¡Paz Inverencial! Habla para vosotros Samael Aun Weor. Sede Patriarcal de México.
Me dirijo nuevamente a
vosotros, hermanos del Movimiento Gnóstico de El Salvador. Quiero que pongáis
plena atención en esta cátedra, cuyo título será: “La Mente”.
Ha llegado la hora, mis caros
hermanos, de comprender la necesidad de LIBERTARNOS DE LA MENTE. Por ahí, en
los distintos rincones de éste, nuestro afligido mundo, existen realmente muchas
organizaciones de tipo pseudo-esotérico y pseudo-ocultista, dedicadas a dar
enseñanzas sobre la Mente.
Lo curioso e interesante de
todo eso, es que hacen mucha propaganda a favor de la Mente, y eso es,
naturalmente, muy grave. Todas las Escuelas de tipo Mentalistas, dijéramos,
quieren que sus estudiantes desarrollen la Fuerza Mental, que fortifiquen el
Poder Mentalista, etc.; y eso, naturalmente, debe invitarnos a la reflexión.
Si uno estudia cuidadosamente
a muchos escritores modernos, podrá evidenciar, claramente, que estos, y
perdóneseme la franqueza, casi no tienen ideas propias, se limitan a
transcribir, comentar, etc.
Hay autores que,
prácticamente, siente uno como si le quebraran a uno la Mente. Defienden en
algunos capítulos por ahí, cosas terribles, determinadas teorías, y en
subsiguientes páginas destruyen, con vehemencia, lo que antes defendieran, y
escriben antítesis muy bien documentadas, de manera que al leer uno una obra de
esas, lo que hacen es poner a trabajar el intelecto, sin sacar realmente el
concepto Espiritual de ningún autor. En el fondo, lo que uno consigue es
incrementar el BATALLAR DE LAS ANTÍTESIS en el intelecto; eso es todo.
Empero, ¿qué les consta, qué
han evidenciado? ¿Qué han experimentado esos eruditos del intelectualismo? Nada
mis queridos hermanos, nada. Tienen la Mente atiborrada de inmensa información,
pero nada les consta, nada saben, he ahí lo grave: ¡Ignorancia, ignorancia y
más ignorancia!
No solamente existen los
ignorantes analfabetas, también hay ignorantes ilustrados y éstos son
doblemente ignorantes: “No solamente ignoran, sino además ignoran que ignoran”.
No saber no es un delito, pero hay gentes que no solamente no saben, sino
además, no saben que no saben; ésa es exactamente la situación de los
ignorantes ilustrados, de las grandes lumbreras del intelecto.
¿De
qué le sirve a uno tener la Mente atiborrada, rellena de teorías que no le
constan, que jamás ha experimentado? Lo importante hermanos, es EXPERIMENTAR LO
REAL; esto solamente es posible en ausencia de la Mente. Quiero que vosotros
todos, reflexionen, una a una, en todas y cada una de mis palabras...
Yo veo que nadie ha sido feliz
con la Mente. En el mundo existen millones de personas, nuestro planeta
realmente tiene tres mil millones de seres humanos, que razonan, que analizan, etc.,
¿y qué? ¿La Mente ha hecho feliz a alguno de ellos?
Poned vosotros, hermanos,
vuestra mano derecha en el su corazón, sinceraos consigo mismos y haceos la
siguiente pregunta: “¿He sido feliz con mi razonamiento? ¿La Mente me ha hecho dichoso?”.
Si alguno de vosotros ha sido
feliz con la Mente, pues, quisiera tener el alto honor de conocerlo.
Yo jamás en mi vida he visto a
nadie que haya alcanzado la Felicidad a través de los razonamientos
o del intelecto, o del proceso
del pensar.
Tengo entendido que debemos
AGOTAR, precisamente, EL PROCESO DE PENSAR. Me parece que el pensamiento no
resuelve nada, absolutamente nada. En la práctica he podido evidenciar, hasta
la saciedad, que aquellos que en el Movimiento Gnóstico se han distinguido por
sus proyectos, son los que menos han realizado, los que menos han hecho. En la
práctica he podido verificar totalmente, íntegramente, que aquellos que viven
de momento en momento son los que más hacen.
Si yo, por ejemplo, hubiera
aguardado a tener unos cuantos dólares para poder hacer el Movimiento Gnóstico.
Estoy seguro de que jamás lo hubiéramos hecho. Todos saben muy bien, que yo no
he sido jamás un hombre rico. Empecé el Movimiento con unos pocos amigos, y sin
embargo, ya ven ustedes, el Movimiento ha crecido y ya abarca todo el
Hemisferio Occidental.
Pronto podremos meter nuestras
obras en los Estados Unidos, y nuestro Movimiento llegará a expandirse
mundialmente. Pero para eso NO HE NECESITADO DE PROYECTOS, mis caros hermanos, HE
VIVIDO DE INSTANTE EN INSTANTE; y eso es todo.
Nuestros Misioneros han salido
sin dinero a recorrer los distintos países de América; han tocado en distintas
puertas y así han formado grupos, y cada día se expande esta Gran Obra. Ahí no han
habido proyectos, sino hechos.
Creo que uno debe adelantarse
siempre al proceso del pensar. Estoy a favor de la FILOSOFÍA DE LA
MOMENTANEIDAD. Creo, sinceramente, en la espontaneidad.
Si alguien lo interroga a uno,
debe adelantarse al proceso pensativo y contestar espontáneamente, instantáneamente
con aquello que le salga del corazón sincero; así, poco a poco, se va libertando
uno de todo el proceso del pensar.
Se le presenta a uno UN
PROBLEMA en la vida, NO debe tratar de RESOLVERLO, mejor es DISOLVERLO. Un
problema, realmente, es una forma mental con DOS POLOS: El Positivo y el Negativo.
Tal forma flota en el entendimiento con su batallar de antítesis Polares, y es
obvio que viene a constituir en nosotros preocupaciones y sufrimientos.
Tratar de resolverlos es tan
absurdo como querer vivir encerrados dentro de una botella, pues, un problema
en una botella realmente, una botella de tipo intelectivo. El que está
embotellado en un problema, actúa y vive, y piensa en función de su propio
embotellamiento. Es decir, SE AUTOENCIERRA, vive dentro de un círculo vicioso,
absurdo y no resuelve nada.
El pensamiento nada resuelve,
mejor será olvidar el problema; si lo olvidamos se disuelve y eso es mejor,
¿verdad? Muchos me dirán, bueno, se disuelve, ¿y qué?
Experimenten, mis caros
hermanos. Por lo común las cosas no resultan como uno las piensa, sino como son
realmente. Los hechos suceden porque tienen que suceder y lo que ha de hacerse
se hace.
Voy a ponerles a ustedes
ejemplos concretos, porque parece que así se entiende mejor lo que estoy
diciendo: aquí, por ejemplo, mi esposa-sacerdotisa, en casa, se preocupaba el
otro día demasiado por aquello de que hay que pagar la renta, por que si uno no
paga lo corren de la casa; se preocupaba por aquello de que hay que pagar las
letras (claro que como no somos ricos, tenemos que sacar las cosas, pues, en
forma fácil, pagando en mensualidades más o menos cómodas), todo esto le
acarreaba a ella sufrimientos porque se acercaba ya el tiempo de tales pagos, y
dinero no había.
Ella hasta se atormentaba
porque yo no me atormentaba (vean ustedes ese contrasentido del sentido común);
se fastidiaba porque yo no me fastidiaba, se molestaba porque yo no me
molestaba.
Sufría la pobre mujer, creo
que hasta dolores de cabeza le daban, viendo ya cerca la fecha de los terribles
pagos y yo tan tranquilo, sin preocuparme en lo más mínimo con los tales pagos
(me encanta vivir de instante en instante, de momento en momento, y sé que la
Mente nada resuelve).
Al fin, llegaban las temibles
fechas (por lo común primero o quincenas de cada mes), y entonces venía el
dinero para los pagos. Una vez hecho esto, una vez saldadas nuestras deudas, me
dirigía a ella diciéndole: “Bueno, ¿y qué gano usted con la preocupación? Ya
están los pagos, ¿de qué sirvieron sus preocupaciones? Me parece que los
centavos sobraron”... Es obvio que ella no podía refutar eso, era tan exacto,
tenía que reconocer que había perdido energías tontamente.
Así pues, mis caros hermanos,
yo no trataba de resolver problemas, me gustaba más bien disolverlos, o para
ser más sincero, me gusta disolverlos (se disuelven olvidándolos).
Podría objetárseme, y eso es
claro, diciéndome: “Bueno y si no le hubiera llegado a usted el dinero para los
tales pagos, ¿en qué hubiera quedado su Filosofía?” Esa pregunta sería
tremenda, ¿verdad?
Sin embargo, no conseguirían,
los que así me preguntasen, destruir, ni siquiera por un instante, la Filosofía
de la Momentaneidad. Al no venir el dinero para los tales pagos, ¿qué? Cuando mucho
hubiera vendido los muebles de la casa, o me hubiera pasado a un cuartito por
ahí humilde y sencillo ¿y qué? ¿Por eso me hubiera muerto, o se hubiera
cambiado el orden del universo, o hubiera sucumbido de hambre o de miseria? No,
mis caros hermanos, nada de eso hubiera sucedido; sencillamente habría cambiado
de domicilio, eso es todo.
Tal vez los acreedores me
hubieran quitado los objetos que me dieron, ¿y qué? Como yo no me apego a esos
objetos, por que el APEGO está formado por otro tipo de Yoes... ...eso es todo.
A mí me parece que... ...¿verdad?
¿Porqué
hemos de temer a la vida? ¿Por qué hemos de temer a la vida humilde, a la vida sencilla?
El TEMOR es algo que hay que abandonar, mis caros hermanos, si se quiere vivir,
realmente, de acuerdo con la Filosofía de la Momentaneidad. La Mente para lo
único que realmente sirve es para torturarnos la existencia y nada más.
Cuando uno lee a tantos
autores que hay por ahí, que exhiben tan innumerables teorías, se da cuenta de
la ignorancia en que ellos viven. Exponen una tesis que aprendieron por ahí, en
alguna parte; después, ellos mismos las destruyen y ponen otra, y en
conclusión: Lo que sucede es que tienen la Mente llena de información libresca,
pero nada saben, nada han experimentado de lo Real; y eso es muy doloroso.
He estado reflexionando en
estos días, hermanos, mucho, y me doy cuenta cabal de que la Mente, como
instrumento de investigación, es demasiado pobre; es dijéramos, perdóneseme el concepto,
muy miserable.
Hay otros medios de
información más ricos, MEDIOS DE EXPERIMENTACIÓN más notables y maravillosos.
Se necesita, mis caros hermanos, LIBERTAR LA ESENCIA, la Conciencia; sacarla dentro
del intelecto, extraerla de la Mente para experimentar lo Real, la Verdad.
Necesitamos DOMEÑAR LA MENTE,
amansarla dijéramos, como quien está amansando un potro salvaje; someterla,
controlarla, si es que realmente deseamos, muy sinceramente, libertarnos de
ella, para experimentar eso que es la Verdad.
Vamos a hechos más concretos:
Por ahí existe un autor, cuyo nombre no menciono, que habla sobre la Atlántida,
sobre la famosa Atlántida. Hasta comparte, por ahí, conceptos de los Rusos, de que
dizque “esta renombrada Atlántida fue, simplemente, una isla, por ahí, del
Mediterráneo”, etc., cosa completamente absurda, ¿verdad?
¿En
qué se basa ese autor, en repetir lo que ya dijeron lo Rusos? Eso es lo que
hace el intelecto, hermanos: Repetir lo que otros dicen. A mí no me parece,
pues, que el intelecto sea un instrumento así, muy eficiente para la
investigación; mejor sería por ejemplo desembotellar la Esencia a través de la
MEDITACIÓN, es decir, desembotellar la Conciencia, sacarla de dentro de esa
jaula de los conceptos
intelectivos o razonativos.
La Conciencia desenvuelta,
libre del proceso de pensar... ¿Cuándo irán las gentes a entender la necesidad
de libertarse del proceso de pensar? ¿En qué epoca, en qué fecha? Observen
ustedes a
los grandes diplomáticos de
estos tiempos: tratan mutuamente de engañarse los unos a los otros;
esos “zorros de la política”,
grandes embajadores, delegados, grandes ministros, etc., etc., realmente no
hacen sino tratar de engañarse mutuamente.
¿Cómo
podría haber PAZ UNIVERSAL en esa forma?: Unos tratando de engañar a otros, ¿creen ustedes que así podrían realizarse verdaderos tratados
de paz? ¿Un diplomático creería por ejemplo en otros diplomáticos?
Es mutua la desconfianza y
ésta deviene de la Mente. ¿Podría establecerse acaso la paz sobre la base de la
desconfianza mutua? Es obvio que no, mis caros hermanos; los “zorros de la
política” han defraudado al mundo, eso es cierto.
¡Lumbreras
del intelecto, perversos que juegan con la Mente! ¡Cuán doloroso es todo eso!
El mundo actualmente esta gobernado por BRIBONES DEL INTELECTO; esto es
terrible. Vean ustedes la anarquía, el caos en el que vive el mundo: Cada mano
se levanta contra cada mano, unos contra otros y todos contra todos; y podéis
estar seguros que llegará el día, en que la TERCERA GUERRA MUNDIAL acabará con
todos.
La reflexión, pues, nos indica
la necesidad de acabar con el proceso del pensar, para llegar a saber
realmente. Quiero que vosotros, mis caros hermanos salvadoreños, practiquéis la
Meditación en forma más intensiva.
CUANDO LA MENTE ESTÁ QUIETA
realmente, no aquietada violentamente, repito, sino quieta, de forma espontánea
y natural; cuando la Mente está en silencio, no silenciada a la fuerza,
amordazada, porque entonces ella por dentro estaría gritando, no; repito: EN
SILENCIO en forma natural, entonces ADVIENE LO NUEVO.
En la Meditación, mis caros
hermanos, debemos en primer lugar, colocar nuestro cuerpo en la forma más
cómoda. Algunos prefieren meditar sentados, hay quienes prefieren hacerlo en la
postura oriental, otros prefieren acostarse en el suelo con las piernas y los
brazos abiertos, en la
forma de la Estrella
Flamígera, que es, dijéramos, la forma de Meditación para Maestros, la forma
superior; y cada cual, pues,
puede escoger la posición que considere más cómoda.
Cerrar luego los ojos para que
nada de las cosas del mundo nos distraiga. Y luego, observar a nuestra propia
Mente en acción: si un pensamiento nos viene ESTUDIARLO, OBSERVARLO
cuidadosamente, COMPRENDERLO profundamente y luego OLVIDARLO.
Si un recuerdo adviene, hay
que hacer lo mismo: estudiarlo, sopesarlo, medirlo, y olvidarlo después de
haberlo comprendido a fondo, íntegramente, totalmente.
Si un deseo cualquiera viene,
pues, bueno, vamos a estudiar el deseo, a profundizarlo, a ver qué es lo que
tiene de real, luego olvidarlo.
Cada pensamiento, cada deseo,
cada recuerdo, cada idea, etc., etc., etc., debe ser rigurosamente estudiado,
comprendido a fondo.
Así es como VAMOS CONOCIENDO
NUESTRO EGO, nuestro Yo, nuestro mí mismo; porque todo eso que nos viene a la
Mente cuando intentamos meditar, todo eso que intenta sabotearnos el trabajo es
nuestro propio Ego, nuestros propios deseos. Porque nuestro Ego son nuestros
pensamientos, nuestros deseos, nuestras ideas, nuestras apetencias, nuestros
temores, nuestros odios, nuestras envidias, nuestros egoísmo, nuestras
lujurias, nuestros orgullos, etc...
Así pues, que en Meditación
vamos viendo lo que va apareciendo, vamos viendo nuestro propio Ego, el cual
tiene un principio y tiene un fin; es como un ovillo de hilo, por ejemplo:
Tiene su principio y tiene su fin. Así es el Ego, mis caros hermanos: tiene un
principio y tiene un fin...
Una vez que ha concluido todo
el film, dijéramos, de la pantalla, toda la procesión aquella del Yo, todo ese
encadenamiento de deseos, apetencias, temores, recuerdos, odios, etc., la Mente
queda, obviamente, quieta y en el más profundo silencio. Y entonces, es natural
que la Esencia, la Conciencia que llevamos dentro, se desembotella de entre la
Mente, se libera; y así venimos a EXPERIMENTAR LO REAL, eso que es la verdad,
¿entendido?
Que queremos saber, por
ejemplo, sobre la Atlántida, ¿qué haremos? Primero hay que llevar la Mente a la
quietud y a el silencio, eso es claro; mas antes de haber comenzado toda
práctica, habremos de ORAR, sí a nuestra DIVINA MADRE KUNDALINI, haberle pedido
a ella de todo corazón que nos lleve a la Atlántida, que queremos saber de la
Atlántida; después nos sentamos para la práctica.
Y una vez que la Mente está
quieta y en silencio, pues, es obvio, mis caros hermanos, que entonces la
Divina Madre Kundalini nos llevará a la Atlántida y vamos a verla; pero vamos a
verla en Conciencia, en Esencia, en Espíritu, no a través del proceso del
pensar, a través de los intelectualismos, que de nada sirven.
A través de simples teorías,
no se consigue nada. Vamos a verla tal cual es; vamos a revivir vidas que
tuvimos en la Atlántida, existencias pasadas; ése sí es el modo de saber,
¿verdad?
Yo por mi parte, voy a
decirles a ustedes algo: Cuando quiero investigar por ejemplo sobre la Lemuria,
lo primero que hago, a mi modo (si a ustedes les conviene, pues sigan mi
ejemplo, yo les digo cómo hago): Me acuesto, pues, en mi cama muy
tranquilamente, con la flamígera (brazos y piernas abiertas), cuerpo relajado
totalmente; cierro mis ojos físicos para que no me molesten las cosas del mundo
exterior...
Después, me concentro en mi
Divina Madre Kundalini, le digo: “Quiero saber sobre tal cosa, por ejemplo,
sobre la Lemuria (un ejemplo, ¿no?) Quiero información”. Suplico y PIDO CON
VERDADERO AMOR, naturalmente, porque a la Madre no se va uno a dirigir en forma
dictatorial (“limosna con escopeta” como dicen por allí), no; sino con
verdadero amor. El hijo debe dirigirse a su Madre con amor.
Y después de la súplica, busco
poner mi Mente quieta y en silencio. Si algún recuerdo me viene en esos
momentos en que intento hacer la práctica, pues, lo comprendo, lo analizo y lo olvido.
Si surge cualquier deseo, cualquier idea, pues hago lo mismo: Comprender,
analizar..., comprender, discernir y olvidar, y al fin la Mente queda quieta.
Una vez quieta y en el más
profundo silencio, entonces mi Conciencia se desembotella, eso es obvio. Se
sale de entre la Mente y voy a vivir la Lemuria, y a ver los hechos de la
Lemuria, y a revivir existencias que tuve en la Lemuria. Después, salgo ya de
la Meditación con toda la información, la escribo y se las entrego a ustedes en
libros impresos, ¿qué tal? ¿Cómo les parece mi sistema, mis caros hermanos?
Hagan resonar estas cintas y
muchas veces; háganla resonar y escuchen la Enseñanza tal como se las estoy
dando; pero escúchenla por favor, practiquen, no basta solamente recibir la
cátedra, hay que llevar la Enseñanza a la práctica, ¿entendido?
El sistema, pues, de INVESTIGAR
CON LA CONCIENCIA es mejor que investigar con el intelecto, más sabio. Porque
con la Conciencia experimentamos directamente la Verdad; con el intelecto, ¿qué experimentamos? Nada, mis caros hermanos, con el
intelecto lo único que conseguimos es amargarse la vida, llenarse la Mente de
teorías y más teorías; eso es todo.
Lo que sale de la Conciencia,
repito, es recto; lo que sale del intelecto, es difícil que sea recto, por lo
común es torcido. Eso lo he podido verificar a través de la experiencia.
Empero, reconozco que cada
cual es libre de pensar como quiera. Quienes quieran seguir mis Enseñanzas, que
las sigan, yo no estoy tratando de ejercer coerción sobre la Mente de nadie.
Respeto el libre pensar de cada cual, expongo sí, digo: Es mejor de libertarnos
del proceso del intelecto...
Lo grave es que las gentes
están tan autoengañadas, que creen que toda acción debe nacer forzosamente de
la Mente. Jamás hacen la VOLUNTAD DEL PADRE, nunca actúan con los dictados de
la Conciencia, no escuchan a la Conciencia, prefieren hacer las cosas con sus
ideas más o menos torcidas, o disparatadas, de acuerdo con sus impulsos
meramente intelectivos; eso nos ha conducido al error. Vean el estado en el que
se encuentra la humanidad.
Si aprendemos a VIVIR DE
ACUERDO A LOS DICTADOS DE LA CONCIENCIA, es obvio que viviremos rectamente y
que no nos echaremos karma de ninguna especie.
Mas si continuamos actuando de
acuerdo con los impulsos intelectivos o con los impulsos de la Mente, entonces
nuestras acciones serán torcidas, disparatadas, erradas. Eso lo hemos podido reflexionar,
comprender a través de la vida práctica...
Hay que discutir un poco con
la Mente cuando ésta no quiere obedecer. Debemos dirigirnos a la Mente,
diciéndole, por ejemplo: “Mente, ¿por qué no me obedeces? ¡Obedéceme! ¿Qué es
lo que tú quieres, Mente?”...
Más tarde, con el desarrollo
de las Facultades, la Mente nos contestará como si fuese un sujeto
completamente diferente. Nos dirá: “Yo quiero esto, o deseo tal otra cosa”; o
simplemente a través de una imagen representativa, a través de cualquier
REPRESENTACIÓN intelectiva, nos mostrará lo que ella quiere.
Entonces, podremos nosotros
decirle: “Lo que tú estás deseando, Mente, no sirve, es falso, ¡obedéceme! ¡Yo soy tu Conciencia y tú debes obedecerme,
Mente!”...
Así, poco a poco la vamos
dominando; hay que aprender a discutir con ella, tratarla en la misma forma en
que los arrieros tratan a un borrico que no quiere obedecer. ¿Habréis visto
vosotros, hermanos, cómo tratan los amansadores de caballos a los caballos? Hay
veces que hasta les regañan, y así debemos nosotros hacer con la Mente:
TRATARLA COMO UN BORRICO o un caballo,
COMO ALGO QUE DEBE APRENDER A
OBEDECER. No ser esclavo de la Mente, porque si nosotros somos esclavos de la
Mente, vamos al fracaso.
Hay un punto muy delicado
durante la Meditación: muchas veces cuando uno cree que ha llegado a la quietud
y al silencio de la Mente, no ha llegado todavía. Entonces debe escarbar
adentro, debe decirle a la Mente: “¿Mente, qué es lo que pasa? ¿Qué es lo que
estás deseando? ¿Por qué no estás quieta? ¡Obedéceme, debes estar quieta!”...
A veces, si vosotros tenéis
cierto desarrollo de vuestras Facultades Superiores, podréis ver las Representaciones
de la Mente, que en ese instante contestará con tales o cuales escenas; en esa forma
nos dirá qué es lo que quiere.
Mas, precisamente, ése es el
instante de saber responderle, de saber tratar a esa Mente en la misma forma en
que un arriero trataría a un borrico que no quisiere obedecer, a un borrico que
no
quisiere estar quieto; y por
último, ésta quedaría quieta.
La QUIETUD y el SILENCIO, eso
es lo que se quiere durante la Meditación, precisamente eso.
Porque cuando la Mente está
quieta, cuando la Mente está en silencio, adviene lo nuevo.
Si creéis que habéis llegado a
la quietud, y todavía no estáis experimentando nada, es porque no habéis
llegado a la quietud y al silencio. Si encontráis alguna presión dentro de
vuestra Mente y no aquel estado de natural espontaneidad, de natural actitud,
es porque todavía no está quieta la Mente ni en silencio. Hay que averiguar,
entonces, por qué no está quieta, por qué no está en silencio.
Puede suceder que tenga luchas
terribles, allá, en fondos sumergidos, en repliegues muy hondos, desconocidos
para vosotros. Sí, no se os haga extraño: fondos internos sumergidos o
infraconscientes de la Mente...
En tales fondos o abismos
intelectivos, también hay luchas que muchas veces no conocemos (en la región
meramente superficial del razonamiento). Luchas, luchas que traban, que no
permiten que la Conciencia se escape; luchas que embotellan a la Esencia...
Por eso, cuando os halléis en
ese estado, a pesar de creer que está la Mente quieta y en silencio, no surge
lo nuevo, es porque hay trabas muy hondas del Infraconsciente. Entonces hay que
interrogar a la Mente: “¿Mente, qué es lo que deseas? ¿Por qué no estás
quieta?”...
La Mente dará una respuesta,
posiblemente con una Representación. Comprender tal Representación, discernirla
y hacerle ver a la Mente que esa Representación, que esa idea que ella tiene, que
ese deseo que ella tiene es absurdo.
Hay que discutir, en ese caso,
con la Mente, y hacerle comprender que está en lo absurdo y que su posición no
tiene una base sólida; que lo mejor que debe hacer, es dejarnos quietos, no molestarnos
más, no fastidiarnos.
Pero hay que comprender cuál
es ese deseo que tiene la Mente. Deseo, posiblemente, demasiado sumergido. Hay
que COMPRENDERLO PARA PODERLO DESTRUIR; destruido, pues, viene la quietud y el
silencio de la Mente.
Y si no viniera, ¿entonces
qué? Es porque hay algún otro deseo sumergido, algún otro problema por ahí,
Infraconscientes. En ese caso hay que repetir, hay que discutir con la Mente,
hay que interrogarla para saber qué quiere; hay que hacerle comprender que lo
que está deseando es absurdo, que nos deje en paz, que no nos moleste.
Así, domeñando a la Mente,
amansándola como a un potro salvaje, al fin llega el instante que aprende a
estar quieta y en silencio; hasta que viene la Liberación de la Esencia, la
Liberación de la Conciencia.
Uno con la Conciencia libre,
fuera del terreno meramente intelectivo, puede EXPERIMENTAR, ESTUDIAR, no digo
solamente la Atlántida o la Lemuria, sino hasta los Días y las Noches Cósmicas;
puede ahondar la historia de los siglos; conocerse a sí mismo y conocer a los
demás; descubrir los Misterios de la Vida y de la Muerte; experimentar los
SIETE SECRETOS INDECIBLES, etc., etc., mis caros hermanos.
¡MÁS
MEDITACIÓN, POR FAVOR, más Meditación, es lo que ustedes necesitan! En Tercera Cámara,
en el Lumisial, se puede hacer Meditación en grupo, y conviene hacerla para que
todos reciban la fuerza.
Y en la casa hay que trabajar
diariamente, diariamente en la casa, mis caros hermanos, trabajar, trabajar y
trabajar. Recuerden ustedes que “la Meditación es el Pan del Sabio”, “el Pan Nuestro
de cada día”; debemos practicarla con intensidad, ¿me habéis comprendido?
Bueno, mis caros hermanos, por
hoy creo que ya he hablado lo suficiente. Ahora les invito a practicar la
Meditación, les invito a estudiar, les invito a reflexionar las Enseñanzas que
a través de esta cinta grabada les he dado. ¡Paz Inverencial!
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