sábado, 29 de mayo de 2021

COSMOGONIA GRIEGA

La Mitología griega está compuesta por un conjunto de relatos que recogen las creencias, y ritos, de la civilización helena sobre el origen del universo y del hombre. La recopilación de leyendas abarca todas las conocidas desde que comenzó a configurarse la cultura griega hacia el año 2000 a.C. y alcanzó su pleno desarrollo en el siglo VIII a.C. con la aparición de la Teogonía de Hesíodo y los poemas homéricos Ilíada y Odisea.
El origen de las leyendas debe situarse, sin duda, en una época anterior a la ocupación de la península griega por los diversos pueblos helenos según se desprende del paralelismo existente con las mitologías mesopotámicas y hurritas.


LA TEOGONÍA DE HESÍODO
De todos los relatos cosmogónicos griegos, la Teogonía de Hesíodo es la obra mejor conocida. Está escrita entre finales del siglo VIII y comienzos del VII a. C., y es la principal fuente inspiradora de toda la mitología helena. Hesíodo recopiló los mitos religiosos y organizó la genealogía divina, tocando como tema secundario la formación del universo pues, como él mismo indicaba en su poema, estaba más interesado en estudiar la «estirpe de los inmortales» que el proceso de formación de los elementos cósmicos.
Mircea Eliade, el escritor rumano especializado en mitologías, distingue cuatro fases en la obra de Hesíodo:
1ª.- La primera habla de la existencia de Caos, y más tarde de Gea, la Tierra, Eros, Urano, el Cielo, y la primera generación divina.
2ª.- En la segunda se describe la castración de Urano por su hijo Cronos.
3ª.- La tercera expone cómo Rea logra evitar que Cronos devore a su hijo Zeus, quien ya de mayor toma el poder.
4ª.- En la última se narra la Titanomaquia, es decir, el enfrentamiento de Zeus y los dioses contra los Titanes.
El poeta, que inició su obra con una invocación a las Musas para que lo inspiraran e instruyeran, describió la experiencia como un encuentro místico con los dioses, de lo que podría deducirse que quizá tuvo alguna vivencia de tipo religioso en la cual algún ser divino se apareció a un mortal y le transmitió determinados conocimientos.

LA CREACIÓN GRIEGA
En un principio sólo existía el Caos como un espacio insondable en el que surgiría la materia primigenia y el impulso que propiciaría la atracción entre sus elementos.
En el Caos se originaron:
Gea, la Tierra, como aposento de todos los entes.
Tártaro, el inframundo, situado debajo de Gea.
Eros, el principio que fomentaría la interacción entre los componentes de la materia.
Del Caos nacieron Nix, la noche y Érebo, las tinieblas, consistente en una región oscura donde habitaba la muerte. Ambos se unieron y engendraron a Éter, la luz y Hemera, el día.
Gea concibió por sí sola a Urano, el Cielo, para que la cubriera totalmente y fuera el refugio de los dioses. Más tarde originó a Ponto, el mar, y las altas montañas, como morada de dioses y ninfas.
Hesíodo narra el mito de la creación según el cual Urano acudía cada noche a cubrir a Gea engendrando a seis titanes, Océano, Ceo, Crío, Hiperón, Jápeto, Cronos, y seis titánides, Febe, Mnemosine, Rea, Tea, Temis, y Tetis, así como a los Hecatonquiros, gigantes de cien brazos y cincuenta cabezas, y a los Cíclopes, gigantes de un solo ojo.
Urano avergonzado por el aspecto de sus hijos menores, los encerró en el Tártaro regocijándose de su perversa acción y provocando así el enfurecimiento de Gea, quien solicitó la ayuda de los Titanes para liberar a sus hijos y vengarse de Urano. Sólo Cronos, el más joven, accedió a su petición y recibió como arma una hoz de pedernal tallada por su madre. El titán se enfrentó a su padre y lo castró con la hoz arrojando los genitales y la herramienta al mar.
De la herida de Urano salpicó sangre que fue recogida por Gea y de ella nacieron las Erinias, furias vengadoras, las Melias, ninfas de los fresnos, y los Gigantes, que fueron exterminados más tarde por los dioses con la ayuda de Hércules.
La hoz, al caer al mar, dio origen a la isla de Corfú y los genitales, en su choque contra el agua, produjeron una espuma de la que nació Afrodita. Tras obtener la victoria, Cronos encerró en el Tártaro a Urano junto con los Cíclopes y Hecatonquiros, a quienes también temía.
El Titán se unió a su hermana Rea y ocupó el puesto de regidor del universo. Entonces, Gea y Urano vaticinaron que Cronos sería a su vez depuesto por uno de sus propios hijos y, para evitar su destino, fue devorando a sus cinco primeros descendientes según iban naciendo.
Rea, al conocer los actos de Cronos, urdió un engaño y cuando nació su sexto vástago, al que llamó Zeus, sustituyó el niño por una piedra envuelta en pañales entregándosela a su esposo, quien, sin percatarse de la suplantación, la deglutió.
Zeus se crió en Creta y al llegar a la edad adulta fue informado de lo sucedido y, ayudado por su madre, hizo tomar un revulsivo a su padre quien regurgitó a sus hijos. A continuación, Zeus liberó a los Hecatonquiros y a los Cíclopes de su encierro en el Tártaro y estalló la guerra entre los Titanes y los seguidores de Zeus.


TITANOMAQUIA
Con este nombre se conoce la serie de batallas libradas durante once años entre la segunda y tercera generación divinas existentes muchísimo tiempo antes de que naciera la humanidad.
Se enfrentaron los Titanes, cuyo cuartel general se ubicaba en el monte Otris (Tesalia), y los olímpicos, llamados así porque su puesto de mando estaba situado en el monte Olimpo (ubicado entre Tesalia y Macedonia).
La facción de los Titanes estaba comandada por Cronos e incluía a Ceo, Crío, Hiperión, Jápeto, Atlas, Epimeteo, Prometeo y Menecio, aunque los tres últimos cambiaron de bando durante la contienda. Océano y las Titánides permanecieron neutrales.
El contingente olímpico estaba dirigido por Zeus y contaba con Hestia, Hera, Deméter, Hades y Poseidón. Además, los olímpicos recibieron la ayuda de los Cíclopes, quienes construyeron los rayos de Zeus, un tridente para Poseidón y el casco de invisibilidad de Hades, y de los Hecatonquiros, que eran capaces de lanzar cien piedras al mismo tiempo utilizando sus cien manos. También parece que la ninfa Estigia y sus hijos lucharon junto a los dioses del Olimpo.
Las huestes de Zeus derrotaron a los Titanes y los vencidos fueron encerrados en Tártaro bajo la vigilancia de los Hecatonquiros. Como Urano, el Cielo, casi se había derrumbado sobre la Tierra a causa de las catástrofes provocadas por el enfrentamiento, Zeus dispuso que Atlas, hijo de Jápeto y uno de los más activos en el bando de los Titanes, fuera duramente castigado a soportar sobre sus hombros el peso del Cielo y la Tierra durante toda la eternidad. Alguna versión consideraba que Cronos no fue encerrado en el Tártaro sino que consiguió huir.
Tras su victoria. Zeus se convirtió en el nuevo dios supremo y el universo, como botín de guerra, se dividió entre los vencedores. Se hicieron tres partes y Zeus y sus hermanos, Poseidón y Hades, se lo repartieron al azar colocando las tres porciones en un yelmo de donde cada uno extrajo la suya. A Zeus le correspondió el cielo, a Poseidón el mar y a Hades, el Inframundo. La Tierra y el Olimpo fueron declarados territorio común a los tres.
El mito de la Titanomaquia representa el conflicto generacional divino, que se halla presente en diversas mitologías de todo el orbe y cuyos ejemplos más significativos pueden ser las guerras de los Aesir contra los Vanir en la mitología escandinava, el poema mesopotámico Enuma Elish, la narración hitita de “La realeza de los cielos”, etc..

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