
Quiero decirles a ustedes, en
forma enfática, que los ciclos de actividad masculina o femenina, están
gobernados por el planeta Urano. Esto quiere decir que Urano con sus dos polos:
negativo y positivo, determina las épocas de actividad triunfal masculina y las
épocas de actividad triunfal femenina.
Cuando el polo positivo o masculino
de Urano, apunta hacia el Sol, triunfa en el mundo Tierra el sexo masculino.
Esas son las épocas de la piratería, las épocas de los Napoleón Bonaparte
(etc., etc., etc.) y también la época de las gestas de independencia.
Cuando el polo negativo o femenino
de Urano apunta hacia el Sol, la energía (que fluye de Urano) entonces da el
triunfo a la mujer, y descolla entonces, triunfa, sube al tope de la escalera,
el sexo femenino manda.
Recordemos nosotros la época de las
Amazonas. Entonces, éstas tuvieron una época de esplendor: se levantaron por
doquiera Templos a la Diosa-Luna, países soberanos, gobernados por el sexo
femenino, etc. El Imperio de las Amazonas se extendió por gran parte de Europa
y del Medio Oriente, hasta el Asia. Quienes ejercían el sacerdocio, quienes
ejercían el gobierno, quienes formaban parte de las Fuerzas Armadas, eran las
mujeres.
¿Que construyeron una poderosa
civilización? ¡Nadie me lo puede negar: es cierto y de toda verdad!
Indubitablemente, hubo algo de crueldad también: los niños varones eran
incapacitados en alguna forma, para que no pudieran triunfar. Bien se les hería
en un brazo, se les hería en una pierna, o en fin, se hacía algún daño al
cuerpo para que no pudieran ejercer más tarde el dominio. ¿Que eso era cruel?
No podemos negarlo. Pero eso es así: que han pertenecido a la Historia y que ya
pasaron.
En la guerra las Amazonas se
distinguieron extraordinariamente. Recordemos a la Amazona Camila, de la cual
da testimonio nada menos que Virgilio, el poeta de Mantua. Obviamente
Virgilio, gran Maestro de Dante Alighieri, habla maravillas sobre la Amazona
Camila. En la guerra, ella fue extraordinaria: puede llamársele como "una
de las mejores Generales de la época", muy similar en el tiempo a
cualquier otro gran guerrero del sexo masculino.
En la Ciencia, las Amazonas
descollaron triunfalmente. Su imperio fue poderoso y se extendió, de occidente
a oriente. Si más tarde ese imperio declinó, si decayó, se debió precisamente,
al aspecto sexual: cierto grupo de Amazonas llegaron a Grecia, y aunque se
aislaron por un tiempo, no está demás decirles que se unieron sexualmente a
distintos jóvenes griegos y que cambiaron desde entonces sus modales.
Esas Amazonas, ya cambiadas,
influyeron sobre el resto, pues, de las Amazonas que habían establecido el
imperio (el Imperio de las Amazonas) y poco a poco, pues, fueron perdiendo el
poder, hasta que descolló completamente el sexo masculino, y es que ya había
pasado su época.
Cuarenta y dos años son de
actividad masculina y cuarenta y dos de actividad femenina. En estos momentos,
por ejemplo, en los que nosotros nos encontramos, está dominando el sexo
femenino, está en su ciclo de dominio, de mando. Más tarde, cuando se cumple
este ciclo de cuarenta y dos años, volverá una nueva época de dominio del sexo
masculino.
Ahora le toca el peso del mando al
sexo femenino, esto no lo podemos negar, es indubitable. Actualmente la mujer
manda, se impone en la Ciencia, se impone en el mundo del comercio, se impone
en el Gobierno, se impone en las religiones, se impone en el hogar, se impone
en todas partes, esta es su época.
Urano gobierna directamente las
glándulas sexuales; en la mujer, gobierna la actividad de los ovarios.
Así que, son cuarenta y dos años de
dominio masculino y cuarenta y dos años de dominio femenino. La mujer,
obviamente, puede aprovechar esta época para transformarse, si así lo desea.
Por estos tiempos, se lucha por la
emancipación de la mujer. Conceptúo, en realidad, que la mujer, de por sí,
tiene el cetro de poder, en este tiempo que se haya dentro de la actividad del
ciclo femenino de Urano.
Considerando estas
cuestiones, me parece que el sexo femenino tiene derecho a la dignificación y
a la transformación. El sexo femenino debe aprovechar el momento actual, en el
que Urano la está ayudando, sacar el máximum de provecho de la vibración del
planeta Urano. La mujer tiene derecho a pasar a un nivel superior del Ser, y esto
es posible sabiendo amar.
"Amor es ley, pero amor
consciente"... "El amor es el summum de la sabiduría", así lo
dijo Hermes Trismegisto en su "Tabla de Esmeralda", el tres veces
grande Dios Ibis de Thot. El amor es el fundamento de todo lo que es, ha sido y
será. La mujer mediante el amor, no solamente puede transformarse a si misma,
sino que también puede transformar a los demás.
Por estos tiempos, asombra saber
que algunas naciones ya están pensando en enviar, precisamente, comités
femeninos a luchar por la paz universal. Tengo entendido que la O.N.U. está
considerando muy difícil el problema de la paz, y seriamente piensa en promover
como una especie de propaganda pro paz, mediante comités femeninos.
Creo, sencillamente, que la mujer
en estos momentos desplaza al hombre y tiene dominio, mando completo, y a esto
se añade que el sexo masculino está muy degenerado actualmente. Entonces, es la
mujer la que tiene que regenerar al hombre.
El estado de degeneración masculina
es innegable, irrefutable, irrebatible. Toca a la mujer darle la mano al
varón, levantarlo. Si el hombre ha perdido actualmente poder, se debe
sencillamente a su degeneración. La mujer tiene pues, en estos momentos, un
deber ineludible, cual es el de ayudar a regenerar al hombre y de luchar por
la paz universal.
Uno de los problemas más
inquietantes de la época, es el problema sexual. No hay duda de que la
Sexología, en sí misma, es fundamental para cualquier civilización.
El sexo masculino, repito, se
encuentra en estado involutivo, decadente; ha abusado del sexo y eso le ha
hecho perder el dominio sobre la Tierra, sobre el universo. El sexo masculino
marcha en forma decadente.
Cuando uno estudia la energía
creadora, la energía sexual, a la luz de un Sigmund Freud, por ejemplo, el
autor del Psicoanálisis, o de un Jung, o de un Adler, o a la luz de los
Tantras, Sánscritos, o Tibetanos, o Hindúes, o posiblemente de la Escuela
Amarilla China, puede descubrir, con gran asombro que, mediante la energía
creadora es posible la transformación del ser humano.
La mujer tiene perfecto dominio
sobre la biología orgánica del varón; por eso puede regenerarlo. La mujer lo
que tiene es que conocer un poco más los Misterios del Sexo. Antes, esos
Misterios se consideraban "tabú" o "pecado", y motivo de
vergüenza o disimulo. Ahora, en los países cultos, el sexo se estudia a la luz
de la Ciencia. Freud dio el ejemplo con su Psicoanálisis. Adler, Jung y demás
seguidores de Freud, han demostrado al mundo la realidad de las teorías
freudianas.
Considero, pues, vital, tratar este
escabroso asunto, este delicado asunto, relacionado con la Sexología
Trascendental, que es la única que puede transformar a la mujer y al mundo.
Obviamente, la energía creadora
fluye en todo lo que es, en todo lo que ha sido, en todo lo que será. La
energía creadora permite a las plantas reproducirse, mediante sus pistilos,
etc., que vibran y palpitan en el cáliz de la flor. La energía creadora permite
a las aves reproducirse, formar sus hijos. La energía creadora permite, a todas
las especies vivientes del inmenso mar, la reproducción siempre incesante.
Dicha energía, como la electricidad, como el magnetismo, como la fuerza de la
gravedad, etc., es una energía que nosotros debemos aprender a transmutar
sabiamente; es una energía veloz, instantánea, más rápida que la mente, mucho
mas rápida que las emociones, o que cualquier otro movimiento orgánico.
Muchas veces les habrá sucedido a
ustedes, las mujeres, al encontrarse (por ejemplo) con un varón,
instantáneamente, sin saber por que, instintivamente, saben si simpatizan o no
simpatizan con tal hombre: si él puede servir de complemento para ustedes: si
él podría merecer su simpatía. Más si no es el complemento exacto, de hecho,
de inmediato, no despierta en ustedes ningún interés. Y asombra el ver la
rapidez con la que una mujer puede reconocer a un hombre y saber si éste le
puede servir como complemento en su vida, o no. Y surge en segundos, en
milésimas de segundo, lo que demuestra que el sentido sexual es demasiado
rápido, más veloz que la fuerza de la mente, o que las actividades motrices del
organismo.
En segundos, una mujer puede
reconocer si un varón puede o no servirle de complemento para su vida. Esto se
debe a que la energía creadora fluye y va de un lugar a otro, las ondas
electrosexuales son muy veloces. El centro sexual de una mujer, instintivamente
capta la realidad de cualquier hombre, y eso es claro.
No hay nada más misterioso, que esa
energía tan veloz. Muchas veces, ella habla en el hombre. Por eso, de pronto,
aún teniendo esposa, los varones no se sienten en plenitud, no se sienten
íntegros, no se sienten con ellas unitotales, presienten que les falta algo.
Suele suceder, en estos casos, que en cualquier sala, o Templo, o calle,
encuentre el marido a tal o cual mujer que le simpatiza de inmediato.
Incuestionablemente, falla al cometer adulterio, más, en el fondo, lo que
sucede es que todas las partes de su Ser necesitan complementación.
Posiblemente, en la nueva mujer encuentren algo que antes no tenían, algo que
los ayuda a complementarse. Esos son misterios que se relacionan con el sexo, y
que bien vale la pena conocer.
En la energía creadora está la vida
de toda máquina orgánica, y nuestro cuerpo es una máquina.
Los ovarios, en la mujer, son de por si
prodigiosos, maravillosos. Un par de cordones nerviosos, se dirigen siempre
desde los ovarios hasta el cerebro y se enroscan en la espina dorsal, formando
el santo ocho, el Caduceo de Mercurio. Por ese par de cordones nerviosos, que
no son completamente físicos, pues en parte, podríamos decir, son
tetradimensionales, asciende la energía sexual, propiamente dicha, como fuerza
eléctrica muy sutil hasta el cerebro.
Esta fuerza, de por si, llega al
organismo a través de diversos procesos. Originalmente deviene del Tercer
Logos, del Mahachoan. Indubitablemente, para hablar esta vez en términos
cristianos, podría decirles que tal energía es divinal y que el Tercer Logos,
en sí mismo, es lo que nosotros denominamos, en puro cristianismo, el Espíritu
Santo.
La fuerza del Espíritu Santo es
portentosa. El universo entero no podría existir sin esa fuerza magnífica: las
semillas no lograrían germinar, los animales sin esa fuerza no se
reproducirían, los árboles no darían su fruto. el universo entero no viviría,
no podría existir.
Así pues, la fuerza del Espíritu
Santo, la energía prodigiosa del Tercer Logos, es algo digno de ser analizado.
Hay escuelas que se han dedicado a tal análisis. Existen esas escuelas en todo
el Oriente, y muy especialmente en el Budismo Tántrico del Tíbet. Aprender a
manejar ese potencial electro-sexual es indispensable, cuando se quiere lograr
una transformación.
Sin la energía creadora, no sería
posible que un par de gametos, masculino y femenino, es decir, un zoospermo y
un óvulo, se integraran para originar la concepción fetal, y bien sabemos
nosotros lo que es la función del menstruo en el sexo femenino.
Indubitablemente, este último se provoca debido a que un óvulo (maduro) se
desprende del ovario: la herida que queda, pues, en aquel lugar donde el óvulo
se desprendió, sangra, ese es el proceso del menstruo. Indubitablemente, en ese
lugar que sangra existe también lo que en Medicina se denomina "cuerpo
amarillo", y que a la larga sirve para evitar una sangría continua. Lo
interesante es ver cómo el óvulo desciende pues al útero, y aguarda allí el
momento de ser fecundado. Cuando ese óvulo se encuentra depositado en su región
correspondiente, siente la mujer, en realidad de verdad y en forma, dijéramos,
intensiva el impulso sexual. Todo ese impulso obedece a una mecánica,
relacionada con la economía de la naturaleza. Y es que el óvulo pide, llama,
desea a un zoospermo, para que exista una creación más, necesaria para los
fines económicos del Planeta Tierra. En ese estado hay ansiedad, de parte del
sexo femenino para el masculino, y esa ansiedad no tiene otra causa sino en el
óvulo, que desea cuanto antes la unión con un zoospermo.
Obsérvese algo muy interesante: de
seis o siete millones de zoospermos que se escapan durante la cópula, tan sólo
un afortunado zoospermo logra llegar hasta el gameto femenino: pierde la cola,
penetra completamente dentro del gameto y se inicia el proceso de la
gestación. De esos millones de zoospermos, sólo uno logra penetrar en el óvulo.
¿Quién fue el que hizo esa operación matemática? Además, téngase en cuenta que
el zoospermo lleva, en sí mismo, veinticuatro cromosomas, y que el óvulo lleva
otros veinticuatro. Entonces, he ahí cuarenta y ocho cromosomas formando la
célula germinal, la célula básica, fundamental, mediante la cual deviene un
nuevo organismo humano.
Pero ¿por qué un zoospermo, y sólo
uno, logra entrar en el óvulo? ¿Quién dirige a ese zoospermo? ¡Hay un principio
inteligente que lo dirige! ¿Cuál será?, ¿por qué ha sido seleccionado?
Indubitablemente, ese principio inteligente no es otro que la energía creadora
del Tercer Logos, la energía sexual. Entonces hallamos, en la energía sexual,
una inteligencia, y esto resulta formidable. Así se inicia el proceso de
gestación, de nueve meses.
Obviamente, la mujer ha sido
elegida para la santa predestinación: la de ser madre. Ser madre, en realidad
de verdad, es un sacerdocio de la naturaleza, un sacerdocio divino, inefable.
Una madre, merece la entera veneración de todos los seres que pueblan la faz de
la Tierra.
En la Doctrina Secreta de Anáhuac,
se rinde culto a las mujeres que mueren de parto. Incuestionablemente, ellas
son verdaderas mártires. Se nos ha dicho pues, en Náhuatl, que ellas van, no al
Mictlán, como suponen algunos, sino al Tlalocan, al Paraíso de Tláloc.
Algunos piensan que esas son
doctrinas de nuestros antepasados y que hoy en día somos "muy
cristianos" y no podemos ya volver atrás. La cruda realidad de los hechos
es que tal afirmación de los Adeptos Náhuatl, o Zapotecas, o Toltecas, reposan
sobre bases muy sólidas.
¿Con qué derecho nos atreveríamos nosotros,
por ejemplo, a refutar la doctrina de nuestros antepasados Aztecas, si nosotros
mismos devenimos de ellos? ¿O es que creemos, acaso, que los españoles fueron
más sabios que nuestros antepasados de Anáhuac?
¡Pues bien sabemos que no! Antes
bien, ellos vinieron a destruir una cultura, estuvieron quemando, en la plaza
pública, todos los códices antiguos y privaron al mundo de ricos tesoros
esotéricos. Afortunadamente, unos cuantos códices se salvaron, lo que ha
permitido a los grandes historiadores mexicanos, a los grandes antropólogos,
reconstruir parte de la historia antigua.
El Tlalocan, el Paraíso de Tláloc,
es una realidad. Se ha dicho que las mujeres que mueren de parto, se afirmó en
forma enfática, que ingresaban, pues, al Paraíso de Tláloc. Lo merecían, pues
habían dado su vida a la naturaleza, habían muerto en el cumplimiento de ese
gran sacrificio, cual es el de ser madres: habían cumplido con su misión. la
mujer ha nacido para esa santa predestinación.
¡Tan grande es la dicha que siente
la mujer que lleva a su niño en sus brazos, que le alimenta con sus pechos,
que le brinda su amor! Ella, en ese momento, está haciendo el papel que hace la
Gran Madre Natura con todos los hijos; es una verdadera sacerdotisa que merece
todo respeto y gran veneración.
Es mediante esa energía creadora,
que fluye y palpita en toda la naturaleza, que fluye por los árboles, que se
manifiesta a través de los órganos creadores de los peces y de los anfibios, y
de los cuadrúpedos y de las aves que vuelan a través del espacio infinito, como
podemos nosotros transformarnos radicalmente. Si la mujer aprende a manejar
esa prodigiosa energía, puede cambiar el Nivel del Ser, puede convertirse en algo
distinto, en algo diferente.
La mujer, ante todo, necesita
conocer los Misterios del Sexo. Ya pasaron los tiempos en que se consideraba el
sexo como "pecado", ya pasaron los tiempos en que el sexo era
considerado "tabú". Sólo conociendo la mujer los Misterios del Sexo,
aprendiendo a manejar la energía creadora, podrá ella transformarse y
transformar el mundo.
Desgraciadamente, hoy por hoy el
hombre no sólo se ha degenerado, sino que también ha inducido procesos
degenerativos en el sexo femenino: ha metido a la mujer por el camino de la
fornicación, y hasta de la prostitución, motivos más que suficientes como para
que la mujer estudie los Misterios del Sexo. Es así, sólo así, como podrá ella,
no solamente transformarse, sino transformar al varón.
No hay duda que en la copula
química o metafísica, para hablar en un lenguaje que no escandalice a ninguna
de las hermanas, aquí presentes, está el secreto de la transformación humana.
La cópula química o metafísica, incuestionablemente está relacionada con la
gran copula universal. Bien sabemos que el eterno masculino hace fecundar al
eterno femenino para que surja la vida, esto es indubitable. Esos dos
principios pertenecen a lo divinal. Con justa razón se dijo: "Existen dos
vástagos de toda seriedad; el uno viene de arriba, de Urano, y es masculino; el
otro asciende y es femenino". "En la unión de estos dos vástagos,
está la clave de todo poder".
Observen ustedes al signo de la
santa cruz: dos palos cruzados. El uno, es vertical y representa al principio
masculino; el otro, es horizontal y representa al sexo femenino. En el cruce
de ambos, se halla la clave de la redención.
En una antigua Escuela de Misterios
griegos, se menciona un acto precioso, místico, que puede transformar al mundo
y a la humanidad. Para no escandalizar mucho, diré a ustedes la clave en latín:
"Inmiscio miembrum virilis in vaginae feminam sine eyaculation
seminis"...
En todo caso, en la inserción del
falo vertical dentro del cteis formal se encuentra la clave de todo poder. Desafortunadamente,
tanto varones como mujeres lo único que han hecho, hasta la fecha actual, es
aprovechar el cruce de esos dos "vástagos" para la reproducción
animal.
Así como la mujer es capaz de poner
un hijo sobre el tapete de la existencia, de decirle: "¡Sea!", y es:
así como la mujer es capaz de formar a un Napoleón dentro de su vientre, o a un
Jesús de Nazaret, o a un Hermes Trismegisto, para luego decirle:
"¡Existe, existe!", y éste pasa a existir a la luz del Sol, así
también, cualquier mujer puede ser capaz de una autocreación extraordinaria,
puede crearse a sí misma, puede transformarse en algo distinto, diferente, con
base íntima en la cópula química o metafísica.
Lo interesante sería que ella
comprendiera el proceso de las energías creadoras, especial, e
incuestionablemente, cuando el varón se le acerca, cuando el Adán-Eva se están
amando, cuando se hallan unidos en la cópula química o metafísica.
En momentos en que el phalus varón,
vertical, se cruza con el cteis formal, hay fuerzas prodigiosas, universales,
cósmicas, que envuelven a la pareja con una luz muy brillante, luminosa,
extraordinaria. Esas fuerzas prodigiosas, que fueron capaces de crear el mundo,
de hacerlo surgir de entre el Caos, rodean a la pareja, les envuelve. En tales
momentos, hombre y mujer, bien unidos, forman el andrógino perfecto, el Elohim,
una criatura soberana.
Obviamente, hombre y mujer, unidos,
son un solo Ser que tiene poder sobre la vida y sobre la materia, que puede
hacer surgir una nueva criatura dentro del Caos. En tales momentos, si se
conociera la ciencia maravillosa del Tercer Logos, se realizarían prodigios.
En tales momentos, debemos retener
esa fuerza extraordinaria para purificarnos, para transformarnos, para
desarrollar en nosotros otras facultades del Ser, para desenvolver en nosotros,
prodigios que ni remotamente sospechamos, para convertirnos en Angeles, en
Seres inefables.
La mujer tiene la llave de la ciencia mágica, más debe aprovecharla y
abrir el arca donde está el tesoro de la sabiduría pura.
Desgraciadamente, tanto la mujer
como el varón pierden las fuerzas divinales, cuando cometen el error de llegar
hasta eso que se denomina "orgasmo" o "espasmo" en alta
biología orgánica.
Más si la mujer, en esos instantes,
le enseñase al varón la necesidad de ser "continente"; si en vez de
llegar a la consumación final de la inmensa pasión, tuviera el valor de
refrenar el impulso animal, para evitar lo que en Fisiología Orgánica, o en
Biología, se denomina "orgasmo" o "espasmo", retendría esas
fuerzas místicas del Tercer Logos, del Mahachoan, del Shiva indostánico.
Con tan sutiles fuerzas, podría
ella hacer de sí misma, algo diferente: se convertiría en triunfadora, pasaría
a un Nivel del Ser extraordinario, no volvería jamás a tener miseria, ni
dolor, no habrían para ella sufrimientos, múltiples facultades aflorarían en
todo su organismo, sería completamente distinta.
Una mujer así, transformada por sus
propias energías creadoras, podría transformar al hombre y transformar al
mundo, porque la mujer tiene un poder único: formar a las criaturas dentro de
su misma matriz.
Ya han hecho grandes hombres, que
han descollado en la historia: un Krishna, en el indostán, un Buddha, un Hermes
Trismegisto, un Jesús de Nazaret, un Francisco de Asís, o un Antonio de Padua,
etc., etc., etc.
¿Dónde se formaron? ¿En el aire,
acaso? Los grandes hombres que han surgido en todas las épocas, ¿de dónde
salieron? Esos que libertaron naciones, como los hay en nuestra patria,
México, como un Hidalgo, ¿cuál es su origen?
Muy masculinos, muy inteligentes,
muy geniales, pero salieron de un vientre femenino, fue la mujer la que los
formó en su vientre, la que les dio la vida y la que los puso sobre el tapete
mismo de la existencia.
El mismo Superhombre, de un
Nietzche, no pudo salir de ninguna otra parte que del vientre de la mujer. Por
eso fue que, sabias mujeres se dirigieron a Jesús de Nazaret y le dijeron:
"Bendito el vientre que te formó y los pechos que te alimentaron".
Así pues, los varones no tenemos
mucho de qué enorgullecemos, porque por mucha sapiencia que tengamos, mucha
erudición o capacidad intelectual que hayamos adquirido, nos formó una mujer en
su vientre, nos dio la vida y nos puso sobre el tapete mismo de la existencia.
Lo cierto es que la mujer puede
transformar al mundo, si así lo quiere, tiene en sus manos la llave del poder.
Hasta la misma biología masculina puede ser controlada por la mujer, y de hecho
la mujer controla las actividades biológicas del varón, tiene ese poder, y es
extraordinario, formidable.
Ella lo único que tiene que hacer
es retener esa fuerza prodigiosa, esa energía creadora del Tercer Logos, no
dejarla escapar, no permitir que se funda dentro de las corrientes
universales. Por eso es que la mujer casada, en la cópula química, o
metafísica, debe asumir una actitud edificante y esencialmente dignificante.
Obviamente, el sacerdocio del amor
dimana de los tiempos más arcaicos de la Tierra. Recordemos (en una Grecia,
pues) a las Sacerdotisas del Amor, a las Hetairas. Ellas eran sagradas, en el
sentido más completo de la palabra, y sabían suministrar eso que se llama
"amor", y los varones debían obedecer a ellas. Recordemos allá en
las tierras del Japón, a las Sacerdotisas Niponas. Ellas suministran eso que se
llama "amor".
Desgraciadamente, las gentes de la
época moderna han perdido, dijéramos, el sentido del verdadero amor. Las
mujeres modernas deben volver a la sapiencia antigua, deben comenzar por educar
al varón. El sexo es sagrado en un ciento por ciento, y deben enseñarle al
varón lo que es la veneración, el amor y el respeto al sexo. Si la mujer así
actúa, podría transformar el mundo en forma definitiva.
Todo el secreto consiste en retener
esa energía maravillosa, ese elixir sagrado, vital para el hombre. Repito: si
la mujer aprendiera a evitar el espasmo (o el orgasmo, como se dice en
medicina), a sí misma se transformaría, en sí misma originaría sentidos
novísimos de percepción extrasensorial, que le darían acceso a la dimensión
desconocida, y empezaría la mujer a adquirir una nueva inteligencia que le permitiría
orientar a sus hijos sabiamente.
No deben olvidar ustedes que la
mujer debe ser también, además de madre, educadora de sus propios hijos. La
mujer está llamada a educar a sus hijos, bueno, ese es mi concepto.
La mujer está llamada a darle al
hijo la primera educación. En modo alguno me parecería correcto que fuese el
"Kinder" el llamado a dar las primeras nociones de cultura a la
criatura que ha nacido. Pienso que es la madre, la llamada a eso: a acabar de formar
el fruto de sus entrañas. Más tarde, podría tal "fruto" entrar en las
escuelas superiores de humanidades, en la universidad; pero su orientación
básica, del hogar. La madre es el eje del hogar, la maestra del hogar, la
llamada a educar a sus hijos.
Hoy por hoy, todo eso se ha
perdido. En los tiempos antiguos (en la Atlántida y en la Lemuria), las madres
educaban a sus hijos dentro del hogar y los formaban. Por estos tiempos
decadentes en que nos encontramos, debido a la degeneración del varón, la mujer
ha perdido, hoy por hoy, muchas de sus hermosas cualidades.
El varón ha creado una civilización
falsa, una vida mecanicista, absurda. También ha cometido el crimen de sacar a
la mujer del hogar. Ahora la mujer, para poder sobrevivir en este caos absurdo
del siglo veinte, no le ha quedado más remedio que desplazar al hombre en la
oficina, en la Industria, en la Banca, en el comercio, en los talleres, en la
ciencia, etc.
Está tan degenerado el varón ultra
moderno, que ya no es capaz de sostener ni su mismo hogar, motivos más que
suficientes por los que no le ha quedado, a la mujer, más remedio que lanzarse
a la lucha. Veamos el ejemplo de los Estados Unidos, donde las mujeres están en
los talleres mecánicos, en la Aviación, en el Ejército etc.
Una raza no degenerada, una raza
progresista, es diferente. En una raza progresista, la mujer es el eje del
hogar, la sacerdotisa. La base fundamental sobre la cual el hogar reposaba en
los antiguos tiempos, no era el patriarcado, sino el matriarcado.
Ahora la mujer tiene que volver a
su hogar, pero esto no sería posible, y no es posible, hasta tanto no se
regenere el varón, que ya no es capaz ni de mantener a la mujer, ni a su hogar.
Día llegará, pues, en que comenzará
una nueva historia. Cuando eso sea, el sexo será sagrado otra vez, y el varón
(regenerado) irá hacia el campo, a arar la tierra, y "con el sudor de su
frente" dará de comer a su mujer y a sus hijos, como lo mandan las Sagradas
Escrituras.
Hoy en día, da dolor decirlo, es
tan grande la degeneración, que muchas mujeres tienen que trabajar para
mantener a su marido. Viendo todas estas cosas, en tratándose de asuntos tan
importantes y de fina exposición, veo la necesidad urgente e inaplazable, de
enseñarle a la mujer los Misterios del Sexo.
Antes que todo, la mujer debe
liberarse de muchas ataduras absurdas, debe enfocar los estudios del sexo desde
un nuevo ángulo, no seguir considerando la sexología como "tabú" o
"pecado", como motivo de vergüenza o disimulo, etc. Si la mujer
tiene que regenerar al varón, debe afrontar (directamente) los Misterios del
Sexo, debe enseñarle al varón tales Misterios.
Desgraciadamente, el animal
intelectual equivocadamente llamado "hombre", ni siquiera sabe
respetar a la mujer: adultera como animal, fornica incesantemente, malgasta el
dinero, el que tiene para su hogar, en la cantina, en las casas de juego, etc.
Incuestionablemente, la cruda
realidad de los hechos es que la mujer está llamada a asumir un nuevo papel:
necesita transformarse (mediante la energía creadora) y enseñarle al varón el
camino de la regeneración. Mas esto no sería posible si ella no tuviera un
potencial eléctrico-sexual superior, que le permitiera realizar tan magnífica
labor.
En tanto la mujer continúe llegando
al espasmo u orgasmo fisiológico, no tendrá la potencia eléctrica que necesita
para poder convencer al hombre, pues cuando se trata de convencer a otro, de
regenerarlo, de indicarle el camino de la salvación, se necesita tener alguna
autoridad, y no es posible tener autoridad alguna en tanto la mujer se
descargue eléctricamente.
La mujer necesita ahorrar sus
propias energías creadoras. Sólo así podrá aumentar su potencial eléctrico,
como para tener la suficiente fuerza o autoridad que le permitirá transformar
al varón, sacarlo de las cantinas y enseñarle el camino de la responsabilidad,
indicarle el camino de la regeneración.
Hoy, reunido con estas damas que me
escuchan, quiero decirles, en forma enfática, que en esta Sede Patriarcal del
Movimiento Gnóstico, laboramos por la regeneración humana. Son llamadas todas
las damas a nuestros cursos, a nuestros estudios; son invitadas, con el
propósito de trabajar por un mundo mejor.
Bien vale la pena reconsiderar, no
sólo los asuntos biológicos, sino también los psíquicos, relacionados con la
mujer, el hombre y el hogar. La mujer debe volverse un poco más madura, desde
el punto de vista psicológico. Muchas damas, por ejemplo, "se afanan"
por casarse y más tarde fracasan. Debe saber, la mujer, cuál es el hombre que
va a elegir, pues esto es básico para el resto de su existencia.
Un día cualquiera, no importa cuál,
llegué a un Banco. Necesitaba, pues, cambiar algunos cheques. La cajera, muy
solícita, me atendió. Mas, cuan gran dolor sentí, al saber cómo me miraba de
arriba a abajo, tan detenidamente, estudiando mis meras apariencias físicas.
Volví una segunda vez, y hallé la misma repetición.
Una tercera, y la misma repetición
y una extraña coquetería. Pero ¿qué miraba en mí? ¿Acaso mis estados
psicológicos, mi parte anímica o espiritual, o qué? ¡Nada de eso; era sólo
mera coquetería, simplona! Tratar de ver las apariencias de un rostro, o de un
cuerpo masculino, con el propósito de elegirlo más tarde como posible marido, o
por lo menos como pretendiente, es absurdo en un ciento por ciento, no pude
menos que sentir un gran dolor.
Algunas damas, por ejemplo, que
aspiran a tener marido, se preocupan por ver un rostro, el tamaño de un cuerpo,
si es alto o bajo, gordo o flaco, si él es bien parecido, si es guapo, o
sencillamente si es feo u horrible, pero nada, absolutamente nada les interesa
la cuestión psicológica. Eso es tan absurdo como ver un mueble: si éste es
bonito o feo, si sirve para la cocina o para la sala.
El matrimonio es lo más grande que
hay en la vida. Voy a decirles a ustedes que hay tres momentos importantes en
la vida, tres eventos extraordinarios: el primero, el nacimiento; el segundo,
el matrimonio, y el tercero, la muerte. He ahí los tres eventos más
extraordinarios.
La mujer debe cuidarse de elegir hombre
por mera apariencia; o por el deseo de casarse, para no "quedarse",
porque eso es absurdo. Querer una mujer hacer de un hombre, dijéramos, su
"ideal", sin sentirlo de verdad, psicológicamente, es algo
incongruente. Muchas damas solteras se vuelcan, muy especialmente, por el
artificio, por la forma, por el esplendor económico de tal o cual varón;
tratan de congraciarse con él en alguna forma, de hacerse simpáticas ante el
mismo: tratan de acomodarse a su forma de ser o de vivir, y tarde o temprano fracasan.
Ese no es el camino de la felicidad
matrimonial. En el verdadero amor hay espontaneidad absoluta, no existen
artificios de ninguna especie. Cuando la mujer reconoce en el hombre, de
inmediato, al ser creador, allí no necesita de palabras superfluas, ni de
luchas por acomodarse a su forma de pensar, o de sentir.
En el verdadero amor, la mujer sabe
si el hombre le pertenece o no, si él es suyo o no. Pero cuando una mujer mira
a tal o cual hombre, cuando lo pretende en alguna forma, ella sabe si hay un
rasgo en él que no concuerde con su naturalidad, con la personalidad de ella,
con su psiquis, o fondo psicológico particular.
Es claro que si una mujer cree que
ama a un hombre, y siente que hay algo que no le pertenece a ella, algo así
como un rasgo característico que en modo alguno se acomoda a su sentir, tal
varón no le pertenece. Una unión de tal clase, va al fracaso.
En modo alguno se puede enfocar el
problema del Matrimonio de una manera equivocada, porque el resultado se llama
"dolor". Cuando uno se olvida de que el matrimonio es uno de los tres
factores más importantes de la vida, comete errores imperdonables.
Así que, deben pensar mucho, las
damas solteras, en el problema este de elegir un esposo, un marido. Es
indispensable saber siempre aguardar. Esa energía creadora del Tercer Logos,
que vive y palpita en todo lo creado, en todo lo existente, cada mujer trae su
varón, el que le pertenece por Ley. Pero si persisten las damas solteras en
casarse por casarse, se llenarán entonces de dolor.
SAMAEL AUN WEOR
No hay comentarios:
Publicar un comentario