CAPÍTULO III
LA FELICIDAD
La gente trabaja diariamente,
lucha por sobrevivir, quiere existir de alguna manera, mas no es feliz.
Esa de la felicidad
está en chino -como se dice por ahí- lo más grave es que la gente lo sabe pero
en medio de tantas amarguras, parece que no pierden las esperanzas de lograr la
dicha algún día, sin saber cómo ni de qué manera.
¡Pobres gentes!
¡Cuánto sufren! Y, sin embargo, quieren vivir, temen perder la vida.
Si las gentes entendieran algo sobre Psicología
revolucionaria, posiblemente hasta pensarían distinto; mas en verdad nada
saben, quieren sobrevivir en medio de su desgracia y eso es todo.
Existen momentos
placenteros y muy agradables, pero eso no es felicidad; las gentes confunden el
placer con la felicidad.
"Pachanga",
"Parranda", borrachera, orgía; es placer bestial, mas no es
felicidad... Sin embargo, hay fiestecitas sanas sin borracheras, sin
bestialidades, sin alcohol, etc., pero eso tampoco es felicidad...
¿Eres persona
amable? ¿Cómo te sientes cuando danzas? ¿Estás enamorado? ¿Amas de verdad? ¿Qué
tal te sientes danzando con el ser que adoras? Permitid que me vuelva un poco
cruel en estos momentos al deciros que esto tampoco es felicidad.
Si ya estáis viejo,
si no te atraen estos placeres, si te saben a cucaracha; Dispensadme si te digo
que serías diferente si estuvieseis joven y lleno de ilusiones.
De todas maneras,
dígase lo que se diga, bailes o no bailes, enamores o no enamores, tengas o no
eso que se llama dinero, tú no eres feliz aunque pienses lo contrario.
Uno se pasa la vida
buscando la felicidad por todas partes y muere sin haberla encontrado.
En la América
Latina son muchos los que tienen esperanzas en sacarse algún día el premio
gordo de la lotería, creen que así van a lograr la felicidad; algunos hasta de
verdad se lo sacan, más no por ello logran la tan ansiada felicidad.
Cuando uno está
muchacho, sueña con la mujer ideal, alguna princesa de las "Mil y Una
Noches", algo extraordinario; viene después la cruda realidad de los
hechos: Mujer, muchachitos pequeños que mantener, difíciles problemas
económicos, etc.
No hay duda de que
a medida que los hijos crecen, los problemas también crecen y hasta se tornan
imposibles...
Conforme el niño o
la niña van creciendo, los zapatitos van siendo cada vez más grandes y el
precio mayor, eso es claro.
Conforme las
criaturas crecen, la ropa va costando cada vez más y más cara; habiendo dinero
no hay problema en esto, mas si no lo hay, la cosa es grave y se sufre
horriblemente...
Todo esto sería más
o menos llevadero, si se tuviese una mujer buena, más cuando el pobre hombre es
traicionado, "cuando le ponen los cuernos", ¿de qué le sirve,
entonces, luchar por ahí para conseguir dinero?
Desgraciadamente
existen casos extraordinarios, mujeres maravillosas, compañeras de verdad tanto
en la opulencia como en la desgracia, mas para colmo de los colmos entonces el
hombre no la sabe apreciar y hasta la abandona por otras mujeres que le van a
amargar la vida.
Muchas son las
doncellas que sueñan con un "príncipe azul", desafortunadamente de
verdad, las cosas resultan muy diferentes y en el terreno de los hechos se casa
la pobre mujer con un verdugo...
La mayor ilusión de
una mujer es llegar a tener un hermoso hogar y ser madre: "santa
predestinación", empero aunque el hombre le resulte muy bueno, cosa por
cierto muy difícil, al fin todo pasa: los hijos y las hijas se casan, se van o
le pagan mal a sus padres y el hogar concluye definitivamente.
Total, en este
mundo cruel en que vivimos, no existe gente feliz... Todos los pobres seres
humanos son infelices.
En la vida hemos
conocido muchos burros cargados de dinero, llenos de problemas, pleitos de toda
especie, sobrecargados de impuestos, etc. No son felices.
¿De qué sirve ser
rico si no se tiene buena salud? ¡Pobres ricos! A veces son más desgraciados
que cualquier mendigo.
Todo pasa en esta
vida: pasan las cosas, las personas, las ideas, etc. Los que tiene dinero pasan
y los que no lo tienen también pasan y nadie conoce la auténtica felicidad.
Muchos quieren
escapar de sí mismos por medio de las drogas o el alcohol, más en verdad no
sólo no consiguen tal escape, sino lo que es peor, quedan atrapados entre el
infierno del vicio.
Los amigos del
alcohol o de la marihuana o del "L.S.D.", etc., desaparecen como por
encanto cuando el vicioso resuelve cambiar de vida.
Huyendo del "Mí Mismo", del "Yo
Mismo", no se logra la felicidad. Interesante sería "agarrar al toro
por los cuernos", observar al "YO", estudiarlo con el propósito
de descubrir las causas del dolor.
Cuando uno descubre
las causas verdaderas de tantas miserias y amarguras, es obvio que algo puede
hacer...
Si se logra acabar
con el "Mi Mismo", con "Mis Borracheras", con "Mis
Vicios", con "Mis Afectos", que tanto dolor me causan en el
corazón, con mis preocupaciones que me destrozan los sesos y me enferman, etc.,
etc., es claro que entonces adviene eso que no es del tiempo, eso que está más
allá del cuerpo, de los afectos y de la mente, eso que realmente es desconocido
para el entendimiento y que se llama: ¡FELICIDAD!
Incuestionablemente,
mientras la conciencia continúe embotellada, embutida entre el "MI
MISMO", entre el "YO MISMO", de ninguna manera podrá conocer la
legítima felicidad.
La felicidad tiene
un sabor que el "YO MISMO", el "MI MISMO", nunca jamás ha
conocido.
CAPÍTULO IV
LA LIBERTAD
El sentido de la
Libertad es algo que aún no ha sido entendido por la Humanidad.
Sobre el concepto
Libertad, planteado siempre en forma más o menos equivocada, se han cometido
gravísimos errores.
Ciertamente se
pelea por una palabra, se sacan deducciones absurdas, se cometen atropellos de
toda especie y se derrama sangre en los campos de batalla.
La palabra Libertad
es fascinante, a todo el mundo le gusta, sin embargo, no se tiene verdadera
comprensión sobre la misma, existe confusión en relación con esta palabra.
No es posible
encontrar una docena de personas que definan la palabra Libertad en la misma
forma y del mismo modo.
El término
Libertad, en modo alguno sería comprensible para el racionalismo subjetivo.
Cada cual tiene
sobre este término ideas diferentes: opiniones subjetivas de las gentes
desprovistas de toda realidad objetiva.
Al plantearse la
cuestión Libertad, existe incoherencia, vaguedad, incongruencia en cada mente.
Estoy seguro que ni
siquiera Don Emmanuel Kant, el autor de la Crítica de la Razón Pura, y de la
Crítica de la Razón Práctica, jamás analizó esta palabra para darle el sentido
exacto.
Libertad, hermosa
palabra, bello término: ¡Cuántos crímenes se han cometido en su nombre!
Incuestionablemente,
el término Libertad ha hipnotizado a las muchedumbres; las montañas y los
valles, los ríos y los mares se han teñido con sangre al conjuro de esta mágica
palabra.
Cuántas banderas,
cuánta sangre y cuántos héroes han sucedido en el curso de la Historia, cada
vez que sobre el tapete de la vida se ha puesto la cuestión Libertad.
Desafortunadamente,
después de toda independencia a tan alto precio lograda, continúa dentro de
cada persona la esclavitud.
¿Quién es libre?,
¿Quién ha logrado la famosa libertad?, ¿Cuántos se han emancipado?, ¡ay, ay,
ay!
El adolescente
anhela libertad; parece increíble que muchas veces teniendo pan, abrigo, y
refugio, se quiera huir de la casa paterna en busca de libertad.
Resulta
incongruente que el jovencito que tiene todo en casa, quiera evadirse, huir,
alejarse de su morada, fascinado por el término libertad. Es extraño que
gozando de toda clase de comodidades en hogar dichoso, se quiera perder lo que
se tiene, para viajar por esas tierras del mundo y sumergirse en el dolor.
Que el desventurado, el paria de la vida, el mendigo,
anhele de verdad alejarse de la casucha, de la choza, con el propósito de
obtener algún cambio mejor, resulta correcto; pero que el niño bien, el nene de
mamá, busque escapatoria, huida, resulta incongruente y hasta absurdo; empero
esto es así; la palabra Libertad, fascina, hechiza, aunque nadie sepa definirla
en forma precisa.
Que la doncella
quiera libertad, que anhele cambiar de casa, que desee casarse para escapar del
hogar paterno y vivir una vida mejor, resulta en parte lógico, porque ella
tiene derecho a ser madre; sin embargo, ya en vida de esposa, encuentra que no
es libre, y con resignación ha de seguir cargando las cadenas de la esclavitud.
El empleado,
cansado de tantos reglamentos, quiere verse libre, y si consigue independizarse
se encuentra con el problema que continúa siendo esclavo de sus propios
intereses y preocupaciones.
Ciertamente, cada
vez que se lucha por la Libertad, nos encontramos defraudados a pesar de las
victorias.
Tanta sangre
derramada inútilmente en nombre de la Libertad, y sin embargo continuamos
siendo esclavos de sí mismos y de los demás.
Las gentes se
pelean por palabras que nunca entienden, aunque los diccionarios las expliquen
gramaticalmente.
La Libertad es algo
que hay que conseguir dentro de sí mismo. Nadie puede lograrla fuera de sí
mismo.
Cabalgar por el
aire es una frase muy oriental que alegoriza el sentido de la genuina Libertad.
Nadie podría en
realidad experimentar la Libertad en tanto su conciencia continúe embotellada
en el sí mismo, en el mí mismo.
Comprender este yo
mismo, mi persona, lo que yo soy, es urgente cuando se quiere muy sinceramente
conseguir la Libertad.
En modo alguno
podríamos destruir los grilletes de la esclavitud sin haber comprendido
previamente toda esta cuestión mía, todo esto que atañe al yo, al mí mismo.
¿En qué consiste la
esclavitud?, ¿Qué es esto que nos mantiene esclavos?, ¿Cuáles son estas
trabas?, todo esto es lo que necesitamos descubrir.
Ricos y pobres,
creyentes y descreídos, están todos formalmente presos aunque se consideren
libres.
En tanto la
conciencia, la esencia, lo más digno y decente que tenemos en nuestro interior,
continúe embotellada en el sí mismo, en el mí mismo, en el yo mismo, en mis
apetencias y temores, en mis deseos y pasiones, en mis preocupaciones y
violencias, en mis defectos psicológicos; se estará en formal prisión.
El sentido de
Libertad sólo puede ser comprendido íntegramente cuando han sido aniquilados
los grilletes de nuestra propia cárcel psicológica.
Mientras el
"yo mismo" exista la conciencia estará en prisión; evadirse de la
cárcel sólo es posible mediante la aniquilación budista, disolviendo el yo,
reduciéndolo a cenizas, a polvareda cósmica.
La conciencia
libre, desprovista de yo, en ausencia absoluta del mí mismo, sin deseos, sin
pasiones, sin apetencias ni temores, experimenta en forma directa la verdadera
Libertad.
Cualquier concepto
sobre Libertad no es Libertad. Las opiniones que nos formemos sobre la Libertad
distan mucho de ser la Realidad. Las ideas que nos forjemos sobre el tema
Libertad, nada tienen que ver con la auténtica Libertad.
La Libertad es algo
que tenemos que experimentar en forma directa, y esto sólo es posible muriendo
psicológicamente, disolviendo el yo, acabando para siempre con el mí mismo.
De nada serviría
continuar soñando con la Libertad, si de todas maneras proseguimos como
esclavos.
Más vale vernos a
sí mismos tal cual somos, observar cuidadosamente todos estos grilletes de la
esclavitud que nos mantienen en formal prisión.
Auto-conociéndonos,
viendo lo que somos interiormente, descubriremos la puerta de la auténtica
Libertad.
V.M. SAMAEL AUN WEOR
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