Ometecuhtli
- Omecihuatl
(Señor y Señora de la dualidad).
Ome: dos; tecuhtli: señor serpiente.
Ome: dos; cíhuatl: señora águila.
(Señor y Señora de la dualidad).
Ome: dos; tecuhtli: señor serpiente.
Ome: dos; cíhuatl: señora águila.
De este
principio dual, masculino y femenino, emanó todo el universo.
Según los
nahuas, este dios y esta diosa tuvieron cuatro hijos, los cuatro Tezcatlipocas:
Xipetotex -el colorado-, Tezcatlipoca -el negro-, Quetzalcóatl -el blanco- y
Huítzilopochtli -el azul-.
Del binarío
divino e invisible, nacieron los cuatro colores de las cuatro razas que
actualmente pueblan el mundo.
Durante el
connubio sexual se expresan las fuerzas creadoras de Ometecuhtli-Omecíhuatl,
las cuales descienden hasta los órganos de la procreación humanos, con el único
fin de que en el plano físico se exprese un nuevo ser.
Si el hombre y
la mujer se unen sólo por el deseo, por la animalidad de derramar el semen, las
fuerzas solares del hombre y las lunares de la mujer se hunden en los abismos
atómicos de la Tierra y ambos se convierten en esclavos del abismo.
Pero si el amor
impulsa la unión y no hay fornicación en la caricia sexual, la serpiente
preciosa de plumas de quetzal despierta en ellos y asciende a su lugar de
origen convertida en Quetzalcóatl. Así esa pareja se diviniza.
En el umbral del
santuario del templo, los Maestros presentan al iniciado un libro en el cual
están escritas todas las leyes de la Madre Divina. Ante este libro muchos
retroceden llenos de terror, al saber que tienen que aniquilar su personalidad.
Muy pocos son
los que pasan la prueba del umbral del santuario, y los que la pasan reciben un
pesado anillo de oro fino, símbolo del poder.
El iniciado debe
morir para llegar a ser, pero antes tiene que regresar al seno de la Madre
Divina. Tiene que practicar magia sexual con su casta esposa para que pueda
nacer espiritualmente.
El que no conoce
las leyes de la Madre, no llegará jamás al Padre. La Coatlicue no es otra cosa
que la Bendita Madre Diosa Muerte.
En lugar de las
cuatro manos de la Coatlicue mexicana, aquí da a entender las cuatro fuerzas
naturales: fuego, aire, agua y tierra.
Rostro, tiene
una calavera bien hecha.
Mitra, tiene adornos
muy notables.
Cetro, no falta,
en el centro, indicando el poder.
Práctica
La meditación es
el pan del sabio. Cuando el sabio medita busca a Dios, busca información o
busca poder. Cinco son las claves de la meditación
1. Postura cómoda. 2. Mente serena.
3. Concentración.
4. Introversión.
5. Éxtasis.
1.- Postura
cómoda. Concéntrese en su cuerpo físico y examínelo atentamente con los ojos
del alma. Compruebe que usted no es ese maravilloso cuerpo. Deséchelo de su
mente diciendo yo no soy mí cuerpo físico.
Concéntrese
luego en el cuerpo etérico, identifíquelo y, después de observar atentamente su
luminosidad -la cual sobresale del cuerpo físico formando el aura multicolor-,
deséchelo de su mente diciendo yo no soy el cuerpo etérico.
Adéntrese más en
usted mismo y concéntrese en su cuerpo astral primero y luego en el mental.
Estos dos
cuerpos, astral y mental, son las dos columnas de los templos masónicos, Jachin
y Bohaz, cuya base fundamental es la piedra cúbica de Jesod, el cuerpo etérico.
Concéntrese bien
en estos dos cuerpos y, después de comprobar que usted no es ninguno de ellos,
sino que son dos instrumentos más de expresión, deséchelos de su mente diciendo
yo no soy mi cuerpo astral, yo no soy mí cuerpo mental.
Despójese de sus
cuatro cuerpos de pecado y pase por en medio de las columnas blanca y negra,
Jachin-Bohaz, del templo que es su cuerpo viviente, en las cuales está escrita
en caracteres de fuego la palabra de pase INRI. Descompóngala en dos sílabas y
vocalícelas una después de la otra así
IIIIIIIIINNNNNNN
RRRRRRRIIIIIII
A continuación
sálgase a vagar por el mundo de la niebla de fuego sin sus cuatro vehículos
materiales.
Regrese al
cuerpo a seguir trabajando y concéntrese nuevamente en la columna negra de su
templo viviente, su cuerpo astral, y trate de escuchar el agudo canto del
grillo, que es la esencia de la palabra perdida, INRI, y sin dejar de escuchar
lo que ahora sale entre las celdillas de su cerebro, concéntrese en la columna
blanca, su cuerpo mental.
Siga meditando y
concéntrese en el cuerpo de la voluntad hasta que tenga conciencia de él, y
cuando usted haya comprobado que es otro vehículo suyo de expresión, deséchelo
diciendo yo no soy el cuerpo de la voluntad.
Nos adentramos
un poco más, nos concentramos en el cuerpo de la conciencia. Identifíquelo y
vea que sólo es un vehículo más de expresión, deséchelo diciendo no soy el
cuerpo de la conciencia.
Entonces se
preguntará: ¿Quién soy yo ?, y una voz queda y dulce le contestará: "Tú
eres Yo, el Intimo, el reflejo del Yo-Cristo. Tú y Yo somos Uno".
En esos momentos
identifíquese con El, siéntase ser El, dígase:
Yo Soy El, Yo
Soy El, Yo Soy El.
Al alcanzar este
estado de conciencia, pronuncie mentalmente el mantram PANDER, así:
PAAAAANNNNN
DEEEEERRRRR
Este mantram le
ayudará a identificarse con su Cristo Interno.
Por la
introversión diaria logrará despertar su conciencia, a grado tal que durante el
sueño actuará en cuerpo astral con la misma naturalidad y lucidez que en el
cuerpo físico y cuando, por su sinceridad y devoción, en el éxtasis se le
permita visitar los núcleos sobre los cuales se fundamenta el universo, que
alegóricamente Parecen agujeros, podrá contemplar la Divina Majestad del
Absoluto.
La Práctica
intensa despierta los centros internos.
SAMAEL AUN WEOR
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