EL SIETE SIMBÓLICO Y LA ROSA
En muchas Obras Rosa Cruz se encuentra a cada
paso la Rosa. No era de justificación posible la aparición de este emblema,
puesto que no estaba en armonía con el criterio que podía formarse cada lector.
Sin embargo, de tener la Clave, claramente se hubiera percibido que al dibujar
la Rosa se trataba de la representación del número 7.
De este modo, en la ROSA-CRUZ, la Rosa indica
antes de nada el septenario teosófico y esto nos lleva a investigar en qué
lugares y con qué motivos usaron los antiguos indiferentemente el siete o la
Rosa.
Desde los Druidas hasta nuestros días, son
infinitos los casos y tenemos la seguridad de que el lector conocerá algunos
más de los que vamos a expresar aquí, ya que sería interminable enumerarlos
todos.
En el Apocalipsis de San Juan, se habla de 7
Cabezas, de 7 fuentes de cuernos de Dios, que serán vertidas sobre los
pecadores. En muchos países se cita, como símbolo religioso, a la Serpiente de
7 Cabezas. El Mundo fue hecho en 7 días y en la misma Biblia se habla de la
venganza séptima contra Caín. De 7 hembras y 7 varones que llevó Noé al Arca.
De 7 días en que la lluvia continuó subiendo. De 7 Corderos que se utilizaron
para que jurara Abraham el tratado con Abimelech. De 7 años que sirvió Jacob
por Raquel. De las 7 genuflexiones que hizo Jacob ante Esau. De las 7 vacas
gordas y 7 flacas de que habla José en Egipto y de las 7 espigas de trigo y de
los 7 años.
Siete días dura la fiesta de Pascua (Passah)
en que los Judíos deben comer pan sin levadura y 7 días debía quedar todo
animal con la madre antes de ser sacrificado. En las Religiones de Oriente y
del Occidente, figura el 7 en los juramentos, y en siglos pasados se juraba
ante 7 objetos religiosos y para conseguir la absolución había que lavarse 7
veces en la Luna nueva, había que sacrificar 7 animales y, en caso de muerte, 7
parientes debían hacer guardia.
Las Parteras quedaban maculadas durante los 7
primeros días de asistir a un parto. La madre quedaba en el mismo estado
durante otros siete días en los niños y en 2 x 7 siendo niñas. Siete veces
había que sumergirse en el Jordán para lograr el perdón de los pecados y siete benditos
caminos llevaban a Dios que eran las siete veredas estéticas que recorrían las
almas.
Siete columnas tenía el Templo de Salomón y
un candelabro con 7 brazos radiantes. Un Justo cae al día 7 veces. Dice Salomón
que cuando uno que te odia te habla, no confíes porque su corazón alberga 7
maldades. La Biblia habla de 7 ríos, de 7 tiempos, de 7 truenos, de 7 coros de Arcángeles y
archidemonios, de 7 sellos, 7 cuernos y 7 reyes.
La Iniciación de Egipto tenía 7 grados, cuyo
número tomaron de ellos los Romanos. En la antigua Grecia, se hablaba de 7
sabios mundiales. De 7 Tebas y en Tebas 7 maravillas del Mundo. La Tierra está
regida por 7 planetas correspondientes a los 7 tonos de la Música de Apolo, y 7
acordes unían los cielos con la Tierra.
Roma está edificada sobre 7 colinas, y antes
de establecerse la República reinaron 7 Reyes. El Templo, sobre la peña Tarpeya,
tenía 7 santuarios, donde se guardaban las reliquias del Imperio Romano, cuyas
Leyes exigían 7 testigos testamentarios.
Siete palabras pronunció Jesús en la Cruz.
Siete dolores y 7 alegrías tuvo la Virgen- Madre. Siete peticiones contiene el
Padre Nuestro. Siete son los Sacramentos y 7 veces se alza a Dios en las 7
horas canónicas.
Para los Druidas, era el 7 sagrado, y en la
Galicia antigua de los Escitas, los Tribunales tenían 7 jueces siempre, cuya
costumbre ha continuado hasta nuestros días, exigiéndosele 7
condiciones distintas, a
saber: ser sordo,
mudo, de corazón,
de fácil palabra, humilde, serio
y lleno de temor de Dios.
Entre los Escitas y Celtas, el hombre tenía 7
cuerpos, 7 principios, 7 sentidos. Entre ellos, la niña no podía casarse hasta
después de haber cumplido 2 x 7 años y el mancebo ya era hábil entonces para la
guerra. Si una mujer era rechazada, después de la primera noche por impura,
necesitaba 7 testigos que juraran su virginidad. Solo después de 7 años,
entraba la comunidad de bienes entre los matrimonios. Si un hombre era acusado
de adulterio, bastaban 7 testigos para probar su inocencia. Los Jóvenes de
Irlanda y de Escocia, iban a Galicia para lograr la Iniciación, donde
permanecían 7 años, y hasta entonces no regresaban a su País. Los Druidas
tenían seleccionadas 7 plantas para sus curaciones y entre ellas se
encontraban: el Muérdago, la Mandrágora y el Licopodio, que hasta ahora en
Alemania se le llama pies de Druidas.
El número 7 es señalado en muchos escritos
religiosos como 3 + 1 + 3. Es decir, la unidad va en el centro, representando
que el hombre ha de ir siempre en medio de la Trinidad.
Los Judíos tenían cada 7 años la fiesta del
Sabat y 7 x 7 Jubileos durante cada una de estas fiestas 7 días.
Cicerón
dice del 7:
Rerum omnium fere
modus. El 7
es la base
de todo lo existente.
La Gran Rosa Cruz, Comenius, habla de los 7
Centros o Nadis en nosotros, de los mismos que habla también, más tarde,
Gichtel. Luego Leadbeater hace mención a estos Nadis, denominándolos Chakras.
Son infinitos los casos en que interviene el
simbólico número 7, y para enumerarlos todos, sería preciso un libro entero,
con temor aún de que algunos se olvidaran.
La Rosa, lo esencial en nuestra vida, es la
encarnación de este mismo número 7, que todo lo sintetiza y todo lo abarca.
Hacer que la Rosa florezca en nosotros es tanto como hacer que el número 7
encienda sus siete lámparas votivas sobre el árbol sagrado de nuestra Cruz.
METAMORFOSIS DE LA ROSA
Era allá en nuestros tiempos estudiantiles,
cuando nos esforzábamos, en pugna con la Botánica, por conseguir sobreponernos
a una asignatura que nos parecía demasiado pesada y demasiado voluminosa.
Recordamos todavía que fue nuestra verdadera pesadilla y que, al fin, salimos
de ella como quien arroja fuera de sí una pesada carga.
Pero no todo fue una marcha forzada por
liberarnos de tanta teoría ampulosa. Algo se nos quedó y lo recogimos con
aprovechamiento, siquiera para establecer más tarde, libres ya de los
prejuicios escolásticos, nuestro propio y personalísimo criterio.
En las aulas se nos hablaba de esa especie de
vegetales dicotiledóneos llamados Rosáceas, de las Rosoídeas, de las Róseas, de
sus sépalos, etcétera, y de cuanto forma esa embrollada madeja de detalles
alrededor de plantas y árboles. Términos todos ellos abrumados de tecnicismos
que ya a nuestra pobre imaginación le es difícil recordar.
Sin embargo, hemos visto luego en la práctica
que para nada nos ha servido tanta sapiencia inútil. La Ciencia es así en casi
todas sus manifestaciones, y así son la mayor parte de los conocimientos que
forman especie de andamio para ascender hasta el Edificio mismo, pero no entrar
en él. Hay que quitar, pues, el andamiaje, como hay que desechar tanto viejo
prejuicio escolar si queremos un día, con absoluta libertad, ver las cosas en
sí, en toda su desnudez. Ver lo esencial.
La Rosa, comienza por ser semilla. Es decir,
un germen casi invisible. Una especie de polvillo sutil que nadie diría que
lleva en su constitución atómica el hálito poderoso de una vida latente.
Depositada esta semilla en la tierra en condiciones favorables, en situación
propicia de germinar, despierta, toma incremento, echa raíces, crece, lanza
brotes, tallo, hojas y finalmente, produce flores y aún frutos.
Y diríamos ahora: ¿cuándo se convierte en
Rosa?. ¿Cuándo es la Rosa propiamente
dicha?.
Siempre, podría argumentarse. No es Rosa sólo
cuando se nos manifiesta como flor,
sino en todos los momentos de su evolución.
La Rosa es Rosa siempre. Desde el primer gránulo de semilla que la engendra,
hasta que el capullo comience a abrirse, para ofrecérnosla bella y radiante.
Sin embargo, con ser Rosa en todos los instantes de su desarrollo, nunca es
igual. En la tierra comienza y a la tierra vuelve otra vez hecha semilla. Es
una especie de círculo evolutivo el que recorre, y en esta metamorfosis hay un
punto tácito, pero muy elocuente, dentro del Ocultismo. Dice un principio
hermético, que lo último será lo primero.
De aquí la importancia del florecimiento de
la Rosa en la Cruz. Nuestro propio vivir, la vida que nos circunda y que late
en nosotros, no es más que eso: una Rosa Gigantesca que pugna por florecer
dentro del Círculo mágico de nuestra existencia, de la rueda evolutiva de
nuestro ser, donde se encierra la causa originaria que la mantiene en apretado
capullo, que es la férrea Cruz de nuestra errante vida nómada.
Uno de los componentes principales de la Rosa
es el hierro, y éste lo recibe del Planeta Marte, mientras que el sílice lo
toma de Venus. El hierro es su propia resistencia y el sílice a modo de
transparencia espiritual.
Ya hemos dicho que los Planetas obran
constantemente sobre el crecimiento de todas las plantas; pero en la Rosa,
particularmente, su acción es ejercida en épocas especiales, y hasta diríamos
que matemáticas, sobre cuyo significado ya nos será permitido hablar en otra
oportunidad.
La Rosa es la única planta que su cultivo se
debe al Hombre exclusivamente. Todas las demás que vemos en nuestros jardines
pueden existir en cualquier lugar silvestre. La Rosa, no. Ella puede florecer
de manera silvestre sólo en su forma primitiva de Rosácea. Pero su gracia, su
perfume, su belleza y la diversidad de sus tonos y matices, fueron formados,
según la Iniciación, por los primeros Elohim. Aquellas huestes Angélicas
pregenésicas, manipuladas por Dios mismo, que fueron los primordiales
Arquitectos de la gran Obra de la Naturaleza.
Por eso la Rosa ha sido FLOR SAGRADA, y como
tal se le tuvo siempre en el
Egipto, Grecia y Germania.
Los mismos
Druidas le rindieron verdadero culto, ya que ellos sabían que fue
plasmada por obra y gracia de seres divinos, y ésta es la razón genuina de los
mágicos poderes que en sí encierra, cuyos poderes le son peculiares y ha venido
conservando hasta nuestros días.
Arcanos todos ellos que conocieron
íntegramente los viejos Alquimistas Rosa Cruz, y cuyos secretos han permanecido
hasta hoy fielmente guardados en el seno de la Mística Orden. Nadie abrirá los
labios de un Iniciado, aunque fuertes lazos de amistad le obliguen. Lo s
Sagrados Misterios van de oído a oído, y sólo cuando en cada uno se ha abierto
paso la Rosa en toda su plenitud.
Cuando las circunstancias sean más favorables
a la Humanidad, o cuando ésta llegue a una época en que la rueda de su
evolución haya ascendido más hacia la cumbre, el arcano íntimo de todas las
cosas será manifestado y todos los oídos estarán aptos para oír la luminosa
verdad que aún permanece velada en lo hondo del Santuario.
Desead, pues, que vuestros oídos oigan y
vuestros ojos vean. Descrucificad a Cristo en vosotros y aprended las normas
que en tiempo oportuno os dará la Iglesia Gnóstica, que será el mejor exponente
para la nueva vida de Acuario que está a punto de comenzar.
krumm heller
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