Hoy dediqué mi esmerada labor misional a enviar invitaciones amorosas a diferentes personas asociadas con amigos que conservo fraternalmente en la red, para proveerles generosamente la Liturgia Sagrada del Lavatorio de Pies que mi Ser ha desarrollado para que, mediante su concurso, puedan alcanzar el perdón de sus culpas quienes en verdad tengan la humildad de reconocer sus errores para merecer trascenderlos.
Muchas han sido las gentiles respuestas de innumerables Fráteres de diferentes siglas y organizaciones gnósticas, no faltando sin embargo situaciones hasta ingenuas, de algún fanatismo por ahí acurrucado, que gateando en la Sagrada Doctrina, con solemnidad vanidosamente censora, haya inquirido mi procedencia espiritual, sin tomarse la sencilla acción de leerme primero y averiguar luego, para que, con el tiempo, talvez pudiera enterarse que de puño y letra del Maestro Samael Aun Weor, el legítimo, cuyo bodhisatwa fue Don Víctor Manuel Gómez Rodríguez, y no cualquiera de los tantos avispados que merodean su luminosa Obra literaria y toman desvergonzadamente su nombre, cual si se tratara de despojos, reitero fue el Avatara en la Sede Patriarcal de México, quien me confirió en Mayo de 1977, la honrosa autoridad para restaurar la Sagrada Doctrina, a partir de una nueva tónica que debió implantarse bajo mi dirección, desde mi entonces sede en Nuevo Laredo, México, donde creé con medios propios, apenas unos meses antes de su sensible desencarnación, el INSTITUTO INTERNACIONAL DE EJECUTIVOS GNÓSTICOS QUETZALCOATL.