Bien, mis queridos hermanos, hemos
venido estudiando distintos aspectos relacionados con la mente, y hoy deberemos
seguir ahondando en el terreno práctico, dijéramos, de estos interesantes
estudios.
De por sí, la eliminación de los
agregados psíquicos resulta bastante difícil; sin embargo no es todo. Hay algo
más que necesitamos vigilar, quiero referirme, en forma enfática, a las
representaciones de la mente.
En el mundo de los sentidos,
existen representaciones disímiles, cuales son los objetos que nos rodean, las
criaturas vivientes, etc., más también existen las representaciones de la
mente.
En la mente hay muchas
representaciones que debemos tener en cuenta. Supongamos que tenemos, en la
mente, la representación de un amigo a quien estimamos. Alguien no importa
quien, nos habla contra ese amigo, se levanta contra el mismo toda clase de
murmuraciones, calumnias, etc. Si nosotros le damos oídos a toda esa
chismografía, entonces la imagen que tenemos de nuestro amigo, la
representación, de hecho queda alterada. Ya no vemos en él, al sujeto amable
que antes veíamos (lleno de armonía, etc.), sino que esa imagen asume, en
nuestro entendimiento, la figura que otros le han dado (posiblemente la del
bandido, la del ladrón, la del falso amigo, etc., etc.). En la noche, puede
suceder que soñemos con nuestro amigo, y ya en modo alguno lo soñaremos con
armonía: veremos que nos ataca, veremos que lo atacamos, soñamos que lo
matamos, soñamos que él empuña un arma contra nosotros, etc. Es decir, queda
completamente alterada la imagen del amigo, una representación que ha sido
alterada.
He ahí, pues, el error grave: dar oídos al
chisme, a la calumnia, a la murmuración, al dice que se dice, etc.
Obviamente, dentro de nuestra mente
existen miles de representaciones, que pueden ser alteradas si tomamos parte
en conversaciones negativas, si damos oído a la calumnia, si escuchamos al
dice que se dice, etc. Por todas estas y otras cosas, nunca conviene darle
oídos a las palabras negativas de las gentes (eso es grave en el trasfondo
psicológico).
De manera que no solamente los
agregados psíquicos, viva representación de nuestros defectos psicológicos,
constituyen un fardo que en nuestro interior cargamos. Nunca debemos olvidar la
cuestión esa de las representaciones del entendimiento.
Los caminantes del sendero, por dar
oídos a las conversaciones negativas, por estar en corrillos donde sólo se
escuchan frases negativas, suelen deformar, no una, sino muchas
representaciones del entendimiento, y estas, en el mundo de la mente,
constituyen verdaderos demonios que conforman un obstáculo o una serie de
obstáculos infranqueables para el despertar de la Conciencia. Así podemos
explicarnos el caso de muchos hermanos y hermanas gnósticas que en las noches
suelen siempre tener innúmeros sueños de tipo negativo (a veces sueñan que
matan o que les matan que les persiguen o que persiguen, etc.).
Lo más grave es cargar tales
enemigos dentro de la psiquis, en la propia mente. Obviamente, lo más indicado
(cuando se tienen representaciones de tipo negativo) es apelar al poder
serpentino anular que se desarrolla en el cuerpo del asceta gnóstico. Habrá que
invocar a Devi Kundalini Shakti, para que elimine tales representaciones de
tipo negativo.
En el fondo, para mi modo de ver y
entender las cosas, no deberíamos de tener representaciones negativas o
positivas en la mente. La mente debería quedar quieta y receptiva, serena, a
disposición del Ser. Para ello se necesitaría que la personalidad humana se
tornara pasiva. Una personalidad pasiva es una personalidad receptiva, recibe
los mensajes que vienen de las partes más elevadas del Ser. Indubitablemente,
tales mensajes pasan a través de los centros superiores del Ser, antes de
entrar a la mente (he ahí la ventaja de tener una personalidad pasiva). Pero no
sería tampoco posible tener una personalidad pasiva cuando ésta se encuentra
controlada por elementos muy pesados, por agregados muy difíciles, relacionados
con el mundo de las noventa y seis leyes, es decir, con la región del Tartarus.
La personalidad de las gentes es
activa porque está controlada por agregados del odio, del orgullo, de la
envidia, de los abominables celos, de la espantosa lujuria, del egoísmo que
todo lo quiere para sí y nada para los demás; o del engreimiento ante nuestros
semejantes (sin fundamento, porque en realidad de verdad, nosotros no somos
sino míseros gusanos del lodo de la tierra). Si logramos eliminar de nuestra
psiquis esos elementos psicológicos tan pesados, la personalidad humana se
torna pasiva, y la mente se vuelve receptiva para los mensajes que descienden
de la parte más elevada del Ser, a través de los centros superiores de nuestra
psiquis.
Ahora van comprendiendo ustedes mis
queridos amigos, la necesidad de eliminar esos elementos que he citado, que de
sí son pesados. Con Devi Kundalini Shakti, que es la serpiente ígnea de
nuestros mágicos poderes, podemos eliminar (de hecho) esos elementos pesados.
¡Sería un triunfo, porque así recibiríamos los mensajes directos que vienen de
la parte más elevada del Ser! Por todo esto, les digo, hay que trabajar sobre
sí mismos.
Una mente quieta, limpia, unitotal,
receptiva, una mente que no proyecta, sino que recibe en vez de proyectar, no
tendría el mal gusto de aceptar representaciones de tipo positivo o negativo en
los distintos fondos del entendimiento. Una mente así, solamente asimilaría
los mensajes que vienen de la parte más alta de nuestro Ser.
Pero en tanto nosotros continuemos
dándole albergue a las distintas representaciones del entendimiento, es obvio
que la mente no estará pasiva jamás. Será una mente proyectista, y una mente
proyectista, en realidad de verdad, está condicionada por el tiempo y por el
dolor.
Así, analizando esto a fondo,
veremos que no solamente debemos eliminar agregados psíquicos indeseables, sino
que tenemos (además) un problema muy difícil con la cuestión de las
representaciones (el problema que yo veo difícil, para la iluminación interior,
es que cargamos tantas representaciones adentro, además de los agregados
psíquicos inhumanos).
Si se estudia cuidadosamente la
vida de los sueños, hallaremos en ellos tantas cosas vagas e incoherentes,
imprecisas, tantos aspectos subjetivos, tantas cosas absurdas: personas,
hechos que no tienen realidad, que en sí se vuelven incoherentes. Por tal
motivo, nos deben invitar a la reflexión.
Uno quiere como costumbre, tener
claridad conceptual, ideas lúcidas, iluminación radical, sin incoherencias, sin
vaguedades, sin subjetivismos de ninguna especie. Más, desgraciadamente, las
representaciones que en nuestro interior cargamos, y los diversos agregados,
condicionan en tal forma a la Conciencia, que realmente la mantienen dentro del
carril nada agradable de la subconsciencia y hasta de la infraconsciencia e
inconsciencia.
Así pues, les invito a la
reflexión, les invito a comprender estas cosas, tan indispensables para la
mente.
En el mundo oriental se habla muy
en síntesis. Por ejemplo, en el Budismo Zen y Chang, se nos dice que "hay
que llegar a la quietud, al silencio de la mente, con el propósito de lograr un
día, la irrupción del Vacío Iluminador"; se nos dice que "en el
Satori hay verdadera felicidad". Se quiere, en las salas de meditación,
conseguir la quietud de la mente (por dentro, por fuera y en el centro), y se
nos dice que "la mente debe quedar como un muro, absolutamente
quieta". Bueno, me doy cuenta que en las salas de meditación en el Japón,
es posible conseguir el Satori, pero éste dura tan sólo unos cuantos minutos, o
en el mejor de los casos una o más horas, después de lo cual la mente vuelve a
estar tan agitada como siempre. Sale uno del estado aquel de felicidad para
presentarse ante el mundo (dichoso, embriagado por el Samadhi). Claro,
interviene el Gurú, dándole a uno unas cuantas bofetadas para sacarlo de ese
estado y conseguir que se equilibre. De lo contrario (se dice en el Zen), se
caería en la enfermedad del Satori. Claro que en un estado, dijéramos, de
exaltación mística extraordinaria (a toda hora, de día y de noche), se olvida
uno de que existe, pierde el equilibrio, en relación con las cosas de la
existencia. Pero entonces el Gurú, con unas cuantas bofetadas, bien dadas, lo
saca a uno de ese estado y lo equilibra.
Bueno, esto tiene su aspecto
interesante, pero (repito) al volver a la vida práctica, la gente vuelve a
estar otra vez en ese incesante batallar de las antítesis, esa lucha tan
horrible de los opuestos, características propias del dualismo de la mente.
No hay paz en una mente así. En una
mente que no sea íntegra, unitotal, no puede haber paz. En una mente que no sea
estrictamente receptiva y no proyectista, no puede haber paz, ni iluminación
continua.
Nosotros queremos algo más, algo
más que lo que se pueda lograr en una sala de meditación Zen o Chang. Queremos
un despertar también de la mente, queremos una mente receptiva a los intuitos
que vienen de allá arriba, del cielo de Urania; una mente iluminada.
¿Sería esto posible si nosotros le
permitiéramos, a los agregados psíquicos, que continuaran existiendo en
nuestra psiquis? ¿Sería esto posible, si nosotros diéramos oídos a la
chismografía para alterar las representaciones que cargamos en el
entendimiento? ¿Sería esto posible (me digo a mi mismo y lo comparto con
ustedes, al pensar en voz alta), si nosotros continuáramos dándole hospitalidad
a las representaciones negativas o positivas?
La Blavatsky, en "La Voz del
Silencio" tiene una frase que me ha gustado mucho. Dice: "Antes que
la llama de oro pueda arder con luz serena, la lámpara debe estar bien cuidada,
al abrigo de todo viento". "Los pensamientos terrenales deben caer
muertos a las puertas del templo"; esa frase de la Blavatsky, en su
maravillosa obra "La Voz del Silencio", es formidable,
extraordinaria. Sólo así, digo, sería posible que en verdad la mente quedara
quieta y en silencio, por fuera, por dentro y en el centro; no por un rato ni
dentro de una sala de meditación sino en forma continua.
¿Qué es un maestro del Samadhi?
¿Saben ustedes que goza de una Conciencia continua, que al fin logró la quietud
y el silencio de su mente, en forma siempre perenne?
Conforme uno va estudiando estos
repliegues de la mente, va comprendiendo también que la quietud y el silencio
total del entendimiento, no son posibles en tanto la mente esté ocupada por los
agregados psíquicos y por las representaciones.
Podría objetárseme diciendo que
"existen representaciones loables, claras y magnificas". Todo eso es
aceptado, pero no es el Ser en nosotros (lo importante es el Ser).
Pero, ¿por qué debemos tener,
dentro de nuestra mente, cosas que no son del Ser? ¡No veo por qué tenemos que
cargar (en nuestra mente) intrusos! He comprendido que en la mente solamente
debe estar el Ser, que la mente debe convertirse en un templo donde oficie el
Ser y nada más que el Ser; eso es todo. Pero mientras ese templo esté lleno de
elementos extraños: cosas, muebles, escaparates, animales, representaciones,
agregados, pues sé que existe un sueño profundo de la Conciencia, sé que existe
inconsciencia, sé que tienen que haber sueños vagos, morbosos, fatuos, necios,
incoherentes, imprecisos, etc.
"Al hombre se le conoce por
sus sueños", dijo Platón, en su "República" (yo he estudiado la
obra de Platón, en dos tomos, y me parece maravillosa). Realmente, la vida de
los sueños resulta importantísima, porque los sueños de cada cual dicen lo que
cada cual es.
Dichoso el día en que nosotros
dejemos de soñar, en que todas esas cucarachas que cargamos en el cerebro se
vuelvan polvo, en que todas esas incoherencias absurdas no existan, en que
todos esos estados amorfos, fatuos, imprecisos, insubstanciales, inodoros, no
tengan existencia de ninguna clase. ¡Dichoso el día en que ya no soñemos, en
que dejemos de soñar! Cuando un hombre deja de soñar ha triunfado.
No se necesitan los sueños en la
mente. Mientras uno se vaya para el espacio psicológico a proyectar sueños,
imprecisos y absurdos, esto nos indica que vamos muy mal, esto nos indica que
tenemos una mente llena de mucha basura, de mucha pacotilla.
Como les decía en pasadas pláticas,
el verdadero iluminado no tiene sueños, los sueños son para los dormidos. El
verdadero iluminado vive en los mundos superiores, fuera del cuerpo físico, en
estado de intensificada vigilia, sin soñar jamás. El verdadero iluminado
después de la muerte del cuerpo físico, está despierto en el espacio psicológico.
Así pues que, reflexionen en la
necesidad de llegar a la quietud y al silencio de la mente.
¿Qué diremos nosotros, mis caros
discípulos, sobre los tres alimentos? Ya expliqué, la vez pasada, cómo es que
uno se alimenta con primer alimento, el alimento del cuerpo físico (no pienso
añadir nada más de esto a eso). Luego hablamos también sobre el segundo
alimento, que es la respiración, más importante que aquél que va hacia el
estómago. Pero hay un tercer alimento, del que le dije a ustedes que es el de
las impresiones (nadie puede vivir sin impresiones siquiera un minuto).
Todo esto les llega a ustedes por medio de
las impresiones. Ustedes me están escuchando, aquí, y a la mente de ustedes
están llegando distintas clases de impresiones. Ven ustedes una figura humana,
vestida con una vestidura sagrada, de la Orden de los Caballeros del Santo
Grial, etc. Todo esto les llega a través de las impresiones, o por medio de las
impresiones (todo esto es impresiones para ustedes).
Desgraciadamente, el ser humano no
sabe seleccionar sus impresiones, abre la puerta a todas las impresiones
negativas. ¿Qué dirían ustedes, por ejemplo, ahora que estamos aquí, en este
salón, si le abriéramos la puerta a unos ladrones para que entraran? Pregunto
a estos hermanos que nos acompañan aquí, en esta plática: ¿A ustedes les parecería
correcto que el Guardián abriera la puerta, por ejemplo al vandalaje?
Obviamente, el Guardián cometería un absurdo y ustedes se lo demandarían. Sin
embargo, no hacemos lo mismo con las impresiones: le abrimos las puertas a
todas las impresiones negativas del mundo. Estas penetran en nuestra psiquis y
hacen destrozos allá adentro, se transforman en agregados psíquicos y
desarrollan en nosotros el centro emocional negativo. En conclusión, nos llenan
de lodo, pero se las abrimos... ¿Será correcto eso? ¿Será correcto que una
persona que viene, por ejemplo, llena de impresiones negativas que emanan de su
centro emocional negativo, sea acogida por nosotros; que abramos las puertas a
todas las emociones negativas de esa persona? ¡Parece que no sabemos seleccionar
las impresiones, y eso es muy grave! Nosotros debemos aprender a abrir y cerrar
las puertas de nuestra psiquis a las impresiones: abrir las puertas a las
impresiones nobles, limpias; cerrarlas a las impresiones negativas y absurdas.
O sea, las impresiones negativas causan daño, desarrollan el centro emocional
negativo en nosotros, nos perjudican. ¿Por qué hemos de abrir las puertas a las
impresiones negativas?
Vean ustedes lo que uno hace
estando en grupos, en multitudes. Yo les aseguro que ninguno de ustedes, por
ejemplo, ahorita se atrevería a salir a la calle, a lanzar piedras contra
nadie, ¿verdad? Sin embargo en grupo, ¡quién sabe! Puede que alguien se meta
dentro de una gran manifestación pública y ya esté enardecido por el entusiasmo,
y si las multitudes lanzan piedras, él también resulta lanzando piedras, aunque
después se diga a sí mismo: "¿Y por qué las lancé, por qué hice eso?"
Recuerdo una de esas manifestaciones, hace unos cuantos años, cuando los
maestros de escuela se levantaron en muchas huelgas, protestas y
manifestaciones. Entonces vimos cosas insólitas, aquí en pleno Distrito
federal, hace unos diez o quince años... ¿Qué vimos? A profesores muy decentes,
muy cultos, muy dignos, que ya en multitud, agarraban piedras y las lanzaban
con fuerza contra vidrios, contra las gentes, contra quienes podían. Esos
profesores de escuela nunca lo hubieran hecho a solas, pero sí en multitud.
En grupo, el ser humano se comporta
muy distinto, hace cosas que nunca haría solo. ¿A qué se debe eso? Pues a las
impresiones negativas, y resulta haciendo lo que nunca haría a solas. Por eso
es necesario que nosotros aprendamos a seleccionar nuestras impresiones.
Cuando uno abre las puertas a las
impresiones negativas, no solamente altera el orden del centro emocional, que
está en el corazón, si no que lo torna negativo. Si abre uno sus puertas, por
ejemplo, a la emoción negativa de una persona que viene llena de ira porque
alguien le ocasionó algún daño, entonces termina uno, pues, aliado con esa
persona y contra aquélla que ocasionó el daño; termina uno lleno de ira, sin
siquiera tener parte tampoco en el asunto.
Supongamos que uno le abre las
puertas a las impresiones negativas de un borracho, al que encontramos durante
una pachanga, pues termina uno aceptándole una copita al borracho, y luego dos,
tres, diez... Conclusión: ¡borracho también! Supongamos que uno le abre las
puertas a las impresiones negativas (por ejemplo, de una persona del sexo opuesto).
Termina uno también fornicando, cometiendo toda clase de delitos. Si le abrimos
las puertas a las impresiones negativas de un drogadicto, resultamos también
fumando marihuana (¡y con semilla y todo!). Conclusión: ¡fracaso!
Así es como los seres humanos se
contagian unos a otros. Dentro de ambientes negativos, los borrachos contagian
a los borrachos, los ladrones vuelven ladrones a otros, los homicidas contagian
a otros, los drogadictos se contagian entre sí, y se multiplican los
drogadictos, se multiplican los asesinos, se multiplican los ladrones, se
multiplican los usureros... ¿Por qué? Porque cometemos siempre el error de
abrirle las puertas a las emociones negativas, y eso no está correcto.
¡Seleccionemos las impresiones! Si
alguien nos trae emociones positivas de luz, de armonía, de belleza, de
sabiduría, de amor, de poesía, de perfección, abrámosle las puertas de nuestro
corazón. Pero si alguien nos trae emociones negativas de odio, de violencia, de
celos, de drogas, de alcohol, de fornicación y de adulterio, ¿por qué tenemos
que abrirle las puertas de nuestro corazón? ¡Cerrémoslas, cerremos las puertas
a las impresiones negativas! Cuando uno reflexiona en todo esto, puede
perfectamente modificarse, hacer de su vida algo mejor.
¿Por qué alteramos nosotros las
representaciones? Tenemos la representación de un gran amigo que siempre nos ha
servido: bondadoso, caritativo, maravilloso. De pronto, alguien, emocionado,
pues, o lleno de emociones negativas, viene a hablar en contra de nuestro
amigo. Entonces abrimos las puertas a esas impresiones negativas del que está
murmurando, del que está diciendo que nuestro amigo es un ladrón, un bandido,
un salteador de Bancos, y cincuenta mil cosas. Pero la representación que
tenemos en la mente, con esas impresiones negativas se altera. Dentro de
nuestra mente, tal representación alterada, se convierte en un verdadero
demonio que obstaculiza el trabajo sobre sí mismos. Por todo esto y muchas otras
cosas, verán ustedes que eso de limpiar el templo de la mente, es bastante
difícil, más no imposible.
Necesitamos tener una mente clara,
un templo limpio, sin suciedades, sin abominaciones de ninguna especie. Pero
hay que saber vivir, es necesario saber vivir.
En la vida práctica,
desgraciadamente, la gente no sabe vivir; todos le echan la culpa de sus
sufrimientos, de sus amarguras, a los demás, y el único que verdaderamente
tiene la culpa, somos nosotros mismos.
Supongamos que uno de ustedes tiene
guardados, por ejemplo, cincuenta mil pesos, en un mueble, en una caja
cualquiera de su casa, y un familiar de ustedes les roba los cincuenta mil
pesos. Claro que ustedes sufrirán horriblemente, ¿verdad? Cincuenta mil pesos,
y perderlos así, de un momento a otro, les causaría mucho dolor: llorarían,
irían a la Policía, pondrían una demanda aunque fuera un familiar... Tal vez no
procederían así, por ser un familiar, pero el sufrimiento si lo cargarían
adentro. Pero, ¿por qué sufren tanto por cincuenta mil pesos? Dirán: "¡Ah,
es que me costó trabajarlos mucho!" ¿Y por eso sufren? Si no se tuviera el
Yo del apego al dinero, perderían esos cincuenta mil pesos y quedarían riendo,
no sufrirían.
Supongamos que un hombre, de pronto
encuentra a su mujer con otro hombre (es un caso grave, sobre todo si la llega
a encontrar, pues, en pleno adulterio). No hay duda que, confundido por el
dolor, puede sacar la pistola y darle de balazos. Pero, ¿por qué hace eso? Se
justificará ante las autoridades diciendo: "¡Yo la encontré en el propio
lecho del adulterio y claro yo tenía que reaccionar!" ¡Eso es una locura!
Si ese hombre no tiene el Yo de los apegos ni de los celos, no hay quien sufra.
Sencillamente, da la espalda y se retira, se va. Dice: "Bueno, ese es su
mundo, allá ella. Cada cual es cada cual"... Se siente libre de ese lazo,
porque ella lo desplazó, lo retiró, y al no tener celos, no hay dolor.
Supongamos que un insultador nos
insulta, hiere nuestro amor propio. Nosotros sufrimos horriblemente y
contestamos al insulto con el insulto, pero si no hay nadie quien se hiera
(aquí, adentro), ¿quién contesta? Supongamos que el insulto tenía palabras que
iban a herir nuestro amor propio; pero si el Yo del amor propio no existe,
¿quién sufre? Supongamos que las palabras tenían por objeto calumniarnos, decir
que somos unos ladrones. Pero supongamos que nosotros, en realidad de verdad,
en primer lugar no somos ladrones, y en segundo lugar, no tenemos ese Yo que se
quiere tanto a sí mismo, el Yo del amor propio. Entonces, ¿quién sufriría?
Muchas veces alguien sufre porque
ve a un amigo que tiene una linda casa y una bella esposa, y él está sin un
céntimo en la bolsa (eso se llama "envidia", ¿verdad?). Pero si no
tiene el Yo de la envidia, ¿por qué sufriría? Al contrario, se alegraría de
ver bien a su amigo.
De manera que los demás no pueden
causarnos dolor, el dolor nos lo causamos nosotros a sí mismos. Desintegrando
el Ego, termina el dolor. La raíz del dolor está en el Ego, y cuando el Ego
termina, solamente queda en nosotros la belleza del Ser. Esa belleza se
transforma en eso que se llama "amor" y "felicidad".
Entonces, al llegar a esas alturas, la mente está quieta y en silencio, ya no
es una mente que proyecta, ya no es una mente que se ofende, que ya no
reacciona por nada; sólo recibe los mensajes que vienen de las partes
superiores del Ser, es una mente llena de plenitud.
Más repito: no solamente los
agregados psíquicos hay que eliminar. Claro, también hay que eliminar las
representaciones de la mente, tanto las positivas como las negativas.
Necesitamos limpiar el templo de la
mente de toda basura; necesitamos que la lámpara arda dentro del templo de la
mente; necesitamos que la llama de oro pueda arder con luz serena, dentro del
ámbito del templo. Cuando la mente está quieta, cuando la mente está en
silencio, adviene lo nuevo.
Decir que "esta senda es muy
hermosa y todo", pero a la vez preguntarnos que "qué hacemos con las
preocupaciones, qué hacemos con los sufrimientos que nos ocasionan los demás,
porque (decimos) es imposible llegar a tener la mente quieta y en silencio,
cuando vivimos en un mundo lleno de problemas y dificultades", es absurdo,
porque desintegrando los Yoes inhumanos que en nuestro interior cargamos, los
problemas y las dificultades concluyen.
Así pues, lo que necesitamos (hoy
por hoy) es dejar la pereza mental y trabajar muy duro sobre sí mismos.
Hasta aquí mis palabras de esta
noche. Si alguno de los hermanos tiene algo que preguntar en relación con el
tema, puede hacerlo con la más entera libertad.
P.- Maestro: quiero saber cuales
son las diferencias entre la quietud de la mente y la mente aquietada.
R.- Bueno, naturalmente que hay que
distinguir entre una mente que está
quieta y una mente que está aquietada; entre una mente que está en silencio y
una mente que está silenciada. En nombre de la verdad hemos de decir, en forma
enfática, que la verdadera quietud y silencio de la mente, advienen cuando el
Ego y las representaciones del entendimiento, han muerto. Cuando viene la
quietud absoluta y el silencio absoluto, la mente se torna receptiva, queda en
manos del Ser, y sólo el Ser puede hacer. ¿Alguna otra pregunta?
P.- Maestro: ¿cual es la manera mas
práctica de abrir o cerrar las puertas, de aceptar o rechazar las emociones
negativas?
R.- Lo más práctico es el sentido
común, que aunque muchos dicen que "es el más común de los sentidos",
yo diría que es el menos común de los sentidos. Claro que si aquí llega un
ladrón y el Guardián le abre la puerta para que entre, entonces él comete un
absurdo. Pero si llega un hermano y da tres golpes (acompasados y rítmicos) en
esa puerta, pues el Guardián con mucho gusto le abre. También, si viene
"Juan Perico de los Palotes" y trae un poco de emociones negativas,
está emocionado porque resulta que encontró a una persona del sexo opuesto
(para sus lujurias, para sus fornicaciones), y comienza a hablar de
pornografía, y yo muy contento le abro las puertas, pues le estoy abriendo las
puertas a unas emociones negativas. Y si viene un drogadicto fumando marihuana,
y me dice que eso está muy bueno, que él, a través de la marihuana, ha tenido
tales y tales y cuales percepciones; que ha logrado, pues, captar mensajes del
"más allá" y del "no se qué", y emocionado me dice que
"me de un toque", y yo "me doy un toque", soy un imbécil
(¿verdad?), le he abierto las puertas a una emoción negativa. De manera que,
esto está claro; no hay necesidad de complicar las cosas. ¿Alguna otra
pregunta?
P.- ¿Quiere decir esto, Venerable
Maestro, que uno comete un error cuando habla de una tercera persona, ya sea
bien o mal, sabiendo que los interlocutores no transforman esas impresiones?
R.- Pues sí; uno no tiene por qué
ocuparse de las personas, ni para bien ni para mal. Cada cual es cada cual. De
manera que, mejor será que cada quien respete la vida ajena, y no abrirle las
puertas a las emociones negativas, pues eso es absurdo. ¿Alguna otra pregunta?
P.- Para no tener representaciones
positivas o negativas, ¿qué debe uno tomar en cuenta, al actuar?
R.- Pues ahora, ¡trabajar! No nos
queda más remedio: ¡a trabajar! Dedícate, ahora, al trabajo sobre ti mismo. El
día que hayas eliminado los agregados psíquicos y el día que hayas eliminado
las representaciones de la mente, ese día entonces las cosas cambiarán; eso día
se te extenderán las alas de tu corazón, recibirás unos chispasos que vienen de
las partes superiores de tu propio Ser; serás un individuo perfecto. Ahora, ¡a
trabajar! ¿Alguna otra pregunta?
P.- Cuando uno está trabajando
sobre sí mismo, digamos, y se logra tener ciertas percepciones, y sin tender a
identificarse con ellas, ¿es eso un producto del desarrollo del sentido de la
autoobservación psicológica?
R.- El sentido de la
autoobservación psicológica se va desarrollando conforme uno lo va usando.
Obviamente se necesita usarlo porque órgano que no se usa se atrofia. A medida
que uno va autoobservándose cuidadosamente, el sentido ese maravilloso de la
autoobservación psicológica, va entrando en actividad. Pero tiene uno que
estar, dijéramos, en acecho místico constante, observando sus propios errores,
estar a la caza de sus propios defectos psicológicos. Sí, a medida que uno se
observa, el sentido de la autoobservación psicológica se va desarrollando... A
ver, hermanos, ¿hay alguna otra pregunta?
P.- Definitivamente, ¿es
conveniente hacer prácticas para despertar facultades, estando así, sin morir?
R.- Lo más importante es la
autoexploración psicológica de sí mismo,
para autodescubrirse. En todo autodescubrimiento existe también
autorrevelación. Cuando uno admite que tiene una psicología particular,
individual, comienza a autoobservar sus propios errores. Cuando uno descubre
que tiene un error, pues debe tratar de comprenderlo profundamente, en todos
los niveles de la mente. Cuando uno ha comprendido el error, puede darse el
lujo de reducirlo a polvareda cósmica, con ayuda de la serpiente ígnea de
nuestros mágicos poderes (me refiero, en forma enfática, a Devi Kundalini
Shakti, que se desarrolla y desenvuelve en la espina dorsal del asceta
gnóstico). "Buscad primero el Reino de Dios y su Justicia, que todo lo
demás se os dará por añadidura"... ¿Alguna otra pregunta? Todos pueden
preguntar. No quiero que nadie quede con dudas aquí, en éste recinto.
P.- ¿Podrá ser una representación
mental, el origen de un agregado psíquico?
R.- ¡No confundamos a la gimnasia
con la magnesia. Una cosa son las representaciones mentales y otra cosa los
agregados psíquicos. Representaciones mentales existen de instante en instante,
de momento en momento. Tú mismo, en este momento, estás aquí lleno de
representaciones mentales. Bueno, esas representaciones de la mente pueden ser
alteradas, convertirse en demonios perversos, pero no son (esas
representaciones) los agregados. Distíngase entre agregados y representaciones,
entre representaciones y agregados. Ninguna representación podría dar origen a
un nuevo agregado. Las representaciones son de una clase y los agregados de
otra.
P.- Para eliminar ese demonio que
resulta de una representación alterada, ¿el método que se utiliza es el mismo
que se utiliza para eliminar los Yoes?
R.- ¡Obviamente, así es! Si uno
apela a la serpiente ígnea de nuestros mágicos poderes (para eliminar
determinadas representaciones), podemos recibir su ayuda, y esas
representaciones quedarán reducidas a polvareda cósmica.
La mente debe estar clara, limpia;
debe ser un templo solitario, luminoso, donde arde únicamente la llama de
Prajna, es decir, la llama del Ser... ¿Alguna otra pregunta?
P.- Maestro, ¿las representaciones
son el producto de los Yoes, son originadas por los Yoes?
R.- ¡No señor! Ya dije que no hay
que confundir a la gimnasia con la magnesia, que una cosa son las
representaciones y otra los Yoes. Así como en el mundo de los sentidos los
objetos son fundamentales (porque, realmente, los objetos están ubicados en el
mundo de los sentidos), así también, dentro del mundo de la mente, las
representaciones tienen realidad. El mundo de la mente, por lo común es
invadido por múltiples representaciones, positivas o negativas. Somos
partidarios de eliminar tales representaciones, para que, dentro del templo de
la mente, no exista sino el Ser y nada más que el Ser. Para eso hay que tener
la mente quieta y en silencio, y la mente sólo queda en silencio cuando
eliminamos el Ego. Pero a medida que vayamos eliminando el Ego, la mente se irá
tornando cada vez más quieta y en silencio, hasta que al fin se logre la
quietud y el silencio total.
P.- Maestro, por favor, perdone...
Con las representaciones que vienen a la mente, cuando estamos tratando de
hacer una meditación, así sean de personajes muy sagrados para nosotros, ¿qué
pasa?
R.- Cuando se está en meditación,
por lo común vienen muchas representaciones a la mente; pero si se analiza la
cuestión, se descubre que tales representaciones están metidas dentro de la
mente, que allí han estado siempre. Lo que se necesita es libertarnos (en
cierto sentido) de la mente. La mente debe quedar limpia, para que en vez de
representaciones de ella, lleguen a nosotros los mensajes que vienen del Ser, a
través de los centros superiores del mismo Ser.
Una cosa son los mensajes que
vienen del Ser, y otra son las vanas formas mentales que vienen a la mente: las
representaciones. Distíngase entre el Ser y sus mensajes, y las simples formas
de la mente, o representaciones que llegan a la mente.
P.- ¿Como podríamos diferenciar los
mensajes, los que vienen del Ser, de las vanas formas de la mente?
R.- Las representaciones son una
cosa y los mensajes son otra. Los mensajes vienen, repito, a través de los
centros superiores del Ser; llegan a la mente superior, a la mente interior,
pero tienen un sabor nuevo, no son del tiempo, están más allá del tiempo
(nosotros tenemos que abrirnos a lo nuevo). En cambio, las representaciones no
tienen jamás un sabor nuevo; las representaciones son del tiempo.
P.- Cuando surge una representación
dentro del fenómeno onírico, pero la persona no se identifica con ella, sino
que la estudia, ¿como se podría explicar eso?, ¿que resultante tiene?
R.- Pues bien, simplemente sucede
que tiene una representación durante el sueño, una representación que ya estaba
en la mente. Por lo común, tales representaciones son de tipo subjetivo,
incoherentes, vagas. Si la persona no se identifica, pues no se vigoriza, no
se fortifica esa representación; únicamente la estudia y eso es todo. Y al
estudiarla, comprende, y si la comprende, sabe de que clase es la
representación, que por lo común se encuentra relacionada, pues, con muchos
errores del pasado. Pero hay que distinguir claramente, entre representaciones
y agregados. Uno puede tener, en la mente, representaciones de todos sus amigos
y enemigos, pero esas son representaciones que tarde o temprano tiene que
eliminar. Los agregados son otra cosa; los agregados personifican a nuestros
defectos, a nuestros errores... A ver, hermano.
P.- ¿Pueden estar formadas, las
representaciones, por los diferentes conceptos que pueblan nuestro mundo
interior?
R.- No, las representaciones son
(simplemente) formas mentales: la representación de una piedra, la
representación de un hombre, o la representación de un animal (no valen la
pena, no sirven para nada). Debemos tener la mente siempre libre; el templo de
la mente debe estar limpio, puro; eso es todo.
P.- Venerable Maestro: con las
representaciones positivas o negativas, ¿se puede hacer el mismo trabajo que
usted nos enseñó con relación a la digestión de las impresiones?
R.- Pues, es bueno tratar de
comprender una representación antes de eliminarla, en forma similar a lo que se
hace con los agregados que tenemos. Cuando uno, comprende que una
representación no es más que una forma de la mente, pues debe eliminarla, y la
elimina con el fuego la serpiente ígnea de nuestros mágicos poderes.
P.- O sea que, cuando hay digestión (o
transformación) de las impresiones, no pueden haber representaciones. ¿Es así,
Maestro?
R.- Uno puede digerir, determinadas
impresiones, pero no puede evitar que las representaciones que tiene
almacenadas en la mente, dejen de existir. Lo que tiene que procurar es
comprenderlas, para luego eliminarlas. ¿Alguna otra pregunta?
P.- ¿Hasta qué punto el Ego y las
representaciones mentales, obstaculizan las experiencias en los mundos
internos?
R.- Mientras exista el Ego, no se
es idóneo para las investigaciones en el espacio psicológico. Nadie podría
conocer los mundos internos del planeta
Tierra, si antes no conoce sus propios mundos internos; nadie podría conocer
los mundos internos del sistema solar, si antes no conoce sus propios mundos
internos; nadie podría conocer los mundos internos de la galaxia en que
vivimos, si antes no conoce, previamente, sus propios mundos internos,
particulares, individuales. No se puede ser idóneo para la investigación
psicológica (dentro del espacio psicológico en que vivimos), en tanto no se
haya desintegrado el Ego y acabado con aquellas representaciones que emanan del
mundo místico sensorial.
P.- Maestro, ahora que tocan el
aspecto del Mundo Astral, mucho se comenta sobre salir conscientemente en
Cuerpo Astral. Mi pregunta es: si uno tiene apenas un tres por ciento de
Conciencia despierta, ¿con ese tres por ciento puede salir plenamente
consciente al Mundo Astral?
R.- He dicho, claramente, que con
un tres por ciento de Conciencia despierta, nadie puede convertirse en un
investigador competente de lo que sucede en el espacio psicológico. Las gentes
necesitan, antes que todo, aumentar el porcentaje de Conciencia, para poderse
convertir en verdaderos investigadores (idóneos) del espacio psicológico.
Así pues, necesitamos estar
autoexplorándonos psicológicamente, en forma diaria, para descubrir nuestro
errores y reducirlos a polvareda
cósmica. Sólo así es posible conseguir, en realidad de verdad, el
autodespertar. Necesitamos dejar a un lado tantas teorías, tantas vaguedades,
tantas incoherencias (que de nada sirven) y convertirnos en individuos
despiertos.
Bueno, mis queridos hermanos, creo
que por esta noche ya es suficiente.
V.M. SAMAEL AUN WEOR
No hay comentarios:
Publicar un comentario