CAPÍTULO XV LA KUNDALINI
Hemos llegado a un
punto muy espinoso, quiero referirme a la cuestión esta de la Kundalini, la
serpiente ígnea de nuestros mágicos poderes, citada en muchos textos de la
sabiduría oriental.
Indubitablemente la
Kundalini tiene mucha documentación y es algo que bien vale la pena investigar.
En los textos de
Alquimia Medieval, la Kundalini es la signatura astral del esperma sagrado,
STELLA MARIS, la VIRGEN DEL MAR, quien guía sabiamente a los trabajadores de la
Gran Obra.
Entre los aztecas
ella es TONANTZIN, entre los griegos la CASTA DIANA, y en Egipto es ISIS, la
MADRE DIVINA a quien ningún mortal ha levantado el velo.
No hay duda alguna
de que el Cristianismo Esotérico jamás dejó de adorar a la Divina Madre
Kundalini; obviamente es MARAH, o mejor dijéramos RAM-IO, MARIA.
Lo que no
especificaron las religiones ortodoxas, por lo menos en lo que atañe al círculo
exotérico o público, es el aspecto de ISIS en su forma individual humana.
Ostensiblemente,
sólo en secreto se enseñó a los iniciados que esa Divina Madre existe
individualmente dentro de cada ser humano.
No está de más
aclarar en forma enfática que Dios-Madre, REA, CIBELES, ADONÍA o como queramos
llamarle, es una variante de nuestro propio Ser individual aquí y ahora.
Concretando diremos
que cada uno de nos tiene su propia Madre Divina particular, individual.
Hay tantas Madres
en el cielo cuantas criaturas existentes sobre la faz de la tierra.
La Kundalini es la
energía misteriosa que hace existir al mundo, un aspecto de BRAHMA.
En su aspecto
psicológico manifiesto en la anatomía oculta del ser humano, la KUNDALINI se
halla enroscada tres veces y media dentro de cierto centro magnético ubicado en
el hueso coxígeo.
Allí descansa
entumecida como cualquier serpiente la Divina Princesa.
En el centro de
aquel Chakra o estancia existe un triángulo hembra o YONI donde está
establecido un LINGAM macho.
En este LINGAM
atómico o mágico que representa el poder creador sexual de BRAHMA, se enrosca
la sublime serpiente KUNDALINI.
La reina ígnea en
su figura de serpiente, despierta con el secretum secretorum de cierto
artificio alquimista que he enseñado claramente en mi obra titulada: «El
Misterio del Áureo Florecer».
Incuestionablemente,
cuando esta divina fuerza despierta, asciende victoriosa por el canal medular
espinal para desarrollar en nosotros los poderes que divinizan.
En su aspecto
trascendental divinal subliminal, la serpiente sagrada trascendiendo a lo
meramente fisiológico, anatómico, en su estado étnico, es como ya dije nuestro
propio Ser, pero derivado.
No es mi propósito
enseñar en este tratado la técnica para el despertar de la serpiente sagrada.
Sólo quiero poner
cierto énfasis al crudo realismo del Ego y a la urgencia interior relacionada
con la disolución de sus diversos elementos inhumanos.
La mente por sí
misma no puede alterar radicalmente ningún defecto psicológico.
La mente puede
rotular cualquier defecto, pasarlo de un nivel a otro, esconderlo de sí misma o
de los demás, disculparlo mas nunca eliminarlo absolutamente.
Comprensión es una
parte fundamental, pero no lo es todo, se necesita eliminar.
Defecto observado
debe ser analizado y comprendido en forma íntegra antes de proceder a su
eliminación.
Necesitamos de un
poder superior a la mente, de un poder capaz de desintegrar atómicamente
cualquier yo-defecto que previamente hayamos descubierto y enjuiciado
profundamente.
Afortunadamente tal
poder subyace profundamente más allá del cuerpo, de los afectos y de la mente,
aunque tenga sus exponentes concretos en el hueso del centro coxígeo, como ya
lo explicamos en párrafos anteriores del presente capítulo.
Después de haber
comprendido íntegramente cualquier yo-defecto, debemos sumergirnos en
meditación profunda, suplicando, orando, pidiendo a nuestra Divina Madre
particular individual desintegre el yo-defecto previamente comprendido.
Esta es la técnica
precisa que se requiere para la eliminación de los elementos indeseables que en
nuestro interior cargamos.
La Divina Madre
Kundalini tiene poder para reducir a cenizas cualquier agregado psíquico
subjetivo, inhumano.
Sin esta didáctica,
sin este procedimiento, todo esfuerzo para la disolución del Ego resulta
infructuoso, inútil, absurdo.
CAPÍTULO XVI NORMAS INTELECTUALES
En el terreno de la
vida práctica cada persona tiene su criterio, su forma más o menos rancia de
pensar, y nunca se abre a lo nuevo; esto es irrefutable, irrebatible,
incontrovertible.
La mente del
humanoide intelectual está degenerada, deteriorada, en franco estado de
involución.
Realmente el
entendimiento de la humanidad actual es similar a una vieja estructura mecánica
inerte y absurda, incapaz por sí misma de cualquier fenómeno de elasticidad
auténtica.
Falta ductibilidad
en la mente, se encuentra enfrascada en múltiples normas rígidas y
extemporáneas.
Cada cual tiene su
criterio y determinadas normas rígidas dentro de las cuales acciona y reacciona
incesantemente.
Lo más grave de
toda esta cuestión es que las millonadas de criterios equivalen a millonadas de
normas putrefactas y absurdas.
En todo caso las
gentes nunca se sienten equivocadas, cada cabeza es un mundo y no hay duda que
entre tantos recovecos mentales existen muchos sofismas de distracción y
estupideces insoportables.
Mas el criterio
estrecho de las multitudes ni remotamente sospecha el embotellamiento
intelectivo en que se encuentra.
Estas gentes
modernas con cerebro de cucaracha piensan de sí mismas lo mejor, presumen de
liberales, de súper-genios, creen que tienen muy amplio criterio.
Los ignorantes
ilustrados resultan ser los más difíciles, pues en realidad, hablando esta vez
en sentido socrático diremos: "no solamente no saben, sino que, además,
ignoran que no saben".
Los bribones del
intelecto aferrados a esas normas anticuadas del pasado se procesan
violentamente en virtud de su propio embotellamiento y se niegan en forma
enfática a aceptar algo que en modo alguno puede encajar dentro de sus normas
de acero.
Piensan los
sabihondos ilustrados que todo aquello que por una o otra causa se salga del
camino rígido de sus procedimientos oxidados es absurdo en un ciento por
ciento. Así de este modo esas pobres gentes de criterio tan difícil se
auto-engañan miserablemente.
Presumen de
geniales los seudo-sapientes de esta época, ven con desdén a quienes tienen
valor de apartarse de sus normas carcomidas por el tiempo, lo peor de todo es
que ni remotamente sospechan la cruda realidad de su propia torpeza.
La mezquindad
intelectual de las mentes rancias es tal que hasta se da el lujo de exigir
demostraciones sobre eso que es lo real, sobre eso que no es de la mente.
No quieren entender
las gentes del entendimiento raquítico e intolerante que la experiencia de lo
real sólo adviene en ausencia del ego.
Incuestionablemente
en modo alguno sería posible reconocer directamente los misterios de la vida y
de la muerte en tanto no se haya abierto dentro de nosotros mismos la mente
interior.
No está de más
repetir en este capítulo que sólo la conciencia superlativa del Ser puede conocer
la verdad.
La mente interior
sólo puede funcionar con los datos que aporta la conciencia Cósmica del SER.
El intelecto
subjetivo, con su dialéctica razonativa, nada puede saber sobre eso que escapa
a su jurisdicción.
Ya sabemos que los
conceptos de contenido de la dialéctica razonativa se elaboran con los datos
aportados por los sentidos de percepción externa.
Quienes se
encuentran embotellados dentro de sus procedimientos intelectuales y normas
fijas, presentan siempre resistencia a estas ideas revolucionarias.
Sólo disolviendo el
EGO en forma radical y definitiva es posible despertar la conciencia y abrir
realmente la mente interior.
Sin embargo, como
quiera que estas declaraciones revolucionarias no caben dentro de la lógica formal,
ni tampoco dentro de la lógica dialéctica, la reacción subjetiva de las mentes
involucionantes opone resistencia violenta.
Quieren esas pobres
gentes del intelecto meter el océano dentro de un vaso de cristal, suponen que
la universidad puede controlar toda la sabiduría del universo y que todas las
leyes del Cosmos están obligadas a someterse a sus viejas normas académicas.
Ni lejanamente
sospechan esos intonsos, dechados de sabiduría, el estado degenerativo en que
se encuentran.
A veces resaltan tales
gentes por un momento cuando vienen al mundo Esoterista, mas pronto se apagan
como fuegos fatuos, desaparecen del panorama de las inquietudes espirituales,
se los traga el intelecto y desaparecen de escena para siempre.
La superficialidad
del intelecto nunca puede penetrar en el fondo legítimo del SER, empero los
procesos subjetivos del racionalismo pueden llevar a los necios a cualquier
clase de conclusiones muy brillantes pero absurdas.
El poder
formulativo de conceptos lógicos en modo alguno implica la experiencia de lo
real.
El juego
convincente de la dialéctica razonativa, auto-fascina al razonador haciéndole
confundir siempre gato con liebre.
La brillante
procesión de ideas ofusca al bribón del intelecto y le da cierta
auto-suficiencia tan absurda como para rechazar a todo eso que no huela a polvo
de bibliotecas y tinta de universidad.
El "delirium
tremens" de los borrachos alcohólicos tienen síntomas inconfundibles, pero
el de los ebrios de las teorías se confunde fácilmente con la genialidad.
Al llegar a esta
parte de nuestro capítulo, diremos que ciertamente resulta muy difícil saber
donde termina el intelectualismo de los bribones y donde comienza la locura.
En tanto
continuemos embotellados dentro de las normas podridas y rancias del intelecto,
será algo más que imposible la experiencia de eso que no es de la mente, de eso
que no es del tiempo, de eso que es lo real.
V.M. SAMAEL AUN WEOR.
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