendremos que llevarnos nuestra vida al Reino Mineral Sumergido.
¿Que tal reino es una
realidad? Nadie lo puede negar, pues estamos viviendo sobre la epidermis de
esta pobre Tierra que viaja con nosotros a través del espacio infinito. ¿Que el
Dante Alighieri en su "Divina Comedia" haya ubicado a su
"Infernus" dentro del Reino Mineral Sumergido? Nada tiene de extraño
y esto lo saben los divinos y los humanos. Obviamente, aquéllos que fracasan en
la transformación de su propia vida, aquéllos que no son capaces de eliminar
sus defectos psicológicos, habrán de involucionar en el tiempo, dentro de los
nueve círculos dantescos, hasta la Muerte Segunda. Y no es nada agradable
involucionar en el tiempo (yo, personalmente, no le tengo miedo al infierno).
En los mundos infiernos se
desintegra el Ego, el Yo, el mí mismo, ese Yo de la Psicología Experimental,
ese Yo que estudian todos los psicólogos de este planeta. En el Reino Mineral
Sumergido pasamos siempre por la Muerte Segunda; más en verdad que no es nada
agradable desenvolverse involutivamente dentro de los nueve círculos del Dante
Alighieri, no le recomendaría a ustedes pasar por el Mictlán con sus pruebas
tan terribles. Precisamente aquí, en nuestro querido México, hablaban nuestros
antepasados de Anáhuac sobre el Mictlán; ese Mictlán no es otra cosa sino los
mundos infiernos del Dante con sus nueve círculos infernales; allí están todas
las pruebas tremendas de que hablaran los antiguos iniciados, allí está la
sabiduría que nos mostrara el florentino Alighieri, el Dante; allí está la
sabiduría que pintara Virgilio, el autor de "La Eneida".
Inenarrables amarguras pasan
quienes entran a la involución sumergida de los mundos infiernos; por lo tanto,
no es aconsejable involucionar en el tiempo. Obviamente, quienes pasan por esas
tremendas pruebas, después de la Muerte Segunda ingresan a los Paraísos
Elementales de la Naturaleza; posteriormente evolucionan en los cuatro reinos
para volver a alcanzar el estado humano que otrora perdieran.
Disolver el Yo es fundamental y es
mejor hacerlo aquí y ahora. Me viene en estos momentos a la memoria un pasaje
de Mahoma. Ya estando muy anciano y a punto de morir, junto a la fuente
cristalina de un oasis, se dirigió a las multitudes y dijo: "Si a alguno
le debo algo, que me escupa el rostro". Ciertamente, un nombre avanzó hasta
él y le escupió el rostro. Aquél hombre sabio, Mahoma, se lavó la cara pues en
la fuente cristalina de aquél oasis, y exclamó: "Más vale pagar todo de
una vez, en vida, y no después de la muerte"... Y es que los sufrimientos
que se han de atravesar en el Mictlán de los Aztecas, son ciertamente
dolorosos; por todos estos motivos, tenemos que reflexionar.
Hay algunos que prefieren liberarse
en vida, de una vez para siempre, y que ingresan como dice la sabiduría de
nuestros antepasados de Anáhuac, al Tlalocan (regiones inefables, vivamente
representadas por Tláloc, el Dios de la lluvia). Existen regiones inefables en
el Mundo Molecular, gobernadas por Huehueteotl, el Dios del Fuego, por el Dios
Murciélago, etc., vivas representaciones del esoterismo antiguo, vivas
representaciones de mística cristiana y azteca, trascendente y trascendental.
En todo caso, mientras uno no disuelva el Ego tampoco tiene derecho a entrar en
esas regiones inefables de que nos hablaran las religiones antiguas; mientras
uno no se haya elevado en la línea vertical, donde están los distintos Niveles
del Ser, tampoco tendrá derecho a que su Consciencia Superlativa y
Trascendental ingrese a los Paraísos Moleculares. Quienes de verdad intenten
lograr la auténtica felicidad, deberán empezar por entrar por el camino
vertical.
En la vertical se nos ha enseñado,
claramente, que no somos todavía individuos sagrados, que cada uno de nosotros
es una persona-máquina y que dentro de nuestra persona hay muchas personas.
Dentro de nuestra persona hay muchas personas psicológicas: tenemos el Yo de la
ira, tenemos el Yo del odio, tenemos el Yo de la envidia, tenemos el Yo de los
celos, tenemos el Yo de la chismografía, tenemos el Yo de la ambición, tenemos
el Yo de la astucia, etc., etc., etc. Todos estos Yoes que tenemos no son mera
ficción, son tremenda realidad para el que haya desarrollado el sentido de la
autoobservación psicológica. Todos estos Yoes-Personas entran y salen de
nuestro cuerpo físico a voluntad; todos estos Yoes-Personas tienen también tres
cerebros: cada Yo-Persona tiene un cerebro intelectual, un cerebro emocional y
un cerebro motor‑instintivo‑sexual; cada Yo-Persona es, de por sí mismo, una entidad completa.
Así pues, dentro de nuestra persona
viven muchas personas que entran y salen libremente de nuestro organismo. Ahora
entenderán ustedes por qué en verdad no tenemos nosotros un criterio completo,
por qué estamos llenos de terribles contradicciones: un rato decimos una cosa,
otro rato afirmamos lo contrario. Si nos pudiéramos ver en un espejo tal como
somos, si nos pudiéramos ver de cuerpo entero, psicológicamente hablando, puedo
decirles a ustedes en nombre de la verdad que nos volveríamos locos, que
huiríamos despavoridos, que trataríamos de escapar de sí mismos.
Si fuéramos una persona
responsable, si cada uno de nosotros fuera un individuo sagrado, si fuéramos
íntegros, todo sería diferente, más nosotros no somos íntegros, no poseemos eso
que se llama unicidad, somos una multiplicidad desordenada y caótica, nos
creemos vivos y estamos muertos, dentro de nosotros viven muchos espectros de
la muerte: el Yo odio, el Yo tengo celos, el Yo tengo envidia, el Yo soy
lujurioso, el Yo soy iracundo, etc., etc., etc. Todos estos Yoes-Personas, repito,
entran y salen de nuestro cuerpo; dentro de cada Yo-Persona tenemos en verdad
embotellada una fracción de nuestra propia Conciencia. Así pues, nuestra
Conciencia está embotellada entre toda esa multiplicidad de Yoes que
constituyen el mí mismo, nuestra Conciencia embotellada funciona en virtud de
su propio condicionamiento, es decir, tenemos la Conciencia dormida.
De todos los fenómenos físicos que
se suceden a nuestro alrededor (y aclaro: físicos, y subrayo), tan sólo podemos
percibir una millonésima parte de tales fenómenos, es decir, existen una
multiplicidad extraordinaria de fenómenos físicos que acaecen a nuestro
alrededor y que no somos capaces de percibir. Estamos dormidos, pero creemos
estar despiertos, no admitimos estar dormidos, hasta nos ofendemos cuando
alguien nos trata de tales, más en verdad necesitamos despertar. Los Cuatro
Evangelios insisten en la necesidad de despertar; si nosotros estuviéramos
despiertos, podríamos ver, oír, tocar y palpar las grandes realidades de los
mundos superiores; si nosotros estuviéramos despiertos, la vida para nosotros
sería totalmente diferente, no seríamos víctimas de las circunstancias,
podríamos manejarlas a voluntad. Más nosotros en verdad no estamos despiertos,
nosotros estamos profundamente dormidos, nosotros dormimos profundamente,
ignoramos que ignoramos.
Ha llegado la hora en que nos
preocupemos por el despertar; cuando despertemos, podremos percibir
perfectamente eso que es la verdad, eso que no es del tiempo, eso que está más
allá del cuerpo, de los afectos y de la mente. Cuando uno experimenta lo real,
también experimenta un elemento que transforma radicalmente. Nosotros
necesitamos experimentar ese elemento, con el propósito de trabajar
intensamente sobre sí mismos.
Se hace necesario, ante todo,
disolver esas personalidades vanas que cargamos en nuestro interior, con el
objeto precisamente de despertar Conciencia. Cuando un Yo psicológico, bien sea
de ira, bien sea de odio, etc., es desintegrado, la Conciencia allí embotellada
también queda emancipada, liberada entonces viene el despertar.
Normalmente, la gente tiene un tres
por ciento de Conciencia despierta, más si trabajamos sobre sí mismos, si
eliminamos todos esos Yoes‑Personas que en nuestro interior
moran, elevaremos nuestro porcentaje de Conciencia poco a poco. Si la gente
tuviera siquiera un diez por ciento de Conciencia despierta, podríamos decir
que en verdad las guerras sobre la faz de la Tierra desaparecerían para
siempre; si la gente llegara a tener un cincuenta por ciento de Conciencia
despierta, la Tierra sería un paraíso. Ahora, llegar a tener un ciento por
ciento de Conciencia despierta, es sólo cuestión de iniciados, de Superhombres
como un Moisés, Buddha Gautama, El Cristo, etc., etc., etc.
Necesitamos trabajar mucho,
disolver esos Yoes que en nuestro interior cargamos, para poder despertar
Conciencia, para llegar a la iluminación, para experimentar eso que no es del
tiempo, eso que es la verdad.
Ante todo, como ya dije, cuando uno entra por
la senda vertical, cuando admite que tiene una psicología, comienza a
autoobservarse. Cuando uno descubre que tiene el Yo de la ira, debe trabajarlo;
en principio sólo debe limitarse a observarlo y luego comprenderlo a través del
análisis, a través de la meditación profunda, a través de los estudios
directos. Una vez comprendido que tenemos tal o cual Yo‑Defecto,
entonces pasamos a la tercera fase: desintegración,
eliminación. La mente, por sí
sola, no podría eliminar ningún defecto
psicológico; la mente sólo puede rotularlo con distintos nombres, pasarlo de un
nivel a otro, esconderlo de sí misma y de los demás, etc., condenarlo o
justificarlo, pero jamás alterarlo radicalmente. Necesitamos de un poder que sea
superior a la mente, de un poder que pueda realmente desintegrar cualquier Yo‑Defecto.
Afortunadamente, ese poder lo poseemos todos, dentro de nosotros mismos, aquí y ahora. Quiero referirme, en forma enfática, al poder serpentino, anular, que se desarrolla en el
cuerpo del asceta gnóstico, a ese poder extraordinario que los orientales
denominan Kundalini, y que los alquimistas medievales denominaban Stella Maris
(Stella Maris, en verdad, es una variante de nuestro propio Ser, pero
derivado). Stella Maris, la cobra sagrada, el poder serpentino del Kundalini,
como se le llama en el Indostán y en el Tíbet, puede desintegrar
instantáneamente cualquier defecto de tipo psicológico. Es obvio que todos
tenemos pleno derecho a invocar el poder de Devi Kundalini Shakti; el poder ese
se multiplica, se desarrolla, se desenvuelve cuando se trabaja
extraordinariamente en la fragua encendida de Vulcano, en la Novena Esfera. Los
solteros también pueden invocar a Devi Kundalini cuando quieran eliminar tal o
cual error psicológico, más en verdad tenemos que afirmar, en forma enfática,
que el poder maravilloso de Devi Kundalini Shakti se multiplica
extraordinariamente en la Novena Esfera; con ese poder milagroso podemos
desintegrar cualquier defecto. Devi Kundalini, Isis, Adonía, esa variante de
nuestro propio Ser, ese aspecto de Dios Madre en nosotros, puede eliminar de sí
mismos el defecto que hallamos comprendido íntegramente, en todos los niveles
de la mente.
Ha llegado la hora de entender a
fondo esta cuestión, de ir muriendo de instante en instante, sólo con la muerte
adviene lo nuevo, si el grano no muere, la planta no nace. Es necesario que nos
resolvamos todos a morir, si es que queremos de verdad nacer espiritualmente.
Recordemos el párrafo aquél de Jesús y Nicodemus. Jesús exclamó diciendo:
"Es necesario que mueras para poder entrar en el Reino de los
Cielos". Nosotros necesitamos morir aquí mismo y ahora, si es que queremos
entrar en los mundos superiores de consciencia cósmica, completamente
despiertos, totalmente iluminados, transformados radicalmente.
Así como estamos no servimos para
nada, somos un fracaso total; así como estamos no somos sino Egos. El Yo
psicológico no puede crear una nueva edad, el Yo psicológico no puede hacer la
Edad de Oro. Aquellos profetas falsos que dicen que en el año 2.001 o 2.007
comenzará la era de la fraternidad y del amor, la "Edad de Oro"
cantada por Virgilio el poeta de Mantua, en su colosal obra titulada "La
Eneida", se equivocan, mienten, porque, ¿de qué manera podría el Ego crear
una Edad de Oro? ¿Creen ustedes acaso que el Yo de la Psicología Experimental,
ese Yo tenebroso, ese Yo del odio, ese Yo de la guerra, de las envidias, etc.,
etc., etc., podría crear en verdad una Edad de Oro? Obviamente, necesitamos
morir en sí mismos aquí y ahora, si es que queremos en verdad crear la futura
edad, crear una nueva civilización, crear una nueva cultura.
Ha llegado el momento de entender
que no somos felices, ha llegado la hora de comprender que somos unos
desventurados y que no debemos engañarnos a sí mismos, creyéndonos muy
autoimportantes, autoperfectos, soberanos, Dioses, hombres y no se que más...
Coloquémonos en el plano de las crudas realidades, cada uno de nosotros tiene
que luchar para existir, tiene que luchar para vivir, no es feliz (cambiar es
lo fundamental).
En mis libros he hablado mucho
sobre el sexo, he dicho bastante sobre la fragua encendida de Vulcano, sobre la
alquimia sexual. Obviamente, mediante la transmutación de la "libido
genética", citada tantas veces por San Agustín, es posible crear los
Cuerpos Existenciales Superiores del Ser para convertirnos en hombres. Más, ¿de
qué serviría convertirnos en hombres auténticos, en el sentido más completo de
la palabra, en el sentido más extraordinario, si no eliminamos el Ego? Aquél
que posea los Cuerpos Existenciales Superiores del Ser y no haya eliminado el
Ego, se convierte de hecho y por derecho propio en un Hanasmussen con doble
centro de gravedad, en un fracaso, en un aborto de la Madre Cósmica. Así pues,
trabajar en la forja de los Cíclopes es necesario, pero si no eliminamos el Ego
fracasaremos rotundamente.
Que ninguno de nosotros se crea
perfecto, porque perfecto sólo es el Padre que está en los Cielos. Nosotros
todos, empezando por mí que soy el que está dictando esta cátedra, aquí, ante
ustedes, me considero (y nos debemos considerar) imperfecto. Es lamentable que
en el Movimiento Gnóstico todavía hayan mitómanos, personas que se sientan
"sublimes", jerárquicas. Yo, como Presidente Fundador de este gran
Movimiento, jamás me sentiría perfecto, porque estoy plenamente convencido de
que sólo él, el Señor, el Padre, es perfecto. Más en el Movimiento Gnóstico se
ven a veces incongruencias que asombran: personas llenas de errores que se
creen sapientes, personas que se sienten muy santas, cuando sus manos están
llenas de carbón; personas que se sienten muy elevadas jerárquicamente, cuando
en realidad de verdad ni siquiera han empezado a recorrer la senda vertical
revolucionaria.
Tenemos que situarnos en el plano
de las más crudas realidades, en modo alguno he venido aquí con el propósito de
ser pesimista, tampoco me propongo llenar el corazón de ustedes con pesimismo,
solamente he querido poner sobre el tapete de las realidades, el estado
psicológico en que todos y cada uno de nosotros se encuentra. En tanto no
hayamos eliminado de nuestro interior todos esos Yoes‑Defectos
que cargamos, nuestra Conciencia estará
profundamente dormida, moriremos sin saber a qué
hora, naceremos sin saber cómo ni por
qué, continuaremos en el "más
allá" como sonámbulos, como fantasmas. Así ha sido nuestra vida y así será
en tanto no eliminemos de nuestro interior los Yoes‑Defectos.
Empero tengo que decirles a ustedes
que no todo, como se cree, es mera intelectualización. No quiero decir que la
intelección iluminada no sirva; lo que quiero es aclarar que si el agua no
hierve a cien grados, no se disuelve lo que se debe disolver y no se cocina lo
que hay que cocinar. Así también, similarmente, afirmo y en forma enfática que
si nosotros no pasamos por fuertes crisis emocionales, intencionales,
conscientes, no eliminamos lo que necesitamos eliminar y no cristalizamos en sí
mismos lo que necesitamos cristalizar. No es todo, pues, mero intelecto; en
éste trabajo solamente es posible avanzar a base de trabajos conscientes y
padecimientos voluntarios.
No todo es intelecto: necesitamos
pasar por grandes crisis emocionales; no todo es intelecto: el cerebro
emocional debe valorizar el trabajo psicológico que nos conduce a la transformación
de fondo. La emoción debe trabajar más que el intelecto, la emoción debe
hacerse activa en nosotros; así, por el camino de las emociones autenticas,
llegaremos nosotros al despertar de la Conciencia.
En verdad que yo sólo uso el
intelecto cuando estoy hablando con ustedes, cuando tengo que dirigirme a la
humanidad, al mundo; en mi vida privada sólo existe el sentimiento, el amor, la
Conciencia, la música, la belleza, y eso es todo. Más el intelecto debo usarlo
en estos instantes, para poder entenderme con ustedes, porque como lo dije al
principio, ustedes han venido aquí para escucharme y yo he venido aquí para
hablarles, y entre ustedes y yo debe haber mutua comprensión; por eso me he
visto obligado a usar el intelecto esta noche.
En nombre de la verdad tengo que
decirles que urge ante todo, que se hace inaplazable la desintegración del mí
mismo. Cuando el Yo psicológico es desintegrado en su totalidad, cuando se
reduce a cenizas, cuando el Ego animal deja de existir, la Conciencia queda
totalmente iluminada, puede ver a los Elohim, puede platicar con ellos cara a
cara; puede ver, tocar y palpar las grandes realidades de los mundos
superiores; puede visitar el Nirvana, el Paranirvana y el Mahaparanirvánico,
etc., etc., etc.; pero mientras la Conciencia esté dormida, nosotros no
pasaremos de ser meros intelectuales condenados a la pena de vivir, y eso es
todo.
Ha llegado la hora de las grandes
revoluciones, la hora en que tenemos que disidirnos por el Ser o el no Ser de
la Filosofía, la hora en que tenemos que levantarnos en armas contra nosotros
mismos, contra el mundo, contra la naturaleza, contra el cosmos, contra todo y
contra todos. Ha llegado la hora en que nosotros debemos romper grilletes y
abandonar esta cárcel de miseria donde vivimos (tal cárcel se llama "el
Ego"'). En tanto no destruyamos esta cárcel miserable, esta mazmorra inmunda,
nuestra Conciencia continuará allí enfrascada, funcionando en virtud de su
propio condicionamiento, dormida, inerte.
Ahora comprenderán ustedes por qué
me intereso tanto, por qué he dicho esta noche que lo principal es morir. ¡Así
es, así será y así debe ser! Desgraciadamente, el Ego ejerce una fascinación
extraordinaria sobre nuestra propia Conciencia. Al escucharme, muchos de
ustedes dirán que soy demasiado pesimista, se pondrán la mano en el corazón
para decir: "Bueno, yo he logrado algunos avances"... Cada cual
buscará un justificativo para su conducta, para su modo de ser, etc., porque
nadie quiere reconocer la verdad, reconocer que es un infeliz.
Se nos han hecho muchas promesas,
cada cual promete maravillas; los políticos prometen darle al mundo la dicha,
la felicidad, etc., ¿y qué? El mundo con sus amarguras sigue andando. Y seguirá
andando, y el dolor continuará día tras día, hasta que nosotros eliminemos las
causas del dolor; esas causas no están fuera de nosotros mismos, esas causas
están dentro de nosotros mismos, aquí y ahora.
Necesitamos rebelarnos, ya dije,
contra nosotros mismos, contra la naturaleza y contra el cosmos; necesitamos
levantarnos en armas contra todo lo que existe, si es que queremos la emancipación,
la liberación final. Sinceridad es lo que necesitamos, no engañarnos más
miserablemente los unos a los otros. Desgraciadamente, falta mucho la
sinceridad en el mundo, todos se creen perfectos, todos se creen santos, todos
se creen sabios. En las distintas escuelas de tipo pseudoesotérico y
pseudoocultista, no hay ninguno que se crea ignorante, todos creen que ya
"agarraron a Dios por las barbas": ignoran, y lo peor de todo es que
no solamente ignoran, sino que además ignoran que ignoran (eso es lo más
grave).
Ha llegado la hora de las grandes
decisiones, ha llegado la hora en que nosotros debemos meternos por la senda de
la revolución en marcha, por el camino angosto, estrecho y difícil que conduce
a la luz, por el camino vertical, revolucionario, por el camino de la
revolución de la Conciencia, por el camino que conduce al Superhombre.
Desgraciadamente, por ahora no somos más que animales intelectuales condenados
a la pena de vivir; para ser hombres se necesita haber disuelto el Ego y haber
creado los Cuerpos Existenciales Superiores del Ser. Más aún, haberse
sacrificado intensamente por la humanidad.
Es duro lo que estoy diciendo aquí
esta noche. Estoy afirmando, en forma enfática que todavía nosotros no hemos
llegado al estado humano, que somos tan sólo meros animales intelectuales. Se
hace necesario, primero, alcanzar el estado humano y más tarde, posteriormente,
llegaremos al Superhombre.
Estudiando uno de nuestros
manuscritos de Anáhuac, leí algo extraordinario. Afirman nuestros antepasados
aztecas lo siguiente: "Los Dioses crearon a los hombres de madera, los
fabricaron de madera, y después de haberlos fabricado de madera los fusionaron
con la divinidad". Más luego concluye diciendo: "No todos los hombres
logran fusionarse con la divinidad"... Es claro que si nosotros nos
convertimos en hombres por el hecho de haber creado los Cuerpos Existenciales
Superiores del Ser, mediante el cumplimiento del Deber Parlok, no por ello
quiere decir que hallamos triunfado; para el triunfo total es necesario lograr
la integración con la divinidad. Quien haya alcanzado el estado humano
auténtico y verdadero, quien lo haya logrado, debe ante todo someterse a la
disolución del Ego, porque si un hombre verdadero no disuelve el Ego, se
convierte en Hanasmussen con doble centro de gravedad, en un aborto de la Madre
Cósmica, en un fracaso.
Así pues, sólo eliminando la
totalidad de nuestros defectos psicológicos, sólo muriendo en si mismos,
lograremos en verdad la integración con el Logos, con la divinidad; entonces
nos convertiremos en Kumarats, en el sentido más completo de la palabra. Un
Kumarat es un Superhombre, un Kumarat es un Logoi encarnado, un Kumarat tiene
poder sobre el fuego, sobre el aire, sobre las aguas y sobre la tierra;
nosotros debemos convertirnos en Kumarats, en hombres auténticos, en seres
divinales, inefables, en individuos sagrados. Más así como estamos, en verdad
no somos mas que meros animales intelectuales condenados a la pena de vivir.
Yo invito a todos los aquí presentes
a conocerse a sí mismos, a estudiarse, a indagar, a inquirir, a bucear en las
profundidades, para poder llegar a saber qué les sobra y qué les falta. Cuando
uno comprende todo esto, entra por el camino que conduce al Superhombre.
SAMAEL AUN WEOR
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