EL CONOCIMIENTO OBJETIVO DE LA
ESENCIA
Indudablemente que necesitamos
reflexionar un poco sobre nosotros mismos...
Se nos ha dicho que somos el
microcosmos del macrocosmos, más vivimos realmente, dijéramos, en las partes
inferiores de nuestros cinco centros (ya sabemos que tenemos cinco centros: el intelectual,
el emocional, el motor, el instintivo y el sexual).
Incuestionablemente, este
microcosmos al cual pertenecemos, está controlado por todos nuestros intereses
de tipo personal; por tal motivo, ni siquiera nos damos cuenta de lo que
realmente es el planeta Tierra. Podríamos decir que vivimos en nuestro propio
microcosmos (cosmos pequeño, infinitesimal), más debido a que nos hallamos,
dijéramos, completamente atrapados por los sentidos externos, ni siquiera,
repito, podemos asegurar que vivamos realmente en el planeta Tierra.
Viviremos en nuestro
microcosmos particular, pero en el planeta Tierra no. ¿Por qué? Porque nuestra mente,
nuestros sentimientos, nuestros deseos, nuestras emociones, viven en nosotros,
dentro de nuestro pequeño mundo; los intereses mezquinos nos controlan, no
tenemos tiempo para pensar en otra cosa que no sea en nuestros intereses
egoístas, en nuestras pasiones, etc.
Así pues, francamente, no
vivimos de verdad en el planeta Tierra (parece esto paradójico, más es cierto).
¿Quién podría vanagloriarse de conocer realmente el planeta en que vivimos? Es
un mundo con siete dimensiones. ¿Quién lo conoce? Sabemos que en el mar, sobre
todo en ciertas zonas profundas y aisladas del Pacífico y del Atlántico, hay
fenómenos extraordinarios, hay lugares donde los barcos no pueden avanzar
(“aguas muertas”, se les dice, para las que no existe una explicación)...
Si rastrillamos un cerillo con
el propósito de lograr el fuego, es obvio, que con la frotación surge el fuego;
pero antes de la frotación el fuego estaba en el cerillo, en estado latente;
con la frotación lo único que hemos logrado es permitir que el fuego se escape.
Sin embargo, creen las gentes que antes de la frotación no existía el fuego en
el cerillo; entonces, si no existía el fuego, ¿de dónde salió el fuego? De la
nada, nada puede salir. Así, pues, el fuego existe antes del cerillo. ¿Y cuál
es la naturaleza del fuego? Sobre eso nada se ha podido explicar; se limitan
los científicos a decir que “es el producto de las combustiones”, es decir, se
escapan por la tangente; tal concepto no es más que un parche para tapar su
ignorancia...
Se estudia la mecánica de los
fenómenos, pero ¿qué se sabe sobre la vida? Los científicos podrán conocer toda
la mecánica de la vida, más ¿qué saben sobre el fondo vital? ¡Nada!... Hace algunos
meses, por allí se propaló la noticia periodística de que se podían ya sacar
criaturas de cualquier laboratorio. ¡Cosa absurda; hijos de simple laboratorio,
“hijos de cubeta”! ¿Habrase visto mayor estupidez? ¿Y qué era la bulla? Bueno,
sencillamente que habían logrado que un zoospermo másculino, claro está con un
gameto femenino; es decir, con un óvulo, ya unidos los colocan en su respectivo
lugar dentro del organismo y es obvio que se procesa la gestación. Eso no tiene
nada de novedad (esa es la famosa “inseminación artificial”, ciertamente), más
ellos pensaban que ya estaban creando vida.
Si nosotros ponemos las
materias químicas de las que está hecho un zoospermo y un óvulo, y pedimos a
los científicos que hagan un par de gametos másculino y femenino, estoy seguro
que lo hacen, pero si luego les pedimos que después de unidos tales gametos
artificiales los depositen en su lugar correspondiente, dentro del cuerpo
femenino, para que de allí resulte una criatura o simplemente que lo coloquen
en una “cubeta” muy especial, estoy seguro que no saldrá nada de allí...
Algún día de esos tantos,
discutía un materialista ateo, enemigo del Eterno, con un hombre muy religioso
y vinieron a la discusión aquélla, del cuento aquél clásico, entre “quién fue
primero si la gallina o el huevo” (es un cuento de nunca acabar, por supuesto).
¿Quién puso el huevo? La gallina. Y la gallina, ¿de dónde salió? Del huevo. Y
el huevo, ¿de dónde salió? De la gallina... Total, que eso es cuestión de nunca
acabar. Pero bueno, después de tanto discutir, y discutir y discutir, el religioso,
pues, retó al materialista a que hiciera un huevo, a ver si se sentía muy capaz
de sacar de allí un pollo. El materialista dijo que lo haría y lo hizo (un
huevo muy bien hecho). Ya después de hecho, dice el religioso: “Bueno, vamos a
echarlo ahora, pues, a una gallina para que de allí salga un pollo”... Y se lo
echaron a la gallina, pero no salió nada (era un huevo muerto, sin vida). Esto nos
recuerda mucho a Don Alfonso Herrera, el gran sabio mexicano, que logró hacer
la célula viva (digo la célula, pero no viva; imitación de vida, pero una
célula tal como es); pero fue siempre una célula muerta, nunca tuvo vida de verdad
y la célula era perfecta: con su núcleo, su membrana, etc., etc., etc., pero
fue una célula que nunca tuvo vida (una célula muerta, repito).
Así, pues, vivimos en un
planeta que desconocemos, o mejor dijéramos, no vivimos en el planeta, vivimos
en nuestro pequeño mundito; cada uno de nosotros está condicionado por sus propios
intereses, pasiones, deseos, preocupaciones, etc., etc., etc. Propiamente, en
el planeta Tierra no vivimos...
Se nos ha dicho que existen
los sentidos internos, no lo negamos; obviamente, hay más sentidos internos que
externos. Las distintas escuelas tienen métodos para desarrollar poderes, para
desarrollar los sentidos íntimos, los sentidos internos, pero en verdad les
digo, mis caros hermanos, que si queremos nosotros desarrollar los sentidos
internos, debemos empezar por desarrollar el sentido de la observación de sí
mismos, es decir, de la autoobservación. El sentido ese está latente en cada
uno de nosotros, más hay que desarrollarlo; el desarrollo solamente es posible
a base de práctica; conforme nosotros vayamos usando tal sentido, por sí mismo
éste se irá desarrollando, y a medida que progresemos en la observación de sí
mismos, otros sentidos van también haciéndose manifiestos, y al fin, el día en
que mediante la autoobservación íntima nos hayamos conocido a fondo,
íntegramente y en todos los departamentos de la mente y del corazón, los
múltiples sentidos internos que poseemos se harán manifiestos, se desenvolverán
preciosamente. He allí el porqué se nos ha dicho: “NOSCETE IPSUM” (“Hombre,
conócete a ti mismo y conocerás el Universo y a los Dioses”).
Conforme nosotros nos vamos
haciendo reflexivos, vamos también comprendiendo el estado lamentable en que
nos encontramos... Comoquiera que las gentes no viven sino dentro de su pequeño
mundito que cargan, y eso, en los pisos más bajos de la máquina, es claro que
no entienden cosas relacionadas con el Cosmos o con los Cosmos, y ni siquiera
les interesa, es algo que está más allá de sí mismos. A la gente lo único que
le interesa son los asuntos mezquinos, la satisfacción plena de sus vicios, de
sus pasiones, de sus intereses creados, sus preocupaciones y egoísmos, dinero y
más dinero, fornicación, alcohol, etc. (esa es la humanidad). Pero cuando se
les habla de los SIETE COSMOS y se intenta que las gentes comiencen a estudiar
las leyes y sus principios, pues, francamente no sienten por esto mucho
interés, porque eso está más allá de sí mismos, no forma parte de sus
preocupaciones mezquinas; esa es la cruda realidad de los hechos.
Nosotros necesitamos estudiar
la Gnosis profundamente; para eso están los libros, para eso las conferencias, etc; pero no basta
la simple lectura de las obras, hay que ir más lejos, hermanos...
No hay duda de que en
principio se necesita leer, escuchar las grabaciones, concurrir a las clases, tomar
notas en nuestras libretas o cuadernos y aprender eso de memoria; la memoria es
el principio formativo, pero no es todo. Si le confiáramos siempre todo a la
memoria, a la larga de nada nos serviría, porque la memoria es infiel en un
ciento por ciento; lo que se confía a la memoria, tarde o temprano se pierde.
Si queremos verdaderamente aprovechar estas enseñanzas, se necesita depositar estos
conocimientos en la Conciencia, eso es obvio. En principio no niego que
necesitemos de la facultad formativa, es decir, de la memoria, más allí no se
debe quedar el conocimiento.
Cuando nosotros mediante la
meditación tratamos de conocer el sentido íntimo de aquello que hemos
depositado en la memoria, entonces tales conocimientos allí depositados, pasan
a partes superiores del centro intelectual, y si tratamos de ser más
conscientes de la enseñanza, al fin sucederá que dicho conocimiento será
definitivamente absorbido por el centro emocional, que ya no es intelectual
(debemos distinguir entre el centro emocional y el centro intelectual).
Cuando el conocimiento se ha
vuelto emocional, cuando ha sido depositado en el centro emocional, se absorbe
por último en la Esencia, es decir, en la Conciencia, y el conocimiento que se vuelve
Conciencia no se pierde jamás, ni con la muerte del Cuerpo Físico, porque al
retornar lo traemos en la Conciencia. Más, lo que se deposita en la memoria
exclusivamente, tarde o temprano se pierde; por ese motivo, mis caros hermanos,
es aconsejable que el conocimiento se deposite en la Conciencia...
Repito: primero hay que
estudiar; luego, depositar toda la información en el centro formativo (memoria);
luego tratar de capturar, de aprehender el sentido íntimo de eso que hemos
depositado en la memoria. Cuando lo hacemos, le sentimos a tal conocimiento,
algo dijéramos sentimental o emotivo o emocional para ser más claros, porque
pasa entonces a la parte emocional del centro intelectual, es decir, sale de la
memoria y pasa a la parte emocional del centro intelectual.
Más si insistimos en tratar de
aprehender o capturar lo esencial del conocimiento, se volverá emoción, emoción
vívida, pasará dijéramos al centro emocional, y nuevas meditaciones harán que
se torne consciente; esto sucederá cuando al fin el conocimiento emocional se
sumerja en la Esencia, en la Conciencia. Ese es, pues, el proceso por el cual
tiene que pasar el conocimiento, a fin de que se torne consciente...
Las gentes comunes y
corrientes viven atrapadas por los sentidos externos; sin embargo, hay gentes
que ya tienen establecidas, en sí mismás, un CENTRO DE GRAVEDAD PERMANENTE; son
aquellas personas que en vidas anteriores estuvieron en estos estudios; esas
personas buscarán la enseñanza, la anhelarán, sentirán que más allá del mundo
de los sentidos hay algo, y no se equivocan.
Mucho más allá de estos
sentidos, mediante los cuales nos ponemos en contacto con el mundo exterior,
encontramos nosotros la Esencia. No hay duda de que aquellas personas que
poseen un Centro de Gravedad Permanente, sí anhelan de verdad algo distinto,
diferente. A pesar de todas las contingencias de la existencia, tengo entendido
que su Esencia permanece inmutable; que no ha sido, dijéramos, deteriorada o
alterada.
Así, pues, en la Esencia está
lo mejor que poseemos; la Esencia es la Conciencia, es lo más decente, lo más
digno de nuestro Ser...
Existen dos corrientes de
pensamiento en cada uno de nosotros: el uno, viene de la Personalidad, el otro
de la Esencia. También podemos decir que los pensamientos que vienen de la
Personalidad cultivada, pues, aparentemente son más brillantes, aunque de
enjundioso contenido, más en el fondo los pensamientos que vienen de la Esencia
son de tipo superior; sin embargo, se necesita de una buena capacidad de
observación para distinguir a unos de otros.
Sucede que comoquiera que los
pensamientos de la Esencia son más simples y los de la Personalidad más
complicados, podríamos confundirnos y creer que los pensamientos de la misma, es
decir, de la Personalidad, son de calidad superior a los de la Esencia; más tal
confusión se basa especialmente en la ignorancia. Los pensamientos de la
Esencia, aunque no tengan mucha erudición, aunque sean muy simples,
incuestionablemente son de calidad superior...
Cuando alguien empieza en la
vida por preocuparse un poquito sobre su situación en la existencia, cuando se
da cuenta, pues, de que no es más que un habitante de la Tierra, demásiado pequeña; cuando piensa en que la Tierra es
un pedazo del Sol, una tajada desprendida del Sol o una partícula del Sol,
indubitablemente nos está indicando que su Esencia se encuentra, dijéramos, en
desasosiego, que anhela, que tiene algo de tipo superior.
Obviamente, esta clase de
pensamientos aunque muy simples, a la gente que vive en su pequeño y minúsculo
mundito, aquél del microcosmos; a la gente que vive dentro del infinitesimal mundo
de los sentidos ordinarios, no le interesa. Uno no sentiría el anhelo de saber
si la Tierra es un pedazo de Sol y si el Sol pertenece a la Vía Láctea, a menos
que a la Esencia le saliera, dijéramos, tal preocupación o tal anhelo; es la
Esencia la que tiene esa calidad de pensamientos, sencillos pero grandiosos en
el fondo.
Así, pues, es necesario que
los hermanos comprendan que lo más importante que tenemos en nuestro interior
es la Esencia, es decir, la Conciencia...
Muchos son los que se
preocupan por los poderes mágicos; yo digo a ustedes que la ESENCIA DESPIERTA
posee, en sí misma, bellísimás facultades. Lo que necesitamos es desarrollar la
Esencia; y uno no podría desarrollarla a menos que trabaje sobre sí mismo.
Cuando en verdad nos preocupamos por eliminar de nuestra naturaleza íntima
nuestros defectos psicológicos: ira, codicia, lujuria, envidia, orgullo,
pereza, gula, etc., etc., etc., la Esencia, naturalmente, comienza a desarrollarse
maravillosamente.
Normalmente la Esencia está
embotellada, como ya lo he dicho tantas veces, entre esos múltiples “elementos
inhumanos” que cargamos en nuestro interior (me refiero a los defectos
psicológicos).
A medida que vamos
desintegrando o pulverizando tales “elementos”, la Esencia se va desenfrascando,
desembotellando, emancipando, y cuando hayamos logrado la aniquilación total de
todos los “elementos indeseables” que cargamos en nuestro interior, entonces la
Esencia estará libre en forma absoluta, completamente despierta, con una
espontaneidad preciosa en este mundo de la manifestación.
A medida, pues, que vayamos
aniquilando el Ego, es decir, el “Yo” de la psicología, el “mí mismo”, la
Esencia se irá libertando. Con la muerte radical del “Yo”, del “mí mismo”, del
“sí mismo”, la Esencia quedará absolutamente libre, y una Esencia libre,
manifestándose a través de un cuerpo humano, a través de un cerebro (o de tres
cerebros, porque, realmente, no sólo tenemos el cerebro intelectual, sino que también
tenemos el cerebro emocional y el cerebro motor), será una
Esencia naturalmente
preciosísima, y resplandecerán en la misma, los poderes de la clarividencia, de
la clariaudiencia, de la telepatía, las facultades para el desdoblamiento
astral y muchísimos otros sentidos íntimos que sería largo de enumerar...
Así, pues, el camino para
conseguir poderes es el de la muerte; por algo se nos ha dicho: “Si el germen
no muere, la planta no nace”... Cuando nosotros morimos en sí mismos, cuando
este “querido ego” que llevamos dentro se vuelve polvo, los poderes afloran
porque surge la Esencia (surge la Esencia libre); la Esencia libre goza de
muchísimás facultades, de preciosos sentidos, de capacidades asombrosas.
Existen también múltiples
organizaciones; diversas organizaciones, escuelas, etc., para desarrollar
“Chakras”, para conseguir
poderes mágicos; algunas de esas instituciones enseñan, definitivamente, prácticas
que podríamos calificar de “NEGRAS”. En verdad podemos afirmar, mis queridos hermanos,
que si solamente nos preocupáramos por desarrollar poderes y no aniquiláramos
al “mí mismo”, al “sí mismo”, al “Yo” de la psicología, lo más que podría
suceder es que nos convirtamos en MAGOS NEGROS... Las Sagradas Escrituras han
hablado muy claro; el Evangelio ha dicho:
“Buscad primero el Reino de
Dios y su Justicia, que todo lo demás se os dará por añadidura”...
Vean ustedes cuán bello es un
niño recién nacido; a través del niño (en el niño) lo único que se expresa es
la Esencia (pero repito, hablo de un niño recién nacido). Quienes piensan que
un niño recién nacido se encuentra en estado de inconsciencia, dormido, están
profundamente equivocados.
Un niño recién nacido los ve a
ustedes con piedad, está más despierto que ustedes. Si ustedes creen que no se
da cuenta de la vida de ustedes, están perfectamente equivocados; no solamente
se da cuenta del modo como ustedes viven, sino lo que es peor, de los horrores
que ustedes cargan en su interior; y eso es lo más lamentable.
No quiero decirles a ustedes
que el ciento por ciento de la Esencia se exprese en un niño recién nacido; no,
obviamente, en la criatura que ha venido, en aquél que ha retornado a la
existencia (que se ha reincorporado, quiero decir, en un nuevo organismo
humano), solamente se expresa una mínima fracción de la Esencia, pero esa
mínima fracción libre (que puede expresarse porque está libre en el niño),
incuestionablemente está también despierta y autoconsciente. Es lástima que la
totalidad de la Esencia no pudiera expresarse; prácticamente se expresa en un
niño recién nacido, por ahí un 3% de la Esencia, pero ese 3% está libre,
autodespierta y consciente; por lo tanto, tiene muchos sentidos íntimos en
plena actividad.
Obviamente, a medida que pasa
el tiempo, todo va cambiando; el niño aquél se va durmiendo debido
especialmente a los mayores; comienza a imitar los gestos de sus mayores, sus
emociones inferiores, etc., hasta que también termina dormido, haciendo lo
mismo...
Comoquiera que el “Yo” es
múltiple, cualquier verdadero Iluminado que se proponga observar a un niño
recién nacido, podrá ver lo siguiente: el niño en su cuna, despierto; una
mínima fracción de Esencia que es la que se expresa, estará completamente
autoconsciente, despierta; más también se ve alrededor de la cuna, criaturas
que intentan manifestarse, distintos Egos, distintos “Yoes”, algunos con formás
hermosas, otros con horripilantes formás que van y vienen, entran y salen,
dentro de aquella recámara donde el niño duerme, que dan vueltas a su cuna,
etc. Son los “Yoes” que aguardan expresarse; dentro de esos “Yoes” está
repartido el resto de la Esencia, es decir, el 97% de la Esencia que está
embutida, dijéramos, entre cada uno de esos “Yoes” (entre un
“Yo” embutida determinada
cantidad de Esencia, entre otro “Yo”, otra cantidad, etc.).
Y esos múltiples “Yoes” dan
vueltas alrededor de la cuna, quisieran expresarse, manifestarse, meterse
dentro del cuerpecillo del niño, pero no pueden. Más sucede que a medida que
pasa el tiempo, la nueva Personalidad
del infante se va formando, se forma con el ejemplo de los mayores, con la
escuela, etc.; de manera que conforme la Personalidad nueva se va formando, los
“Yoes” van teniendo también oportunidad para irse expresando después de que la
fontanela frontal de los recién nacidos se cierra (ustedes han observado
perfectamente en los niños, que el parietal superior de los niños está
ligeramente abierto; es algo que llaman “la mollerita”; nosotros decimos,
técnicamente, la fontanela frontal de los recién nacidos).
Mientras que está abierta,
todo marcha bien, pero a medida que esa fontanela frontal se va cerrando, la
Personalidad se va también desarrollando y la capacidad para que los “Yoes”
comiencen a intervenir, se hace cada vez mayor; entonces comienzan a verse en
los niños ciertas manifestaciones de ira (especialmente por ahí por las edades
de tres y cuatro años), comienzan a volverse irascibles y poquito a poquito los
“Yoes” van teniendo oportunidad de expresarse, hasta que definitivamente terminan
por manifestarse todos. Resulta interesante observar a los niños recién
nacidos...
¡Qué bueno –digo yo– que la
Esencia no estuviera enfrascada, metida entre todos los “Yoes”; qué bueno sería
que creciera el niño sin que ningún “Yo” se metiera dentro de él, que la
totalidad de su Esencia estuviera en él durante toda su vida; entonces todos
los cinco cilindros de la máquina: intelecto, emoción, movimiento, instinto y
sexo, estarían bajo el control de la Esencia y marcharía en armonía con el
infinito! Desgraciadamente, el 97% de la Esencia está embotellada entre los diversos
“elementos” que constituyen el Ego, el “Yo”... Necesitamos desarrollar la
Esencia, desembotellarla, desenfrascarla; cuando lo logremos, múltiples poderes
divinales, naturales, se expresarán en nosotros con toda su belleza y con todo
su poder. No necesitamos, pues, “afanarnos” por conseguir poderes, lo que
debemos “afanarnos” es por morir en sí mismos, aquí y ahora, porque “sólo con
la muerte adviene lo nuevo”...
Observen ustedes la vida de
los grandes místicos cristianos: no se preocuparon por conseguir poderes,
solamente se preocuparon por la santidad, por ir eliminando cada uno sus
defectos psicológicos, por ir muriendo en sí mismos, y a medida que lo iban
logrando, múltiples facultades supranormales se iban expresando en ellos. A
éstos se les conoció siempre como “santos” y de ellos hay muchos de los más
diversos orígenes, ya de Oriente o de Occidente. Es, pues, la santidad lo más importante,
mis queridos hermanos...
Y hasta aquí mi plática. Si
alguno tiene algo que preguntar, puede hacerlo con la más entera libertad.
Discípulo. Maestro, nos ha
explicado usted el proceso por el cual debe pasar el conocimiento, a fin de que
éste se torne consciente. Mi pregunta es: ¿la naturaleza de la Verdad es de
carácter emocional o es de carácter instintivo?
Maestro. La Verdad es algo que
no se puede definir, porque si se define se desfigura. Pero sí podemos decir
nosotros que los pasos para que el conocimiento se vuelva consciente, se hallan
trazados de la siguiente forma: primero se estudia, para que luego el
conocimiento quede depositado en la memoria. Segundo paso, se medita con la
intención de aprehender el hondo significado del conocimiento depositado en la
memoria; cuando eso sucede, el conocimiento (mediante la meditación) pasa a la
parte emocional del centro intelectual, y esto hay que explicarlo...
El centro intelectual tiene
tres partes: la parte intelectual superior, la parte emocional y la parte
motora. Diríamos que el conocimiento pasa a la parte emocional del centro
intelectual; entonces comenzamos a sentirle cierto sabor a aquello que hemos
depositado en la memoria. En un estadio más avanzado de la meditación, aquel
conocimiento ya abandona definitivamente el centro intelectual, para quedar
depositado, estrictamente, dentro del centro emocional y ulteriormente, mediante
la técnica de la meditación, logramos que al fin pase el conocimiento del
centro emocional a la Esencia. En la Esencia, pues, queda depositado el tal
conocimiento, es decir, la Verdad o las Verdades que podamos llevar a la Esencia;
para hablar más claro, tienen un sabor más bien emocional (más no hablo de
emociones inferiores, sino de emociones de tipo superior).
La emoción superior permite a
cualquier Verdad pasar a la Esencia, donde viene a quedar depositada; pero el
frío intelecto analítico de un Aristóteles, por ejemplo, es completamente cojo,
no permitiría jamás al conocimiento volverse consciente, se quedaría depositado
estrictamente en la memoria y eso es todo... Por eso es que, dijéramos, entre
los sistemás aristotélicos (que es puro y frío razonamiento) y los sistemás
platónicos o porfídicos (de Porfidio), yo prefiero a Platón. Los métodos
neoplatónicos o las Escuelas de Jámblico y de Porfidio, son emocionales y
permiten llevar el conocimiento a la Conciencia, es decir, permiten que el
conocimiento se vuelva consciente, cosa que jamás se lograría con el frío
razonamiento aristotélico; ¡eso es todo!... ¿Hay alguna otra pregunta?
Discípulo. Venerable Maestro,
¿en qué forma podríamos lograr que los niños, a medida que su nueva
Personalidad se va formando, no se dejen atrapar por los “Yoes”?
Maestro. Pues la Verdad es lo
que es (VERBUM EST CODEX)... Obviamente, pues, en un niño recién nacido está la
Esencia, una mínima fracción, que es la que se expresa a través de él; por eso es
hermoso, dijéramos, y sublime. Desgraciadamente, y es lo peor, tarde o temprano
(sobre todo después de que se cierra la fontanela frontal de los recién
nacidos), los “Yoes” comienzan a expresarse, comienzan a meterse dentro del
cuerpecillo, porque están sin disolver... Si pudiéramos orientar a los niños
desde la infancia, deberíamos enseñarles verdaderamente el camino de la Gnosis,
mostrarles lo que es el Ego, etc. Pero esto requiere ya; esto ya sería,
dijéramos, capítulo aparte, sería cuestión de otra plática, y sería muy largo
hablar sobre la educación de los niños; únicamente me limito a decir que
mientras existan los “Yoes”, tendrán ellos que expresarse.
Lo deseable es que nosotros
desintegremos los “Yoes” para que la Esencia quede libre. Al volver, al
retornar, al reincorporarnos en un nuevo vehículo, vendríamos entonces
completamente despiertos y seguiríamos con firmeza por la “Senda del Filo de la
Navaja”, seríamos diferentes.
Desgraciadamente al
reincorporarnos, tarde o temprano los “Yoes” comienzan a manifestarse, y cuando
ellos comienzan realmente a entrar en el cuerpo, a expresarse a través de
nosotros, obviamente, perdemos esa belleza, propia del recién nacido... Por
algo es que el Cristo dijo: “Hasta que no seáis como niños, no podréis entrar
al Reino de los Cielos”...
Nosotros necesitamos
reconquistar la inocencia en la mente y en el corazón. Muchos creen que la
inocencia lo hace a uno más débil, más tonto; que cualquiera lo puede explotar
miserablemente, que como es inocente, todo el mundo “monta en él”. Más ese es
un concepto falso, emitido por el Ego, porque el Ego se cree fuerte,
omnipotente y poderoso, y realmente no lo es, pero él cree que es muy fuerte...
La Verdad es que cuando uno desintegra el Ego, crea la inocencia pero con sabiduría,
porque la desintegración de cada “elemento” nos da sapiencia...
Fíjense ustedes, dijéramos, en
lo que es el proceso de la ira. ¿Cuántas son las situaciones de la ira?
Múltiples, ¿verdad? Puede haber ira por un ataque de celos, puede haber ira
porque nos sentimos defraudados, pude haber ira por amor propio, porque alguien
nos hirió el amor propio, etc. Bien, estudiar la ira es muy interesante: ¿cómo
se procesó la ira?, ¿por qué tal situación de ira?, ¿cómo estalló? Así es que,
cuando disolvemos algún “Yo” de la ira, es porque lo hemos previamente comprendido,
y en esto de “haberlo comprendido” hemos adquirido una sabiduría formidable, única...
Si ustedes quieren el PAN DE
LA SABIDURÍA, tienen que ir comprendiendo cada uno de los “elementos
indeseables” que van a desintegrar, y a medida que los comprendan, irán
adquiriendo sapiencia. Total que, cuando uno desintegra la totalidad del Ego;
que ha liberado la Esencia, queda inocente pero con sabiduría y la sabiduría,
la sapiencia, lo protege porque le permite conocer no solamente lo bueno y lo
malo, sino lo malo de lo bueno y lo bueno de lo malo.
Discípulo. Maestro, ¿es cierto
que los Egos, a medida que se van disolviendo, se van haciendo cada vez más
chiquitos, cada vez más “chaparritos”, y que van dejando su forma horrenda, se
van tornando bonitos, por decirlo así?
Maestro. ¡Así es! Los “Yoes”
tienen variadas formás. Hay “Yoes” monstruosos que parecen verdaderas bestias
horripilantes; cualquier clarividente que los observe, se horroriza... Ustedes
han visto que los niños recién nacidos suelen asustarse, que de pronto resultan
dando gritos sin motivo alguno. Pues, se debe a que ellos ven ciertos de sus
propios “Yoes”, que pasan cerca de la cuna, y esto les causa pavor. Si eso
sucede a los niños recién nacidos, ¿qué no sucederá a las gentes que viven en
el abismo? Tienen ante su vista a sus propios “Yoes”, y entonces se producen
espantos y horrores indescriptibles. Pero, conforme uno va, aquí en el mundo,
disolviendo los “Yoes”, éstos se van empequeñeciendo.
Supongamos que queremos
disolver un “Yo” de envidia; en principio será aquél un monstruo horrendo, pero
a medida que lo trabajamos va perdiendo volumen, se va empequeñeciendo y se va embelleciendo;
por último toma la forma de un niño y el niño se va achicando cada vez más,
hasta que por último se desintegra, ya convertido en polvareda cósmica. Hasta
allí se cumple eso que dice el Cristo: “Hasta que no seáis como niños, no
entraréis en el Reino de los Cielos”... Así, pues, necesitamos nosotros
desintegrar todos los “Yoes” para que la Esencia quede libre y se exprese en nosotros
con toda su belleza, con toda esa naturalidad, con toda e sa espontaneidad...
Ya les he dicho a ustedes que
tenemos más sentidos internos que externos, y que debemos empezar por usar, desarrollar
ese sentido de la observación de sí mismos; a medida que lo usemos, otros
sentidos internos se van también desarrollando, eso es obvio... Así, pues, mis
queridos hermanos, necesitamos trabajar intensamente sobre sí mismos. ¿Algún
otro hermano desea preguntar?
Discípulo. Nos decía usted,
Venerable Maestro, que algunas personas tienen establecidas en sí mismás, un
Centro de Gravedad Permanente y que sus Esencias permanecen inmutables, que no
han sido deterioradas o alteradas. ¿Se refiere esto a los Maestros caídos, a
los Bodhisattvas?
Maestro. Bueno, el Centro de
Gravedad Permanente lo tiene toda persona que en vidas anteriores, que en sus
existencias anteriores estuvo en esta clase de estudios, que trabajó antes
sobre sí misma. Gentes así, forman su Centro de Gravedad, un Centro de
Gravedad; unos lo tendrán más fuerte y otros menos fuerte. Cuando alguien tiene
un Centro de Gravedad específico, porque ha trabajado en vidas anteriores,
incuestionablemente al volver al mundo, le vienen a esa persona todos los
elementos que necesita para su avance: libros, instructores, etc.; todo le
viene, eso es todo...
Discípulo. Maestro, todos los
que hemos tratado con niños pequeños sabemos muy bien que en ocasiones, se dan
en ellos ciertas expresiones de disgusto, de eso que llamamos “berrinches”.
¿Podrían considerarse tales manifestaciones como expresiones del “Yo”
pluralizado o de algún “Yo” específico?
Maestro. ¡Así es! Ya esos
“Yoes” se expresan con libertad, y a medida que el niño va creciendo, la
oportunidad o las oportunidades para la expresión de los diversos “Yoes” son
cada vez mayores, hasta que al fin, definitivamente se expresa en uno todo el
“Yo” pluralizado y eso es lo que nos hace feos, horrorosos. Si a través de
nosotros se expresara únicamente la Esencia, gozaríamos de la belleza de Dios;
de tal belleza emana, a su vez, eso que se llama “AMOR”...
¿Por qué hay tantas
confusiones en el mundo? Vean ustedes que los “humanoides” no se entienden unos
a otros. Voy a ponerles a ustedes un caso concreto. Una dama, de pronto, por ejemplo,
resuelve atender a un caballero porque “le cayó bien”, porque “le cayó” muy
simpático, etc. Puede hacerlo desinteresadamente; no tiene tal dama, dijéramos,
ningún pensamiento de lujuria, no está enamorada del caballero, únicamente le
parece una buena persona y se preocupa por atenderlo en estos o aquellos
menesteres, etc. Pero, ¿qué sucede? El caballero tiene Ego y el Ego controla
los cinco cilindros de la máquina. Como el Ego controla aquellos cinco
cilindros de la máquina, pues, entonces interpreta como se le antoja y aquellas
buenas maneras de la dama; en vez de pasar, dijéramos, al centro emocional,
pues pasa a otro cilindro: al centro instintivo-sexual, y entonces surge en
aquel caballero la lujuria.
La mente, claro, viene a
quedar controlada por el sexo, como siempre se ha visto, y dice el caballero:
“Aquella dama está enamorada de mí, posiblemente le caigo bien”... Tiempo
después comienza a hacerle propuestas de tipo sexual; la dama se sorprende y
dice: “Imposible, si yo le estaba atendiendo a él desinteresadamente, y este
señor ha malinterpretado mis buenos modales, mis buenas maneras”... Sí, las ha
malinterpretado. ¿Por qué las ha interpretado mal? Porque tiene Ego y el Ego
controla los cinco cilindros de la máquina; pero si aquel caballero no tuviera
Ego, si fuera la Esencia únicamente la que controlara los cinco cilindros de la
máquina, las atenciones de aquella dama pasarían al centro emocional y éste se
expresaría con agrado puro y verdadera belleza; no habría, pues, mala
interpretación...
Y el ejemplo que pongo, en
este sentido, puede extenderse a muchos otros sentidos. Decimos una palabra y
otro la interpretó mal. ¿Por qué la interpretó mal? Porque no la interpreta con
el centro correspondiente, la interpreta con un centro que no corresponde.
Emitimos un concepto intelectual, por ejemplo, y puede ser que el centro
emocional (no el superior, sino el inferior) reciba aquel concepto intelectual
y lo malinterprete, piense que se le está hiriendo el amor propio, que este individuo
con ese concepto le ha lanzado una ironía, de modo tal que reaccione con ella.
Total, no nos entendemos los unos a los otros. ¿Por qué? Por el Ego, y éste es
una verdadera “Torre de Babel”. Y no podremos entendernos los seres humanos
sobre la faz de la Tierra, mientras haya Ego.
Habrá guerras y rumores de
guerra, habrá huelgas, habrá violencia, odio, etc., etc., etc., mientras no
disolvamos el Ego... El Ego nos ha vuelto horribles a todos, no gozamos de la
verdadera belleza; debido a eso, a que tenemos el Ego, somos feos,
espantosamente feos...
Si ustedes vieran cuán bellas
son las Esencias libres de Ego; uno se llena de éxtasis, por ejemplo cuando con
sus facultades superiores penetra en un jardín y ve a los “elementales”
inocentes de las flores desprovistos de Ego; a los “elementales” de los
árboles, como niños llenos de belleza, desprovistos de Ego (no tienen Ego, no
hay problemás entre ellos, viven en un verdadero paraíso, estos paraísos
elementales de la naturaleza, y gozan de preciosas facultades, las facultades libres
de la Esencia)...
Así pues, hermanos, mientras
nosotros estemos como estamos, será imposible que gocemos de la felicidad
verdadera, pero el día que logremos la inocencia, el día que muramos en sí
mismos, podremos departir maravillosamente con las criaturas inocentes de toda
esta creación y convivir con ellas en los paraísos, en los diversos paraísos
elementales. ¡Pero con Ego no!; así, con Ego, los príncipes del fuego, del
aire, de las aguas y de la tierra nos cierran las puertas... ¡Somos monstruos horribles!
Cuando yo estoy en meditación,
hermanos, y de pronto alguien viene a visitarme, me doy cuenta porque llegan a
mí las vibraciones horribles, siniestras, del visitante; me doy cuenta que quien
viene, trae Ego. ¿Con qué podría comparar a alguien, a quiénes tienen Ego? A
Frankenstein no, porque Frankenstein es una ficción que no tiene ningún valor
científico... ¿Entonces a quién? ¡Al Conde Drácula! Ese es el tipo de
vibraciones que carga cualquier persona que tenga Ego. Ahora comprenderán
ustedes por qué las criaturas de los elementos se horrorizan cuando ven a
alguien que tiene Ego, y huyen despavoridas... ¿Me han entendido? Bueno, hasta
aquí la plática, mis caros hermanos.
SAMAEL AUN WEOR
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