Incuestionablemente existe un lado oscuro
de nosotros mismos que no conocemos o no aceptamos; debemos llevar la luz de la
conciencia a ese lado tenebroso de sí mismos.
Todo el objeto de nuestros estudios
Gnósticos es hacer que el conocimiento de sí mismos se tome más consciente.
Cuando se tienen muchas cosas en uno mismo
que no se conocen ni se aceptan, entonces tales cosas nos complican la vida
espantosamente y provocan en verdad toda suerte de situaciones que podrían ser
evitadas mediante el conocimiento de sí.
Lo peor de todo esto es que proyectamos
ese lado desconocido e inconsciente de sí mismos en otras personas y entonces
lo vemos en ellas.
Por ejemplo: las vemos como si fuesen
embusteras, infieles, mezquinas, etc., en relación con lo que cargamos en
nuestro interior.
La Gnosis dice sobre este particular, que
vivimos en una parte muy pequeña de nosotros mismos. Significa ello que nuestra
conciencia se extiende solo a una parte muy reducida de nosotros mismos.
La idea del trabajo esotérico Gnóstico es
la de ampliar claramente nuestra propia conciencia.
Indubitablemente en tanto no estemos bien
relacionados consigo mismos, tampoco estaremos bien relacionados con los demás
y el resultado serán conflictos de toda especie.
Es indispensable llegar a ser muchísimo
más conscientes para consigo mismos mediante una directa observación de sí.
Una regla Gnóstica general en el trabajo
esotérico Gnóstico, es que cuando no nos entendemos con alguna persona, se
puede tener la seguridad de que ésta es la cosa misma contra la cual es preciso
trabajar sobre si mismo.
Lo que se critica tanto en los otros es
algo que descansa en el lado oscuro de uno mismo y que no se conoce, ni se
quiere reconocer.
Cuando estamos en tal condición el lado
oscuro de nosotros mismos es muy grande, pero cuando la luz de la observación
de sí ilumina ese lado oscuro, la conciencia se acrecienta mediante el
conocimiento de sí.
Esta es la Senda del Filo de la Navaja,
más amarga que la hiel, muchos la inician, muy raros son los que llegan a la
meta.
Así como la Luna tiene un lado oculto que
no se ve, un lado desconocido, así también sucede con la Luna Psicológica que
cargamos en nuestro interior.
Obviamente tal Luna Psicológica está
formada por el Ego, el Yo, el Mí Mismo, el Sí mismo.
En esta luna psicológica cargamos
elementos inhumanos que espantan, que horrorizan y que en modo alguno
aceptaríamos tener.
Cruel camino es este de la
AUTO-REALIZACIÓN INTIMA DEL SER, ¡Cuántos precipicios!, ¡Qué pasos tan
difíciles!, ¡Qué laberintos tan horribles!.
A veces el camino interior después de
muchas vueltas y revueltas, subidas horripilantes y peligrosísimas bajadas, se
pierde en desiertos de arena, no se sabe por donde sigue y ni un rayo de luz te
ilumina.
Senda llena de peligros por dentro y por
fuera; camino de misterios indecibles, donde solo sopla un hálito de muerte.
En este camino interior cuando uno cree
que va muy bien, en realidad va muy mal.
En este camino interior cuando uno cree
que va muy mal, sucede que marcha muy bien.
En este camino secreto existen instantes
en que uno ya ni sabe que es lo bueno ni que es lo malo.
Lo que normalmente se prohíbe, a veces
resulta que es lo justo; así es el camino interior.
Todos los Códigos morales en el camino
interior salen sobrando; una bella máxima o un hermoso precepto moral, en
determinados momentos puede convertirse en un obstáculo muy serio para la
Auto-Realización íntima del Ser.
Afortunadamente el Cristo Intimo desde el
mismo fondo de nuestro Ser trabaja intensivamente, sufre, llora, desintegra
elementos peligrosísimos que en nuestro interior llevamos.
El Cristo nace como un niño en el corazón
del hombre pero a medida que va eliminando los elementos indeseables que
llevamos dentro, va creciendo poco a poco hasta convertirse en un hombre
completo.
CAPÍTULO XXVI LOS TRES TRAIDORES
En el trabajo interior profundo, dentro
del terreno de la estricta auto-observación psicológica, hemos de vivenciar en
forma directa todo el drama cósmico.
El Cristo Intimo ha de eliminar todos los
elementos indeseables que en nuestro interior cargamos.
Los múltiples agregados psíquicos en
nuestras profundidades psicológicas gritan pidiendo crucifixión para el señor
interior.
Incuestionablemente cada uno de nosotros
lleva en su psiquis a los tres traidores.
Judas, el demonio del deseo; Pilatos el
demonio de la mente; Caifás, el demonio de la mala voluntad.
Estos tres traidores crucificaron al señor
de Perfecciones en el fondo mismo de nuestra alma.
Se trata de tres tipos específicos de
elementos inhumanos fundamentales en el drama cósmico.
Indubitablemente el citado drama se ha
vivido siempre secretamente en las profundidades de la conciencia superlativa
del ser.
No es pues, el drama cósmico propiedad del
Gran Kabir Jesús como suponen siempre los ignorantes ilustrados.
Los Iniciados de todas las edades, los
Maestros de todos los siglos, han tenido que vivir el drama cósmico dentro de
sí mismos, aquí y ahora.
Empero, Jesús el Gran Kabir tuvo el valor
de representar tal drama intimo públicamente, en la calle y a la luz del día,
para abrir el sentido de la iniciación a todos los seres humanos, sin
diferencias de raza, sexo, casta o color.
Es maravilloso que halla alguien que en
forma pública enseñare el drama íntimo a todos los pueblos de la tierra.
El Cristo Intimo no siendo un lujurioso
tiene que eliminar de sí mismo los elementos psicológicos de la lujuria.
El Cristo Intimo siendo en sí mismo paz y
amor debe eliminar de sí mismo los elementos indeseables de la ira.
El Cristo Intimo no siendo un codicioso
debe eliminar de sí mismo los elementos indeseables de la codicia.
El Cristo Intimo no siendo envidioso debe
eliminar de sí mismo los agregados síquicos de la envidia.
El Cristo Intimo siendo humildad perfecta,
modestia infinita, sencillez absoluta, debe eliminar de sí mismo los asqueantes
elementos del orgullo, de la vanidad, del engreimiento.
El Cristo Intimo, la palabra, el Logos
Creador viviendo siempre en constante actividad tiene que eliminar en nuestro
interior, en sí mismo y por sí mismo los elementos indeseables de la inercia,
de la pereza, del estancamiento.
El Señor de Perfección acostumbrado a
todos los ayunos, templado, jamás amigo de borracheras y de grandes banqueteos
tiene que eliminar de sí mismo los abominables elementos de la gula.
Extraña simbiosis la del Cristo-Jesús; el
Cristo-Hombre; rara mezcla de lo divino y de lo humano de lo perfecto y de lo
imperfecto; prueba siempre constante para el Logos.
Lo más interesante de todo esto es que el
Cristo secreto es siempre un triunfador; alguien que vence constantemente a las
tinieblas; alguien que elimina a las tinieblas dentro de sí mismo, aquí y
ahora.
El Cristo Secreto es el señor de la Gran
Rebelión, rechazado por los sacerdotes, por los ancianos y por los escribas del
templo.
Los sacerdotes le odian; es decir, no le
comprenden, quieren que el Señor de Perfecciones viva exclusivamente en el
tiempo de acuerdo con sus dogmas inquebrantables.
Los ancianos, es decir, los moradores de
la tierra, los buenos dueños de casa, la gente juiciosa, la gente de
experiencia aborrece al Logos, al Cristo Rojo, al Cristo de la Gran Rebelión,
porque éste se sale del mundo de sus hábitos y costumbres anticuadas,
reaccionarias y petrificadas en muchos ayeres.
Los escribas del templo, los bribones del
intelecto aborrecen al Cristo Intimo porque éste es la antítesis del
Anticristo, el enemigo declarado de todo ese podridero de teorías
universitarias que tanto abunda en los mercados de cuerpos y de almas.
Los tres traidores odian mortalmente al
Cristo Secreto y le conducen a la muerte dentro de nosotros mismos y en nuestro
propio espacio psicológico.
Judas el demonio del deseo cambia siempre
al señor por treinta monedas de plata, es decir, por licores, dineros, fama,
vanidades, fornicaciones, adulterios, etc.
Pilatos el demonio de la mente, siempre se
lava las manos, siempre se declara inocente, nunca tiene la culpa,
constantemente se justifica ante sí mismo y ante los demás, busca evasivas,
escapatorias para eludir sus propias responsabilidades, etc.
Caifás el demonio de la mala voluntad
traiciona incesantemente al señor dentro de nosotros mismos; el Adorable Intimo
le da el báculo para pastorear sus ovejas, sin embargo, el cínico traidor
convierte el altar en lecho de placeres, fornica incesantemente, adultera,
vende los sacramentos, etc.
Estos tres traidores hacen sufrir
secretamente al adorable señor Intimo sin compasión alguna.
Pilatos le hace poner corona de espinas en
sus sienes, los malvados yoes lo flagelan, le insultan, le maldicen en el espacio
psicológico íntimo sin piedad de ninguna especie.
V.M. SAMAEL AUN WEOR.
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