TU RUTA
Como un navío en alta mar, cada uno de
nosotros lleva su ruta…
Pero…
¿cuál es esa
ruta?. ¿Qué carta
misteriosa la describe?.
¿Qué afanes biológicos la
impulsan?.
¡El hombre no se da cuenta!. No ve, no oye o
no percibe…
Ir por un camino sin saber su finalidad, no
es un camino. Ir por una ruta sin saber dónde nos lleva, no es una ruta.
Todo nuestro afán, como la nave, es
apartarnos, huir de la línea de derrota, mientras que el Capitán - nuestro
propio Capitán con todo esfuerzo - se obstina en enmendar el desvío.
Sin embargo, seguimos con la obsesión de este
afán, olvidando que la ingente brújula del Tiempo, a pesar nuestro, va marcando
el camino, justo, adecuado, preciso y hemos de llegar - muchas veces al puerto
que no queremos - pero hemos de llegar por una Ley infalible, por un designio
inmutable…
Pero si el hombre se diera cuenta, percibiera
el Ritmo de las cosas, se internara en las Causas y la comprensión entrara en
él, reconocería que nuestra pluralidad es parte integrante de
la Unidad circunstante
y que todos
nosotros no somos
otra cosa, que innúmeras piedras justas, bien medidas,
bien delineadas, cuyos materiales han de formar parte de un gran conjunto, el
Templo inmenso de la Naturaleza.
En la formación de este conjunto, ¿podrá
ocupar piedra alguna lugar distinto del que le está destinado?.
Como un navío en alta mar, cada uno de
nosotros lleva su ruta…
La falta de concordancia con este principio,
la negación a la Ley - el desvío de la línea de derrota - es la causa de todos
nuestros males haciendo de nosotros la Veleta que en la noche tormentosa está a
merced de todos los vientos…
TU ALMA
Está en tu propio vaso, en la férrea prisión
de tu propia cárcel, hundida en ti como en un abismo.
Sientes que una poderosa hélice impulsa tu
nave…
¿Dónde va?.
Tú mismo lo ignoras.
Pero
sigues tu camino,
pausado o vertiginoso,
en busca de un puerto
que no conoces.
Esta es tu ruta…
Sientes tu dolor o tu felicidad, tu amor o tu
odio, tu compasión o tu rencor y creces, te desenvuelves, alientas, cambias de
situaciones, de células. Enfermas o la salud te inunda, y llegas a morir sin
que sepas qué es y cómo se llama ese Principio en ti que todo lo mueve, que
todo lo inunda y lo hace funcionar con poderoso dinamismo, tejiendo y
destejiendo tu vitalidad moral y fisiológica, como la vieja Hilandera al borde
del camino…
Y hasta sientes que muchas veces te habla, te
aconseja, te previene, con ese lenguaje mudo, sin palabras, de la premonición o
de la intuición…
Mira.
Como
el agua es
inconsciente de la
sal que contiene,
así el hombre
camina ignorando que en su propio vaso hay un agua de vida donde
químicamente está diluido un Principio que no conoce…
Si sobre el agua salina apresta el Sol sus
densas calorías, llegará un momento en que la sal cristalice y podamos
separarla objetivamente de su vehículo.
Si el Sol espiritual de nuestra existencia
abre en nosotros poderosos surcos, fuertes caminos, llevando a nuestra facultad
de conocer la Sal de Sabiduría que dormita en nuestra subconsciencia, el hombre
conocerá ese Principio - su propio Capitán - y sabrá objetivamente de esa
fuerza que lo anima, Verbo o Mandamiento, que en todos radica por génesis.
KRUMM HELLER
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