CAPÍTULO XVII
CRIATURAS MECÁNICAS
De ninguna manera podríamos negar la Ley de Recurrencia
procesándose en cada momento de nuestra vida.
Ciertamente en cada día de nuestra existencia, existe
repetición de eventos, estados de conciencia, palabra, deseos, pensamientos,
voliciones, etc.
Es obvio que cuando uno no se auto-observa, no puede darse
cuenta de esta incesante repetición diaria.
Resulta evidente que quien no siente interés alguno por
observarse a sí mismo, tampoco desea trabajar para lograr una verdadera
transformación radical.
Para colmo de los colmos hay gentes que quieren
transformarse sin trabajar sobre sí mismos.
No negamos el hecho de que cada cual tiene derecho a la real
felicidad del espíritu, más también es cierto, que la felicidad sería algo más
que imposible si no trabajamos sobre sí mismos.
Uno puede cambiar íntimamente, cuando de verdad consigue
modificar sus reacciones ante los diversos hechos que le sobrevienen
diariamente.
Empero no podríamos modificar nuestra forma de reaccionar
ante los hechos de la vida práctica, sino trabajáramos seriamente sobre sí
mismos.
Necesitamos cambiar nuestra manera de pensar, ser menos
negligentes, volvemos mas serios y tomar la vida en forma diferente, en su
sentido real y practico.
Empero, si continuamos así tal como estamos, comportándonos
en la misma forma todos los días, repitiendo los mismos errores, con la misma
negligencia de siempre, cualquier posibilidad de cambio quedará de hecho
eliminada.
Si uno de verdad quiere llegar a conocerse a sí mismo, debe
empezar por observar su propia conducta, ante los sucesos de cualquier día de
la vida.
No queremos decir con esto que no deba uno observarse a sí
mismo diariamente, sólo queremos afirmar que se debe empezar por observar un
primer día.
En todo debe haber un comienzo, y empezar por observar
nuestra conducta en cualquier día de nuestra vida, es un buen comienzo.
Observar nuestras reacciones mecánicas ante todos esos
pequeños detalles de alcoba, hogar, comedor, casa, calle, trabajo, etc., etc.,
etc., lo que uno dice, siente y piensa, es ciertamente lo más indicado.
Lo importante es ver luego como o de que manera puede uno
cambiar esas reacciones; empero, si creemos que somos buenas personas, que
nunca nos comportamos en forma inconsciente y equivocada, nunca cambiaremos.
Ante todo necesitamos comprender que somos
personas-máquinas, simples marionetas controladas por agentes secretos, por Yoes
ocultos.
Dentro de nuestra persona viven muchas personas, nunca somos
idénticos; a veces se manifiesta en nosotros una persona mezquina, otras veces
una persona irritable, en cualquier otro instante una persona espléndida,
benevolente, mas tarde una persona escandalosa o calumniadora, después un
santo, luego un embustero, etc.
Tenemos gente de toda clase dentro de cada uno de nosotros,
Yoes de toda especie. Nuestra personalidad no es mas que una marioneta, un
muñeco parlante, algo mecánico.
Empecemos por comportamos conscientemente durante una
pequeña parte del día; necesitamos dejar de ser simples máquinas aunque sea
durante por breves minutos diarios, esto influirá decisivamente sobre nuestra
existencia.
Cuando nos Auto-Observamos y no hacemos lo que tal o cual Yo
quiere, es claro que empezamos a dejar de ser máquinas.
Un sólo momento, en que se está bastante consciente, como
para dejar de ser máquina, si se hace voluntariamente, suele modificar
radicalmente muchas circunstancias desagradables.
Desgraciadamente vivimos diariamente una vida mecanicista,
rutinaria, absurda. Repetimos sucesos, nuestros hábitos son los mismos, nunca
hemos querido modificarlos, son el carril mecánico por donde circula el tren de
nuestra miserable existencia, empero, pensamos de nosotros lo mejor...
Por donde quiera abundan los "MITÓMANOS", los que
se creen Dioses; criaturas mecánicas, rutinarias, personajes del lodo de la
tierra, míseros muñecos movidos por diversos Yoes; gentes así no trabajarán
sobre sí mismos...
CAPÍTULO XVIII
EL PAN
SUPERSUBSTANCIAL
Si observamos cuidadosamente cualquier día de nuestra vida,
veremos que ciertamente no sabemos vivir conscientemente.
Nuestra vida parece un tren en marcha, moviéndose en los
carriles fijos de los hábitos mecánicos, rígidos, de una existencia vana y
superficial.
Lo curioso del caso es que jamás se nos ocurre modificar los
hábitos, parece que no nos cansamos de estar remitiendo siempre lo mismo.
Los hábitos nos tiene petrificados, más pensamos que somos
libres; somos espantosamente feos pero nos creemos Apolos...
Somos gente mecánica, motivo más que suficiente como para
carecer de todo sentimiento verdadero de lo que se está haciendo en la vida.
Nos movemos diariamente dentro del viejo carril de nuestros
hábitos anticuados y absurdos y así es claro que no tenemos una verdadera vida;
en vez de vivir, vegetamos miserablemente, y no recibimos nuevas impresiones.
Si una persona iniciara su día conscientemente, es
ostensible que tal día sería muy distinto a los otros días.
Cuando uno toma la totalidad de su vida, como el mismo día
que está viviendo, cuando no deja para mañana lo que se debe hacer hoy mismo,
llega realmente a conocer lo que significa trabajar sobre sí mismo.
Jamás un día carece de importancia; si en verdad queremos
transformarnos radicalmente, debemos vernos, observarnos y comprendernos
diariamente.
Sin embargo, las gentes no quieren verse a sí mismas,
algunos teniendo ganas de trabajar sobre sí mismos, justifican su negligencia
con frases como la siguiente: "El trabajo en la oficina no permite
trabajar sobre sí mismo". Palabras estas sin sentido, huecas, vanas,
absurdas, que sólo sirven para justificar la indolencia, la pereza, la falta de
amor por la Gran Causa.
Gentes así, aunque tengan muchas inquietudes espirituales,
es obvio que no cambiarán nunca.
Observarnos a sí mismos es urgente, inaplazable,
impostergable. La Auto-Observación íntima es fundamental para el cambio
verdadero.
¿Cuál es su estado psicológico al levantarse?, ¿Cuál es su
estado de ánimo durante el desayuno?, ¿Estuvo impaciente con el mesero?, ¿Con
la esposa?, ¿Por qué estuvo impaciente?, ¿Qué es lo que siempre le trastorna?,
etc.
Fumar o comer menos no es todo el cambio, más si indica
cierto avance. Bien sabemos que el vicio y la glotonería son inhumanos y
bestiales.
No está bien que alguien dedicado al Camino Secreto, tenga
un cuerpo físico, excesivamente gordo y con un vientre abultado y fuera de toda
euritmia de perfección. Eso indicaría glotonería, gula y hasta pereza.
La vida cotidiana, la profesión, el empleo, aunque vitales
para la existencia, constituyen el sueño de la conciencia.
Saber que la vida es sueño no significa haberlo comprendido.
La comprensión viene con la auto-observación y el trabajo intenso sobre sí
mismo.
Para trabajar sobre sí, es indispensable trabajar sobre su
vida diaria, hoy mismo, y entonces se comprenderá lo que significa aquella
frase de la Oración del Señor: "Dadnos el Pan nuestro de cada día".
La frase "Cada Día", significa el "Pan
supersubstancial" en griego o el "Pan de lo Alto".
La Gnosis da ese Pan de Vida en el doble sentido de ideas y
fuerzas que nos permiten desintegrar errores psicológicos.
Cada vez que reducimos a polvareda cósmica tal o cual
'Yo", ganamos experiencia psicológica, comemos el "Pan de la
Sabiduría", recibimos un nuevo conocimiento.
La Gnosis nos ofrece el "Pan Supersubstancial", el
"Pan de la Sabiduría", y nos señala con precisión la nueva vida que
comienza en uno mismo, dentro de uno mismo, aquí y ahora.
Ahora, bien, nadie puede alterar su vida o cambiar cosa
alguna relacionada con las reacciones mecánicas de la existencia, a menos que
cuente con la ayuda de nuevas ideas y reciba auxilio Divinal.
La Gnosis da esas nuevas ideas y enseña el "modus
operandi" mediante el cual puede uno ser asistido por Fuerzas Superiores a
la mente.
Necesitamos preparar los centros inferiores de nuestro
organismo para recibir las ideas y fuerza que vienen de los centros Superiores.
En el trabajo sobre sí mismo no existe nada despreciable.
Cualquier pensamiento por insignificante que sea, merece ser observado.
Cualquier emoción negativa, reacción, etc., debe ser observada.
V.M. SAMAEL AUN WEOR.
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